Cuando me levanto al día después de la cita, no soy capaz de explicarme a mí misma lo que ha ocurrido. Había llegado a reunirme con el jeque con unos nervios tremendos, pero parece que en cuanto estuve frente a él todos los problemas desaparecieron, estoy contenta, emocionada de haber conseguido una conexión tan buena con el jeque desde el primer momento. Pero hay otra parte de mi sigue nerviosa, la noche había ido tan bien… no entiendo lo que ha podido pasar para que el jeque saliera corriendo tan rápido del restaurante. Como no tengo claro lo que tengo que hacer en este momento, voy al vestidor y me pongo cualquier cosa que no sea un pijama de seda. Al volver del vestidor me doy cuenta de que vuelvo a tener una nota en la mesa de la entrada. Conozco la pulcra caligrafía de Cindy y la l