Mientras tanto, a Alexander le llevó la mitad del tiempo que habría necesitado si hubiese ido en carruaje. Ahora, tras amarrar a Shadow a un poste, se encontraba frente a ese lugar oculto en la ciudad, alejado de las miradas humanas. La entrada al barrio se encontraba en una zapatería antigua que siempre tenía la puerta abierta para todas las criaturas mágicas. Al poner la mano en el pomo de la puerta de aquel establecimiento aparentemente común, al ingresar, no entrabas a la tienda, sino a una bulliciosa ciudad nocturna, idéntica al Londres de la época, pero con la diferencia de que todos los que caminaban por ahí eran seres sobrenaturales. Al rey de los lobos no le llevó mucho tiempo llegar al lugar que deseaba. Algunos lo miraban de reojo porque conocían su estatus, pero cuando ingresó