Capitulo 1
11:30 del día, cita número 4, mujer, estatura promedio.1.55 tal vez, piel morena, labios delgados, cara redonda y sin ángulos, nariz chata y frente amplia, ¿su cuerpo?, es el que su rostro sugiere, las preguntas en el papel son las de costumbre, el entrevistador. Como lo ha hecho miles de veces en su vida, repasa maquinalmente las mismas interrogantes que un siempre fiel papel blanco con membretes oficiales de la compañía marca como “sugeridas”, se divierte por cuarta vez en el día de la presencia de esa palabra en un papel que no aconseja si no que ordena, y mucho más importante, que hace una broma de los largos 5 años en que la facultad quiso enseñarle a formular sus propias interrogantes, la entrevista se desarrolló así.
- Buenos días, Tome asiento por favor- palabras pronunciadas mientras quien las deja escapar extiende el brazo en un Angulo practicado tantas veces que no puede distinguirse un apretón de manos de hoy de uno que sucederá mañana
- Buenos días, ¿cómo está usted? - dice una voz nerviosa, aguda, pero no infantil- estas palabras son acompañadas de un débil apretón de manos
-Muy bien, ¿Qué tal usted? - mala señal, el apretón de manos no fue firme, como lo requiere el manual
-Muy bien, algo nerviosa para serle sincera
-Es totalmente normal- Normal pero no bueno- se dice el entrevistador para sus adentros
-…- la entrevistada calla, esperando que su contraparte rompa el silencio
-Otra mala señal -se dice- está en el artículo 25 del manual, “Todo entrevistado debe ser evaluado sobre su pericia para manejarse en situaciones en las que se vea obligado a tomar la iniciativa, bien sea en la acción o en la palabra”
-Bien, no perdamos más el tiempo, voy a elegir a la suerte una pregunta de este catálogo que tengo acá, usted va a responder con tanta rapidez como pueda, ¿todo claro?
-Si señor
-Está bien – la pregunta. Por supuesto, no es elegida al azar, esos cúmulos de letras encerrados por los signos de interrogación se encuentran divididos en varias categorías, en términos generales, unas categorías corresponden a los más prometedores y otras a los que no lo son tanto. Naturalmente en esta ocasión la pregunta elegida fue de aquellas que se hacen a los poco deseados por la compañía- ¿Cuál cree usted es el rasgo más característico de su personalidad?
-sin vacilar la entrevistada responde – soy una persona muy proactiva y se me facilita trabajar en equipo-
- el entrevistador tiene que apretar los labios para suprimir una carcajada que lucho por escapar – se pregunta si acaso no es obvio que la interrogante nunca tiene nada que ver con lo que su literalidad sugiere, sino que pretenden poner a la persona a quien se dirigen en un escenario u otro para ver cuál es su reacción. La respuesta sí que importa, no por creerse sincera, sino porque delata. Según su sentido, un rasgo de la personalidad.
- el rasgo puesto al descubierto en esta ocasión fue la más abyecta mediocridad, la entrevistada no se había tomado tan siquiera el tiempo suficiente para pensar en una respuesta a tan evidente pregunta, se había limitado a responder lo que su hoja de vida decía en el espacio titulado “perfil profesional”.
-Está bien, una entrevista corta, con esto nos basta, tenga un buen día, a buen entendedor poca palabra decía mi madre-
-desconcertada, la entrevistada abandona cabizbaja la pequeña oficina
El manual, queriendo hacer gala de una humanidad que evidentemente no poseía ordenaba que la entrevista constara de por lo menos 3 preguntas, aun cuando la primera de ellas hubiese bastado para descartar al aplicante, sin embargo, el ya curtido entrevistador había decidido que si un beneficio podía traer el tiempo dedicado era la licencia de no engañar a una persona con esperanzas falsas, se convencía de que más vale ser odiado por una persona, que crear en su mente expectativas que nunca se realizarían, por lo menos de ese modo acudían más preparados a la siguiente de sus entrevistas.
