Pasadas las horas de esa misma noche, con el desafío que Emily había lanzado a Alexander, el rubio se llevó consigo la botella de whisky a su habitación, dejando a la joven en la cocina para que terminara sus labores. Antes de marcharse, Alexander le dirigió unas palabras: "Te espero dentro de dos horas en la sala de música". Fue una invitación que dejó colgando en el aire, como un anzuelo seductor, que la chica sintió como si fuese una cita. Emily, por un lado, se sentía emocionada ante la perspectiva de enfrentarse en una partida de ajedrez nada menos que con el señor Wolfsbone. Sin embargo, también experimentaba un temor razonable, pues nunca antes había jugado con personas de su alcurnia. La muchacha asumía que Alexander, proveniente de una familia adinerada, posiblemente había sido ed