CAPÍTULO 8

1748 Words
POV ARIANNA Floto alrededor de la fiesta, picoteando canapés y pensando por qué tiendo a no ocultar nada cuando estoy con Ras. Creo que es porque es la primera persona con la que he estado cuya opinión sobre mí no tiene importancia. Puede odiarme. Puede pensar que soy una perra, o que tengo “algunos tornillos sueltos”. No me importa. Mi opinión sobre él es mucho peor. Siempre he tenido que tener cuidado con lo que le digo a la gente en Nueva York. Hace mucho tiempo me di cuenta de que cualquier cosa que le diga a cualquier m*****o de la familia tiene una alta probabilidad de llegar a mis papás. ¿Pero Ras? No va a ir a decirle a papá cómo le he estado hablando, eso es seguro. Así que sí, es liberador poder decir lo que tengo en mente. Lo que no es liberador es que él me llame la atención por eso. Me siento en un banco de piedra frente al agua y me meto una brocheta de camarones en la boca. ―Arianna . Me doy la vuelta ante el sonido de una voz masculina familiar. Es Vince. Mi hermano parece ligeramente molesto cuando se sienta a mi lado, con un vaso de whisky en la mano. Capto el olor de una colonia cara. Siempre huele bien. ―¿Um, hola? ¿Ni siquiera recibo un abrazo? ―No lo he visto en meses. ―Tú no fuiste a saludar ―dice con frialdad. Yo suspiro. ―Lo siento, majestad. ―Mi hermano tiene lo que algunos llamarían una personalidad difícil. Cuando vivía en casa, aterrorizaba a nuestro personal. Mi hermano es un perfeccionista y un poco... bueno, digamos que escuché que incluso nuestra dulce ama de llaves, Lydia, lo llamó imbécil. Envuelvo un brazo alrededor de su cintura y beso su mejilla. Después de un momento, me abraza de vuelta. ―Te ves hermosa ―dice a regañadientes. Sonrío. El afecto nunca ha sido algo natural para Vince, pero lo intenta con sus hermanas. ―Gracias. Tú también te ves bien. El sol poniente se refleja en el elegante broche que tiene en la corbata. Estudio su perfil impecable: está cincelado, con una estructura ósea para morirse. Sus cejas están dibujadas. Ha llevado esa expresión severa desde que era un niño, pero ahora que es un hombre adulto, la severidad se subraya con algo más mortal. Me pregunto si ha tenido que ensuciarse las manos en Suiza o si todavía está alimentando su complejo de superioridad al limitar sus actividades ilegales a mover el dinero. Vince es capaz de ejercer la violencia como cualquier hombre de nuestra familia, pero nunca le ha gustado el desorden que conlleva. Es una de las razones por las que se fue de Nueva York. Papá quería que ascendiera en la organización comenzando como ejecutor, una posición que Vince inmediatamente consideró inferior a él. Así que mi hermano inventó un plan de carrera diferente. Se metió en una de las cuentas bancarias de papá y empezó a invertir la fortuna de los Garzolo haciéndose pasar por nuestro papá. Intercambió más de cinco millones de dólares antes de que lo atraparan. Tiene suerte de que sus planes hayan dado beneficios. Papá estaba furioso, pero cuando vio los nuevos saldos, se tranquilizó. Así fue como Vince terminó obteniendo el permiso para ir y seguir haciendo crecer nuestras inversiones en el extranjero. Pasa el pulgar por la esfera de su reloj. ―Es bueno verlos a todos juntos. Vale parece feliz. ―Por supuesto que ella es feliz. Está enamorada. ―Eligió a un buen hombre para enamorarse. Uno lo suficientemente poderoso como para evitar que papá la arrastre de vuelta a casa. ―Haces que suene como si fuera un movimiento calculado de su parte. Se encoge de hombros. ―¿Quién dice que no lo fue? ―No puedes hablar en serio. ―Escucha, es inteligente por hacer lo que tenía que hacer para mejorar su vida. ―Ah, por supuesto. Eso es lo que tú hiciste. ―Vince tenía veinte años cuando se fue, y eso fue hace cinco años. Construyó su propio reino a un océano de distancia. Me pregunto a quién se lo entregará cuando sea el momento de hacerse cargo del negocio familiar en Nueva York. Papá no se está haciendo más joven y Vince es su sucesor. Eventualmente, incluso sus habilidades financieras no serán una excusa suficiente para mantenerlo alejado. El día que Vince regrese y se haga cargo de la familia será un buen día. Si mi hermano hubiera estado a cargo, creo que la guerra con los Ricci se habría desarrollado de manera muy diferente. Papá es un tipo duro. Le falta sutileza y moderación. Vince es todo lo contrario. Es un intrigante y un pensador innovador. La violencia es siempre el último recurso con él. Se encoge de hombros de nuevo. ―No me he arrepentido ni por un segundo. Nunca podría vivir con papá respirándome en el cuello. ―Algunos de nosotros no tenemos el lujo de desaparecer por unos años. Ahora su atención