Las leyendas. 4

4489 Words
Elowen se acurrucó sobre la manta que su abuela le había colocado en el suelo y a pesar de la dureza del piso, el lugar se sentía extrañamente acogedor, el cuarto de Abigail, con sus muebles antiguos y su aroma a lavanda, irradiaba una calidez reconfortante que la hacía sentirse segura, como si las historias que le había contado su abuela no pudieran alcanzarla allí. El cansancio se apoderó de ella rápidamente y no tardó en quedar profundamente dormida, a su alrededor, el silencio era absoluto, roto solo por el suave crepitar de la leña que ardía en la chimenea, aunque fuera la noche estaba en pleno apogeo y las sombras danzaban entre los árboles del bosque, en ese cuarto todo parecía tranquilo. Elowen, sumida en sus sueños, sentía que por primera vez en mucho tiempo, el miedo no tenía lugar, allí, en el refugio de su abuela, nada malo podía alcanzarla, Elowen durmió profundamente durante toda la noche, el calor del cuarto de su abuela envolviéndola como una manta invisible, a medida que el amanecer asomaba entre las cortinas, los primeros rayos de luz entraron en la habitación, disipando cualquier rastro de las sombras nocturnas, fue el suave toque de su madre lo que la despertó, con delicadeza, Helen acarició su hombro, inclinándose sobre ella mientras la llamaba en voz baja. — Elowen, cariño, es hora de levantarse... — dijo la mujer con suavidad — El desayuno está listo. — la vio removerse entre las sábanas. Elowen parpadeó lentamente, desperezándose mientras el sueño todavía intentaba retenerla, el calor de la chimenea ya se había desvanecido, pero la luz del día llenaba la habitación de una energía renovadora, miró a su madre, quien le sonreía con cariño y se levantó de la manta con un bostezo largo. — Buenos días. — murmuró Elowen, sintiéndose extrañamente bien descansada, como si el peso de la noche anterior se hubiera disipado por completo. Helen asintió, ayudándola a ponerse de pie. " — Vamos a la cocina... — asintió ayudándola a ponerse en pie — La abuela ya está preparando el desayuno. — le dio un beso en la frente de forma maternal. Elowen se frotó los ojos suavemente, intentando sacudirse la pereza que aún le quedaba tras una noche de sueño tan profundo, se estiró un poco, sintiendo cómo su cuerpo despertaba por completo y luego salió del cuarto de su abuela, siguiendo el delicioso aroma que ya comenzaba a llenar el aire. El pasillo estaba iluminado por la luz suave de la mañana y conforme avanzaba hacia la cocina, los sonidos familiares de las tazas tintineando y el crujir de algo cocinándose en la sartén la envolvieron con una sensación de paz, al llegar, encontró a Abigail de pie junto a la estufa, revolviendo algo con una espátula, mientras Helen ya estaba sentada en la mesa, sirviendo café. — Buenos días, dormilona... — dijo Abigail con una sonrisa, sin apartar la vista de la sartén — Espero que tengas hambre. — con esas palabras, Elowen sonrió. — Sí, mucho. — respondió, sentándose a la isla mientras el cálido olor de pan recién horneado, huevos y el café recién hecho llenaba la habitación. Abigail se giró hacia ella con una expresión calmada, porque necesitaba contarle sobre algo que había hecho mucho antes de que su nieta despertara. — He llamado a Ethan para que venga a revisar la caja de fusibles y arregle la luz... — dijo mientras servía el desayuno — No quiero que pasemos otra noche sin electricidad, él llegará en un rato y seré yo quien lo reciba. — vio a su nieta asentir. Elowen recordó la inquietante sensación de la noche anterior cuando la luz había fallado, aunque las lámparas de los celulares y la chimenea habían aportado algo de calidez, tener la electricidad de vuelta sería un alivio. — Está bien, abuela. — dijo Elowen, tomando una taza de café caliente y sintiendo que el día ya comenzaba a mejorar con esa noticia. — Seré yo quien lo reciba, pero serás tú quien se quede con él mientras arregla las cosas, nosotros debemos ir al restaurante. — termino de decir provocando que su nieta se quedará observándola fijamente. — ¿Eso es buena idea? — preguntó Helen con mucha duda y desconfianza. — Ethan es un hombre de