La lección del capitán

Alice gimió cuando sus ojos se abrieron. Lo primero que pudo ver claramente a través de la bruma del sueño fue el despertador junto a su cama. Los brillantes números verdes eléctricos decían las cinco y trece de la mañana. Su turno en la clínica había terminado a las dos. Maldita sea ... ella debería estar dormida. ¿Por qué no lo estaba? Recordaba perfectamente haberse quedado dormida. De lo contrario, ¿Por qué demonios estaría abriendo los ojos? Dejando escapar un resoplido irritado al darse cuenta de que estaba despierta al tener tan poco de estar en su cama, se colocó las mantas con más firmeza alrededor de la cabeza y volvió a cerrar los ojos. Había tenido un sueño agradable. Fuera lo que fuese, quería volver a tenerlo lo antes posible. Estaba a punto de volver al mundo de los sueños cuando sucedió de nuevo. Se despertó ... solo que esta vez, sabía por qué. Alguien... que pronto estaría muerto, estaba llamando a la puerta del apartamento. Ella gimió de nuevo y rezó en silencio para que quienquiera que estuviera molestando se fuera. Cuando repitieron los golpes, esta vez mucho más fuerte, supo que su oración caía en oídos sordos. - Maldita sea- murmuró mientras agitaba las mantas con rabia, balanceando las piernas y levantándose bruscamente. Ella arrebató su túnica rosa pálido de la silla a su tocador y pasó los brazos por las mangas mientras arrastraba los pies por el suelo de su pequeña habitación. Después de una semana consecutiva del turno de noche en la clínica, además de algunas de las sesiones de entrenamiento más brutalmente intensas que Tsu le había hecho pasar, lo único que quería era dormir. ¡Era su día libre, por el amor de Dios! - Está bien- gruñó al llamar a la puerta demasiado persistente, siseando dolorosamente cuando su visión borrosa del sueño la hizo tropezar con la mesa de café que Carlota había movido recientemente. Hablando de su rubia compañera de cuarto... si era ella al otro lado de la puerta alegando haber perdido sus llaves otra vez, iba a golpearla hasta convertirla en puré. Tanteando con las tres cerraduras separadas de la puerta (la madre de Carlota había insistido en que tuvieran la protección adicional), abrió la puerta de golpe y fijó su mirada inyectada de sangre en el idiota del otro lado. Reconoció a la niña como un nuevo integrante que se entrenaba como médico bajo las instrucciones de Shizu. La sonrisa alegre de la chica se desvaneció instantáneamente cuando ella arqueó una ceja y exigió bruscamente una respuesta - ¿Qué? Tragando nerviosamente, extendió un pedazo de papel en su mano temblorosa. Soltó un pequeño chillido cuando Alice prácticamente lo arrancó de sus dedos. Al desplegarlo, tuvo que leerlo dos veces antes de procesar lo que decía la misiva. Ven inmediatamente a mi oficina. Hay una misión que quiero que hagas personalmente. Considera esto el p**o por esconder mi sake ... ¡Trae tu trasero ahora mismo o de lo contrario vas a arrepentirte! Tsu Arrugó la nota y la arrojó por el pasillo, haciendo que la subordinada gritara y cayera al suelo para cubrirse. Sin molestarse en calmar los nervios de la pobre niña, volvió a su habitación y comenzó a vestirse para otro día más en la oficina. Se puso un sostén y bragas nuevos, abrió y cerró tres cajones en busca de una camisa limpia y pantalones cortos antes de sacar sus sandalias de debajo de la cama donde las había pateado la noche anterior. Venganza por esconder el sake...  ¡Ni siquiera fue ella quien lo hizo esta vez! Recogió su equipo médico y estaba a punto de irse cuando Carlota salió bostezando de su habitación, parpadeando confundida cuando vio a su compañera de habitación completamente vestida (y muy enojada). - Hey... pensé que tenías el día libre- la chica rubia murmuró. - Lo tenia... hasta que Tsu notó que el sake de la semana pasada desapareció. - Oh ... ¿No estaba haciendo eso Shizu? - Lo Hizo, ¡y ahora yo soy la que esta pagando! Encogiéndose de hombros, se dejó caer aturdida en su sofá y dijo: - Eso apesta, especialmente porque ella está en una misión en este momento y no puede confirmar eso - Gracias... Ahora no estoy teniendo un buen día- respondió Alice antes de cerrar la puerta. Carlota bostezó de nuevo y se estiró en el sofá, tirando de la manta que la madre de Alice había hecho. Normalmente, ella habría estado peleando con Alice por su actitud pero simpatizaba con su amiga, además comprendía que no era una persona mañanera. Vivir con su amiga de la infancia durante un poco más de un año le había enseñado eso. Acurrucándose contra los cojines del sofá, hizo una nota silenciosa para tener comida lista para cuando ella volviera. XXX Alice se tomó unos segundos fuera de la puerta corredera de la oficina de su jefa para recuperarse. Sí, ella estaba enojada, exhausta y sin embargo, Tsu tenía un temperamento que la hacía parecer una gatita enojada. Si las dos perdían el control al mismo tiempo... Bueno, su villa se vería reducida a escombros y ninguna de las dos estaría hablando sobre eso Saltando sobre sus piernas y girando su cuello para soltarlo, respiró hondo y lo soltó lentamente antes de golpear el marco de madera. Ella estaba tranquila, era una profesional. Pero todavía estaba enojada. Maldición. - ¡Ya era hora de que tocaras, Alice! Entra ya- llamó Tsu con impaciencia. Apretando los dientes entró en la oficina y se acercó al escritorio constantemente abarrotado de su jefa. Tsu estaba sentada detrás de él como de costumbre, pero en lugar de estar envuelta en un documento u otro, estaba mirando a su aprendiz con los ojos entrecerrados y especulativos. -¿Me llamaste, Tsu? ¿Aunque sabes que acabo de terminar una semana consecutiva trabajando a medianoche después de entrenar todo el día contigo? Por supuesto, esa última parte se mantuvo dentro de su ser. Apenas. - Sí, lo hice- dijo recostándose en su silla y tocando sus labios pensativamente- ¿Cuántos años tienes ahora, Alice? - Umm... 18. Recuerda que acabamos de celebrar mi cumpleaños el mes pasado ¿Cómo podría olvidarlo? ¡Le había dado el kit medico que ahora llevaba! - Hmmm... eso ser bastante joven- murmuró la mujer mayor antes de agitar su mano despectivamente- Aún así, no creo que va a ser un problema. Tu cara es lo suficientemente bonita, incluso si estas faltando en el área del desarrollo físico. Alice se erizó ante sus palabras, sus dedos se cerraron en puños apretados y temblorosos. - Mira, maestra, si me llamaste aquí para recordarme que no estoy tan bien dotada como tú, Carlota o incluso Shizu entonces voy a... - Espera, niña. No fue un insulto, solo una observación- interrumpió bruscamente- Lo que te falta en las curvas te compensa más que en inteligencia y pensamiento inteligente. Esos dos factores por sí solos son más que lo suficientemente atractivos. Además tienes un buen y apretado trasero, que es más de lo que Carlota puede alardear. Y si ese comentario sale de esta sala, personalmente me aseguraré de que tu vida sea un infierno del que no habrá escapatoria. ¿Entendido? -Sí, Tsu- No pudo evitar sonreír a pesar del hecho de que sabía que su mentora se tomaba muy en serio su amenaza y que también era muy capaz de cumplirla.  ¡Fue agradable escuchar que algo de su cuerpo era más atractivo que lo que tenía Carlota!