Alice sacudió la cabeza y mantuvo sus murmullos lo suficientemente bajos como para que él no los escuchara. El lugar parecía más un almacén fuera de lugar que un restaurante. Ella entró cuando él abrió la puerta y le indicó que procediera con él, notando la mirada traviesa en sus ojos. Ella realmente odiaba las sorpresas, especialmente las de él. Temiendo lo peor, entró vacilante en el restaurante.
Parpadeó y se detuvo por completo justo dentro de la puerta, su mandíbula se abrió de golpe. Esto definitivamente no era un almacén o un club de striptease. Esto era...
- Agradable, ¿eh?- preguntó detrás de ella, una mano presionando contra su espalda baja para llevarla más adentro del área del salón. Alice estaba demasiado sorprendida por la decoración como para prestarle atención al hecho de que él estaba mucho más cerca de lo que ella normalmente se habría sentido cómoda.
- ¿Agradable? ¿Estás loco? ¡Esto es increíble! No sabía que Hidko tuviera un lugar como este- dijo, sus ojos parpadeando alrededor de la pequeña habitación con entusiasmo.
Todo en el área gritaba lujo, desde la alfombra negra intrincadamente tejida con crisantemos rojos y blancos brillantes hasta los cristales de vidrio que colgaban hábilmente en espiral de las luces. No fue hasta que estuvo de pie debajo de una de las luces que se dio cuenta de que cada pieza de vidrio tenía la forma de pétalos de flores que caían. Gruesas cortinas negras estaban cubiertas por la pared del fondo, ocultando completamente el comedor más allá. Se colocaron jarrones transparentes a lo largo de los estantes en la pared y en la mesa baja, todos con velas encendidas y pétalos de rosa flotando en el agua.
Una mujer vestida con un kimono blanco formal y un obi rojo salió de detrás de la cortina, sonriendo mientras caminaba detrás del mostrador de recepción. Un sonido de asombro dejó a Alice cuando se dio cuenta de su escritorio intrincadamente tallado. Se inclinó para examinar los crisantemos y dragones delicadamente formados que se arrastraban por toda la superficie y hacia los lados. Quien lo había tallado había hecho algo muy inteligente con la mancha para enfatizar la textura de las flores contra las escamas más duras de los dragones. ¡Asombroso!
- Hola y bienvenidos a Kuroppoi- dijo la mujer suavemente- ¿Dos de ustedes esta noche?
- Sí, gracias- respondió Mateo, sonriendo mientras observaba el fascinante estudio de Alice sobre el mostrador de recepción.
Si hubiera sabido que su falda había subido varias pulgadas detrás de ella, revelando una buena cantidad de muslo, probablemente habría reconsiderado su postura. Tal como estaba se veía apetecible... pero no estaba dispuesto a decirle eso. Su punto de vista era mucho mejor que el de ella.
- ¿Y qué experiencia te gustaría esta noche? ¿El grupo o la cena privada?
- Grupo, por favor. Es su primera vez
Alice le sacó la lengua mientras se enderezaba, ganándose una risita en respuesta. Si bien no se dijo abiertamente, no tenía dudas de que el doble sentido se notaba en su elección de palabras.
La anfitriona no se dio cuenta o lo hizo pasar como una pareja coqueteando. En cambio, les indicó que la siguieran a través de la cortina.
- Por favor. Tengo solo esta mesa para compartir. Son afortunados esta noche de tener otro recién llegado también.
Mientras la seguían a la otra habitación, Alice tiró de la manga de Mateo y susurró:
- ¿Qué quiere decir con eso?
- Quiere decir que estaremos en una mesa con otra persona nueva- respondió con la misma tranquilidad, acariciando su mano como para consolarla.
- ¿Estamos comiendo con extraños?- siseó ella de nuevo, sintiéndose de repente mucho menos caritativa hacia él otra vez. Sus dedos se apretaron aún más contra su camisa, justo antes de pellizcarle el brazo. ¿En qué demonios se había metido con esto?
Mateo sonrió y liberó sus dedos de su manga.
- Confía en mí, ni siquiera los notarás. Y prometo que nunca tendrás una experiencia como esta en ningún otro lugar
Los ojos de Alice permanecieron estrechos y sospechosos mientras seguía al anfitrión por un pasillo oscuro que estaba bordeado de entradas con cortinas negras a ambos lados y encendía velas.
