Las leyendas. 3

3617 Words
Elowen se quedó dormida en lo que se convirtió en su sillón favorito, con el libro abierto sobre su abdomen, había estado leyendo sobre una pareja que se encontró en un río, a medida que se sumergía en la lectura, sus párpados comenzaron a cerrarse y, finalmente, se entregó al sueño. En el mundo onírico, Elowen se encontró en un bosque que parecía salido directamente de las páginas de su libro, los árboles eran altos y majestuosos, sus hojas brillaban con un resplandor etéreo, el aire estaba cargado con un aroma dulce de flores y a tierra mojada, mientras caminaba por un sendero iluminado por luciérnagas, vio a la pareja protagonista de la historia frente a ella. Él, un joven con una mirada llena de determinación y magia en sus ojos, y ella, una mujer de una belleza serena y misteriosa, estaban de pie en un claro rodeado de flores que cambiaban de color con cada susurro del viento, parecían estar en medio de una conversación profunda, sus palabras flotaban en el aire como murmullos encantados. Elowen se acercó sin hacer ruido, tratando de no interrumpir el momento, el joven parecía preocupado mientras la mujer le sostenía las manos con ternura. Elowen observó fascinada mientras la mujer extendía una mano y el bosque a su alrededor comenzaba a transformarse, los árboles se torcían, las flores florecían en patrones geométricos y un camino dorado aparecía a través del bosque. El joven asintió con mucha ternura y tomó la mano de la mujer, ambos se adentraron en el sendero dorado que se extendía hacia el horizonte, Elowen los siguió con la vista mientras se desvanecían en la distancia y de repente se encontró rodeada por un resplandor cálido. Cuando Elowen despertó, la noche seguía reinando con una oscuridad tan profunda que le costó distinguir los contornos de su propio cuarto, se sentó lentamente en el sillón, todavía con el libro descansando sobre su abdomen, su mente nublada por el sueño extraño que acababa de tener, el silencio era absoluto y la única fuente de luz debería haber sido la lámpara que había dejado encendida antes de quedarse dormida. Estiró los brazos, pensando en irse finalmente a la cama, pero de repente se detuvo al recordar algo inquietante, había dejado la luz encendida. Su mirada recorrió la habitación sumida en sombras, no había rastro de la suave luz que normalmente llenaba el espacio cuando la lámpara estaba encendida, solo oscuridad, densa y palpable, un escalofrío recorrió su espalda ¿Acaso la bombilla se había fundido mientras dormía? Eso parecía lo más lógico, pero algo en el ambiente la hacía sentirse intranquila. Se levantó despacio del sillón, el libro resbaló de su regazo y cayó al suelo con un sonido seco que resonó más de lo normal en la quietud de la habitación, al agacharse para recogerlo, sintió como si algo la estuviera observando desde las sombras, el aire parecía más pesado, como si estuviera cargado de una presencia invisible. Elowen intentó tranquilizarse, diciéndose que todo era producto de su mente, aún atrapada entre el sueño y la vigilia, pero entonces, un débil susurro rompió el silencio. — Elowen... — Se quedó paralizada, el sonido fue apenas un murmullo, pero lo suficientemente claro como para que su corazón comenzara a latir más rápido, se incorporó de golpe, escudriñando la oscuridad. — ¿Quién está ahí? — preguntó, su voz sonando más débil de lo que hubiera querido. El silencio fue la única respuesta, se dirigió hacia el interruptor de la lámpara, que estaba justo al lado del sillón, y lo accionó varias veces, nada, la luz no se encendía, el miedo empezaba a crecer dentro de ella, pero decidió no dejarse llevar por el pánico, quizás solo había habido un corte de energía, pero su intuición le decía que algo más estaba ocurriendo. Elowen decidió ir hacia la ventana, con la esperanza de ver la luz de la luna o de las estrellas, pero cuando se acercó, sintió un leve estremecimiento en la piel, como si la temperatura hubiera