El entorno parece haber desaparecido durante esos segundos, reino el silencio, mi pecho sube y baja producto de lo agitado de mi respiración, trago grueso detallando lo dilatado de sus pupilas y sintiendo el calor de su aliento. No sé exactamente cuánto tiempo pasó hasta que pude reaccionar. — ¡Gracias! — Atino a decir, aparatándome de inmediato. — ¿Esta bien? — Inquiere y noto que algo ha cambiado en su manera de mirarme, luce preocupado. — ¡Si, no pasó nada! Gracias — esquiva veo al suelo. Distraída en sus acrobacias, Natasha no se da cuenta de lo sucedido, por lo que después del intenso momento seguimos nuestro curso. Sin embargo, no creo ser capaz de continuar en su compañía, mi concentración no es la misma después de la cercanía de su piel y eso podría costarme caro. — ¡Lo