- Realmente podrían usar algunas luces aquí- comentó distraídamente. Por qué lo encontró tan divertido, ella no tenía idea, pero allí se estaba riendo por lo bajo.
La anfitriona se detuvo hacia el centro del pasillo y corrió la cortina hacia la habitación, su sonrisa de bienvenida nunca vacilaba cuando les permitía entrar. Alice se quedó boquiabierta cuando una vez más se sorprendió por lo hermoso que era dentro el restaurante. Toda la habitación estaba hecha en n***o, con solo algunos acentos blancos y rojos para evitar que fuera completamente monocromática. El piso estaba hecho de azulejos negros pulidos que eran completamente lisos.
Las cuatro grandes mesas rectangulares de la habitación estaban cubiertas de lino blanco y tenían los arreglos florales más bellos que había visto fuera de la tienda de Yanaka. Las rosas de color rojo intenso, las flores de cerezo de color más claro, los crisantemos de tonos dorados y el follaje de color verde oscuro en recipientes rectangulares negros eran simplemente... perfectos. Todas las mesas estaban llenas, excepto la que estaba hacia la esquina trasera donde la anfitriona los llevaba. Los cojines para que los clientes se sentaran tenían que estar hechos de seda. No fue hasta que llegaron a su mesa que notó el fino bordado en los cojines de seda negra. Cualquiera que sea este lugar, tenía que ser costoso.
Había un hombre y una mujer mayores sentados en la mesa frente a ellos. El hombre se parecía mucho a que prefería sacar astillas de debajo de las uñas mientras la mujer sorbía su vino con una expresión muy engreída en su rostro. Alice se sentó en uno de los cojines del piso, mirando rápidamente a Mateo mientras él se sentaba a su lado. Ella sonrió nerviosamente a la pareja frente a ellos. La mujer solo arqueó una ceja mientras el hombre gruñó. Bien, sus compañeros de mesa no estaban interesados en hacer amigos.
Una camarera que llevaba un kimono tan n***o como el resto de la habitación se acercó a servirles un poco de té. Aparentemente, el n***o era el tema de color del lugar. Normalmente, se habría quejado de que era demasiado mórbido, pero los acentos y las decoraciones fueron lo que lo hizo de buen gusto. Alice olisqueó la pequeña taza de porcelana con curiosidad mientras la mezcla de aromas florales flotaba en el aire.
- ¿Qué hay en esto?- le preguntó a la camarera.
- Esa es nuestra receta secreta. Es muy bueno, te lo puedo asegurar y es mejor si lo bebes antes de que sirvamos la cena para despejar el paladar.
- ¿Quieres decir que no tenemos menús?
La mujer al otro lado de la mesa resopló y murmuró algo a su compañero. Alice los fulminó con la mirada, su mano se cerró en un puño debajo de la mesa, no estaba acostumbrada a una cena pre-seleccionada ¿Y qué? Eso no les dio el derecho de ser groseros con ella.
La camarera sacudió la cabeza y dijo:
- Tenemos un menú fijo en Kuroppoi, señorita. Sin embargo, si hay ciertas necesidades dietéticas que tenga, podemos crear algo en torno a ellas.
- No... no, está bien. Aunque gracias
Con una reverencia, la camarera se mudó a otra mesa para servir té a los comensales recién llegados. Suspirando, tomó su té y lo olió de nuevo. La manzanilla seguramente estaba allí ... posiblemente un poco de miel. Había algo más allí que no podía ubicar, pero olía realmente bien. Dirigiéndose a su compañero por la noche, le preguntó:
- Oye, Mateo ¿Sabes qué hay en el té?
El miró pensativamente su vaso vacío y dijo:
-Mmm no. Pero es realmente bueno. ¿Te preocupa que esté con alguna droga?- Lo último fue dicho como una broma, pero pasó por completo sobre su cabeza. Lo que le llamó la atención fue la parte vacía de porcelana que acababa de devolver a la mesa.
- ¿Cuándo... cómo... tomaste el té?- tartamudeó, señalando desde la taza hacia él y de regreso un par de veces.