confianza, lo resolverá en poco tiempo y no se va a meter con Elowen de forma inapropiada. — Abigail sonrió con confianza. — Yo me quedo con él revisando que haga el trabajo, no hay problema... — Elowen asintió — Si intenta algo mi gancho derecho lo va a poner quieto. — le guiño un ojo a su madre. — Ya vio que Elowen no es una damisela en peligro y que sabe defenderse, dudo mucho que vaya a atreverse a hacerle algo. — Ryan se rio mientras veía con algo de picardía a su hermana. Elowen se disculpó rápidamente cuando se levantó de la mesa sin tocar el desayuno, explicando que tenía que revisar unos correos importantes en su laptop, mientras su madre y su abuela terminaban de comer, Elowen se perdió en la pantalla, respondiendo mensajes y revisando asuntos pendientes de su antiguo trabajo. El sonido de platos tintineando mientras Helen y Abigail recogían la mesa llenaba el aire, cuando de repente se escuchó el sonido de un claxon proveniente del exterior, el ruido fue inesperado, rompiendo la tranquilidad matutina, Abigail se enderezó de inmediato y sin perder tiempo, caminó hacia la puerta principal. — Debe ser Ethan. — murmuró mientras se dirigía a recibirlo. Ethan estaba bajando de su camioneta cuando vio a Abigail salir de la casa para recibirlo, sonrió ampliamente, con esa calma característica que siempre lo acompañaba y movió su mano mientras daba unos pasos al frente abriendo la pequeña reja. — Buenos días, Abigail... — saludó con voz amistosa mientras se quitaba la gorra para saludar — — Parece que la luz les ha dado algunos problemas a varias personas en el pueblo, no eres la primera llamada de esta mañana. — le tenía la confianza suficiente para hacer ese comentario. — Buenos días, me imagino que eso debió pasar, la caja de fusibles ha estado fallando desde anoche... — Abigail le devolvió la sonrisa — Gracias por venir tan rápido, Ethan. — movió la cabeza invitándolo a entrar. — No hay de qué... — respondió él — Vamos a ver qué está pasando, no quiero que se queden otra noche sin luz y tengo que ir a otras casas. — iba a revisar primero y después vería que herramientas usaría. Mientras Abigail y Ethan caminaban hacia donde estaba la caja de fusibles en la parte lateral de la casa, Elowen, que había estado ocupada revisando sus correos, no pudo resistir su curiosidad, se levantó de su silla y después de una mirada rápida por la ventana, decidió salir también. Con paso tranquilo, Elowen cruzó el umbral de la puerta, vio a su abuela y a Ethan conversando mientras se dirigían a revisar el problema eléctrico, Elowen sentía una mezcla de curiosidad y emoción al volver a ver a Ethan, era amable, atento y en cierto modo, representaba esa seguridad que tanto valoraba. — Hola, Elowen. — él levantó la mirada, una sonrisa se dibujó en sus labios. — Hola, buenos días. — saludó amablemente devolviéndole la sonrisa dulce. — Hija ¿Lo llevas a donde está la caja? Tengo que ponerme los zapatos para el trabajo, se me hará tarde. — vio su reloj de muñeca. — Está bien. — bajo las gradas tranquilamente por fuera, pero iba un poco nerviosa por dentro. Ethan había estado algo emocionado desde el momento en que recibió la llamada de Abigail aquella mañana, sabía que tendría la oportunidad de volver a ver a Elowen y aunque trataba de mantenerlo en secreto, no podía evitar la chispa de entusiasmo que sentía cuando estaba cerca de ella. Al verla salir de la casa, con esa sonrisa amable y curiosa en su rostro, su emoción aumentó un poco más, aunque había venido a arreglar un problema técnico, la posibilidad de compartir un momento con Elowen le alegraba el día lleno de trabajo que tenía. — Me alegra verte de nuevo, Elowen. — dijo Ethan, intentando mantener su tono casual. — A mí también me alegra que estés aquí... — camino a su lado — Pasar una noche sin luz en un lugar tan alejado es algo espeluznante. — se contuvo la risa al ver un deje de decepción en los bonitos ojos azules de Ethan. Llegaron frente a la caja de los fusibles y dejando de lado la forma tan cruel en que Elowen le rompió el corazón, Ethan rio internamente pensando que eso le pasaba por ser un iluso y andar pensando en que