Capitulo 12

3507 Words
Totalmente desprovisto del sentido de anticipación que poseía su esposa, no advertía más que por los medios de la observación científica que empezaba a marchar mal la cosa. Incapaz como era. Por un golpe de conciencia, de seguir intentando el remedio de la mentira y también incapaz de intentar el de la honestidad, se encontraba en un dilema del que no sabía cómo salir, intento hallar en el devenir de los últimos eventos aquel que había erigido la barrera final entre los dos miembros de su matrimonio. Con hipocresía heroica concluyo que no había sido el hecho mismo de yacer al lado de otra mujer sino su inhabilidad para manipular la verdad y procurarse excusas creíbles, así como su falta de autocontrol. Si hubiera espaciado más las citas con la chica del entrecejo hermoso, si hubiera sabido encontrar luego de que se le agotara la pasión en su piel un poco más de deseo para dedicársela a la esposa o incluso si se hubiera preocupado por lo menos mantener las costumbres que servían a ella para identificar un matrimonio feliz no pasaría esto.   Por otro lado, todo lo ocurrido en tan cortísimo tiempo, los recovecos explorados de su más oculto yo el elixir de vida que había encontrado en la cabeza y entrepierna de esa niñita, como empezaba a llamarla, le hacían también dificilísimo el arrepentimiento, su mente navegaba en recuerdos confusos en los que no sabía dónde acaba la piel de uno y empezaba la del otro, en la que una pierna sobre su hombro pasaba a ser una mano arañando su espalda y toda la lujuria mutaba en extrañísima fascinación al sentirla desnuda, apoyada contra su pecho, mirándolo desde abajo, mientras trataban los temas más complejos de entre las incontables dificultades humanas. Había por su puesto marcas indelebles de realidad en el idílico paisaje que ahora las briznas de un recuerdo idealizado desfiguraban. Omitió, por ejemplo, la insistencia constante de la amiga por entrar en una relación que se había completado de a mitades y no requería un tercero, también el rechazo apoteósico de sus amistades y los más importante el convencimiento cada vez más claro de que, así como todas las cosas buenas de la vida tiene fecha de expiración esta no podía ser la diferencia.   Ante esta última verdad, aun estando con los pies bien posados en el suelo de su oficina y el cuerpo libre de cualquier alucinógeno, se vio transportado con claridad extrañísima a una conversación en particular que había tenido lugar tras devorar a su niña durante un par de horas y luego de verla extendida en la cama como una leona satisfecha. Ella rogo casi como una súplica de pordiosero que se quedara un rato más, fue la primera ocasión en la que el desecho el concejo prudente de su adultez que le sugería irse, para volver a poner la espalda sobre las sabanas aun cuando el sexo ya no lo demandaba, ella adopto una posición que hasta ese momento nunca había tomado y posado con delicadeza su cabecita en su el pecho desnudo y a la vez que deslizaba su mano siempre traviesa a su virilidad agotada, en un intento por despertarla una última vez, dijo.   -Tu cuando crees que dure esto- El, desnudo de cuerpo y alma respondió- Espero que toda la vida, porque es más o menos lo que arriesgo- esto mientras su brazo al borde de la cama se balanceaba para alcanzar el pantalón y en uno de sus bolsillos la cajetilla de cigarrillos y el encendedor, ofreció uno a ella, lo encendió con mucha destreza e hizo lo propio con uno que ya estaba apretado entre sus labios. Entonces ella callo un instante, para concentrarse en el humo del cigarrillo que no encontró un solo rincón de su cuerpo que necesitara estar realmente ser calentado, después del brevísimo silencio rompió la quietud con un- Pues no será así, en algún momento todo lo que me ves hermoso te va a empezar a causar disgusto, ya no me dirás que tengo ideas maravillosas sino que estoy loca, tampoco te gustara mi entrecejo que tanto adoras porque te va a parecer una mueca artificiosa y vulgar, mi propio cuerpo va a hartarte por que se mantendrá sin más novedad que la que tú quieras introducir en el cunado lo moldeas con tus manos.   