Sus ojos se arrugaron y se encogió de hombros.
- Con mi boca, por supuesto. Realmente deberías hacer lo mismo antes de que se enfríe. No es lo mismo si no esta caliente
Alice sacudió la cabeza, todavía confundida sobre cuándo exactamente se había quitado la máscara para beber. Fue entonces cuando otra realización surgió en su mente. ¡Iba a verlo sin su máscara! ¡Este fue un evento que todo oficial esperaba al ver al hombre enmascarado! ¡Y ella lo iba a ver! Riéndose para sí misma, se llevó la copa a los labios.
- ¿Qué es tan gracioso?- Preguntó Mateo, haciendo que se detuviera antes de beber.
- Oh, nada. Me di cuenta de que esta será la primera vez que te vea sin máscara- respondió con una sonrisa antes de tomar un trago de su taza. Sus ojos se abrieron antes de cerrarse a la deriva casi soñadoramente. Realmente estaba bueno, algo cálido como la canela, pero ligero y dulce como un té de hierbas.
- ¿Y eso te divierte?- continuó, riéndose mientras la veía saborear el té.
- Un poco. Quiero decir, los chicos y yo siempre hemos tratado de quitártela. Creo que es realmente divertido, eso es todo-
Ella se congeló cuando Mateo se inclinó más cerca de ella, sus labios enmascarados tan cerca de su oreja que podía sentir el roce de algodón mientras susurraba:
- ¿Es por eso que querías una cita, Alice? ¿Por que podrías meterte debajo de mi máscara?
Alice casi escupe su té sobre la mesa ante el significado oculto. Él continuó riendo suavemente mientras ella se ahogaba y tosía, mirándolo por el rabillo del ojo.
- Tú ... pervertido- dijo con voz áspera- Y no, no es por eso que te invité a salir. Si realmente piensas eso, ¿por qué dijiste que sí?
Todo lo que Mateo estaba a punto de decir se perdió cuando sonó un gong y las camareras entraron llevando platos de comida. Alice frunció el ceño cuando notó que todos tenían bandas de aspecto extraño cubriendo sus ojos ahora. Las bandas tenían hendiduras delgadas que pulsaban con magia, pero lo que hacían ella ni siquiera podía comenzar a adivinar.
- Prepara tus palillos, Alice. ¿Tuviste tiempo de memorizar tu lugar?
-¿Eh? ¿Por qué tendría que hacer eso?- preguntó mientras levantaba sus palillos y colocaba su servilleta en su regazo.
Si hubiera podido ver su sonrisa, sabía que habría sido más que traviesa.
- Porque esta noche... estás cenando en la oscuridad.
- ¿Qué?- chilló justo cuando las luces se apagaron por completo.
Inmediatamente fue arrojada a la ceguera, sus ojos tratando de adaptarse rápidamente a su nuevo entorno. Podía escuchar a Mateo riéndose a su lado, el hombre frente a ella gruñía irritado mientras su esposa le murmuraba algo. En otros lugares, la gente se reía suavemente, como si temiera perturbar las sombras que ahora llenaban la habitación. Los palillos chocaron contra la porcelana, las corrientes de aire cambiaron mientras las camareras se movían por la habitación para ver a los invitados y comenzar el servicio.
- Estás muy callada, Alice- bromeó Mateo, su voz sonaba extrañamente apagada.
Ahora sabía por qué había elegido este lugar. En realidad, podría quitarse la máscara para comer sin que ella tuviera la oportunidad de verlo. ¡Bastardo astuto!
- Lo siento- murmuró mientras trataba de averiguar dónde estaba la comida en su plato- Nunca antes había tenido que comer así. Es tan extraño.
- Bueno, la teoría es que la mayoría de las personas come con los ojos y no con la boca. Es decir, si la comida es visualmente atractiva, automáticamente sabrá bien. Al quitarte el sentido de la vista, debes confiar en tus otros sentidos para experimentar la comida. Tu sentido del olfato se vuelve más agudo, haciendo que tu sentido del gusto se vuelva más alerta. Tu sentido del oído está más en sintonía con lo que sucede a tu alrededor, lo que hace que tu sentido del tacto se agudice. Te prometí que sería único, ¿no?