una mujer tan linda como ella iba a fijarse en reparador de todo el pueblo, no menospreciaba sus habilidades, pero internamente sentía que ella estaba muy lejos de su alcance. — ¡Vaya! — exclamó Ethan apenas abrió la caja de los fusibles — Parece que tienen un problema de ratas en tu casa. — cuidadosamente tocó los cables. — ¿Ratas? — Elowen se acercó más para ver. — Si, estos cables fueron roídos por alguna rata y está bastante grande, pero no es nada que no se pueda solucionar. — sonrió con mucha confianza en sí mismo. — Le diré a la abuela que compre trampas para ratas. — se arregló el suéter retrocediendo para no estorbar. — Yo también me encargo de exterminar ratas, cobro barato. — sonrió mientras le guiñaba un ojo de forma coqueta. — Entonces podrías hacer el trabajo. — se rio por aquel gesto. Mientras Elowen acompañaba a Ethan que revisaba la caja de fusibles, Helen, Ryan y su abuela, se dieron cuenta de que se les hacía tarde para llegar al restaurante donde trabajaban, había muchos trabajadores que eran muy puntuales a desayunar y no podían hacerlos esperar mucho tiempo. — Elowen, nos tenemos que ir ya... — dijo Helen apresuradamente mientras acomodaba su bolso — Vamos tarde al trabajo, pero tú puedes quedarte a hacerte cargo. — vio a Ethan. — Nos vemos más tarde... — asintió — No te preocupes, yo me encargo de calificar su trabajo. — le dio un beso en la mejilla. — Ya sabes dónde está el dinero para que le pagues, te adoro y nos vemos después. — corrió por el jardín al ver a su hija ya sacando su auto rosa. Elowen hizo un gesto rápido de despedida mientras veía a su madre y abuela irse en el auto, le saco la lengua a su hermano cuando esté movió las cejas con cierta picardía sabiendo que ellos se iban a quedar solos, ahora, con ellas de camino al restaurante, Elowen y Ethan se quedaron solos en la tranquilidad de la mañana. Elowen vio como Ethan iba por lo necesario para arreglar aquel problema a su camioneta y ella se quedó observando los cables qué estaban cortados, se veían claramente mordidos y le dio mucho coraje porque la maldita rata les cortó la luz, pero la maldita no se murió electrocutada; Ethan volvió con su gran caja de herramientas y una sonrisa en los labios mientras la veía fijamente, dejó la caja en el suelo y se puso en cuclillas para buscar lo que ocuparía, estaban solos, sumidos en un momento agradable donde el sol calentaba todo el bosque y los pájaros estaban cantando entre los árboles, era un día muy opuesto al anterior que fue algo sombrío y la noche aterradora que paso. — Hace un lindo día hoy. — Ethan la sacó de sus pensamientos. — Si, el sol está muy brillante hoy. — dio un paso hacia un lado y un rayo de sol dio directo en su rostro. — El calor es bueno. — susurro con algo de diversión porque él estaba acostumbrado a esos días. Ethan volteo a verla en ese preciso momento donde el sol tocó directamente el rostro de ella y se quedó boquiabierto al ver la forma en que el rostro de Elowen brillaba con aquel rayo de sol, sus ojos verdes tenían una intensidad tan impresionante como la del mismo bosque que estaba detrás de ellos, sus pestañas largas y oscuras, sus labios, su nariz, todo su rostro brillaba como un diamante hermoso, llamativo, un diamante que le dieron ganas de acariciar. — ¿Tengo algo en el rostro? — preguntó Elowen tocándose la mejilla. — No... — salió de su encanto — Es solo que no todas las mañanas tengo la oportunidad de ver tanta belleza en un mismo instante y eso me ha dejado un poco embobado... — sonrió al ver como las mejillas de Elowen se tronaban rojas — Que linda manzana. — se atrevió a acariciar la mejilla derecha de ella con el dorso de sus dedos. — Eres un coqueto, bien dijo mi abuela. — desvió la mirada intentando esconder el sonrojo y Ethan soltó una carcajada. — Si, me conocen como un coqueto, pero soy un hombre muy fiel y mi madre dice que soy un buen partido. — en ese momento fue Elowen quien se rio. Aquella conversación era un claro coqueteo entre ambos, sus miradas y sus sonrisas los dejaban en evidencia, Elowen tuvo que ir al porche corriendo tras escuchar el tono de llamada de su celular y dejó a