Una nueva oportunidad. 3

3364 Words
Helen estaba observando todo desde el restaurante, se había tomado un breve descanso y estaba comiendo un bocadillo junto a Ryan en una de las mesas cerca de las ventanas, fue su hijo que anunció la llegada de su hermana y ambos se quedaron muy concentrados observando el desarrollo de la escena; según Helen todo estaba yendo dentro de lo que cabía bien, tenía al joven cuidando de ella, pero que el borracho más problemático del pueblo golpeara a su hija en el trasero fue algo que jamás espero, menos que Elowen lo derribara de esa forma, se quedó bloqueada en la mesa, sin embargo, Ryan salió corriendo del restaurante a defender a su hermana. — ¡¿Qué demonios pasa con ese tipo?! — exclamó furioso corriendo hacia ellos. — No te metas en problemas. — Elowen lo detuvo. — ¡Maldita desgraciada, basura, puta! — comenzó a insultarla mientras se sentaba y sobaba su mandíbula. — ¡Eso te lo mereces por idiota! — el señor de la tienda lo agarro de la camisa y lo levantó — ¡Sigue tu camino y deja de estar molestando a las personas que vienen a este lugar, agradece que no te voy a vetar de mi tienda como lo han hecho otros! — lo empujó hacia otro lado. — Esto no se va a quedar así. — dijo señalando hacia Elowen. — ¿Es una amenaza? — Ryan dio pasos al frente. — Ya cálmate, solo son las palabras vacías de un borracho... — Ethan lo tomó del brazo para que se calmara — Un borracho que prefiere irse a pescar en lugar de quedarse a esperar a que el sheriff venga a resolver este problema. — la amenaza fue clara hacia Peter. Peter se dio la vuelta mientras iba hablando entre dientes, seguramente propinando insultos hacia todos ellos por haberle hecho pasar vergüenza en aquel momento y es que muy seguramente no esperaba que una mujer lo tumbara al suelo de un puñetazo tan fuerte que le partió el labio inferior. — ¡Elowen! — Helen corrió hacia ella — ¿Estas bien? — le tomo la mano para ver el corte que le hicieron los dientes de Peter. — Estoy bien, solo es un ligero corte. — alejo su mano bastante apenada. — Estoy seguro que después de esto, Peter no va a volver a meterse contigo. — Ethan se rio. — Ni con ella, ni con otra mujer. — el señor de la tienda también se rio. — Nicolas... — Abigail se acercó también — ¿Por qué le sigues vendiendo a ese borracho? — tomó los hombros de su nieta para revisarla también. — Es un borracho empedernido y sabes que casi nunca está en su casa, es mejor que se emborrache pescando y no que esté molestando en el pueblo. — se encogió de hombros. — Gracias por traerme al restaurante. — dijo Elowen viendo a Ethan. — No hay de qué, espero de verdad que consigas el trabajo y si no me avisas para modificar un overol de trabajo. — le guiño un ojo antes de caminar hacia el local de pesca. Elowen se rio con ganas tras escuchar la propuesta de Ethan, sintiendo cómo la tensión del momento se desvanecía entre la calidez de su humor y aquella sonrisa radiante, muy coqueta que tenía, Su risa resonó en el aire fresco de la media mañana y por un momento. — Lo pensaré. — respondió con una sonrisa juguetona antes de despedirse de Ethan con un gesto de la mano. Se dirigió hacia el restaurante de su abuela acompañada de toda su familia, Abigail no fue muy discreta en su mirada curiosa sobre la interacción entre ellos dos, al llegar al restaurante dejaron que fuera Elowen quien entrara primero porque todos la iban cuidando como si Peter fuera a regresarse a hacerle algo, la cálida atmósfera del lugar la envolvió. Al entrar, Abigail corrió hacia detrás de la barra para buscar un botiquín que tenía guardado ahí pues debían atender los cortes que tenía en los nudillos de su mano derecha. — ¿Cómo fue que todo eso paso? — pregunto Ryan al sentarse frente a su hermana y a su lado Helen. — El hombre estaba intoxicado con alcohol y pensó que era buena idea faltarme el respeto pegándome