El reloj marca apenas las 11:33, sabiendo que la hora del almuerzo es hasta las 12:00 y que sus jefes tienen opiniones totalmente contrarias a las suyas sobre su rapidez para despachar a los que salen por las puertas de la compañía aun desempleados, decide que lo mejor es simplemente acomodarse en la silla e interrogarse. Como lo hacía muy a menudo, sobre el rumbo que ha tomado su vida.
Graduado de una prestigiosa universidad hace ya 10 largos años, de un prestigioso colegio hace 15 y de un prestigioso jardín prescolar hace más de 20. Sus padres, abogados ambos de ellos, habían procurado al pequeño todos los cuidados que el dinero puede comprar. Una alta y bilingüe niñera, importada del extranjero gracias a una página de internet que ofrecía a mujeres la oportunidad de viajar a cambio de su labor como cuidadora de algún niñito hijo de cualquier familia adinerada. Había sido siempre su admiración, Eponine, era su nombre, francesa de nacimiento, pero inglesa de crianza había sido elegida como su niñera por la ternura de su rostro y la fluidez de su el inglés.
Ella era morena, labios gruesos y nariz amplia, su cabello ondulado era grueso y fuerte. En más de una ocasión, mientras relataba en ingles el cuento de la caperucita roja decía que si la falsa abuela tenía tan grande nariz dientes y garras por una razón ella misma también era del modo en que lo era por algo. Decía, mi piel es oscura por el sol inclemente al que se enfrentaron mis antepasados, mis piernas largas por que la amplia sabana está colmada de peligros y más vale ser veloz…. Así hablaba incasablemente sobre sus orígenes y sus antepasados, llenando la imaginación del pequeño de leones y de elefantes, y mucho más importante plantando en la idea de la inmensidad del mundo, de la multiplicidad de las gentes, de las culturas y de los modos de ser.
Producto de esa última idea que ante la decisión de elegir una carrera universitaria se decantara por la psicología, pues había decidido que si algo podía ser digno de estudio era el propio ser humano, este convencimiento lo acompaño largamente y durante sus años como estudiante le valió el agrado de más de uno de sus profesores, que decían ver en él. Como lo expresaba el más querido de ellos, “la llama de alguien que ama su profesión”.
Sin embargo, como sucede siempre. la idea, que gustaba de identificar con los fotones que existen sin tener masa y que además componen la luz, termino siendo derrotada por la realidad, que contraria al leve fotón tiene en si todo el peso de la materia. Lo primero fue enfrentarse a unas cuantas entrevistas para ocupar el puesto exacto del entrevistador, pero en alguna plaza distinta, su primera sorpresa fue la de encontrar que el entrevistador normalmente evitaba cualquier muestra de humanidad que pudiese parecer fuera del rito de la formalidad y el tacto, nunca se permitían una broma y mucho menos un comentario personal acerca de si mismos, su tarea principal era idéntica a la que el había desempeñado apenas minutos antes, se limitaba a leer un papel y a aplicar un añejo sistema de puntos que calificaba arbitrariamente las más complejas de las realidades humanas,
Respecto a aquella muchacha bajita y rechoncha. Que recién abandonaba la oficina, podían formularse innumerables preguntas, había notado que cojeaba ligeramente del pie izquierdo, y que usaba tacones tan altos como la anatomía lo permite, eso significaba a su modo de ver que o bien la mujer poseía una persistencia capaz de vencer el dolor de un reciente accidente o la valentía de acentuar un posible defecto congénito en aras de la formalidad y el decoro propio de este tipo de entrevistas, en ambos casos la cuestión quedaba fuera de toda discusión. Si esa mañana, por ejemplo, la pequeña muchacha había hablado con esperanza a su madre acerca de un posible empleo bien remunerado que permitiría pagar las cuentas médicas, esa situación quedaba fuera de todo análisis, pues el manual no puede contemplar cada una de las vicisitudes de la vida humana, como no puede hacerlo la ley por mucho que en ello se empeñen nuestros políticos. Por su parte hubiera gustado de tener el tiempo de interrogar a la muchacha sobre su vida entera, extraer de ello lo que apasionaba lo que la motivaba y mucho más importante lo que realmente podía hacer con corrección, a esta idea que podría materializarse con relativo poco esfuerzo de su parte se oponían 2 grandes obstáculos, primero el manual y segundo la grabadora discretamente camuflada debajo de su escritorio, que funcionaba día y noche y que se revisa de manera aleatoria para comprobar que no existe ninguna discrepancia entre el formato de entrevista y las palabras pronunciadas.