bajado de repente, corrió las cortinas y miró al exterior. Para su desconcierto, el bosque que rodeaba su casa estaba cubierto por una niebla espesa, mucho más densa de lo que era común, el lugar se veía normalmente iluminado por las estrellas, pero en aquellos momentos estaba sumido en una oscuridad sobrenatural. Algo no estaba bien y ella retrocedió varios pasos alejándose de las puertas hacia el balcón, fue entonces cuando volvió a escuchar el susurro, esta vez más cercano, más claro. — Elowen... ven... — Elowen sintió cómo algo invisible, pero poderoso, comenzaba a jalarla lentamente hacia afuera de su cuarto, sus pies, que apenas tocaban el suelo, parecían deslizarse contra su voluntad, trató de resistirse, pero la fuerza que la arrastraba era firme, como si manos invisibles la tomaran por los tobillos, tirando de ella hacia la puerta, su respiración se aceleró, el corazón le martilleaba en el pecho mientras el viento frío que emanaba por las rendijas de la puerta la hacían sentir escalofríos. — Elowen... ven conmigo... — Las sombras en su cuarto parecían alargarse, como si cobraran vida propia, danzando alrededor de ella, la puerta, que estaba cerrada fue abierta por su propia mano como si ella fuera un simple títere, al estar ambas puertas abiertas el aire golpeó su rostro de lleno provocándole un mayor escalofrío en todo el cuerpo, el balcón se veía envuelto en una oscuridad impenetrable, algo la llamaba desde allí, desde la orilla de su balcón, una presencia antigua y desconocida, cada fibra de su ser le gritaba que no avanzara, pero la fuerza seguía tirando de ella, sin darle oportunidad de decidir. Elowen sintió un nudo de angustia en el pecho mientras una fuerza invisible la continuaba llamando desde el borde de su balcón, la oscuridad era tan densa afuera que no podía ver más allá de los barrotes, pero algo, en lo más profundo de su ser, le decía que no quería mirar. Su respiración se volvió errática, dio un paso hacia adelante, casi en trance, mientras una parte de su mente le gritaba que se detuviera, cada vez que acercaba más los pies hacia el borde del balcón, la sensación de ser observada desde abajo crecía, oprimiéndola, como si algo la estuviera esperando, el miedo se apoderó de su cuerpo, pero la voz, aquel susurro que había escuchado antes, no cesaba, la atracción era tan fuerte que sentía como si sus pies no le pertenecieran, avanzando a pesar de su voluntad, Elowen se inclinó ligeramente hacia el borde del balcón, deseando no mirar hacia abajo, pero sabiendo que lo que vería podría cambiarlo todo, justo en ese momento, una cálida y firme mano la detuvo. — Elowen ¿Qué haces mi pequeña? — dijo una voz familiar, era su abuela, de pie detrás de ella envuelta en un chal rosado. — Abuela... — murmuró, temblando, mientras la sensación de opresión comenzaba a aflojarse — Escuche como si algo hubiese ahí abajo. — dijo mientras comenzaba a sentirse más liberada. — En el bosque hay muchos animales que hacen todo tipo de ruidos... — Abigail sonrió — Vamos adentro antes de que te resfríes por lo fría que esta la noche. — la jalo hacia adentro del cuarto y cerró las puertas con rapidez. — ¿Por qué no hay luz? — preguntó notando una lámpara sobre la mesita de noche. — Hubo un problema con los fusibles, mañana temprano voy a llamar a Ethan para que los revise... — se acomodó el chal después de haber cerrado las cortinas — Elowen... — se dio la vuelta y la vio fijamente — Vamos abajo a dormir, esta es la habitación más alejada que hay y en tinieblas es muy aterradora. — extendió los brazos acercándose a ella. — Abuela... — Elowen se dejó abrazar — Había algo... — susurro viendo las cortinas cerradas — Alguien... — la apretó con sus brazos — Algo estaba diciendo mi nombre desde abajo. — sintió que las palabras eran extrañas en su propia boca. Abigail miró a Elowen con una mezcla de gravedad y protección, sabía que había llegado el momento de contarle sobre una vieja leyenda que por mucho tiempo