-¡Mamiiii!- la voz de mi dulce niña me recibe con emoción al bajarme del auto de Wendy. La abrazo y la cargo en mis brazos de inmediato. Apenas duramos fuera como dos horas y ella actúa como si tuviese todo el día sin verme.
-¡Holaaa pequeña bruja!- le digo con amor y ella en respuesta se ríe en mis brazos, al saber que su nombre es el mismo de la bruja escarlata, se sintió feliz -¿Qué tal si tú y yo dormimos un poco eh?- Wanda es sin duda la niña que menos duerme en la tierra, pero cuando la invito a dormir conmigo, encantada dice que sí. La llevo en mis brazos dándole muchos besos -Penny, voy a descansar un par de horas, si alguien viene, no dudes en ir por mí- ella asiente y me informa que estará ordenando un poco todo lo que Wendy desordeno y luego se pondrá hacer la cena. Aún cuando delante de mi pequeña me muestro feliz y animada, por dentro estoy cansada física y emocionalmente -Dormiremos un par de horas, para luego cenar y comer lo que más te gusta- digo con una sonrisa.
-¡Helado!- exclama ella feliz brincando en mi cama.
-¡Siiii, helado!- aplaudo y me quito los zapatos para acurrucarme con ella y tratar de darle algo de paz a mi mente. Estoy agotada, mi espíritu se siente abatido. ¿Cómo Will pudo hacernos algo así? No dejo de pensar y pensar mientras trato de conciliar el sueño y desconectar mi mente de la realidad por un par de horas. ¿En qué momento planeo todo? ¿Alguien más sabia sus planes? Abrazo a mi hija mientras las lágrimas en mis ojos salen por si solas.
No sé que horas es, pero aún se distingue un poco la luz solar afuera. La casa que mis padres me compraron es de una plata, con espacios abiertos y bastante acogedora. ¿Para qué tener muchas habitaciones o niveles? Eso fue lo que les pregunte aquella vez que me dieron la noticia, ya que conociendo sus gustos, me darían una mansión. Que sorpresa me lleve cuando me trajeron y vi la casa sencilla, cálida, de techos altos y espacios abiertos, fue amor a primera vista, y más sabiendo que seriamos ella y yo así que, ¿para qué una mansión? Aunque cuenta con todas las comodidades, en sí la casa es pequeña comparada al lugar donde nací, y al lugar donde viví hasta unos años atrás: tres habitaciones con sus respectivos baños, sala cocina y comedor todo en un mismo ambiente dividido por el inmobiliario y la decoración, un porche muy bonito, y un gran patio donde hay mucho terreno donde jugar y una pequeña piscina para nada profunda donde estoy a veces con mi bebé. Del resto, la casa es sencilla y muy simple.
Me pongo de pie con cuidado de no despertar a mi hija, y salgo de la cama para ir al baño a hacer pipi y lavar mis dientes. Aún ando vestida de n***o, no me he quitado la ropa de temprano, en todo el camino no dejaba de discutir con Wendy sobre el motivo de las cosas, eso produjo en mí un agotamiento terrible y solo deseé dormir junto a mi hija para calmar mis nervios. Gracias a Dios mi cuñada es paciente y luego de todo lo que le he dicho, ella sigue dándome su apoyo en todo esto. Salgo un poco más fresca del baño y voy en busca de Penny, necesito ponerla al tanto de la situación, ella necesita saber que sobre todas las cosas, mi hija de esta casa no sale al menos que yo lo ordene.
-Penny- la llamo mirando hacia la sala.
-Aquí estoy- volteo a verla y está en la cocina cortando unas frutas. Le sonrío y me acerco a ella para comenzar a explicarle todo.
-Necesito hablar contigo algo muy importante- ella deja de hacer de inmediato todo y fija su mirada oscura en mí. Tomo aire y me armo de valor para explicarle lo que está ocurriendo. Penny nunca conoció a Will, pero si llego a mi vida en el peor momento. Ella fue testigo de mis crisis, mis noches de llantos, de gritos, de pesadillas y de esa forma por lo que mis padres me decían, las discusiones con mis hermanos, ella poco a poco fue comprendiendo la historia de ambos y el motivo de su muerte. Desde allí, se ha mostrado muy comprensible conmigo y trata siempre de hacerme sentir menos cargada y agobiada, aunque ya no soy aquella mujer digamos que trastornada, ella sigue mostrándome el mismo trato empático de siempre. Comienzo a contarle todo tratando con todas mis fuerzas en no derrumbarme ante su mirada, dejó salir algunas lágrimas, pero me mantengo firme. Su rostro pasa de la confusión al asombro en segundos, pero no dice nada, no comenta nada y eso es lo que amo más de ella, que es muy reservada y prudente a la hora de dar una opinión -Sabiendo ya todo esto Penny, quiero que tengas claro que Wanda no sale de esta casa al menos que yo te lo autorice. Nadie puede venir y tocar esa puerta y decirte que tiene derecho a llevársela ¿Quedó claro?-
-Realmente lamento muchísimo que tengas que pasar por algo así de doloroso y confundo Isa, pero te doy mi palabra. Cuidaré de Wanda como si fuese mi propia hija, y jamás permitiré que alguien que no seas tú se la lleve de aquí- toma mi mano y le da un leve apretón. El timbre de la casa suena y ella se dispone a ir a abrir, pero la detengo y voy yo.