En 2 ocasiones colegas suyos habían cedido al sentimiento de compasión y habían mentido en su formato de entrevista para favorecer al aplicante, ambos casos habían sido, no solo descubiertos sino además reportados, ambos de ellos se encontraban desempleados al día de hoy, el sistema se había hecho infranqueable dentro de la pequeña habitación de entrevistas y aunque se le habían ocurrido una par de buenas ideas que podían sortear la maquinal entrevista en favor de una mucho más humana conversación, el tiempo requerido le hubiera implicado abandonar toda esperanza de tomar con tranquilidad el fin de semana, y mucho más importante, aun se interrogaba si esas ideas no constituían más que un dejo de romanticismo que podían costarle su medio de sustento.
De repente, el timbre del teléfono lo saco de su ensimismamiento, y al pasar el dedo sobre la pantalla vio el mensaje “¿sales ya? Almuerza conmigo, te espero abajo”, tomo de inmediato el abrigo que colgaba siempre en el respaldo de su vieja silla de cuero n***o y se dispuso a caminar con premura hacia el ascensor apenas a unos 10 metros de su oficina. Al abrirse la puerta del ascensor allí estaba ella, como había estado cada uno de los 4 años 6 meses y 21 dias de su matrimonio, vestida tal y como la había visto en la mañana, una falda negra de ligera tela que alcanzaba apenas la parte superior de la rodilla, una blusa blanca ceñida con delicadeza a la cintura pero abombada en los hombros y los senos, llevaba en el brazo izquierdo su bolso de cuero y entre las correas colgaba un largo gabán que ponía siempre en uso durante la época lluviosa del año, camino hasta ella y la beso superficialmente en los labios, con los ojos abiertos, como lo hacía siempre, su justificación siempre había sido que le maravillaba ver la expresión de su rostro en las situaciones menos cotidianas, sin embargo este ademan se había convertido en otro rito más pues al volverse el beso costumbre también lo hizo la expresión y con ello desapareció toda maravilla
Se encaminaron juntos al restaurante de siempre, un gran recinto ubicado a 4 calles del trabajo en el que el aspecto de las mesas siempre había sido el mismo, manteles blancos sobre mesas de redonda madera, sillas delgadas también de madera, lo único distinto en cada ocasión era el precio cada vez más inflado de los platillos también día con día más mediocres.
Juntos hacen una pareja envidiable, el de 1.80 de estatura ella 1.70, ambos de tez blanca, ella tan pálida como la nieve, el primer acercamiento entre los dos había sido una torpe broma en la que él la llamaba yuki, por ser ese el nombre de la nieve en japonés, por toda respuesta obtuvo un “que” y en el momento solo atinó a decir que el francés estaba ya muy usado, esa primera carcajada hacia parte de un selecto grupo de recuerdos que luchaban por mantener viva una pasión que titilaba desde el día 2. Ella tiene un largo cuello, una nariz algo larga y aguda, y sus dientes perfectos se encuentran enmarcados por unos labios demasiado delgados para cualquier sensualidad, aunque en conjunto sus facciones parecen copia de alguna pintura renacentista su belleza es como la de esos mismos cuadros, totalmente inerte.
La conversación, que es también muy usual, se ve desviada por un tema que es recurrente desde hace un par de meses.
