Capítulo 3

2480 Words
Luego de que su tío hubo interrumpido de forma abrupta en su casa, Abby trató de comunicarse con su novio. No entendía porque la cosas habían transcurrido de esa forma, cuando primero debía encontrarse con el padre de Alec para escuchar la propuesta. Abby empezó a desesperarse ya que su novio no le respondía la llamada. Ya había pasado medio día desde que se enteró de la noticia sobre su matrimonio y aún no conseguía que este leyera los mensaje que le había enviado. Sus pasos iban de una lado a otro dentro de la sala de estar. Sentía que le iba a dar una crisis nerviosa. Luego de volver a marcar nuevamente el número de su novio, se puso el dispositivo contra la oreja. Cada tono hacia que su respiración se acelerará. Cuando escucho la voz de Alec al otro lado de la línea telefónica, llegó a creer que se había vuelto loca. — ¿Por qué no me avisaste? — preguntó con la voz temblorosa. — Te ibas a negar si dejaba que mi padre fuera, así que le dije que habías aceptado, ellos fueron quienes decidieron hacer el anuncio. — explicó el hombre quien en este momento se encontraba junto a otra persona. Alec se limpió de la situación como si ese estúpido plan no hubiera sido elaborado por el mismo. — Alec…¿Por qué…? — Abby se llevó la mano a la cabeza sin procesar lo que estaba escuchando. — Esto es una locura. No puedo casarme con tu hermano cuando tú eres mi pareja. Por favor, ven y aclara esto con tu padre. Abby habló con la mente más clara y sin la presión que le generaba la presencia se su novio. — Ni pienses que lo haré. Ya está decidido. — dijo el hombre sin darle espacio para replica a la chica quien sostenía con fuerza el teléfono. — Deberías estar agradecida de que mi padre haya hecho el anuncio, Abby. Las acciones de tu empresa se han estabilizado desde entonces, ¿no eras eso lo que querías? Te estoy ayudando a salvar lo que tu padre te dejó. — habló el hombre de forma jactanciosa. — Ahora sólo debes continuar con lo planeado. Dijiste que harías lo que sea por mi…¿vas a renegar tus palabras? Alec en los últimos días había estado probando el límite de la chica, dándose cuenta que esta era más fácil de manejar de lo que había pensado. En el rostro del hombre se formó una sonrisa socarrona. A pesar de estar hablando con la mujer que se suponía mantenía una relación amorosa, ahora mismo se encontraba acariciando con su mano libre el rostro de otra mujer que descansaba descaradamente sobre su regazo. Abby quién era ignorante de lo que su pareja estaba haciendo, se quedó en silencio. Sí las acciones de su empresa se habían estabilizado sólo porqué la familia Winchester había anunciado su matrimonio con el heredero de estos, quería decir que sí se negaba, las consecuencias para su empresa serían peores. Ciertamente su tío había tenido razón. Aún no conocía la magnitud de la familia con la que se estaba metiendo. — La boda es dentro de tres días Abby. — prosiguió el hombre sin esperar respuesta. — Mi padre quiere que todo se haga de forma rápida, ya que la vida de mi querido hermano en cualquier momento puede desaparecer. Así que ve preparándote. — dijo el hombre antes de colgar. Las palabras de Alec fueron otro choque para la chica. Tres días… Perdería su libertad en tres días… ¿Por qué había sido tan estúpida? No sabia si su mente le había jugado otra broma, pero antes de que Alec colgara la llamada pudo escuchar un jadeo femenino. Su mirada quedó clavada en la pantalla del teléfono. Quizás estaba pensando demasiado… * Un día, sólo faltaba un día para la boda. Abby ya no sabia como arreglar la situación. No se había atrevido a visitar la empresa por miedo a las opiniones que recibiría una vez que apareciera por ese lugar. No quería que los halagos de esas personas por su sacrificio la hicieran cambiar de opinión, ya que pretendía rechazar ese matrimonio. No quería casarse con el heredero de los Winchester, sin embargo, la pérdida a la que se enfrentaría una vez que rompiera el compromiso al que había sido obligada, no podría resistirla. Era demasiada presión. Su mente se debatía entre seguir con el plan de su novio o perder todo. Por otro lado, la presencia de Alec se había reducido notablemente, podría decir que sí este no se contactaba con ella por voluntad propia, no era capaz de dar con el. Debido a este extraño comportamiento Abby empezaba a creer que el sonido que había escuchado ese día era cierto. Sin embargo, este seguía poniendo el matrimonio como excusa de su repentina ausencia. Si querían que su plan no se descubriera, debían actuar como desconocidos, sin embargo, Abby seguía sintiéndose mal. Se conocía demasiado bien para