una nalgada, saben que no me gustan las tonterías de ese tipo. — Elowen vio su mano. — No me imagine nunca que pudieras dar un gancho así de fuerte... — Ryan le tomo la mano y se rio — Ahora con menos ganas te voy a molestar. — tomó una servilleta para limpiar la sangre. — La verdad no estaba en mi mente hacer algo como eso, pero apenas me toco, les juro que perdí la cabeza y le terminé pegando sin darme cuenta. — levantó la cabeza viendo a su abuela llegar con el botiquín. — Hay que limpiar bien esos cortes, se pueden infectar esos cortes, te los hiciste con los dientes de ese asqueroso borracho. — hizo una mueca al verla. — Yo me encargo de curarla. — Helen tomó el botiquín, estaba muy orgullosa de que su hija fuera tan valiente y fuerte. — Voy a estar bien y son cortes muy pequeños, no creo que necesite de mucho. — apartó la mano de las de su hermano para verse bien. — No importa si los cortes son pequeños, hay que limpiarlos bien y le pondremos unos curitas. — Helen saco unos botecitos sellados de agua oxigenada. Elowen se sentó en silencio mientras su madre, Helen se encargaba con aquella botellita de agua oxigenada y una gasa limpia, con cuidado, mamá tomó las manos de su hija entre las suyas y comenzó a limpiar los pequeños cortes en sus nudillos, Elowen observaba con atención los movimientos meticulosos de su madre, notando la concentración en su rostro, la suave sensación del paño húmedo sobre sus heridas era reconfortante, casi hipnótica, Elowen se quedó quieta, permitiendo que su madre hiciera su trabajo, mientras su mirada se perdía en los detalles de sus manos, había algo tranquilizador en la forma en que Helen atendía cada pequeño corte, un gesto de amor que le hacía sentir segura y protegida. — No te preocupes, estos pequeños cortes se curarán en un abrir y cerrar de ojos, no fue nada serio. — dijo Helen en tono suave sonriendo ligeramente. Elowen sonrió de vuelta, relajando los hombros y disfrutando de ese instante de cercanía. — Gracias, mamá... — murmuró — No sé qué haría sin tus cuidados. — Elowen sonrió de vuelta, relajando los hombros y disfrutando de ese instante de cercanía. — Es lo que hacen las madres... — respondió Helen con una sonrisa afectuosa — Cuidar de sus hijos, sin importar cuántas veces se raspen o se caigan, es un trabajo de tiempo completo y no importa la edad que tengan, mamá siempre será mamá. — le lanzó una mirada tierna antes de recibir una caricia en su cabeza, Abigail les había llevado jugos. — Eso es verdad, mamá siempre será mamá. — vio el dorso de la mano de su nieta, Ryan le estaba poniendo los curitas. Elowen sintió una ola de calidez llenando su pecho, a veces, momentos tan simples como este eran los que más importaban, mientras tanto, la vida en el restaurante seguía su curso, con risas, conversaciones y el aroma a comida recién hecha envolviendo el lugar. — Ya está listo, más tarde te las vas a poder quitar... — dijo el chico antes de soltar la mano de su hermana — ¿Como estuvo la entrevista? — preguntó curioso. — Fue muy bien, creo que le di una buena impresión a César y respondí de forma decente a sus preguntas. — se rio mientras revisaba los curitas. — ¿Que te dijo después de la entrevista? — preguntó Abigail. — Que estuviera al pendiente de mi celular, iba a hacer unas llamadas y vería si soy la afortunada de trabajar en la escuela. — explicó con algo de complacencia. — Me parece un poco ridículo que haga tanto drama para decir que va a contratarte, no hay más personas que vayan a aplicar a un puesto como profesora en ese lugar y no es porque sea malo, en el pueblo las profesoras jóvenes no se quedan. — Abigail se cruzó de brazos un poco molesta. — Contratar a una nueva profesora requiere de varias aprobaciones, aunque él sea el director, debe pasar por una junta y deben llenarse algunos protocolos, las cosas ya no son como en tus tiempos