- El médico me vera mañana, a las 5, dice que casi con toda seguridad el problema no lo tengo yo
- Bueno eso deja como opción solo a mis soldaditos ¿no?
- ella simula una risa- como lo hace siempre ante las bromas siquiera medianamente obscenas-pues sí, y mira que de lejos pareces sano
- tanto como tu bonita, pero no nos adelantemos a lo mejor el problema es el ritmo, a lo mejor la suerte, uno nunca sabe.
- si fuera el ritmo también seria tuya la culpa
-discúlpeme amante experta – rio el – en todo caso, no tengo tiempo de ir al médico sino hasta acabar con el contrato de ahorita, tengo como mil entrevistas que hacer cada día
-pues pide permiso, yo misma hablo con el jefe, solo dame la orden- decía levantando la mano a la altura de la frente simulando un saludo militar
-pues bueno, si se quiere dar a esa tarea soldada bien pueda hacerlo, de paso me consigues otra tarde libre, dile que el examen me ocupa un día y me incapacita el siguiente-
- esta vez ríe sinceramente- no pierdes una sola oportunidad para hacer el vago
-quien la pierde, no todos tenemos esas sexis piernas para conseguir que el viejo verde nos dé tiempo libre
- tus piernas no están tan mal, cuando quieras traes tú la falda y yo el maletín, jugamos a que el viejo verde soy yo te ganas tus permisos en el baño
-esta vez rio fuertemente, aun sabiendo que la broma no salía con naturalidad de sus labios y que probablemente la copeaba de algún otro sitio, la sola idea de que ella criada en una familia de mujeres castas y religiosas hubiera cambiado tanto desde el día en que se conocieron, lo divertía- mañana mismo entonces, añadió
-ella le guiño el ojo en otro gesto genuinamente artificial
La idea de tener un hijo siempre le había interesado de sobre manera, ¿cómo podía no hacerlo? Para alguien que se había interesado siempre por la naturaleza humana resultaba más que estimulante la idea de verla en todo su desarrollo, de sentirla pequeña entre sus brazos y luego admirarla en toda su independencia, sin embargo, como siempre, entre el pensamiento y la acción se levantaba una barrera inexpugnable, su propio miedo, ¿y si resulta que no soy buen padre?, ¿y si tiene que sufrir hambre o frio, no por mi culpa, sino por la culpa de la sociedad?, se decía, si no es buen estudiante podrá ser por lo menos buen deportista y si no es guapo o guapa será inteligente pero y si la vida le priva de todos esos beneficios, sería capaz de observar el sufrimiento de un hijo, y si es así, sería capaz de remediarlo. En suma, la perspectiva de todas esas responsabilidades lo agobian hasta el cansancio, debido a ello que tomara la decisión, de probar un tratamiento experimental. que con algún complejo sistema hormonal que ni siquiera se había molestado en comprender, le hace infértil.
Los primeros 2 meses se sintió en la necesidad de confesarlo todo a su esposa y de correr a sus brazos desconsolado pidiendo perdón, mientras a su vez prometía la noche más fértil y apasionada de la vida, pero, por otro lado, el paso del tiempo le había borrado toda huella de culpabilidad de la conciencia y pasados 5 meses de infructíferos esfuerzos por llegar al embarazo se encontraba ajeno a todo reproche que pudiese formularse el mismo. Su esposa mentiría a su jefe diciéndole que el examen tomaría 2 días, él le mentiría a ella diciendo que asistió al examen y el médico. A cambio de una suma nada despreciable, cerraría la perfecta cadena diciéndole a ella que así había sido. No es idiota, sabe que el curso natural de los sucesos conduce irremediablemente a la confesión, pero prefiere no ocuparse de ese problema, se dice, como lo hace siempre en este tipo de situaciones, “no es problema mío, es problema de mi yo del futuro, que él lo sufra”, siempre había encontrado graciosa esa disociación de la persona en el tiempo, tal vez la había convertido en máxima de su actuar no por convicción si no por puro sentido petico, pero eso ni le importa ni le inquieta.
