Capítulo 3

1568 Words
La semana pasó rápido, los gemelos habían contratado a Luz, una ayudante de cocina, y cuatro personas que serían los mozos del lugar. La gran cinta roja estaba colocada en la entrada del lugar y todos los invitados habían llegado. Los hermanos caminaban nerviosos de un lugar a otro terminando de realizar las preparaciones de último momento, mientras que Abril, con sus compañeros de cocina, estaban ubicados en su lugar de trabajo arreglando cada bocadillo para servir de la forma más presentable y elegante posible. Escucharon la voz de los gemelos dando las gracias a los presentes para luego cortar la cinta abriendo oficialmente la cafetería. Las personas ingresaron al enorme salón pintado con un marrón muy claro y suelos blancos. Las mesitas estaban dispersas por el lugar y en la barra se exhibían los distintos platos dulces a degustar. Detrás se encontraba una enorme máquina de café de acero inoxidable y algunos utensilios listos para la preparación de las bebidas. Rápidamente los mozos salieron al lugar ofreciendo pequeños bocadillos de los distintos preparados que se podrían encontrar en el lugar y un poco de café para acompañar. El ambiente era relajado y alegre, claramente el humor de los gemelos era insuperable y eso se notaba en sus hermosas sonrisas que dejaban a más de una mujer rendida a sus pies. — Luz, revisá los de limón que estén bien con la temperatura — ordenaba con una insospechada seriedad Abril. — Bueno, mi equipo estrella — ingresaba Javier con una radiante sonrisa en su rostro haciendo que Luz se mordiera su labio inferior. El morocho notó aquel gesto y le devolvió una fugaz guiñada —, la gente está más que feliz por sus pastelitos y preparaciones, asique no me queda más que felicitarlos y decirles que pueden salir a disfrutar en cuanto hayan terminado aquí. — Gracias — respondieron Agustín y Abril sin mirarlo ya que seguían arreglando detalles casi inexistentes en sus preparados. — Luz — retomó Javier — veo que ya no te necesitan, si quieres puedes… — Perdón — se levantó de prisa Abril para mirar a su jefe a los ojos —. Esta es MI cocina y yo decido cuándo se pueden marchar — La seriedad de la voz no daba lugar a bromas. — ¿Vas a tenerla parada sin hacer nada? — rebatió al hombre mirando de frente a su empleada. — Sí. El enfado que transmitió los ojos marrones de Javier no la hicieron retroceder, no iba a dejar ir así a Luz cuando aún no terminaban el trabajo, podía pasar cualquier cosa y ella no iba a salir a buscarla por todos lados para que regrese. Si él quería enredarse con la chica tendría que esperar que terminaran el trabajo. — Mira — la señalaba él con odio —, no voy a dejar que me arruines el día, cuando terminen salgan y disfruten — dicho esto se giró y salió de la cocina. — Luz, si te vas a enredar con el jefe que sea fuera del horario de trabajo, ¿está claro? — Abril la miraba más seria que nunca y ella asintió. —--------- Manuel estaba apoyado en la barra bebiendo un poco de champagna que habían traído del bar, el cual tenía también junto a su hermano en un local muy cerca de allí. Su mirada reflejaba melancolía y el girar la copa de un lado al otro sin beber nada demostraba que no estaba en su mejor momento. Sintió que alguien arrastraba una silla y se colocaba a su lado. — Felicitaciones, esto explota de gente — Abril lo miraba con sus dulces ojos y una enorme sonrisa. — Gracias — dijo él devolviendo la mirada. — Asique… la fotógrafa… — dijo divertida sin mirarlo, él abrió grande los ojos y luego rió. — ¿Tanto se nota? — No lo sé. Seguro que el idiota de tu hermano se daría cuenta si no estuviera tratando de llevarse a la cama a Luz, y el resto de tus conocidos no sé quiénes son asique no podría hablar por ellos, solo hablo por mí. — ¿Con Luz? — preguntó tratando de desviar el tema. — Oooooh… no, sé lo que haces — entrecerró los ojos mientras lo miraba de frente. — Bien, bien — se resignó —. Sí, ella — la miró fugazmente a los lejos mientras apuntaba la cámara hacia unas personas bastante atractivas. — ¿Y cuál es la historia? Si puedo saber, claro. — Ese es el problema. Nunca hubo una historia si quiera, por lo menos