Soltando una bocanada de aire que había creído lo iba a preparar para lo él sabía muy bien que iba a escuchar, se sintió avergonzado de sí mismo al haber albergado la esperanza de que la respuesta fuera otra menos realista pero más consoladora- Mierda, mira que rápido me harto tu lucidez, me estas dando un golpe de realidad que esperaba ahorrarme un tiempo más, para serte sincero.   -Te estas empezando a arrepentir- pregunto ella mientras se le tensaba el cuerpo. -Qué más quisiera, pero me tienes tan bien agarrado - mientras levantaba la sabana y observaba la cosa deliciosa que ella hacía con su entrepierna- que no puedo ni eso, me tienes recortadas los sentimientos a la mitad, solo tengo espacio para el placer. Ambos tan entregados a la contemplación poética e inútil tuvieron paralela certeza de la respuesta más correcta a esa última sentencia -No te los recorte guapo, simplemente te los represe, y así como cuando se rompe cualquier presa la avalancha es brutal, cuando te abandone el encanto cosa que ocurrirá, la avalancha te va a arrasar toda la vida …. la culpa y el arrepentimiento, te vas a ahogar querido y no voy a consolarte por qué voy a ser la causa de todo   No lo dejo responder, le planto un beso húmedo en los labios y al tiempo que la mano que había estado jugueteando todo este tiempo se volvía a encontrar con la rigidez de su m*****o lanzo la sabana a la mierda mientras que con ínfulas de Diosa griega se le encaramaba en toda su magnificencia para cabalgarlo otro largo rato de placer, para perderlo un poquito más en sus encantos y retrasarle, aunque fuera unos segundos, lo que acababa de presagiarle. Abandono la remembranza con una duda que a cualquier otro lo hubiera asaltado mucho antes, ¿no se aburrirá primero ella de mí?, aun no había sucedido con la esposa eso que ya sabemos, pues todavía las pequeñas fallas acumuladas no alcanzaban a rebasarle el vaso de la paciencia, pero poco faltaba para ello, nuestro entrevistador como ya lo sabemos no sería capaz de evitar la perdición de la esposa ese día, sino que la alentaría sin querer, determinando con aquello que haría esa noche el primer eslabón de la cadena que llevaría a su esposa a estremecerse en un sacrilegioso orgasmo a escasos metros de él.   Ese día, ella, como se estaba haciendo costumbre, volvió a decir que se adelantara a casa porque no quería retrasarlo por cuenta de su trabajo represado, quedo totalmente probada su falta de intuición al ser esta la primera vez que se sintió un poco desconfiado de la mujer mientras que la excusa era en esta ocasión legitima. Al llegar a casa hizo un esfuerzo inhumano por agarrar de los estantes un libro a azar, aunque desde hace un par de semanas no le producían más que desazón por creerlos un desperdicio de tiempo en el que se le había ido media vida, este acto conducido por su débil voluntad que quería encontrar en la costumbre anterior un método de regreso en el tiempo fue interrumpido por su celular que sonaba en el bolsillo, esta vez no se sorprendió en lo más mínimo, ya estaba habituado a sus llamadas.   -Algún día voy a dejar de llamarte y entonces me vas a extrañar muchísimo- fue lo que dijo la voz del otro lado de la línea sin siquiera saludar. -Hasta que ese día llegue eres tú la que me extraña- El parlante del teléfono sonó en una risita coqueta que finalizo ante la frase – Maldito, te odio porque me conoces tan bien, en realidad te extraño ya, porque no vienes, estoy sola- -hoy no bonita- Fue todo lo que dijo fingiendo desinterés, a pesar de que era tanta su concentración que no escucho el sonido de la puerta que se abría y los pasos amortiguados de su esposa que al escuchar el murmullo de una conversación había empezado a caminar de puntillas hacia el estudio a la espera de que él no se percatara de su presencia, como