Finalmente, ambos vacían sus platos, el con total satisfacción y ella con cierto sentimiento de culpa en el rostro, es hilarante como siempre pide el plato grande, pero espera poder despreciar la mitad de él. Quiere someter su voluntad a una prueba de fuego que la experiencia le ha demostrado constantemente, es incapaz de superar. La cuenta se paga. Como siempre, con la tarjeta débito común, esa que está destinada a los gastos de pareja, de camino a la oficina, para enfrentar la segunda mitad del día laboral discuten las cosas más mundanas, hablan sobre los muebles sobre el crédito con el banco, la tasa de interés,el país y las próximas elecciones, nada relevante.
Para la 1:30 se encuentra ya instalado de nuevo tras su escritorio, suplicando que ocurra uno de esos raros eventos en los que el entrevistado tiene algún accidente o bien inverosímil o bien falso, pero que de cualquier modo lo libera durante media hora en la que es libre de perder la mente en el internet, examinar las fotos de la última mujer que lo excito de sobre manera en i********: o incluso echarle algún vistazo a ese video pornográfico que dejo inconcluso el otro día porque la noche de amigas de su esposa había tardado menos de lo esperado. Lo que lo impulsaba a inclinarse por esos pasatiempos tan lujuriosos en el trabajo era la perspectiva de que aun creyéndolo totalmente vigilado atreves de las grabadoras bajo el escritorio, la compañía no tenía el menor control sobre sus deseos más bajos, bien pueden impedir que el puesto destinado a un prometedor joven sea ocupado por un menos prometedor anciano, pero no pueden evitar que él se entregue todo lo que quiera a la más abyecta lujuria, serán tal vez dueños de mi opinión pero no aun de mi pene, se dice mientras con la mirada recorre la figura perfecta de aquella chica del i********:.
Para su desgracia en ese preciso instante otra mujer atravesaba la puerta de la oficina hacia el interior, si la presencia de tantas mujeres hacia su día bueno o malo, era algo dependía de su humor, es cierto que siempre le resultaba más agradable tratar con ellas que con ellos, pero en ocasiones se hartaba del tacto que por pura galantería tenía con las mujeres bellas y quería portarse burdamente con algún poco talentoso y afortunado hombre. Para regocijo de la femenina figura que se acercaba a su escritorio aún tenía en el bote de la caballerosidad algunas reservas y estaba dispuesto a entregarlas sin miramientos.
Lo más destacable de esta mujer es su entrecejo, parce siempre fruncido, en el primer instante cree que algo la preocupa, pero se deshace de esa idea al ver que aun mientras toma asiento mantiene ligeramente arrugado el ceño, esas dos pequeñísimas, pero perceptibles arrugas que hacen entre las cejas sus músculos contraídos se encuentra enmarcadas por ojos cafés muy oscuro, su nariz es chata y muy redondeada hacia la punta, sus mejillas rechonchas tienen esa blancura que caracteriza a los recién nacidos y a los obsesionados con los productos de belleza, los labios pintados con un labial rojo pálido son no tan gruesos y no tan delgados, el cabello n***o le cae en una cola sobre el hombro derecho, bajando armoniosamente sobre sus pechos y su abdomen, hasta alcanzar la línea de su pantalón gris, formal, con delgadísimas líneas blancas.
Ella toma asiento, él ha olvidado que debe saludar, pues aún se interroga sobre la graciosa expresión de preocupación en su rostro, sin darse cuenta a abandonado su celular sobre el escritorio y la pantalla que tarda un par de minutos en oscurecerse por completo , tiene aún la foto que estuvo contemplando hace apenas unos segundos, una mirada indiscreta de la recién llegada delata que se ha percatado ya de los pasatiempos de su entrevistador, antes de que él pueda pronunciar la primera palabra ella toma la iniciativa.
- ¿Es curioso eso no?