saber que había aceptado ser parte de ese plan sólo porque había sido presionada a aceptar. Queriendo dejar todo en claro con Alec, salió de su casa lo más cubierta posible. Iría a buscarlo. La chica se montó en su carro, y lo puso en marcha. Era viernes, día que Alec tomaba para descansar en su apartamento. Por suerte, aún tenia conocimiento de la agenda de este, por lo que, con el propósito de llegar a un acuerdo por medio de este con la familia Winchester, debía encontrarlo. Media hora después, Abby aparcó el coche y se desmontó. Mirando a su alrededor, comenzó a caminar hacia la casa de Alec, sus pasos se volvieron cautelosos al ver un auto desconocido estacionado frente a la entrada. Con un mal presentimiento ingreso el código de entrada. Hace un mes había celebrado su primer año de noviazgo con Alec, sí su padre no hubiera muerto de forma tan repentina, podría asegurar que estaba a punto de ser comprometida con este. Conocía todas las residencias que este poseía, las había visitado junto a él. Se iba a casar con Alec. O eso había llegado a creer. Abby camino por el pasillo de la entrada, no entendía porque seguía caminando en silencio, con miedo de ser descubierta. Sólo venía a visitar a su novio… ¿por qué no le avisaba que había llegado? Sostuvo el teléfono con fuerza contra su pecho, y continuó directamente hasta la habitación en la que Alec solía dormir, cuando se quedaba en este apartamento. Su respiración se iba volviendo pesada con cada paso, sentía que la atmósfera de la casa estaba diferente, de alguna manera podía notar el ambiente más tenso de lo normal. Parándose en el pasillo que conducía hacia la habitación de su novio, tomó una breve respiración. Había descubierto porque todo se sentía tan extraño. Era el mismo sonido, lo único que está vez retumbaba por todo el lugar. Sintiendo como sus ojos empezaban a picar, retomó su caminata. Mientras más se acercaba, más claros eran los gemidos y ruidos que salían de la habitación. Abby supuso que la pareja dentro había estado muy desesperada para ni siquiera cerrar la puerta de esta. Mirando como el cuerpo de su novio se movía sobre el de una chica desconocida, Abby no podía descifrar lo que estaba sintiendo. Sus ojos no podían apartarse de la escena, ¿qué debía hacer? ¿Acaso se había vuelto adicta al dolor? Esa pregunta rondaba su mente, sin embargo, no tenia respuesta. Dando la vuelta y alejándose sin dejar rastro, salió del apartamento de su novio. Todo su cuerpo estaba funcionando en modo automático. La chica se montó en su auto y se alejó del lugar. A pesar de que sus ojos se habían tornado rojos, no habían lágrimas. Quería alejarse del dolor. Conduciendo por la carretera finalmente tuvo que detenerse en un lugar apartado. Su cabeza le daba vueltas. Cada respiración que tomaba se sentía agonizante. Su puño comenzó a impactar sobre su pecho. Con cada puñetazo el dolor que tenia a su corazón paralizado quedaba en el olvido. Su cabeza cayó contra el asiento y cerró los ojos. Todo su cuerpo estaba temblando. No supo cuanto tiempo transcurrió antes de que volviera a retomar el camino de vuelta a su casa. * Abby se miró en el espejo. A pesar de lo hermosa que se veía, saber que se iba a casar con otro hombre, uno del que solo conocía el nombre, no dejaba que pudiera disfrutar la belleza del momento. No era como si realmente pudiera hacerlo, se dijo burlonamente así misma. Hasta el momento solo había tenido un breve encuentro con su suegro y algunas personas de la cual desconocía su importancia. Al único que no había visto era a Alec, el autor de esta locura. Cerro los ojos recordando lo que había descubierto. El vestido que llevaba ceñido al cuerpo se hizo más apretado, no lograba pasar bien el aire. Pestañando varias veces volvió a mirarse en el espejo sin lograr reconocerse. No había vuelta atrás, no tenía fuerzas para luchar. Quizás lo único bueno de todo este desastre era que su empresa no se había hundido. Podía imaginar a los accionistas celebrar su tan brillante y estúpida decisión. — Todo estará bien… — la chica trató de darse palabras de aliento pero ni ella misma creía que eso pudiera pasar. Agarrando el borde del vestido, la chica salió de la habitación. Se encontraba en la mansión de los Winchester, lugar en donde la habían traído a celebrar su boda. Aún no era momento, por lo que salió a tomar un poco de aire. Caminando por los pasillos, no presto atención hacia donde se dirigía. Para cuando se dio cuenta de que se había alejado bastante, no pudo encontrar el camino de vuelta. Soltando una maldición continuo avanzando con la esperanza de encontrar a alguien y así volver. Sus