en efecto lo consiguió, ahora era una conversación de dos hablantes y una escucha, lo que escucho esta tercera persona fue lo que sigue:   -En realidad no puedo, estos días ya he actuado suficiente mente sospechoso…-una risa- créeme que nada me gustaría más pero no me quiero precipitar el desastre más de lo que ya lo he hecho…. Si, ella sospecha desde el primer día, las mentiras se me dan muy mal…no me llames, yo te llamo hasta entonces, cuídate preciosa. Ocurrió entonces lo que hubiera ocurrido días antes si la esposa fuera el tipo de persona que no teme a herirse a sí misma en pro de la verdad y no la puritana medio cobardona que era, cosa que había retrasado la confrontación ya largo rato. Tomaba el de nuevo el libro entre sus manos cuando ella salió de la esquina, atravesando la puerta con premura para dar a entender que llevaba ya un tiempo ahí, el semblante de su cónyuge tan alejado estuvo de todo cuanto había conocido en el que no pudo reconocerlo sin un esfuerzo de su mente que le decía que en efecto, aquel hombre otrora hermoso y masculino, ahora desfigurado por el miedo y la sorpresa era su esposo, reducido a un ovillo mudo que no acertaba ni siquiera a saludar con naturalidad en beneficio de sus mentiras, sino que se limitaba a esperar con el libro suspendido en el aire a que ella descargara todos los reproches que habían ido madurándole en la garganta y que ahora por fin, desecho el nudo que les impedía salir. A fuerza de esta última confirmación, estaban en la punta de la lengua.   -Entonces es otra mujer- Dijo ella, sintiendo que más que una afirmación era una sentencia en su contra una. Sentencia que la condenaba de ahora en más a llevar la marca de traicionada, de fea, de aburrida y de cuanto adjetivo pudiera alguien adjudicarle para justificar el tedio del esposo que se lanza a otros brazos   Volvió entonces ella a verle algo de lo que nunca lo creyó capaz, una sombría resignación que no tenía nada que ver con lo que esperaba, el simplemente se borró la sorpresa y el temor pasándose las manos por el rostro, dejando entonces paso a una cara serena que más se asimilaba a la que debía adoptarse en una reunión de negocios que en este punto perentorio de su vida, respondió –Mira, no voy a disculparme ni a intentar alguna otra mentira, porque está clarísimo que se me dan fatal en lugar de eso prefiero darte una muestra del afecto que tu crees que ya no tengo hacia ti, siéndote honesto, si es otra mujer, una muy distinta a ti   Tal tono de irrealidad tenía esa contestación, metódica, calculada, perfectamente balanceada en su descaro y honestidad que ella no hayo inmediato respuesta, sino que perdió la fuerza en las extremidades y sintiendo que las entrañas se le revolvían en un esfuerzo por digerir lo que acababa de escuchar, el único remedio que encontró fue tomar asiento para evitar que las náuseas se materializaran y le hiciera aún más penoso este momento en el que parecía ser ella la única afectada.   Viéndola tan profundamente turbada, se sintió el también embargado por la tristeza que fría y altiva no le daba cabida a ningún otro sentimiento. Había destrozado en cuestión de una frase a la mujer a quien había jurado proteger bajo el altar, ante la mirada atenta y alegre de casi un centenar de personas, al abrigo de Dios y con supervisión de su conciencia que de un momento a otro había dejado su lugar de trabajo para perderse indefinidamente, probo entonces lo que segundos antes había prometido no hacer, se disculpó diciendo   -Perdóname, no es otra cosa que mi hipocresía y debilidad lo que te está causando todo esto, la culpa es enteramente mía y aunque suene estúpido en este momento estoy dispuesto a asumir las consecuencias que tu dispongas-   Con una mano firmemente puesta en el asidero de su dignidad, que tan útil le había sido en eso tiempos de miseria, encontró por fin fuerzas para enfrentar al hijo de puta en frente suyo, que ahora zalamero intentaba disculparse ofreciendo