- ¿curioso?, ¿Que lo es? - dice el, sorprendido por lo aparentemente aleatorio del comentario de la mujer
- ese tipo de fotos- dice ella mientras señala con el dedo índice el celular
- él se ruboriza hasta alcanzar el color de la manzana prohibida del edén, se siente descubierto en un pecado imperdonable, lo ha abandonado el raciocinio que le diría que todo el mundo se entrega a pasatiempos muy semejantes en su tiempo libre y muy a su despecho a usurpado ese lugar su sentido de la moralidad, solo atina a decir- discúlpeme, ya sabe, es inevitable ir bajando por ahí y no encontrar de vez en cuando ese tipo de fotos
- ella ríe- entonces el celular se detuvo hay por pura casualidad ¿no?
-él se remueve incomodo en la silla- exactamente – dice
-si yo fuera usted habría terminado de apreciar la foto antes de siquiera saludarme- dice ella mientras aún tiene media sonrisa en los labios
-el atrevido comentario – lo descoloca aún más, se resuelve a ser sincero, aunque lo preocupa la grabadora junto a sus rodillas, - bueno tal vez lo hubiera hecho de saber de anticipo que usted es de esa opinión
- pues hágalo entonces- sugiere ella- termine de apreciarla, tiempo tengo de sobra- aun cuando estas palabras pueden ser para quien las lee un claro reproche, la verdad es que fueron pronunciadas con tanta gracia que parecían una sincera invitación
- sabiendo que la invitación había sido pronunciada sin la menor expectativa de ser cumplida dijo- o mejor la despacho rápido a usted y entre lo que llega el siguiente aplicante termino de apreciar las vistas
- ella ríe de nuevo- como quiera, sea como sea no deje de leer la frase que esta puesta bajo la foto, es todo un poema
-en la mira inquisitivo- ¿la frase? Que importa la frase-dijo, olvidando ya del todo su posición como entrevistador y desvelando totalmente la postura lujuriosa desde la que veía la foto
- eso mismo digo yo- contesta – porque se esfuerzan tanto encontrándola, solo una mente muy obtusa llegaría a creer que la gente que tropieza con la publicación se detiene tan solo una fracción de segundo en apreciarla, lo que importa a la gente es la foto, a fin de cuentas.
- pues sí, nunca lo había visto de ese modo-
-yo tengo una teoría al respecto, quiere escucharla- dice ella
- eso me encantaría- añade el – ya totalmente cegado por la peculiar charla
-pues mire dice ella- inclinándose sobre el escritorio con ambos codos, dejando al descubierto un pequeñísimo escote que él no puede evitar mirar-ese tipo de frases suelen ser profundas ¿no?, o por lo menos se refieren a alguna idea dulzona y romántica. “vive cada día como si fuera el ultimo” o alguna ñoñería de ese estilo, lo extraño es que entre la sensualidad de la foto y la abstracción de la frase existe todo un universo, es decir, ¿porque la falta de coherencia?, por mi parte prefiero que, si en mi pensamiento la foto fue antes que la frase , nada distraiga su atención de ella, ¿me explico?, no van a competir mis senos con la grandeza de una frase de Nietzsche, qué sentido tiene que la gente contemple a medias una cosa o la otra, si quiero compartir alguna idea que me interesa pues la pongo en letras blancas sobre un fondo n***o, ¿no? Así mi escote no distrae la atención como lo hizo con usted hace un momento
- él se sonroja por segunda vez en la corta reunión- no fue mi intención- balbucea
-claro que no fue, pero eso no quita que sus ojos hallan parado por ahí un instante, ¿sabe a lo que me refiero? Es natural que este tipo de cosas nos llamen la atención, es mas de no haber sido así diría que usted es un marica, son unos buenos senos los que traigo acá- dice esto último mientras ríe y mueve los hombros levemente de arriba abajo
-el ríe esta vez con toda libertad- pues no sé qué responder, pero como veo que gusta de la sinceridad, si, lo son, muy bonitos-
-esta vez el turno del rubor le corresponde a ella que se endereza un poco sobre el escritorio, sin dejar de apoyar los codos, pero intentando ocultar el escote- en fin, no sea pervertido- dice ella mientras rie- deje me terminar lo que le venía diciendo, creo que la frase tiene una función encubridora
-encubridora – interroga el
- pues sí, creo que el objetivo siempre es generar en otros la apreciación por el cuerpo, pero esta idea parece que la mayoría de la gente la encuentra por algún motivo bochornosa, tal vez se dicen a sí mismos “no, pero si la publico así nada más, piensan que simplemente presumo mis atributos, mejor si uso de excusa alguna frasecita de por ahí”, y seguro algunos añaden también para sí mismos “seguro alguno piensa que es algo s****l”. En fin, a mi todo esto me parece muy gracioso
-genuinamente interesado por lo que dice ella se inclina el también sobre la mesa- ¿porque es gracioso?
