Ya no se preocupaba mucho por explicarse a sí mismo lo que iba ocurriéndole, pues la verdad de que simplemente se había rendido a las situaciones y actuaba según iban requiriéndolo las circunstancias tenia demasiadas pruebas a su favor. Podía decirse que en el pasado su vida transcurrió por el sendero de un rio de aguas diáfanas siempre constantes en las que podía remar según le pareciera, pero ahora, su presente tenía más bien la apariencia del mar iracundo, que pone sus propias olas a batallar una contra otra en un espectáculo de maravilla confusa en la que nadie sabe dónde irán a parar las aguas y mucho menos donde las personas en esas aguas.
Cuando abandono el apartamento dejando atrás la algarabia festiva de su interior, hizo todo su camino a casa como un robot, capitaneando como todo un experto su vida entre las aguas tumultuosas del mar que el mismo se había procurado. hoy había surfeado una ola de inmensas proporciones que paradójicamente se encarnaba en una mujer de medidas lacónicas y encantos lánguidos. Sin perturbación moral y tan solo impulsado por su ánimo científico fue desmenuzando lo que había ocurrido en el día en un intento de hallar las relaciones causales que conducen de un desayuno grandilocuente a la cama del ser más odiado.
Esta explicación empezó por halagar las virtudes manipuladoras de la que era ahora su segunda compañera de traiciones, pues esa mujer flaquita había demostrado desde que el sol salió en el horizonte, hasta ahora que se encontraba a punto de morir, una talento natural y casi prodigioso para cumplir sus designios aun a costa de la voluntad de otros. Primero, logro embaucarlo en una treta barata pero efectiva que lo llevo a su nido de araña, luego urdió toda una red de conversaciones, gestos y actuaciones de lo más elaborada. Que pese a que casi con toda seguridad, fue totalmente espontanea e imprevista, derivo en el cumplimiento de sus metas. Desde el momento vergonzoso que lo había hecho pasar frente a personas que no debió conocer nunca, hasta la primera pelea con la amante. Que ella había patrocinado, se encontraba el bailando al son de sus deseos
La recordó entonces entrar victoriosa tras ausentarse un rato de la celebración, recordó también las señas que hizo de que lo acompañara y el olor a cigarrillo de su aliento, en cuanto estuvieron en la soledad de la habitación. Que constituía el último paso de su estratagema, se despojó de sus ropas con parsimonia de cortesana y antes de que el decidiera si dar crédito o no a sus ojos se sentó al filo de la cama con actitud de emperatriz para decir por fin con expresión de fingida miseria –Ella dijo que podíamos-
Solo hasta entonces él se recuperó del shock y respondiendo –Pero el que debe decirlo soy yo-
Ella se le avánzalo encima con movimientos de gata, con la velocidad de un lince –Pero así funciona esto, en esta casa se comparte todo-
Tan profunda fue su mirada felina y embelesadora su confianza que tardo un rato en darse cuenta que empezaba también a despojarlo a el de sus vestiduras- Aquí, ahora- dijo mas alarmado que cualquier otra cosa
-Porque no- respondió ella con verdadera mueca de no entender
-Es el cumpleaños de tu amiga, la que hace un par de horas dijiste que me amaba, no es ese suficiente motivo, eres en definitiva la peor de las arpías- Respondió en un intento por ofenderla para que perdiera el apetito, aunque el resultado fue el contrario, ella rio
-Pero si le estoy haciendo un favor mostrándole que todos los hombres son iguales y que tú no eres la excepción y a la vez te voy a mostrar a ti las maravillas de coger a una persona que detestas, dos de un solo tiro.
Ofendido ante esa actitud de emperatriz, quiso defender su poca integridad agarrándola del brazo, pero no había acabado de aprisionarlo entre sus dedos cuando ella ya le había aprisionado la virilidad con garras de leona y sonrisa de villana, tan seductor fue su toque tan delicado, perfecto y femenino que en un instante paso de ser una cualquiera a la mismísima venus, nuevamente incapaz de vencer su yo animal el abandono al instante toda pretensión de defensa. A fin de cuentas, una o dos son lo mismo y la única de las dos mujeres que podía oponerse con alguna legitimidad había dicho que hiciera lo que quisiera, que más daba.
Entonces se dejó guiar por esa gata que tenía enfrente, el tiempo era corto y las precauciones muchas por lo que todo ocurrió en el silencio más tenebroso. Por toda fuente de comunicación entre los dos cuerpos que se entregaban estaban las miradas furiosas y las caricias que parecían más querer hacer daño que crear placer. Ella le dejaba en carne viva la espalda con sus larguísimas garras mientras que él le apretaba el cuello con genuina tentación de segarle allí mismo la vida, la mezcla de esos dos sentimientos, el odio y el placer, fue para él un nuevo sabor que se sumó a la lista de sus descubrimientos recientes, no había sido como lo hubiera pensado antes, un episodio de asco o repulsión sino un verdadero rito de desquite en el que se suplantaron y entremezclaron las intenciones, el deseo de golpear se transformó en el de magullar y apretar el de gritar en un beso furioso y el de lastimar en frenéticos envistes cada vez más duros, cada vez más furiosos que dejaban entrever una intensión genuina de dañarla, pero contrario a lo que hubiera sucedido a cualquier otra mujer de escasos 50 kilos estrujada bajo un hombre de casi el doble de su masa .Que la hacía temblar hasta los cimientos mismos de su conciencia, ella no se quejó un solo instante, sino que azuzo el corto momento de éxtasis clavándole los dientes en el cuello y dándole fuertes cachetadas en el rostro. Fue, en resumen, tan odioso como placentero y fue también la primera vez que un acto de alcoba lo dejo con dolores y magulladuras tan grandes