retribución como si hubiera algo en este mundo a su alcance que le pudiera hacer sentir lo que ella experimentaba, levanto la cabeza y sin la más mínima oportunidad de sofocar la furia que de los ojos le irradiaba dijo en tono de ira incontrolada – Hijo de puta y ahora te entregas como si fueras un preso, fingiendo arrepentimiento, yo no soy la cabrona corte, no hay rebajas de pena ni justicia mezquina, no me hables de consecuencias, acá lo único que puede haber es el fin de nosotros o el fin del respeto que creía tenerme a mí misma, nada más – terminada la frase apretó los dientes con tantísima fuerza que creyó quebrarlos, los músculos ligeramente abultados de su quijada fueron para él la seña absoluta de que no había en ella más que odio puro, sobrepuesto a todo lo demás.   El callo, pues entendió acertadamente que en el lenguaje humano no existen un solo orden de las palabras ni tono ni voz, que logren hacer bien a alguien en su posición, se sintió perecer de calor y bochorno ante la mirada impávida que su esposa le venía dirigiendo, agarro los posa brazos de su silla y mientras adoptaba una posición totalmente recta se quedó esperando el resto de los mil reproches que según el ella empezaba a construir para soltárselos todos en la cara, totalmente descolocado quedo al escuchar.   -Ojalá y pudiera terminar todo esto acá, decirte que se cabo y no vuelvo más, tomar mis cosas y largarme lejos, pero es tanto lo nuestro que ya no sé qué es mío, tanto te di que no se si puedo dejártelo y seguir viviendo, no voy a tomar una decisión precipitada pero tampoco quiero seguir viéndote la cara de imbécil que tienes ahora mismo, vete por favor.   La respuesta que obtuvo –Esta bien, tienes toda la razón, estaré en el hotel que tú sabes no dudes en buscarme cuando tengas en mente una respuesta, perdón de nuevo- él se levantó, lo escucho revolver entre sus cajones en busca de la ropa que le iba a hacer falta en el exilio, luego escucho el cierre de la maleta y finalmente la puerta que se cerraba para dejarla físicamente, en la profunda soledad sentimental en la que se sentía desde hace ya mucho tiempo Era ya bastante entrada la noche, nunca había tenido problemas con el frio pero en esta ocasión su ataque doble. Pues tenía que enfrentarse al exterior que le obligaba a calarse la chaqueta y uno interior que se le había instalado en medio de los huesos, lo hacían sentir incómodo y desamparado, algo similar a ese vago sentimiento de nerviosismo y ligero vértigo que el futuro imprevisto nos regala. Por lo pronto la única claridad que tenía respecto a su porvenir era esa misma noche, hallo en esa especie de turbación el temor primario que debían sentir los primeros hombres al encontrarse cara a cara con el desencanto de un mundo que no nos pertenece, en donde cada rincón alberga una fiera y el mañana no es más que una esperanza muy prometedora, confió en que tan terrible pintura le empezara a remover la conciencia pero ni aun si lo consiguió, llego al hotel “de siempre” en un taxi, con total convencimiento de que algo había roto en su interior la muchachita que le destruyo y arreglo la vida a un mismo tiempo, tal vez en medio del sexo inclemente, estando bajo su sexo insaciable y en medio del zarandeó indómito de su cuerpo de diosa le había torcido los mecanismos de su humanidad, dejándolos ahora inservibles para la compasión,  la culpa o el arrepentimiento   Estando sentado en el borde de esa cama que debía haber conocido la piel de cientos de amantes casuales pensó por fin en pedir socorro la culpable de todo este embrollo, estuvo a punto de hacerlo, pero su dedo se detuvo frente a su número de contacto ante ese conocido refrán popular “sin el pan y sin el queso”, ¿Por qué dañarle el sueño, con sus problemas? Ella no debía enterarse de nada, entendió que en parte el encanto de ambos radicaba en que podían olvidarse el uno del otro sin remordimientos y así estaba todo bien. Hasta muy tarde cuando ya había dado un centenar de vueltas sobre la cama noto que en tanto monologo contemplativo que le pasaba por la cabeza ni una sola vez se representó cortar con la mujer que le causaba tantos problemas, con esa verdad pudo por fin encontrar el sueño ya sabiendo que desde el momento mismo en que cruzo ella la puerta de su oficina la vida se le había ido a la mierda, a la mierda sin que él pudiera hacer más que observarlo conresignacion.   