abuela. — Elowen se rio de forma burlona. — Bueno... — dejo escapar un suspiro — Vamos a tener que estar comiéndonos las uñas en espera a que te digan que te aceptan. — se dio la vuelta para volver a su puesto de trabajo. — Estoy segura que te van a contratar. — dijo Helen tomando las manos de su hija. — Espero que si... — ambas se vieron a los ojos con complicidad — Voy a regresar a la casa después de beberme el jugo, un tiempo de lectura a solas me caería bien. — vio a su hermano. — ¿No te vas a quedar a almorzar? — preguntó Ryan. — No, tengo ganas de volver a casa y aún tengo algunas cosas que arreglar en mi cuarto, era tanto que no pude ordenarlo todo. — era en parte verdad y en parte mentira. — Voy a ir a ayudar a mamá, tengo que comenzar a cocinar para los clientes del mediodía... — Helen noto la hora que era — Nos vemos más tarde en la casa y me escribes cuando llegues a casa. — se levantó, beso la mejilla de su hija y se fue. — Oye, quien te trajo no fue el mismo tipo al que casi le atropellas a la hermana. — Ryan se deslizó por la butaca un poco para quedar frente a su hermana. — Si, se llama Ethan. — lo vio a los ojos manteniendo una sonrisa discreta en los labios porque sabía por dónde iba a ir su hermano. — Así que ya se presentaron oficialmente... — el chico no ocultó su sonrisa burlona — Eso es interesante porque tú no eres muy animada para conocer a gente nueva, sobre todo hombres. — movió sus cejas de forma divertida. — Es verdad, prefiero conocer hombres por aplicaciones de citas, pero creo que en Ravenwood no se usa mucho Tinder. — ambos hermanos soltaron una risotada. — Yo creo que aquí no usan ni el cara de libro. — Ryan era divertido, los dos se estaban riendo como locos, pero de la nada la voz de su hermano fue bajando en tono. — ¿Que te paso? — pregunto Elowen alzando una ceja. — Nada, solo que estamos haciendo mucho ruido. — se vio un poco esquivo en aquel momento mientras veía de reojo a las nuevas clientas que acaban de entrar. — Creo que tu no necesitas ninguna aplicación de citas para conseguir enamorada, eres todo un Don Juan con solo quince añitos. — apoyó el mentón sobre su palma mientras veía con burla a su hermano. — Deja de burlarte de mí. — Ryan se sonrojo levemente. — No me estoy burlando de ti, es solo que la chica sigue volteando hacia acá y parece que busca tu atención... — Elowen fue bastante discreta en verla — Espero que no vaya a afectarte que yo esté sentada contigo, no sería la primera vez que una enamorada arremeta en mi contra solo por compartir tiempo de hermanos. — ergio la espalda un poco. — Creo que solo es por curiosidad de que somos los nuevos, ayer sus amigas fueron una basura conmigo, se estuvieron burlando y me estuvieron haciendo el trabajo imposible, me acusaron con la abuela de que les traje el pedido mal, pero ya conoces a la abuela. — sonrió de lado. — No creo que ella sea una jovencita mala, estoy muy segura que tiene un corazón muy bondadoso y es muy dulce. — tomó el vaso con jugo para bebérselo rápido. — ¿Cómo puedes estar tan segura de eso? — Ryan ladeo la cabeza un poco. — No lo sé, hay sentimientos que llegan y se sienten muy reales. — Elowen volteo hacia la ventana y vio a Ethan al otro lado arreglando la puerta. — Quisiera tener ese tipo de presentimientos... — él también tomo el vaso — ¿Cuándo puedo comenzar a llamarlo cuñado? — preguntó viendo hacia donde su hermana lo hacía. — ¡Cállate! — rodó los ojos apartando la mirada mientras su hermano se reía. Los hermanos se volvieron a reír un poco escandalosos, pero no era nada extraño en aquel lugar, el ambiente era así y no eran los únicos que se reían fuerte; Elowen se terminó el jugo que les sirvió su abuela y estuvo un poco más al pendiente de aquella jovencita que había entrado acompañada de una mujer adulta, posiblemente su madre, pidieron unos panes rellenos con jamón y