había querido mantener oculta y en la que ella creía fielmente. — Es hora de que sepas sobre la criatura que habita los bosques de Ravenwood... — comenzó, con voz baja y cautelosa — La leyenda ha pasado de generación en generación en nuestra familia, no es solo un cuento para asustar a los niños, es real y lo que escuchaste esta noche no fue casualidad. — la tomó de los brazos y la llevó a la cama para sentarse. — ¿Una criatura? — murmuró, su mente tratando de procesar lo que estaba escuchando. — Se la conoce como 'El Imitador'... — Abigail asintió — No tiene una forma física definida, pero toma voces... — sus ojos se vieron mucho más oscuros — Voces de personas que amas, de personas que conoces, se oculta en las sombras, especialmente en noches como esta, cuando el velo entre nuestro mundo y el suyo es más delgado. — apretó las manos de Elowen. — ¿Imita voces? — repitió, recordando el susurro que la había llamado antes, la primera noche — ¿Cómo puede hacerlo? — un terrible escalofrío le recorrió la espalda. — Es una entidad antigua... — continuó Abigail — Nadie sabe exactamente de dónde viene ni qué busca, pero se alimenta del miedo y la desesperación... — esperaba que su nieta no se tomara sus palabras a un simple juego — La leyenda cuenta que escucha atentamente las conversaciones y los pensamientos de quienes viven cerca del bosque, aprende a reproducir las voces que más confianza te inspiran para atraerte hacia él, para sacarte de la seguridad de tu hogar. — el aire sopló con fuerza afuera de las puertas. — Eso es lo que estaba intentando hacer... — se le formó un nudo de terror en la garganta — Me estaba llamando con mi nombre. — su respuesta hizo que Abigail se tensara mucho más. — Eso es lo que hace, te tienta, te hace creer que alguien que conoces te necesita, o que estás a punto de descubrir algo importante, pero si caes en su trampa, te arrastrará hacia las profundidades del bosque y nadie que haya seguido su voz ha regresado jamás. — negó con la cabeza. — ¿Eso fue lo que se llevó a tu esposo? — preguntó cargada de mucho más terror. — No, esa criatura solo aparece por las noches y en ciertos días del año. — Abigail dejó escapar un suspiro pesado. — ¿Y por qué nunca me habías contado sobre esto antes? —cerró los ojos por un momento, intentaba calmar el torbellino de emociones dentro de ella. — Porque hasta ahora no había mostrado interés en mi casa... — dijo Abigail, con un tono preocupado — Pero esta noche, al parecer, algo cambió, quizás tu tengas alguna conexión con el bosque, con esta tierra. — ni ella misma comprendía. — Elowen... — la puerta del cuarto se abrió de golpe provocando que ella saltara del susto — Mamá, no hay luz en toda la casa. — dijo Helen iluminando con su celular. — Lo se hija, algo pasó con los fusibles. — Abigail se puso en pie. — Abuela, hay algo que está rascando bajo mi ventana ¿Me prestas una lámpara? Supongo que deben ser mapaches o alguna ratota, la voy a ahuyentar. — Ryan se iba frotando los ojos aun con sueño. — Deja eso así, vamos a mi cuarto y dormimos todos juntos. — fue por la lámpara que dejó sobre la mesita. — Abuela ¿No les vas a contar sobre eso? — pregunto Elowen con algo de confusión. — No mi niña, vamos abajo. — Abigail negó con la cabeza. — ¿Sobre qué? — Helen vio a su madre y después a su hija que se veía asustada — ¡Mamá por Dios! — se cubrió el rostro con una mano — ¡Dime que no le has estado contando sobre las leyendas locas de este pueblo! — bufo con algo de molestia. — Mamá, había algo bajo el balcón. — Elowen trato de explicarle. — ¡Si, mapaches o ratas, un coyote quizás! — negó con la cabeza — ¡Vamos abajo a dormir, pero por favor mamá, no les cuentes de las leyendas, me los vas a asustar y no quiero que crezcan con esos viejos cuentos, no es saludable que vivan con miedo al bosque, a mí nunca me pasó nada mientras caminaba por los senderos! — regaño suavemente a su propia madre mientras salía del cuarto. Ambas mujeres salieron del