Capitulo 19

1477 Words
Tantos fueron los obstáculos que a fuerza de decepciones, traiciones e indiferencias se había formado entre los dos que no podían ya tolerarse y se estorbaban constantemente, en cada rincón y en cada giro de esquina el uno se sentía siempre descolocado ante la presencia del otro. Ella, como había sucedido siempre se despertaba un rato antes que el para ocuparse de las minucias de la vanidad, el maquillaje, la elección del vestuario el peinado y demás. Los escasos días que debían trascurrir en ese arreglo sin arreglo, hasta la visita de los suegros ella lo observaba dormir por la puerta entre abierta de la habitación de invitados y pensaba que debiera ser ese el lugar de reposo de sus hijos y sin embargo estaba ahora eternamente manchado por la conciencia de que allí había otorgado un perdón a medias a quien no lo merecía.   Más tarde en esa rutina de las mañanas, justo en el momento en que el salía de la habitación para adentrase en el baño no podía evitar sentir ira al verlo tan despreocupado e indigno en su pijama de seda con su mirada somnolienta y despreocupada, como si fuera ella la única que tenía que sufrir este agravio, ¿acaso él no sentía la necesidad de retribuir el daño? Si era así no lo estaba logrando en lo más mínimo, estaba entonces al borde de lanzarlo otra vez a la calle pero cuando finalmente arribaban ambos a la oficina, en el mismo auto a la misma hora como lo habían hecho durante todo el matrimonio y tras separarse y subir ellas las escaleras se topaba con el jefe, con su oficina o con su simple olor, bastaba eso para volverla a la comprensión. Se iba haciendo así con el paso de las horas más incontrolablemente hipócrita y se difuminaban también las barreras entre él y ella, pues ahora su situación tenía apenas la diferencia del tiempo, el antes que ella, pero ambos adúlteros.   El primer día que los vio arribar de nuevo juntos el jefe no hizo esperar su comentario predesible sobre las inconveniencias de perdonar a un infiel, tanto lo remordía la idea de no haber consumado el acto por completo cuando tuvo la oportunidad que se resistía a dejar su campaña de conquista a medias, redoblados sus esfuerzos por halagarla y complacerla fue hasta el extremo de invitarla constantemente y sin disimulo alguno, no fue sino hasta que las habladurías sobre su relación ilícita empezaron a perder el cariz de broma para tomar el de verdadera sospecha que ella puso un alto a la situación diciéndole que lo que había ocurrido no había sido más que un error causado por el despecho, fue tan profunda la convicción que supo aparentar que él se sintió de inmediato derrotado, de haber estado mejor informado sobre la situación en conjunto de seguro hubiera encontrado el modo de volver a tentarla, de volver a atraparla entre sus redes, pero no fue así, prefirió esperar a que ella retornara por sí misma, pues de buena cuenta sabía que una vez se ingresa en el mundo al que el la había introducido antes ya no existe puerta de salida.   Luego, por la tarde, también almorzaban juntos, la sonrisa de mentira ya no era solo de ella, sino que ambos la tenían grabada a fuego en la cara y en medio de ese espectáculo pensó que era para ambos intentar sortear sus diferencias para tener una conversación normal la comida a se les agriaba en la boca como una extensión de la repulsión moral que experimentaban mutuamente, sobre lo único que lograban hablar sin sentir la necesidad de pararse de la mesa era sobre lo que había dicho el doctor, pero ni aun en ese punto los sentimientos se les encontraban, el hacia un mal esfuerzo por mostrarse triste mientras que ella genuinamente triste hacia un mal esfuerzo por parecer indiferente, el día en que el finalmente anuncio que la visita esperada ocurriría la mañana siguiente se les agoto el tiempo para darles vueltas al asunto ineludible de las confesiones, fue ella quien tomo la iniciativa -Quien es, o era, espero- - ¿Qué? - lo tomo totalmente fuera de lugar -Tu sabes, la otra- -Ha- vacilo- segura que quieres hablar de esto- pregunto -Tenemos que, sino mañana se nos cae la actuación cuando te clave el cuchillo en medio de la cena- intentaba ser graciosa, esta vez lo fue, por