Alice estaba parada afuera de las puertas del complejo oficial, retorciéndose nerviosamente las manos frente a ella. Después de que su estúpida amiga abriera la boca así, su temperamento la había llevado muy lejos. Pero ahora que estaba parada afuera del gran edificio de tres pisos y sentía que iba a vomitar.
¿Qué demonios estaba haciendo allí? Ella no podría seguir con esto... ¿O sí?
Un año de turnos de medianoche o invitar a su ex maestro a una cita. Hmmm... fue una decisión difícil, de verdad.
Por supuesto, sabiendo cómo podría ser Tsu, si no lo hacía, esos turnos de medianoche se iban a pasar en la unidad de cuidados intensivos. Toda la noche, tener que cambiar vendajes, realizar procedimientos complicados, empaparse de sangre... además de las sesiones de entrenamiento regulares de ella, por supuesto. De repente, la posibilidad de tener una cita con su capitán no parecía tan mala.
Estaba tan perdida en sus pensamientos que casi se perdió el familiar cabello plateado y la figura encorvada de su maestro cuando salía del edificio principal con un pequeño grupo de compañeros con él. Ella negó con la cabeza y forzó su almuerzo de nuevo hacía abajo mientras trotaba detrás del grupo, encogiéndose cuando extendió la mano y tiró del chaleco antibalas de Mateo.
El hombre mayor se dio la vuelta con un levantamiento sorprendido hacia su ceja visible que rápidamente cambió a una expresión feliz cuando la reconoció.
- ¡Hola, Alice! Bueno, esta es ciertamente una sorpresa agradable
- Mateo necesito... necesito hablar contigo sobre algo- tartamudeó antes de cerrar los ojos y patearse mentalmente por parecer tan idiota.
¡No había forma de que el otro oficial con el que estaba pensara que ella estaba allí por negocios oficiales ahora! Aventurándose a abrir un ojo, vio que sus temores se confirmaban por las miradas que tenían algunas de las caras.
Mateo le echó una mirada por encima del hombro cuando alguien soltó una risita antes de decir alegremente:
- Está bien, entonces ven
Comenzó a caminar de regreso al edificio con Alice detrás de él. Sus mejillas se encendieron cuando las risitas aumentaron el volumen, lo que a su vez se convirtió en ira cuando uno de ellos llegó a silbar detrás de ellos.
Si alguna vez descubriera quién era... le patearía el trasero o se vengaría si ingresaba al hospital.
Una vez que estuvieron dentro del complejo, Mateo la condujo por el pasillo principal y más allá de la recepción, lanzando una ola inactiva al soldado estacionado allí antes de doblar por un pasillo a la izquierda. Alice estaba demasiado ocupada mirando al piso como para prestar atención a su entorno. Nunca antes había estado dentro de las instalaciones oficiales, y normalmente habría tenido mucha curiosidad al respecto, pero ya que estaba allí para invitar a un hombre que era catorce años mayor... todo era irrelevante en ese momento
Levantó la vista cuando oyó que se abría una puerta y Mateo encendiera las luces. La habitación era pequeña, ocupando la mayor parte del espacio una mesa con forma de herradura con sillas. Había una gran pizarra negra en la pared frente a la entrada que tenía todo tipo de garabatos de tiza frente a ella que no tenía sentido. Alice tragó saliva mientras entraba detrás de él, cerrando la puerta cuidadosamente mientras otro grupo de oficiales comenzaba a pasar.
- Bien... lo siento por esos tipos- dijo Mateo mientras se recostaba para sentarse en el borde de la mesa, cruzando los brazos sobre el pecho-Incluso los adultos pueden actuar de manera inmadura de vez en cuando. Entonces, ¿Qué era eso de lo que necesitabas hablar? No puede ser entrenamiento adicional. Por lo que escuché, Tsu te está entrenando hasta probar el último gramo de tu cordura.
- No... no, no es entrenamiento- Alice buscó a tientas, mirando a cualquier parte menos a él mientras hablaba- En realidad, quería... preguntarte si ...
Echó de menos la forma en que los ojos de Mateo se entrecerraron sospechosamente mientras la miraba de cerca.
- Estás inusualmente atorada hoy... ¿Es realmente tan difícil hablar conmigo ahora? Sé que no nos hemos visto mucho debido a estar tan ocupados, pero puedes hablar conmigo, ya sabes.
- Lo sé y me gusta mucho hablar contigo capitán- dijo rápidamente, inquieta mientras soltaba una risita seca.
- Bueno, eso es gracioso ya que parece que hoy no puedes pronunciar una oración completa. Te digo qué, ¿Por qué no vuelves más tarde esta noche y preguntas? Entiendo que esos payasos probablemente te hicieron sentir incómoda, así que...
- ¡No! Estoy bien, es solo... ¡Argh!
La ceja de Mateo se arqueó de nuevo cuando estampó su pie con frustración. Las manos de Alice se apretaron con molestia consigo misma.
¿Qué le pasaba a ella? Sí, este era su ex maestro y sí, era mucho mayor que ella. Pero, ¿Qué importaba eso realmente? Debería poder hacer esto sin ningún problema, ¿verdad? Después de todo, podría tener una misión en el futuro donde tendría que seducir a alguien para obtener información. ¿Qué clase de oficial era ella si ni siquiera podía sacarle algunos libros estúpidos a su maestro?