cuarto y Helen iba reclamando a su madre por haberle contado a Elowen sobre lo que ella consideraba cuentos de hadas, ella creció con eso, pero no quería que sus hijos lo hicieran también, Elowen se dio la vuelta para ver hacia las puertas del balcón y fue cuando se dio cuenta de que una luz la estaba iluminando, se volvió a dar la vuelta para ver a su hermano alumbrando el cuarto con la luz de su celular y eso la hizo dar un suspiro de alivio pues no estaba sola, no se había quedado sola. — ¿Qué fue lo que viste? — pregunto Ryan con curiosidad y algo de cautela. — No vi nada, pero escuché que algo o alguien estaba diciendo mi nombre proveniente de abajo del balcón. — recogió su sábana y almohada para ir abajo. — ¿Un susurro suave que dice tu nombre? — pregunto Ryan mientras la veía. — Si... — lo vio a los ojos — ¿Lo has escuchado también? — él la empujó suavemente para que terminara de salir del cuarto. — Después de la cena subí a mi cuarto para armar uno de mis Legos incompletos, pensé que estaba loco porque tenía la ventana abierta y escuché mi nombre provenir de afuera, era como si el viento lo trajera... — explicó en un susurro — Me asomé por la ventana pensando que eras tu o mamá haciéndome una broma, pero no había nada afuera, solo oscuridad y luz de luna. — la tomo del brazo para que lo acompañará a su cuarto. — ¿Crees que nos estamos volviendo locos? — pregunto Elowen tomando el celular de su hermano para iluminar el cuarto. — Creo que sí... — Ryan junto su sábana y almohada también — Elowen, creo que nos estamos volviendo locos y estamos escuchando cosas que no son. — casi que sale corriendo de su propio cuarto. — Y tu querías salir a espantar una rata bajo tu ventana. — ella entrecerró los ojos. — Quería convencerme de que no había nada ahí afuera... — cerró la puerta — Quería convencerme de que afuera solo hay animales, no cosas macabras. — tras eso ambos escucharon un ruido provenir de adentro del cuarto. — ¿Será una rata? — pregunto Elowen en un susurro. — No tengo idea... — vio a su hermana a los ojos — ¿Qué haces? — le agarro la muñeca al verla tomar el pomo de la puerta. — Quiero ver qué es, si se acaba de meter una rata a tu cuarto va a comerse todos los libros que te he prestado. — le entrego sus mantas y agarro firmemente el celular, pero su mano estaba temblando. — No se ve nada. — susurro Ryan una vez la puerta fue abierta. — El ruido proviene de la ventana. — a paso lento fue hacia la venta que estaba cerrada. — ¿Qué pasa si vemos al monstruo? — preguntó mientras se quedaba detrás de su hermana. — Vamos a morir juntos. — aseguro tomando suavemente el pomo de la ventana. Elowen la abrió de golpe e ilumino lo que había en la cornisa que estaba decorada por hermosas flores, lo que había ahí era un mapache regordete que al ser iluminado levantó la cabeza provocando que Elowen y Ryan pegaran un grito agudo por la sorpresa que a su vez asustó al mapache, el animal pegó un gran salto y cayó al vacío, Ryan abrió la otra ventana y ambos se asomaron por la orilla preocupados por el animal que cayó de panza en la tierra, se levantó y se fue corriendo detrás de la casa. — No esperaba eso. — susurro Ryan. — Yo tampoco... — Elowen observó a su alrededor iluminando con el celular — ¿Te das cuenta que hemos gritado como nenas por un mapache? — volvió a verlo. — Nadie tiene porque enterarse de eso. — susurro el chico mientras observaba a su alrededor. — ¿Por qué no bajan? — la voz de Helen los hizo saltar y darse la vuelta de inmediato. — Estábamos revisando unos ruidos aquí, era un mapache que andaba buscando algo. — respondió el chico al tiempo que cerraba las ventanas. — Bajen a la primera planta ahora mismo y dejen de estar jugando con esas cosas. — frunció el ceño. Helen no era fanática de las viejas leyendas de Ravenwood, siempre había tratado de mantener a su hija alejada de esas historias, convencida de que solo generaban miedos innecesarios y supersticiones, así que, cuando se enteró