no una historia directamente con ella. Siento que la cagué sin haber hecho nada — confesó dolido y la miró con ojos tristes que conmovieron a la mujer. — Oh, complicado veo — reflexionó Abril mirando el suelo —. Pero ¿quién dice? Tal vez si lo intentas por fin haya una historia — le sonrió amplio. — No quiere ni hablar conmigo, ¿cómo lo haría? — indago con su bonita sonrisa que era de pura resignación. — Puedo ser su amiga, eso se me da bien, y de allí en algún momento te hablará — le propuso. — Está bien — dijo él riendo suave —. Voy a ver qué se me ocurre y si no usamos tu plan — aceptó mientras la miraba de frente con mucho cariño —. ¿Y tú? ¿Cómo ha estado todo? — Cansado — respondió dejándose caer sobre la barra. — ¿Y nadie te vendrá a ver para luego llevarte a casa y descansar? — Señor Manuel, no puede coquetear conmigo si quiere conquistar a mi futura amiga — dijo con diversión —. Además no, no hay nadie y creo que será así mucho tiempo. — ¿Y cuál es la historia? — preguntó usando las mismas palabras que ella. — Inteligente — respondió ella tocando con su dedo índice la cabeza del morocho —. Hace como, un año y medio, más o menos — comenzó notando que el hombre se mostraba repentinamente interesado — mi prometido me dejó una semana antes de la boda — La sorpresa se reflejaba claramente en la expresión del muchacho —. Lo peor de todo es que se marchó con quien, se supone, era mi mejor amiga. Cosas de la vida — dijo ella forzando una sonrisa. Manuel contemplaba a la chica a su lado, siempre con tanta energía, con tanta fuerza, pero en realidad tenía dolor en su pecho, lo podía saber por el tono de su voz, por cómo su mirada se apagaba, por cómo trataba de sonreír. Admiró la fortaleza que trataba de demostrar y odio a aquel hombre aunque ni siquiera supiese quién es. — Yo… — No digas lo siento — lo interrumpió —, odio cuando hacen eso. Además mejor que fue antes y no después de la boda. ¡Imagínate el divorcio! — Y su humor volvió a ser el de siempre. A lo lejos dos hombres se acercaron a ellos a paso tranquilo. Uno era rubio de ojos oscuros y el otro morocho de hermosos ojos celestes. Ambos parecían sacados de revistas y Abril se quedó sin aliento un segundo mientras los observaba descaradamente. — Manuel — dijo el morocho —, esto les quedó genial, y la comida… ¡Dios! — Bueno — respondió Manuel —, aquí está la culpable de todo. Jeremías, Marcos, les presento a Abril — Ellos la miraron y sonrieron, ella abrió grande sus ojos extendiendo su mano para saludar casi de manera automática. — Si tus amigos están así de buenos quiero conocer a más — dijo ella finalmente mirando a Manuel y aún sosteniendo la mano del rubio. Los tres hombres se rieron. — Es como que no tiene un filtro en su cerebro — la voz de Javier apareció por encima de la cabecita de Abril —. Después de un rato te acostumbras — agregó y la miró con una sonrisa burlesca. — Bueno, mejor me voy viendo que llegó el hombre que quiere… ustedes ya saben… — miraba negando suavemente con la cabeza a los tres hombres con los que conversaba hace un momento — con cuanta mujer se le cruce — se bajó de su silla y retornó a la cocina. — Divertida — dijo Marcos señalando el lugar por donde había salido la pequeña mujer. — Trae a Javier como loco — susurró Manuel a sus amigos que lo miraron sorprendidos. — Me trae como loco porque hace lo que se le viene en gana. El idiota de mi hermano le dió bastante libertad en las desiciones de la cocina y él no lidia con ella, soy yo. Claro, se llevan tan bien ustedes… — gruñó cruzándose de brazos. — Vaya, Javier, nunca te había visto tan enojado, salvo cuando me golpeaste, claro. Realmente te pone de mal humor — rió Jeremías. — Es genial Abril, pero ellos se llevan a las patadas, no lo entiendo — respondió Manuel al ver el mutismo de su hermano. El día terminó con bastantes ganancias en la cafetería y dos gemelos que pasaron directamente a su bar, no solo para seguir trabajando, sino para poder festejar el éxito que iba a tener su nuevo negocio. Manuel no pudo evitar pensar en su pequeña empleada y el corazón roto que trataba de ocultar.
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