Alexander se mantuvo allí durante todo el proceso de preparación de la comida, sin abandonar la cocina ni un instante, observando a Emily llevar a cabo su oficio. La joven se sentía cada vez más incómoda a medida que el tiempo pasaba, pero hacía todo lo posible por disimularlo. Sin perder tiempo, Emily sirvió un tazón de estofado con pan y un zumo de frutas. —No quiero zumo de frutas. Tráeme una botella de whisky —exige Alexander, quien sin esperar a que Emily pruebe la comida, toma su cuchara y comienza a comer. Emily siente un pequeño alivio al ver que él no le pide que pruebe la comida y se dirige al área donde se encuentran las bebidas. Allí, en un estante repleto de vinos de uva y manzana, con barriles de cerveza en un rincón, también había varias botellas de brandy. Aunque Emily no