Como era de esperarse el apartamento se encontraba totalmente desierto salvo por nuestro entrevistador y esa mujer que tanto desdén le provocaba, para la fortuna del primero había cosas de las que encargarse, subir una nada despreciable cantidad de alcohol por las escaleras, mover un par de muebles aquí y allá pedir la comida y en general minucias de esas que suelen tomarnos mucho tiempo por su extremada simpleza. Tras una par de horas de estas actividades tan escuálidas quedaron finalmente el uno en compañía del otro sin excusa alguna para evitarse el contacto, fue ella, como era de esperarse, quien dio el primer paso y entre bromas atrevidas y comentarios inapropiadas logro para despecho de nuestro protagonista arrancarle un par de risas sinceras. Esto, aun cuando no le extinguía el odio con que la miraba si bastaba por lo menos para hacerle soportable su compañía. Se percató entonces de que en el fondo era muy similar a la cumpleañera de ese día, una mujer extremadamente libre y locuaz, capaz de hilar pensamientos de lo más inverosímiles, poseedora de una risa estridente y de una capacidad mágica para la diversión, pero se quedaba corta respecto a las virtudes femeninas que si poseía su amante, cierta delicadeza en la manera de expresarse, ese agregado importantísimo del ingenio que es el conocimiento del mundo y lo más importante el autocontrol, era una mujer sin frenos capaz de venderle el alma al diablo por un mísero instante de diversión, esto tanto lo molestaba como lo asustaba.
Prueba inconfundible de esto último fue precisamente lo que ocurrió cuando ella noto que sus comentarios no eran respondidos con miradas adustas de puro recelo, empezó a acercarse descaradamente a hacer ademanes de coquetería e incluso a sugerir que pasaran el rato “desordenando un poco la cama”. El, que se creía a salvo de esos intentos casi penosos por dar un paso más allá en una relación que estimaba había alcanzado su tope hizo cálculos erróneos sobre su propia resistencia, pues aun cuando era delgada y privada por completo de ciertos encantos voluptuosos que eran su plato principal poseía en cambio una figura esbelta de huesos frágiles que sugería una facilidad inusitada para el sexo novedoso, tal vez sería perfecta para satisfacer ese instinto primario y casi penoso que nos incita a los hombres a querer amar con cierta violencia.
Habiendo trascurrido ya algún tiempo a solas volvía a caer en la sorpresa de su propia levedad, en la constatación de que tenía más de animal que de hombre y que sinceramente se planteaba que sería interesante probar los efectos que tiene el odio en la intimidad del sexo, después de todo se ofrece la desnudez solo a quien se quiere, ¿pero y si se hiciera lo contrario?, y si se hiciera el intento de transpolar los sentimientos y desquitar así los odios reprimidos en el placer de la cama. Durante un instante quiso achacar la idea a la influencia que venía teniendo en él, tanta locura que los últimos tiempos imprimían a su vida, luego quiso achacarlo a su curiosidad sobre lo humano pero cuando ella empezó a acercarse y sus imaginación iba inevitablemente hacia lo carnal tuvo que claudicar ante el convencimiento de que la desgarbada muchachita por muy detestable que pudiera ser era capaz de producirle cierto deseo. Pero aun dañada como estaba su capacidad para la culpa no se sentía capaz de ceder a las invitaciones de esa mujer sin por lo menos consultarlo con su amiga, en cualquier caso había decidido creer que era amado y ello implicaba el deber de por lo menos evitarle los disgustos que causan los celos, pues aun cuando era una relación que en teoría no se preocupaba por esas cosas a él le bastaba con imaginársela a ella en brazos de otro para llevarse un enfado de los mil demonios, además la idea de traicionar doblemente, tanto a la esposa como a la amante le parecía un camino demasiado precipitado hacia el abismo.
Sin embargo, de no haber sido por la rapidez con que el reloj decidió andar ese día le hubiera sido imposible mantener la ropa puesta. Pero un primer golpe a la puerta y la vivienda chiquitita se empezó llenar de rumores de gente, comprobó muy para su agrado que en realidad eran personas distintas a las de la primera penosa fiesta, cuando interrogo a la anfitriona sobre quienes iban llegando ella dijo – tu sabes, familiares jóvenes, amigos de colegio, “gente de bien”, para los otros la fiesta será después-, saberse expuesto a esa comunidad odiosa que es la familia no lo dejo para nada cómodo y de hecho de no haber sido por que la invitada principal adelanto sus planes y llego antes de lo anticipado lo más probable es que se hubiera dado a la fuga.