- ¿no es evidente? - ríe ella- mientras las arrugas en su entrecejo se hacen levemente más profundas- pretender separar el cuerpo de la belleza la apreciación y el sexo es como separar la comida del hambre, es algo imposible, lo más correcto y sincero sería poner la foto que se quiera poner sin detenerse a pensar sobre lo que piensan los otros, si no con la certera confianza de que algún pensamiento perverso puede gestarse aquí o allá, es decir, sentirse deseado es algo tan placentero, porque molestarse en ocultar esas verdades, a lo mejor los jóvenes de hoy no son tan liberales como creen, viven su sensualidad y su ingenio a medias, no aprecian completamente ni el cuerpo ni la frase, todo un desperdicio ¿no cree?, es como si tuvieran un viejito conservador y senil en medio del alma.
- el la miro como si ella le revelara la más profunda de las verdades humanas- sabe conscientemente que no es una idea tan poco común la que ella expone y que de seguro muchos otros la han concebido también, pero está firmemente convencido de que solo ella es capaz de discutirla con tantísimo encanto, uniendo su propio cuerpo a la explicación, haciendo de la idea y de la materia una misma cosa, quiso de inmediato invitarla a tomar un café, escucharla divagar sobre otros muchos temas, escuchar otras analogías sobre sus ojos o sobres sus caderas, sobre el lugar del cuerpo que ella decida, maldijo infinitamente la maldita grabadora, pero al instante callo en la cuenta de que toda la conversación era por demás suficientemente comprometedora, que más podía empeorarla, decidió dejar de lado el miedo e inventando una excusa algo rebuscada dijo- en verdad que me absorbió totalmente con esa explicación, nunca había creído que alguien iba a venir a encantarme con tanta facilidad aquí en el trabajo donde se supone que yo soy el que toca la flauta para que baile la serpiente. Pero no olvidemos que usted viene por una entrevista de trabajo y lamentablemente el tiempo se nos fue en divagaciones, cree usted que podamos terminar esta entrevista otro día, digo, en un día no laboral, en este momento me encuentro copado y no creo poder agendarle una cita nueva, digamos el sábado, en la noche-
-Ella sonrió levemente a la vez que fruncía de nuevo su encantador ceño- por mi está bien, mi numero- dijo mientras sacaba un papelito de dulce que llevaba en el bolsillo, él le alcanzo un bolígrafo, ella escribió rápidamente y lo arrastro con el dedo índice sobre el escritorio como si de una propuesta de negocios se tratase, de inmediato se puso de pie y antes de dejar de mirarlo coquetamente revisa el reloj que lleva en la muñeca, ríe una última vez y dice- en fin, me voy ya entonces, pero no olvide llamarme, necesito el dinero y el trabajo-dicho esto camino hacia la puerta y desapareció tras su madera.
El, desconcertado observo también el reloj, a la entrevista aun le faltaban otros buenos 10 minutos, rió para sí mismo y se convenció de que el hecho de que ella no señalase el tiempo sobrante era una buena señal, de inmediato tomo el celular y se puso a apreciar esta vez las frases y nos los cuerpos.