ojos pasearon alrededor, estaba a punto de alzar la voz y llamar a la persona que había aparecido de repente, sin embargo, su voz quedó trabada. Esta vez no entendía si era una mala pasada o si estaba destinada a sufrir pérdidas a cada instante. Ocultando su presencia detrás de una columna, Abby escucho como la voz de Alec sonaba furiosa. — ¿Por qué diablos viniste? — escucho que preguntaba el hombre. — Quería darte una sorpresa. — se escuchó como la voz de la otra persona que acompañaba a Alec respondía. — Mi padre recibió una invitación, así que le pedí que me trajera. Abby saco un poco la cabeza y observo a la mujer que intentaba agarrar el brazo de su novio. ¿Era la misma mujer? Se preguntó la chica, aún mirando la interacción entre las dos personas. — Debes irte… Antes de que el hombre finalizara, Abby vio como la chica se tiraba sobre este, estampado sus labios contra los de él. Abby cerró los ojos y se recostó contra la pared. Ahora lo único que pedía era no ser descubierta. La chica no prestó atención hasta que sintió un toque en su brazo. Abby abrió los ojos imaginado lo peor. Su corazón estaba agitado. Para su alivio fue un personal de la mansión. — La están buscando señorita McCarthy. Abby soltó la respiración contenida y caminó detrás de la persona que la había venido a buscar. Sentía su mente dispersa, por lo que en un pestañear ya se encontraba junto a las demás personas. A su alrededor podía escuchar las risas y la música sonar. — Tiene que firmar aquí, señorita McCarthy. — hablo un hombre quien supuso era el juez. La chica miró a su alrededor, sentía que se iba a asfixiar. Quería salir corriendo. Por más que intentaba mantenerse en calma, el beso compartido entre Alec y esa mujer seguía reproduciéndose en su mente. Como por arte de magia, este hizo acto de presencia, y para mala suerte, sus miradas se encontraron. — ¿Señorita McCarthy? Abby observo el aspecto sonriente del hombre que la había engañado bajo sus propias narices. Había pensado en escapar y terminar con las artimañas de ese hombre de una vez por todas, sin embargo, el dolor de la traición no se lo permitía. — Tiene que firmar, señorita McCarthy… Sintiendo como un nudo se formaba en su garganta. Abby le ofreció una sonrisa satisfecha al hombre que la observaba. Pretendiendo ante los ojos de su ahora exnovio que aún continuaba con el plan que este había elaborado. Ella era la única que no pertenecía a ese lugar, sin embargo, solo bastaba una firma para intentar salvarse. Con la mirada aturdida y un dolor presionando en el medio de su pecho, tomó el lapicero que el juez le estaba ofreciendo y firmó los documentos que la convertirían oficialmente en otra más de los Winchester. Luego de dejar su firma, el juez se retiró con el documento. Abby se había casado, sin embargo, su esposo no se encontraba en la boda. — ¡Abby! — los aplausos engulleron el llamado del hombre. Pero aún así la chica sabia que este había dicho su nombre. La aludida dio un paso hacia atrás cuando vio como Alec se habría paso hacia ella. La chica miró a su alrededor disimuladamente, buscando una vía de escape. No estaba lista para enfrentar a ese hombre, no sin perder la calma y provocar un escándalo. Joder. Abby maldijo para sus adentros y luego se disculpó con su suegro quien prácticamente ni atención le estaba prestando. Sosteniendo el vestido con furia, dio la vuelta y se retiró de la fiesta. A nadie le importaría si se ausentaba, todo esto era un simple aparataje. Concentrada en huir salió del salón en donde se estaba celebrando la boda, y empezó a correr por el pasillo. Consiente de que si continuaba corriendo de esta forma sería alcanzada por Alec, tomó un atajo y subió por unas escaleras que aparecieron frente a ella. Su pecho subía a un ritmo descompasado. Adentrándose en la primera habitación que encontró, Abby se ocultó de su exnovio y pegó seguro a la puerta. Su espalda quedó pegada a la puerta, mientras que de sus ojos finalmente salían las lágrimas con las que había estado batallando desde que descubrió la infidelidad de su novio. Estaba tan cansada de llorar. Pero no encontraba otra forma de desahogar su sufrimiento. No entendía que mal tan grande había hecho para merecerse tantos golpes. Su empresa se había estabilizado, pero había perdido su libertad. ¿Cómo podría seguir adelante cuando tenia el alma herida? La chica se llevó una mano a la boca amortiguando los sonidos lastimeros que se escapaban desde lo más profundo de su garganta. Su suponía que su boda debía ser el día más feliz de su vida, no el error más grande que había cometido.
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