Camino hacia la puerta y cuando la abro es mi hermano Iam a quien tengo al frente.
-Hola, ratona- me abraza y yo lo recibo con una gran sonrisa -¿Y mi bruja?- me río bajo y le hago señas.
-Esta dormida- lo invito a pasar y él de inmediato nota a Penny en la cocina -Pero si sigues hablando así, no durará en salir por esa puerta- sigo caminando hacia la cocina donde se encuentra ella guardando la ensalada de frutas en el refrigerador.
-Hola, Penny- mi hermano la saluda con cortesía y ella le responde por igual -¿Hay para mí?- ella lo ve seriamente y asiente. Comienza a servirle varios trozos de fruta en un cuenco de vidrio. Siempre he sentido que entre ellos hay demasiada tensión y se tratan así solo por educación. Desde que Penny llegó a la casa, Iam no ha parado de molestarla con cosas así. Si Penny termina de lavar algún utensilio, mi hermano ensucia uno y lo deja en el fregadero, si ella sirve el café él le dice que prefiere té, y así ha sido siempre. Una vez lo enfrente y le pregunte que cuál era su problema, se desentendió y me dijo que ninguno, pero desde allí le ha bajo un poco a su intensidad con ella -Gracias- le responde con una sonrisa un tanto escalofriante y ella responde seria y se va dejándonos solos.
-¿Nunca la dejarás en paz?- pregunto pinchando un pedazo de melón.
-No sé dé que me hablas- se encoge de hombros y yo lo veo con ojos achinados.
-Tienes treinta años, compórtate como un adulto ya- le hablo con hostilidad.
-Tal parece que alguien aquí hoy esta de mal humor- dice con burla y yo me tenso de inmediato. Si tú supieras hermano como no le respondo nada, me mira fijamente con esos ojos verdes analizando mis facciones. Es inútil que intente ocultarle algo tan importante a mis hermanos, pero Wendy tiene razón, no podré decir nada hasta dar con él. El timbre vuelve a sonar y siento que soy salvada por la campana -Ya vuelvo- respondo con una sonrisa forzada y prácticamente corro hacia la puerta, al abrirla hay un joven vestido con uniforme de mensajería.
-¿Isabella Smith?-
-Sí, dígame- el joven saca un sobre de su maletín y me lo entrega.
-Esto es para usted- al tomarlo, él se da la vuelta de inmediato sin darme a firmar algún papel o por lo menos decirme quien lo envía, es tan rápido su andar que no me deja responder ni un gracias, nada, dejándome así con la palabra en la boca -Que extraño- susurro y entro cerrando la puerta tras de mí.
-¿Todo bien?- pregunta mi hermano desde la cocina aun comiendo las frutas. Asiento y me acerco a él colocando el sobre en el mesón.
-Un repartidor de paquetes pregunto por mí, me dejo este sobre y se fue casi que corriendo sin decirme nada más- me río un poco y mi hermano deja de comer mirando el sobre con cautela.
-No tiene nada escrito por fuera- dice mientras lo ojea con sumo cuidado -¿Puedo?- como desconozco lo que hay allí, le doy mi total autorización para que vea el contenido, no creo que sea nada -¡¿Pero qué carajos es esto Isabella?!- su grito de pánico me hace sobresaltar y me pongo en alarma de inmediato. Iam me lanza en el mesón una serie de fotografías impresas como si le quedasen. Con manos temblorosas las tomo y al mirarlas siento que mi alma sale de mi cuerpo.
-Que…- No puedo decir nada. Solo miro cada fotografía con manos temblorosas dejando salir muchas lágrimas.
-¡¿Cómo se supone que esté viendo a un hombre que murió hace tres años?!- pregunta poniéndose de pie esperando a que yo misma le responda, y es que ni yo misma tengo respuesta para sus preguntas. Sigo mirando cada foto y siento que me vuelvo más pequeña -¡¿Cómo es que hay alguien igual a Parker posando y sonriendo al lado de una mujer rubia con tanta felicidad?! ¡Dime por favor que tiene un hermano gemelo oculto!- perpleja lo veo con mis ojos bien grandes y niego muchísimas veces. Las fotografías hablan por si solas, es él con otra mujer, en diferentes lugares donde están ambos muy felices posando. Selfies, fotos descuidadas, fotos en restaurantes, en la playa, al aire libre, incluso en la cama donde se nota que estaban compartiendo un momento íntimo entro los dos.
Dios mío Wil, ¿Qué hiciste?