Abby abrió los ojos encontrándose en una habitación desconocida.
Los recuerdos de la noche anterior volvieron lentamente a su mente. La mirada que reflejaban sus ojos estaba completamente apagada.
Abby podía reconocer el sentimiento de angustia que se despertaba en su pecho. Todo se había vuelto tan complicado.
¿Este sentimiento iba a disminuir con el tiempo?
Abby soltó un suspiro.
Luego de aclarar sus ideas, fue incorporándose lentamente.
Anoche, después de que fue a arreglarse el maquillaje al baño, no volvió a salir de la habitación. Aunque consideraba que estaba violando la privacidad del hombre dormido en la alcoba, no quería ver a su ex novio y tampoco sabia como volver a la habitación que le habían asignado.
Por lo que había dormido en el sofá.
Su dormir había sido incómodo pero no se arrepentía de su decisión.
Luego de dormir en una posición tan incómoda y con el vestido de novia puesto, no pudo evitar el quejido que salió de su boca de lo dolorido que se encontraba su cuerpo
— Joder…— Abby levantó del mueble con la intención de ir en búsqueda de su habitación. — Esto no podría ser peor…
La chica miró concentrada las arrugas que se habían formando en el vestido. Lo que más deseaba era deshacerse de esa pieza de ropa, no soportaba verla ni un minuto más. La mujer estaba enfrascada en quejarse en su mente del vestido de novia, cuando de repente un sonido la sobresalto.
Abby frunció el ceño y miró a su alrededor. Solamente habían dos personas en la habitación y una continuaba tendida sobre la cama.
Sosteniendo la parte baja del vestido, la mujer comenzó a caminar para salir de la habitación que había ocupado. Olvidándose del sonido que había escuchado.
— ¿No te despedirás al menos? — preguntó de pronto una voz desconocida que erizó cada bello en el cuerpo de la chica. — Eres muy maleducada.
Sus pasos se detuvieron en seco y rezó en voz baja para que lo que estaba pensando no fuera real.
— Estoy esperando. — musitó la voz masculina. — No tengo todo tu tiempo.
Abby arrugó la cara, maldiciendo su mala suerte. También maldiciendo lo arrogante que sonaba el tipo.
Al parecer no bastaba con descubrir la infidelidad de la persona que amaba, ahora también debía cargar con los secretos de la familia Winchester.
¿Acaso la vida quería que se muriera de un infarto?
En su pecho surgió la esperanza de encontrarse todavía dentro de un sueño, sin embargo no resultó ser así.
Lentamente la chica volvió la cabeza sobre su hombro y miró en la dirección en la que residía el portador de la voz que había escuchando, albergando la esperanza de que todo fuera obra de su imaginación.
Claramente no fue así.
Sus ojos marrones se encontraron con la mirada penetrante de Ean Winchester, quien supuestamente estaba al borde de la muerte.
— ¿Por qué estás despierto? — preguntó la chica aún sin creer lo que estaba viendo.
— ¿Por qué no lo estaría? — preguntó a cambio el hombre quien lentamente se iba incorporando en la cama con apoyo de sus manos. — Es normal abrir los ojos después de semejante noche.
Abby se mordió el borde de los labios sin saber como responder a eso. Las cosas que estaban sucediendo en su vida eran completamente absurdas.
Estaba a punto de escaparse y tomar este encuentro como si nunca hubiera pasado. Sin embargo, su cuerpo no respondía.
Sus cejas se alzaron y su boca quedó abierta.
Estaba paralizada de la sorpresa.
Realmente las cosas podrían ser peor…
— No sabia que mi padre ahora buscaba mujeres para aprovecharse de mi. — habló Ean Winchester, recostándose en el espaldar de la cama y observando con intriga en dirección a la chica que había descubierto.
Abby observó como el hombre que según Alec estaba convaleciente y que pronto pasaría a mejor vida, se sentaba en la cama y la miraba fijamente.
La boca de la mujer se abrió aún más tratando de aclarar la situación, sin embargo, no le salían palabras.
Vio como el hombre que anoche había apreciado como alguien imponente y difícil de tratar una vez que estuviera despierto, alzaba una mano en su dirección y le hacía señas para que se acercara.
Abby pestañeo varias veces intentando calmar su corazón agitado.
¿Acaso lo que había deseado se había cumplido?
Había querido que ese hombre, quien la miraba con esos ojos verdosos llenos de interrogantes despertara, para así explicarle lo que estaba sucediendo y así poder salvarse. Pero ahora que lo veía por sí misma, solo quería huir.
Abby negó con la cabeza el pedido del hombre.
Había sido un completo error involucrarse con la familia Winchester.
— ¿Quién eres? — preguntó Ean bajando la mano y entrelazando sus dedos sobre su regazo. Su mirada recorría a la chica desconocida que había encontrado en la habitación. — ¿Quién te dejó entrar?
Su mirada verdosa se deslizó por la piel pálida de la mujer. Un montón de ideas recorrían su cabeza. Sin embargo, lo que más rondaba por su mente eran un sin número de reproches por ser impulsivo, pero aún así, no era capaz de apartar la mirada de la chica que tenía en frente.
Además, no sabia porque la mirada asustada de esta lo hacía sentir incómodo.
El hombre quien aún no había recuperado todas sus fuerzas, frunció el ceño ante la nula respuesta de la chica.
Su mirada se tornó un tono más gélida ante las posibles razones de tener a una desconocida dentro de una habitación que no era la suya.
— L-lo siento…no era mi intención entrar aquí. Yo…— Abby comenzó a sentirse nerviosa por tener la mirada del hombre sobre ella, sin embargo, en ningún momento se acercó como este le había pedido.
Soy tu esposa.
Abby se detuvo al pensar esa oración.
Eran personas completamente desconocidas. Simplemente no podía presentarse de esa forma, pero tampoco podía aceptar la acusación que este le había hecho.
— No lo volveré a repetir. — advirtió el hombre apartado la mirada de esos ojos que lo hacían sentir inquieto. — Responde o haré que te arrepientas de haber ingresado a este lugar.