Ethan solo, el hombre no pudo evitar dar unos pasos hacia atrás para poder ver hacia donde Elowen había corrido y es que verla un poco desalineada, con el cabello atado en un moño flojo, con pantalones cortos de algodón, una camiseta y el suéter ancho cubriéndola la hacían verse linda, la belleza a veces estaba en las imperfecciones y vaya que ese dicho le aplicaba muy bien a Elowen; se dio una cachetada, literalmente, volvió hacia la caja de los fusibles para comenzar a trabajar y devolverle la luz a la casa Winters. Quien llamaba era Helen, quería saber cómo iban las reparaciones y si las cosas con Ethan iban marchando bien, como madre, desconfiaba mucho dejando a su hija sola en casa con un hombre en el que no confiaba mucho solo por ser hijo de la mujer que su momento la atormentó en secundaria, por suerte Elowen estaba muy bien y se escuchaba muy tranquila, así que Helen se relajó mucho y le pidió que le llamara cuando Ethan terminara; la llamada fue terminada y Elowen camino de nuevo hacia donde él estaba muy concentrado haciendo su trabajo, era un hombre muy impresionante porque sabía arreglar de todo y lo hacía con una gran seguridad, eso la llevó a preguntarse si él sabría algo sobre las leyendas del pueblo y es que quería confirmar las palabras que su abuela le dijo durante la noche. — Ethan... — lo llamó suavemente — ¿Conoces algunas leyendas del pueblo? — fue clara con su pregunta. — Claro, nací en este pueblo y conozco todas las leyendas que se cuentan en este lugar... — respondió sin apartar la mirada de la caja de fusibles — Dicen que hay Wendigos, los imitadores, elementales del bosque, hadas, duendes, brujas y hasta cuentan de hombres que pueden transformarse en bestias salvajes. — dijo antes de apartar las manos para verla. — ¿Que es el imitador? — ladeo la cabeza con curiosidad como si no supiera nada. — La leyenda del imitador de voces es una de las más antiguas y temidas en Ravenwood, transmitida en susurros alrededor de las fogatas y en las frías noches de invierno, cuando el viento del bosque trae consigo historias de desaparecidos... — dijo Ethan volviendo su atención al trabajo — Se dice que el imitador es una criatura antigua, una entidad sin rostro ni forma definida que habita en lo más profundo del bosque... — cambio de herramienta — A lo largo de los siglos, ha aprendido a moverse entre las sombras, ocultándose en los rincones más oscuros, donde la luz apenas alcanza, su poder más aterrador es su habilidad para imitar a la perfección las voces de aquellos que conoces y amas... — la vio por unos segundos — Nadie sabe cómo lo hace, pero se cree que se alimenta de los recuerdos y pensamientos de sus víctimas, escuchando atentamente las conversaciones humanas hasta ser capaz de reproducir cada tono y susurro con inquietante precisión. — termino de contar lo que sabía. — ¿Has conocido a alguien que lo haya escuchado directamente? — era casi lo mismo que su abuela le había contado. — No... — negó con la cabeza mientras pensaba — Pero si quieres vivir la experiencia de una leyenda como esa puedo venir esta noche y susurrar tu nombre bajo tu ventana. — Ethan bromeó dándose cuenta de que en los ojos de Elowen había miedo. — Estoy segura que mi madre te echaría agua hirviendo. — dejó escapar una risita divertida imaginando la escena a lo que él también se rio. — Son leyendas que se vienen contando de generación en generación solo para mantener a los niños asustados, nada de eso es real, pero son divertidas porque forman parte de lo que es Ravenwood... — termino de reparar los cables y comenzó a subir los fusibles, la casa se comenzó a iluminar en algunas partes — ¡Y se hizo la luz! — exclamó orgulloso de su labor. — ¡Eres de verdad increíble! — no pudo evitar emocionarse — Vamos adentro y busco el dinero para pagarte. — señaló con sus manos tras ella. — Está bien, solo déjame ir a guardar la caja de herramientas y buscar las trampas para las ratas. — la vio asentir al tiempo que se mordía el labio inferior. Elowen se dio la vuelta y apuro el paso para volver a la casa, abrió la puerta, antes de entrar se dio la vuelta y vio a Ethan caminar hacia donde