La esposa, a escasos kilómetros de distancia de su averiado marido era todo lo contrario, se debatía entre tantísimos sentimientos que de haber tenido esa misma predisposición que su esposo por las metáforas medio mágicas habría dicho que los mecanismos de su humanidad estaban tan engrasados y bien dispuestos como si hubieran recibido mantenimiento recientemente. No durmió un solo segundo esa noche, sopeso tantísimas posibilidades prácticas para su vida, la venta del apartamento, el auto, vaciar las cuentas comunes charlas con los familiares y amigos, contarles lo que serían buenas nuevas para unos y desgracias para otros. Todo en conjunto una tarea titánica que sabía la dejaría cercana a un estado comatoso de agotamiento y desamparo. Como se le turnaban los sentimientos luego de esto pensaba en que el problema podría resolverse en la intimidad y nadie debía enterarse salvándose así la imagen pública, pero jodiendose un poco la autoestima, pero claro, como esto dependía de la voluntad de su esposo para dejar a esa perra desgraciada que debía ser la otra y la sola idea de tener que pedírselo como si fuera ella menos; le provocaba compadecimiento de sí misma, quedando así atrapada en un bucle infinito de odiar la terminación por todo lo que significaba pero también el perdón por el mismo motivo. La mañana la hallo desecha con los ojos hundidos en sus cuencas y las ojeras tan oscuras como no las había visto nunca, mientras tanto su marido roncaba impasible, ajeno a toda la porquería que le había soltado encima.   Al día siguiente por obra de esas casualidades incomodas de la vida llegaron ambos a la oficina al mismo tiempo, para ella verlo así, tan bien, como si vinera de su propia casa, descansado y sin marcas de preocupación en la cara fue un golpe al orgullo, para él, observarla envejecida tal cual si hubieran transcurrido un par de años en la última noche fue nada más que una preocupación sin peso, que se le voló de la mente unos minutos después ante el contactó con el primer entrevistado del día.   Fue este el día que la fiera lujuriosa que todo el mundo llamaba jefe se dio cuenta de la magnificencia de la oportunidad reflejada en la desconsolación de su subordinada, trazo el plan tan delicado que días después lo llevarían a presionar su m*****o apresado contra las nalgas preciosas que había estado observando durante años y a revolotear con dedos como gusanillos en el interior de las bragas de las que llego a desistir, encontró rapidísimo una excusa y en un momento en que pasaba frente a su oficina se detuvo como cayendo en la cuenta de algo sobre el paso, entro en ella y comento lo que ya sabemos, embaucándola sin mucho dificultad.   De nuestro entrevistador sobra decir todo, pues tan dañado como ya sabemos que se encuentra su corazón, es casi superfluo decir lo que ocurrió en su oficina esa misma tarde, dejémoslo así: el celular hizo una llamada, la llamada fue contestada, una cita para esa misma noche concertada, y los partícipes sin mediar muchas palabras se perdieron tras la puerta de cierta habitación en una casa de verja verde para no volver a salir hasta el amanecer del día siguiente, al interior de esa habitación un par de cigarrillos se extinguieron y un par de sabanas quedaron casi inservibles de tan deliciosamente ultrajadas pero lo más importante dos personas se hicieron una mezcla homogénea de excitación y locura durante horas para encontrar luego de algún modo la manera de separarse el uno del otro.        
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