Las luces se apagaron y cada quien tomo posición donde creía no sería descubierto al primer golpe de vista, la delgada anfitriona abrió la puerta y todos estallaron en un sonoro grito de “sorpresa”, la chica que recién entraba, verdaderamente sorprendida tras recuperase del shock inicial fue haciendo lista mental de todos los presentes, encontrarlo a él no fue difícil pues al igual que una torre entre las casas destacaba por su figura, la expresión que se le plasmo al encuentro de sus ojos no supo descifrarla pero sin lugar a dudas no fue de alegría, una vergüenza muy bien disimulada y el sentimiento de ser el más grande de los pendejos lo obligaron a sentarse. Ella saludo a todos con una sonrisa y un beso en la mejilla, repartiendo su alegría tan característica, en la observaba sin estremecimientos, pero rogando que nunca llegara su turno de ser saludado, cuando ella se cuadro enfrente suyo y se paró de punticas para besarlo en la mejilla y susurrarle – si me quieres asustar lo estas consiguiendo – el no pudo más que enrojecer, como había sido tan idiota de tomarse semejante licencia, de creer la barbaridad con que lo habían convencido, furioso busco la causante del bochorno, que del otro lado de la sala se desternillaba de risa
Resuelto a permanecer en la reunión el tiempo que demandara el lastimado orgullo, evito la huida, para mantenerse ocupado y no tan fuera de lugar como lo estaba entre tanta gente bajita. Que en definitiva delataba con ese rasgo su parentesco, fue respondiendo. Con cuidado de no incurrir en contradicciones penosas, a todos quienes le preguntaron sobre su vinculación con la festejada, se decantó por un personaje que por lo menos le parecería divertido interpretar, fue entonces profesor de ciencias humanas, muy querido por la anfitriona y la cumpleañera, lo habían conocido en su breve instancia en la universidad y desde entonces habían mantenido larga amistad. Complacidísimos quedaban los más remilgados familiares y algo divertidos los más liberales que entreveían siempre en ese tipo de relaciones la huella de la atracción s****l o amorosa, mientras decía mentiras con naturalidad que a el mismo dejaba atónito rogaba no ser delatado por la pera del otro lado del salón.
En medio de toda la algarabía y la actuación que de momento era perfecta hubo un momento en que fue llamado a la cocina, allá enfrento la ira recriminadora de esa mujer bajita que era su amante ya la que la furia no le lucia para nada, tan poco imponentes como eran sus escasos 1.60 le produjo más ternura que espanto su recriminación que empezó diciendo
-Que pendejo que eres, en serio que creerle, porque iba yo a quererte acá metido y por qué mi profesor, no se te ocurrió alguna relación menos proclive a los prejuicios, ahora sin querer queriendo todos saben que cogemos-
Curado de la vergüenza por la diversión recién descubierta de la actuación se dio permiso de una larga carcajada- Pue si, son el rey de los pendejos, pero en fin déjame divertirme un rato mas con tus parientes y me voy-
-Está bien- dijo ella en tono resignado- además quiero decirte otra cosa- mientras se turbaba visiblemente-Sé que decirlo es una hipocresía después de esto, pero no con ella, con cualquiera menos con ella
-A que te refieres- pregunto el con honestidad
-No te hagas- dijo ella retomando su furia tan graciosa
-En serio que no sé de qué me hablas
-Le estabas coqueteando, como es ese de ofrecerte ayudarle con la fiesta, para mi que la detestabas
Cayo por fin en cuenta de la tergiversada historia que le habían contado sobre él porque estaba el allá –Eso te dijo- interrogo- pues mira como es cínica tu amiguita fue ella la que me rogo que viniera y todo el rato desde que pase por esa puerta no hizo mas que insinuarse
-No te creo, ella no es de esa manera
-Ha no-dijo en tono irónico-Pues entonces ya podemos ser una pareja de reyes pendejos porque si tú misma te crees eso eres la reina
Visiblemente enojada quiso abandonar la cocina dejando tras de sí la frase – sabes que, cógetela si quieres ya que tanto te gusta cagarte en las reglas-él retuvo agarrándola del brazo y dijo
-Entonces ahora impones reglas, yo que pensaba que no teníamos
Al borde de la cólera más desenfrenada por el gesto totalmente aborrecible de ser retenida contra su voluntad ella estuvo a punto de soltarle una cachetada, solo la detuvo la conciencia de que el sonoro impacto sería escuchado por todos en el pequeñito apartamento, apretándolos dientes pudo por fin decir- No hay reglas, has lo que te dé la gana.