estaba su camioneta para guardar la gran caja, rebusco otra más pequeña y la bajó aparentemente sin mucho esfuerzo, entró rápidamente después de verlo para ir directo a la cocina para rebuscar la caja azul que le dijo su abuela donde estaba el dinero para ese tipo de emergencias, muy confiada, la dejó sobre la isla de la cocina para abrirla y pudo ver el movimiento de Ethan entrando a la cocina. — ¿Cuánto seria por los dos trabajos? — preguntó levantando la mirada, pero frente a ella no había nadie. — Elowen... — Ethan la llamó desde la puerta de entrada — Permiso. — recién iba entrando. — Estoy en la cocina... — se frotó los ojos pensando que todavía tenía sueño — ¿Cuánto va a ser por los dos trabajos? — volvió a preguntar viéndolo caminar con cautela. — Setenta dólares por todo. — sonrió bajando la mirada a la caja. — Toma... — le extendió los billetes — Gracias por venir tan temprano a hacer este trabajo... — cerró la caja y la devolvió a la gaveta — ¿Quieres comer algo? Tengo café, huevos revueltos, salchichas y pan recién horneado. — su abuela había dejado más comida de lo habitual. — Muchas gracias, pero no quisiera abusar de tu amabilidad, ese desayuno es tuyo. — la vio sonreír con dulzura. — No es ningún abuso, hay suficiente comida para los dos y has venido tan temprano que imagino no has desayunado... — se dio la vuelta para buscar los platos — Desayuna conmigo y después puedes terminar el trabajo. — le guiño un ojo. — Eres muy dulce Elowen... — Ethan no pudo rechazarla por segunda vez y se tomó la libertad de sentarse en uno de los taburetes — ¿Sabes? El viernes han organizado un evento en el parque del pueblo, es una noche de leyendas, lo hacen unos días antes de que los niños comiencen la escuela y venden muchas cosas deliciosas. — dijo mientras la veía terminar de servir los dos platos. — Sería interesante ir, aunque a mi madre parece que no le gustan mucho las leyendas. — acomodo el plato frente a Ethan. — ¿No te gustaría acompañarme? — preguntó suavemente y con algo de timidez en su voz — No tienes que darme una respuesta ahora mismo, pero si me encantaría que fueras mi acompañante esa noche. — vio como la sonrisa de Elowen se extendía un poco más. — ¿A qué horas nos vemos y dónde? — después del café se sentó. — Puedo venir a recogerte a las seis y te traeré a casa en el momento que me lo pidas. — la emoción lo embargó. — ¿A qué horas termina? — pregunto Elowen sonriendo mientras llevaba el primer bocado a su boca. — Cerca de las dos de la madrugada, a media noche es cuando las cosas se ponen mejores, hay personas que se disfrazan de algunos personajes de las leyendas y asustan a las personas. — explicó con una sonrisa animada. — Me convenciste solo al decirme que contarían leyendas del pueblo, me interesa mucho saber sobre esas cosas. — quería saber si las palabras de su abuela eran verdad. — Bien, pasaré a recogerte a las siete mejor, así te arreglas más bonita para nuestra cita. — la vio sonreír ampliamente. — Será una cita entonces. — Elowen no se pudo contener la risa al ver como Ethan se daba cuenta de lo que acababa de decir. Después de aquella invitación ambos se quedaron en silencio por unos minutos, disfrutaron de ese momento, no fue para nada incomodó y el sol tan brillante de esa mañana solo cargaba de más energía el momento, de más belleza, sobre todo a los ojos de Ethan que no podía apartar los ojos de Elowen, no quería parecer un acosador, pero es que ella realmente era hermosa. Fue él quien comenzó la conversación, se atrevió a preguntar algunos gustos de Elowen, hubo unas cuantas risas sobre pequeños incidentes en el pueblo que él le contó, le estaba comenzando a encantar la risa tan ligera que ella tenía, era extremadamente natural y hacía vibrar algo dentro de su pecho. Una vez que Elowen terminó de desayunar, Ethan se levantó, listo para continuar con su trabajo, él había terminado primero y es que la comida había estado deliciosa, de paso estaba un poco hambriento pues salió sin comer de casa. — Bueno, ahora tengo que ocuparme de otra cosa... — comentó después de haber terminado de desayunar — Voy a poner algunas trampas para ratas