Agotado, se deja caer sobre mi espalda, aprisionándome contra el sofá, en mi interior, puedo sentir los últimos espasmos productos de su sexo, mientras que escucho los gruñidos de placer que el generan. Permanezco con los ojos cerrados incapaz de reaccionar y afrontar la realidad de lo que hice — ¡Me acosté con el miserable de León! — pienso, invadida por el arrepentimiento. — ¡Aaahg, estuvo maravillosa! Mucho mejor de lo que imaginé, es deliciosa — Exclama después de una exhalación profunda. Sorprendentemente, besa mi cuello con ternura, un gesto que jamás pensé recibir de su parte, se supone que este hombre es un animal, un ser despreciable que de cierto modo, arruinó mi nueva vida. Aun así, disfruté enormemente haber sido suya. Lentamente sale de mi interior y se incorpora dándome