está en mí. ―Tiene suerte de tenerte, Ari. Es muy afortunado. Crio a tres niños egoístas y una hija desinteresada. ―Vale no es egoísta, ella hizo lo que le dijeron al principio. ―Y ahora tú estás haciendo lo mismo ―dice, bajando la mirada a mi anillo. ―No tengo que explicártelo. Ya sabes lo mal que pueden ponerse las cosas. Vince volvió para los funerales y se paró al lado de papá con esa expresión sombría en su rostro. Tito, nuestro primo que murió, era su amigo cercano. Crecieron juntos. ―Siempre te has encargado de arreglar las cosas. ―¿Lo he hecho? ―¿Olvidaste cómo me llamabas todos los sábados por la mañana durante años después de que me fuera para preguntarme cuándo volvería? ―Solo estaba viendo cómo estabas ―me quejo. ―Estabas haciendo lo que papá era demasiado orgulloso para hacer. ¿Él te pidió que hicieras eso? Siempre me lo he preguntado. ―No. Sus labios se curvan en una sonrisa de complicidad. ―Lo hiciste solo para tener la oportunidad de ganarte sus elogios. Él te habría adulado si hubieras logrado convencerme de volver a casa. Mis mejillas se calientan. Es vergonzoso porque es verdad. En aquel entonces, habría hecho cualquier cosa para ganarme la aprobación de papá. Pero he crecido. Al menos, me gusta pensar que lo hice. No me caso con Rafaele para que papá me diga lo buena hija que soy. Esto es mucho más grande que eso. Estoy haciendo esto por mi familia. Me meto un mechón detrás de la oreja. ―Lo que sea. Él se ríe. ―Como sea, háblame de tu futuro esposo. Vale parece que ya lo odia. ―No me digas que tú también vas a tratar de convencerme de que no tengo que casarme con él. ―No te voy a convencer de nada. No estoy de acuerdo con Vale. Deberías casarte con Rafaele. ―¿Qué tan bien lo conoces? ―Tuvimos algunas reuniones después de que comenzó a trabajar con papá. A pesar de su reputación, no creo que sea el tipo de persona que maltrataría a su esposa. Pregunté por ahí, ha tenido mujeres a su alrededor y no ha habido ninguna queja. ―¿Lo investigaste por mí? ―¿Crees que dejaría a mi hermana sola? Sí, lo investigué. Algo cálido estalla dentro de mi pecho. Es amable de su parte cuidarme. Vince se recuesta sobre sus palmas. ―Le dije a Vale que lo dejara pasar, aunque no estoy seguro de haberme comunicado con ella, es todo acerca de los matrimonios por amor ahora. ―¿Cómo te sientes acerca de ellos? ―Yo no apostaría por uno. El amor se desvanece. Es demasiado impredecible. Papá la cagó con el exmarido de Vale, pero no puedes descartar todo el sistema de matrimonios concertados basándote en un mal incidente. ―¿Qué pasa contigo? ¿Has empezado a buscar esposa? Hace un gesto desdeñoso. ―No hay prisa. ―No lo sé, dada la larga lista de requisitos que supongo que tendrás, es posible que desees comenzar temprano. ―Sabelotodo. Mi lista no es tan larga. Solo algunas cosas obvias. ―¿Cómo qué? ―Dado que estaría mucho por aquí, me gustaría tener a alguien agradable a quien ver ―dice―. Alguien sin equipaje que no trataría de convertirme en su terapeuta. ―Encantador. ―Ella tendría que poner la relación primero. Lealtad total. Confianza total. Sin eso, no funcionaría. Tengo suficientes personas que quieren apuñalarme por la espalda. Mi esposa no puede ser una de ellas. No suena demasiado irrazonable, en realidad. ―¿Así que le serías fiel? Me da una mirada en blanco. ―¿Qué? ―Quieres que te sea leal y confíe en ti. ¿Tú le serías leal? ¿Te acostarías por ahí como lo hace papá? ―Acostarse por ahí no tiene nada que ver con la lealtad real. Por supuesto, mi esposa sabría que tendría mujeres a mi lado. Ella lo aceptaría y seguiría adelante. Pongo los ojos en blanco. ―Ese es el tipo de cosas que hacen que las mujeres quieran apuñalar a sus maridos. ―Nada que un par de aretes de diamantes y un viaje a las Maldivas no puedan arreglar. ―Vince bebe lo último de su whisky y se pone de pie―. La cena está a punto de comenzar. ―Él ve mi copa de vino vacía―. ¿Cuántas de esas has tomado? ―No las suficientes. Cuando me levanto, el horizonte ante mí se tambalea. Okey, tal vez debería haber parado una copa antes. ―Vamos. ―Vince me ofrece su brazo―. Entonces, ¿esperas que Rafaele sea fiel? Arrugo la frente. No he pensado en eso. La idea es desagradable en principio, pero la idea de mi futuro esposo con otra mujer... Espero que alguna emoción aflore. No hay nada. ―No he pensado tan lejos ―le digo―. Solo espero que nos llevemos bien. ―Si has podido llevarte bien con nuestros papás durante tanto tiempo, puedes llevarte bien con cualquiera. Pongo los ojos en blanco. Eso no es cierto. Primer ejemplo: Ras. No hay situación, ningún escenario posible en el que me llevaría bien con él.
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