Capítulo 5 Noche loca

661 Words
Salimos de la discoteca y nos subimos al primer taxi que encontramos para volver a casa. El taxista, un hombre mayor con una gorra, apenas nos muestra atención cuando subimos. Trabajando a estas horas es normal que el pobre hombre se limite a hacer su trabajo. Nada más subir al taxi y decir la dirección, Roberto empieza a mirarme con una intensidad que ya no recordaba. Noto que le deseo, sin ni siquiera tocarlo noto como me humedezco, quiero poseerlo. Finalmente, cede a mis deseos y nos comenzamos a besar, primero despacio, pero enseguida nos fundimos en un beso en el que nuestras bocas apenas pueden diferenciarse. Me siento tan fuera de mí que apenas noto cómo pasa el tiempo y cuando el taxista, visiblemente incómodo nos avisa de que ya hemos llegado. Me sorprendo sentada a horcajadas sobre Roberto. Rápidamente salgo del taxi mientras Roberto paga al taxista, ya dentro del ascensor seguimos besándonos con más intensidad, tanto es así que cuando alcanzamos la puerta de nuestro departamento ya tengo completamente bajada la cremallera del vestido. Nada más entrar en el recibidor término de quitarme el vestido dejando a la vista el sexy conjunto que había comprado esta tarde. A Roberto se le salen los ojos y yo sonrío satisfecha -Gatita, gatita, has sido muy mala esta noche- dice socarronamente. Lo veo como está absolutamente excitado, se acerca hasta mí me toma en brazos y me lleva al dormitorio donde prácticamente me arroja sobre la cama. Yo, que llevo ya gran parte de la noche sintiéndome bastante húmeda solo alcanzo a susurrar -Hazme el amor Roberto- Y el, que en algún momento que no llego a ubicar se ha quitado toda su ropa, se coloca sobre mi dispuesto a complacerme, pero no va a ser rápido, primero comienza a besarme, luego centra su dedicación en mis pechos, los saca por encima del brasier y comienza a lamer los pezones llevándome hasta el límite, ya cuando no puedo más, hunde su cabeza entre mis piernas. Me siento tan excitada que con los primeros lametones empiezo a notar unas ondas de placer que me sacuden. Mi espalda se arquea mientras llego al orgasmo, Roberto plenamente consciente de lo que acaba de suceder, no cesa en su empeño, ahora comienza a torturarme con pequeños y suaves mordiscos en el clítoris, combinando la acción de su boca con hábiles movimientos de sus dedos que se introducen justo en el momento preciso. Me encuentro tan excitada que no tardo en volver a correrme. Alcanzo la cabeza de Roberto y la pongo a mi altura para besarlo mientras me recreo en el sabor de mis propios jugos. - Yo también conozco un truco o dos- le digo, para hacerlo rodar por la cama y quedarme justo encima de él. Por un momento soy consciente de que aun llevo puesto el conjunto de lencería e incluso los tacones. Roberto llevaba jugando todo este tiempo sin ni siquiera haberme quitado el tanga. Lo apurado del momento me lleva a no tener remilgos tampoco para quitarme la ropa interior, solo retiro el tanga hacia un lado e introduzco el erecto m*****o de Roberto dentro de mí. Ahora estoy yo al cargo, sé que Roberto está muy excitado, lo noto en su pene dentro de mí, pero quiero llegar al clímax una última vez antes de que se derrame dentro de mí. Comienzo por cabalgarlo muy despacio, separándome de su cuerpo para que su pene entre y salga de mí. Eso termina por excitarme muchísimo y a mi también para que negarlo, así que siento la necesidad de incrementar el ritmo de las embestidas y la profundidad de las mismas. Lo noto muy adentro y siento como nuevas oleadas de placer vuelven a sacudir mi cuerpo, noto como Roberto también se contrae y justo al mismo tiempo en el que alcanzo el orgasmo nuevamente, Roberto se corre dentro de mí. -Menuda noche gatita- Dice exhausto. - Menudo día- Respondo yo.
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