alrededor de la casa, pero debo darte las gracias por un desayuno tan delicioso. — le tomo la mano para llevarla a sus labios, le dio un suave beso. — No tienes nada que agradecer, fue lindo que me acompañaras a desayunar. — Elowen sonrió con nerviosismo y cierto encanto. — Me emociona mucho que digas que mi compañía te gusta. — no quería soltar la pequeña y suave mano de ella. — Voy a estar esperando con ansias nuestra cita mañana. — Elowen bajo la mirada, su mano terminó sobre el pecho de Ethan. Su corazón estaba latiendo con bastante fuerza y fue obvio que estaba nervioso o quizás emocionado, no sabía cómo interpretar eso, pero sin duda su sonrisa era encantadora y sus ojos de un azul tan misterioso que solo le provocaba querer saber más de él. Elowen lo siguió con la mirada mientras salía nuevamente al exterior después de que ambos se perdieran en sus miradas por unos largos segundos, aunque el ambiente era tranquilo, había una sensación de seguridad y comodidad en compartir esos momentos con Ethan. Mientras Elowen se ocupaba de lavar los platos en la cocina, el sonido del agua corriendo y el tintineo de los utensilios llenaban el aire, mientras tanto, Ethan se movía con destreza por alrededor de la casa colocando las trampas para ratas en los lugares estratégicos, sabía que esas pequeñas plagas podían causar muchos problemas si no se las controlaba a tiempo, así que quería asegurarse de hacer un buen trabajo. Cuando Elowen terminó de lavar los platos y salió nuevamente al porche, vio que Ethan ya estaba colocando la última trampa, él se giró al notar su presencia. — Listo, he terminado... — dijo muy sonriente — Voy a volver mañana por la mañana para revisar las trampas y asegurarme de que todo esté en orden. — se sacudió las manos, se había llenado un poco de tierra. — Gracias, Ethan... — Elowen asintió — Nos vemos mañana entonces. — bajo las gradas lentamente. — Nos vemos... — respondió él, todavía con esa calidez en la voz — Vendré por la mañana a recoger las trampas y vendré por ti a las siete para llevarte a la noche de leyendas. — se acercó un poco más a las gradas. — Te estaré esperando en ambos momentos. — tímidamente puso su mano sobre el hombro ajeno. Elowen se encontraba en una grada del porche, lo que la dejaba a la misma altura que Ethan, quien estaba de pie directamente en el suelo, la proximidad y la atmósfera tranquila hicieron que se sintiera un poco más valiente, con un leve rubor en las mejillas y una tímida sonrisa, decidió agradecerle de una manera un poco más personal. Antes de que Ethan pudiera decir algo más, Elowen se inclinó ligeramente hacia él y de forma rápida, pero delicada, le dio un beso en la mejilla. — Gracias por todo, Ethan. — susurró, sintiendo un ligero nerviosismo. — No tienes que agradecerme, pero este agradecimiento me ha encantado mucho. — Ethan no pudo disimular su emoción. Elowen bajó la mirada, intentando disimular el rubor que ya comenzaba a cubrirle el rostro, Ethan ya estaba a punto de marcharse cuando sintió su celular vibrar en el bolsillo, era una llamada para su siguiente trabajo, algo que no podía ignorar. — Me están llamando, tengo que irme. — dijo, mientras guardaba su celular y se dirigía hacia su camioneta. Elowen lo observaba desde la grada, aun sintiendo el calor de aquel beso tímido que le había dado momentos antes, estaba por despedirse cuando, de repente, Ethan se detuvo a medio camino, giró rápidamente sobre sus talones y regresó con paso decidido hacia ella, sin decir una palabra, se inclinó hacia Elowen y con un gesto igual de tímido, pero lleno de intención, le dio un beso suave en la mejilla. — Hasta mañana, encantadora princesa Elowen. — dijo con una sonrisa cálida, antes de volverse de nuevo para marcharse. Elowen se quedó de pie en la grada, sorprendida y sintiendo un cosquilleo en el pecho, observó cómo Ethan se alejaba, aun sonriendo por el inesperado gesto, mientras el día continuaba llenándose de una sensación distinta, como si algo hubiera cambiado entre ellos, movió su mano despidiéndose del hombre que acababa de sacudirla por completo.
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