— ¡Buenos días! — Natasha sonríe con bastante entusiasmo correspondiendo a mi saludo, mientras que Samuel, mantiene su gélida expresión. — ¡Qué bueno que decidiste venir! — Inquiere tomándome de la mano — ¡Sam! No seas mal educado ¡Saluda! — voltea a regañar a su hermano. Con evidente fastidio apenas y esboza una obligada sonrisa, reverenciando levemente con la cabeza, supongo que fue lo mejor que le salió hacer, puesto que su desagrado hacia mí no le permite nada más. Con el mismo gesto correspondo. — ¡Bien! Ya que estamos todos, que les parece si vamos a desayunar — desencajados volteamos a verla. — ¡Quee! No me miren así, tengo hambre y supongo que ustedes también — Señala divertida. De inmediato, se echa a correr delante de nosotros, preocupados de que algo pueda pasarle, la segu