Tenía amor propio, pero su cualidad mayor era la lealtad hacia quien llegara a apreciar, y si en ese momento estaba en el consultorio de un desconocido oftalmólogo, era para no quedar ciega, pues, de ser tan grave la situación, como diagnosticaba Thompson, entonces ir a Chernobyl y encontrar a su hermana sería una misión claramente imposible. —Bien… estoy aquí porque me lo aconsejó el doctor Thompson el día de ayer —Isabell intentaba ser lo más breve posible—. Él asegura que usted puede ayudarme. —Claro —respondió Georg Milán en medio de un asentimiento—, de hecho, ayer estuvimos hablando acerca de su caso —Isabell arrugó el entrecejo ligeramente al escuchar aquello—. Tiene usted un problema ocular debido a fuertes emociones, pero descuide, con los fármacos adecuados podrá ver una efect