de que Abigail había compartido con Elowen la leyenda del imitador de voces, no pudo evitar molestarse. Ambos hijos bajaron a la primera planta con sus respectivas sábanas y almohadas entre los brazos, Abigail les había hecho espacio en su cuarto para que pudieran acostarse, aunque iba a ser en el suelo, a cada uno le puso una manta gruesa para que no estuvieran en contacto directo con la madera y salió del cuarto para ir a asegurarse de que todo estuviera bien cerrado. — ¿Por qué le contaste eso, mamá? — pregunto Helen, cruzando los brazos con el ceño fruncido— Sabes lo sensibles que son los jóvenes a esas historias, no quiero que Elowen esté aterrada cada vez que escuche un ruido en el bosque. — estaban en la cocina mientras el sonido del viento se colaba por las rendijas de las ventanas. — No son solo historias, Helen... — Abigail la vio fijamente — La gente de este lugar ha vivido mucho tiempo con esas leyendas por una razón, Elowen tiene derecho a saber lo que hay aquí, para que esté preparada. — trato de estar muy calmada. — Esas leyendas son cosas del pasado... — Helen suspiró de forma pesada — No quiero que viva con miedo a salir de la casa cada vez que el viento sople fuerte. — frotó sus sienes. — El miedo no es el problema... — replicó Abigail, su tono firme — Es la ignorancia lo que hace que uno baje la guardia, no le dije a Elowen nada que no pudiera manejar, solo la advertí. — respiro profundo tratando de comprender la idea de su hija. — A veces, lo mejor es dejar que ciertas cosas se queden en el pasado, mamá... — sus labios se fruncieron con molestia — No quiero que viva con la sombra de esas historias. — estaba claramente muy incómoda. — Eso pensaba yo cuando tenía tu edad... — dijo Abigail en voz baja — Pero esas sombras están más presentes de lo que crees. — aseguro firmemente antes de ir hacia la sala para asegurarse de que la puerta estuviera bien cerrada. Después de la conversación con Helen, Abigail con una mirada seria decidió revisar las puertas de la casa, no le gustaba que Helen tomara a la ligera las leyendas de Ravenwood, especialmente en noches como aquella, cuando sentía que el viento soplaba de manera distinta, cargado con algo más que frío. Caminó en silencio por toda la casa, asegurándose de que cada cerradura estuviera bien ajustada, primero la puerta principal, luego la trasera y finalmente las ventanas de la planta baja, cada una de ellas la cerró con cuidado, sintiendo que algo en el aire no estaba del todo bien, sabía que la presencia del imitador rara vez se manifestaba tan directamente, pero algo en su instinto le decía que no debía bajar la guardia. Mientras revisaba la última ventana, escuchó pasos ligeros detrás de ella, era Helen, que había salido de la cocina después de calmarse un poco. — Mamá ¿Qué haces? — preguntó Helen, mirándola con una mezcla de confusión y cansancio. — Solo me aseguro de que todo esté bien cerrado... — respondió Abigail sin girarse — Es solo una precaución. — escuchó a su hija dar un suspiro escandaloso. Helen suspiró, ya demasiado agotada para discutir. — Está bien... — estaba demasiado cansada — Solo, por favor, no pongas más ideas raras en la cabeza de Elowen, ya tiene demasiadas cosas en qué pensar. — volvió a pedir. — No te preocupes, ve a acostarte, yo me encargo de esto. — Abigail asintió levemente. Helen no discutió más, con un último vistazo hacia su madre, se dio la vuelta y caminó hacia su cuarto, dejando a Abigail sola en el silencio de la casa, una vez que estuvo segura de que todo estaba en orden, Abigail se quedó de pie frente a una de las ventanas, observando el bosque más allá, la niebla se movía lentamente entre los árboles y el viento silbaba a través de las ramas, sabía que no estaba sola en su preocupación, el imitador había estado inusualmente activo esa noche y aunque Helen no lo quisiera admitir, algo estaba despertando en Ravenwood, ella lo podía sentir.
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