Al día siguiente me despierto en Palmira por primera vez, al principio me encuentro un poco desorientada, pero e cuanto reparo en la vista de mi ventana me siento pletórica, como la reina del mundo. Me preocupa haber dormido hasta muy tarde, miro el reloj y son las diez, aunque tampoco se si es muy tarde o no… Entretanto me doy cuenta de que me he despertado porque el estómago me duele de hambre. Recuerdo que ante cualquier cosa sólo tenía que marcar el 0 en el teléfono. Me atiende un chico en la recepción al instante. -Buenos días señorita Guzmán, en que podemos ayudarla. -Verás, lo cierto es que estoy hambrienta. -No se preocupe en unos minutos tendrá el desayuno en su habitación. Al principio me extraña que no me hubiera preguntado qué quería, pero me recuerdo a mí misma que había