lo menos rompió algo la tensión -Te preocupa mi seguridad, bonito detalle- contesto queriendo seguir la broma, ella lo perforo con su mirada inquisitiva y entonces supo que no había modo de librarse de las pesquisas, añadió simplemente – No la conoces -Evidentemente, esa no es la respuesta que quiero, como se conocieron Él no quería admitir que todo había ocurrido justo en el sitio al que debían retornar tras el almuerzo, pues quedaría así manchado otro espacio, su oficina no volvería a ser para ella un lugar que visitar, entonces mintió, sin estar muy seguro de si realmente le convenía –En una fiesta, estaba bastante borracho y bueno no voy a explicarte detalles que hasta a mi me avergüenzan- -Entonces cuantas copas valió tu matrimonio- dijo ella incapaz de suprimir la ironía y el dolor -No lo pongas de ese modo, fue un error, un error único y solitario y aun si te suena estúpido y sé que va a servir más para enojarte que para otra cosa…aun te amo- dijo sin saber de qué extremo del cuerpo le salía tanta mierda ¿Cómo que te amo? ¿Por qué era incapaz de dar la estocada final? -Sí, no te creo, si me amaras una borrachera no sería excusa- el sabor de la hipocresía le cerro la garganta impidiéndole decir nada mas -Tienes razón, no sé qué digo, solo puedo prometerte que todo acabo- esto sí que era cierto pues desde el día del cumpleaños no había escuchado de nuevo de su amante, pensó que simplemente la pequeña chica se aburrió, lo que realmente sucedía es que intentaba agarrar los pedacitos de corazón para recomponerse como mal pudiera. -Eso si te lo creo, si no, no estarías acá, otra cosa ¿porque? ¿Que faltaba en casa? ¿qué me falta a mí? - mientras las lágrimas le daban un brillo acuoso a sus ojos El hizo un intento por revivir su compasión, pero por más que se fijó en sus ojos nublados por la tristeza apenas no logro hacerlo, tuvo que ejercitar de nuevo la profesión que empezaba a abrazar como secundaria, la actuación. -Nada, absolutamente nada- susurro en resignación lastimera Ella respondió con voz entrecortada- Esa es una mentira, no vas a buscar en otra casa lo que ya tienes en la tuya- sobreponiéndose como pudo al nudo en su garganta El que sabía con pelos y señales cuales había sido sus motivaciones se resistió a develarlas, en parte porque sabía que hacerlo sería la sentencia final para su relación y ahora con la amante desaparecida no le apetecía vivir y por el otro lado porque en un sentimiento de humanitarismo que no debemos confundir con compasión o lastima, quería evitarle a su mujer la pena de ser menos que una pequeña chiquilla 10 años menor.   Entonces tanto por vergüenza con los demás comensales que empezaban ya a girar la cabeza como por su incapacidad de llegar a un acuerdo en los términos del perdón no hablaron más del tema. Retornaron ambos a sus labores seguros de que por difícil que fuera podía lograrse la reconciliación pues el hecho mismo de haber logrado hablar sobre el tema con tan poco sobre salto era prueba de ello.   Esa noche cuando entraron a casa la luz que devolvía el unco bombillo de la sala ya no los encontró tan apartados e indiferentes, tan distantes y odiosos e incluso cenaron juntos, en un ritual que ambos habían creído ya sepultado. La comida no fue tan amarga ni el ambiente tan tenso las sonrisas de verdad aparecieron de nuevo así fuera muy espaciadamente y ambos comprobaron muy para su sorpresa los beneficios mágicos que tiene la verdad, bueno la verdad a medias, porque eso había sido realmente y asi aunque ambos sabían que seguir por ese camino seria entregarse para siempre a una cierta resignación socarrona. Para ella la de sentirse siempre insuficiente, y para él la de sentirse siempre aprisionado, se fueron a la cama, no hubo beso de buenas noches, pero si el deseo sincero de que la mañana los encontrara vivos.   El como siempre, pudo encontrar el sueño con toda rapidez, mientras que ella también como de costumbre tuvo que luchar consigo misma por el privilegio del descanso, logrando alcanzar el reposo solo tras pelear con la imaginación y la lujuria un gran terreno y contra la culpa y la resignación otro espacio.
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