Suspirando obligó a sus manos a relajarse a los costados mientras tomaba tres respiraciones profundas y parejas, lentamente volvía a abrir los ojos. Ella podía hacer esto, no hay problema. Solo estaba invitándolo a cenar. Tal vez tendría suerte y no sería tan malo. Su determinación de hacer esto a pesar de lo que Carlota había dicho (así como de no trabajar a medianoche durante un año) fue lo que finalmente le dio el coraje de mirar a Mateo directamente a los ojos y decir:
- Mateo, me gustaría que cenaras conmigo en algún momento
El parpadeó, su único ojo visible claramente mostrando su sorpresa. Ella se negó a mirar hacia otro lado cuando él se movió un poco y se aclaró la garganta.
- ¿Te importaría aclarar eso un poco?
- ¿Huh? ¿Qué necesito aclarar? Te invito a cenar
- Sí, pero a mí me parece que me estás invitando a una cita
- ¡Eso es porque lo estoy haciendo!- resopló, disparando una mirada acalorada en su dirección- Cuando una chica te invita a cenar en algún momento, ¡eso generalmente significa que quiere ir a una cita!
- Por lo general, pero no siempre- intervino Mateo, su voz se deslizó en el tono que había usado para darle un sermón.
Hizo que sus mejillas se pusieran rosadas cuando la realidad de lo que estaba haciendo volvió a hundirse. Ese era su maestro. Tenía casi su edad cuando ella nació.
¡Estaba invitando a su maestro y capitán a una cita!
-¿Bien?- ella exigió, presionando una mano sobre su estómago para tratar de aliviar la sensación de turbación. Tenía que mantener la calma. El vomitar sobre él arruinaría cualquier posibilidad de que tenga éxito en esto.
Mateo tarareó pensativamente por lo bajo mientras dirigía su mirada hacia el techo, haciendo que se encogiera internamente ante la idea de que tenía que detenerse y pensar en decirle que sí. Finalmente, su ojo se arrugó en una exhibición familiar de diversión cuando dijo:
- Me parece bien, pero con tres condiciones
Alice gimió y dejó que su cabeza se inclinara hacia adelante. Más condiciones... se estaba poniendo muy enferma y cansada de esto.
- Bien, ¿Cuáles son?- se quejó.
- Bueno, lo primero se puede resolver ahora. Me gustaría que me invites a cenar otra vez... esta vez sin el honorífico
- ¿Qué? ¿Por qué?- gritó ella.
¿No se había dado cuenta de lo embarazoso que fue la primera vez? ¿Por qué la estaba haciendo hacer esto de nuevo?
La mirada en sus ojos era inflexible. Si ella no hacía esto, él no iba a aceptar.
- Porque Alice, una cita no es lo mismo que una cena. La cena es lo que un estudiante y un ex maestro tienen juntos. Una cita es entre amigos o iguales, que técnicamente lo hemos sido por más de dos años. Así que si tú estas segura de hacer esto, invítame a salir como un igual o no lo hagas en absoluto
Odiaba admitirlo pero vio su punto. Suspirando, miró fijamente su pecho y repitió:
- Mateo, ¿te gustaría cenar conmigo alguna vez?
- Eso es mucho mejor, y sí, lo haría. Ahora, para las dos últimas condiciones... “Alguna vez” es un poco vago, ¿no crees?
-Supongo- murmuró, todavía negándose a mirarlo.
¿Por qué estaba haciendo esto mucho más difícil de lo que tenía que ser? Realmente estaba enfermo si conseguía irritarla sabiendo como era si explotaba.
Mateo buscó en uno de los bolsillos de su chaleco y sacó un pequeño pergamino usado para enviar mensajes y un lápiz. Usando su mano como superficie para escribir, comenzó a garabatear rápidamente en el trozo de papel.
- Entonces, ¿Qué tal si edito la parte 'alguna vez' para mañana por la noche. Y, como mi condición final, me gustaría elegir el lugar. Nos vemos aquí a las siete en punto
Alice tomó el trozo de papel que le entregó y entrecerró los ojos al ver garabatos sobre ella.
- Ni siquiera puedo leer eso- se quejó, volteando el papel por si lo tenía al revés.
No podía verlo, pero podía decir que estaba frunciendo el ceño cuando le quitó el papel y lo volteó hacia el otro lado.
- Dice el número diecisiete, Asaihi Lane. Es perfectamente legible
- ¡No lo es! ¿En serio estás tratando de decirme que es 17?
- Es es un uno. Mira, tiene el pequeño gancho y...
Alice le quitó el papel y se lo metió en el bolsillo.
- Número diecisiete, Asaihi Lane a las siete, mañana por la noche. Lo tengo.
Lo siguiente que sucedió la dejó tan sorprendida que pensó con seguridad que había quedado congelada. En realidad, Mateo extendió un dedo por la curva de su mejilla antes de rodearla y gritarle por encima del hombro:
- Estoy deseando que llegue, Alice. ¡Hasta luego!
Parpadeando y tan entumecida que ni siquiera estaba segura de estar respirando, permaneció enraizada en el lugar mucho después de que Mateo saliera de la sala riéndose. Lentamente, ella extendió la mano y presionó su palma contra la mejilla que él acababa de tocar. Luego, corrió hacia el bote de basura cerca de la puerta para vaciar el contenido de su estómago. Oh Dios. ¡Esto no estuvo bien! ¿Cómo se suponía que iba a cenar con un hombre que hacía que su interior se volviera extraño?
- Maldita sea ... Tsu- se atragantó cuando otra ronda de vómito salió de su boca.