queso para llevar. Se despidió de su madre y de su abuela antes de salir del restaurante directo a su auto, la camioneta de Ethan ya no estaba frente al local de pesca, pero vio al dueño estar limpiando el porche del local con una enorme sonrisa y es que la puerta ya estaba completamente funcional. Subió a su coche, encendió el motor y conectó su teléfono a la radio para escuchar algo de música durante el trayecto, las suaves notas de una melodía tranquila llenaron el interior del auto, brindándole una sensación de paz y cierta diversión, mientras conducía por el camino serpenteante hacia la casa de su abuela, la luz del sol se fue apagando lentamente, dando paso a unas nubes espesas que parecía surgir de la nada, la música seguía sonando en el fondo, pero las nubes se tornaba cada vez más densas, la temperatura descendió tanto que los vidrios se empañaron ligeramente y la niebla comenzó a bajar de las montañas envolviendo los árboles y ocultando el paisaje que tan bien había comenzado a conocer, Elowen sintió una ligera tensión en su pecho mientras continuaba avanzando, sus manos aferrándose al volante con un poco más de fuerza. Finalmente, llegó a la casa de su abuela y el panorama frente a ella le causó un escalofrío, la casa, que normalmente era acogedora y cálida, ahora se alzaba en medio de la niebla como una figura sombría y amenazante, la densa bruma la rodeaba completamente, oscureciendo los detalles de la estructura y dándole una apariencia casi fantasmagórica, Elowen se detuvo en la entrada, sintiendo una extraña mezcla de fascinación y miedo. La casa parecía estar al borde de desvanecerse entre las sombras, su contorno apenas visible en medio de la niebla grisácea que se movía lentamente, como si tuviera vida propia, incluso el familiar jardín, con sus plantas y flores, ahora parecía desconocido, envuelto en aquella capa espesa de misterio, Elowen apagó el motor después de estacionar su auto en el pequeño espacio techado y se quedó en silencio por un momento, escuchando la música que aún resonaba suavemente en el coche, la niebla parecía absorber todos los sonidos, como si intentara envolverla en su manto silencioso, tomó una respiración profunda, intentando calmar su mente mientras su corazón latía más rápido de lo normal. Bajó del coche con cautela, sintiendo la humedad de la niebla en su piel y se dirigió hacia la puerta de entrada, comenzando a sentir como las primeras gotas de lluvia comenzaban a caer, cada paso que daba parecía resonar con un eco ahogado y por un momento, se sintió como si el tiempo se hubiera detenido, no había viento, no había movimiento, solo ese silencio espeso que la rodeaba. Al llegar al porche, Elowen se detuvo un instante, mirando a su alrededor, intentando convencerse de que solo era la niebla y su imaginación jugando trucos en su mente, pero algo en el aire se sentía diferente, como si una presencia invisible estuviera observándola desde la oscuridad de la bruma. Elowen estaba a punto de girar la manija de la puerta cuando un sonido agudo rompió el silencio, el ulular de una lechuza, la llamada resonó cerca, tan inesperada y fuerte que su corazón dio un vuelco y un grito casi escapó de sus labios, se giró bruscamente, sus ojos buscando entre la niebla la fuente de aquel sonido. La lechuza estaba posada en una rama baja, apenas a unos metros de ella, su silueta se recortaba contra la niebla y sus grandes ojos amarillos la observaban fijamente, brillando como dos luciérnagas en la oscuridad, el ave ululó de nuevo, un sonido profundo y misterioso que resonó en el aire frío, Elowen sintió un escalofrío recorrerle la espalda, como si la lechuza supiera algo que ella no. Trató de calmarse, recordándose a sí misma que solo era un ave nocturna, un ser común del bosque, pero había algo en la mirada fija del animal que la inquietaba, algo casi consciente, como si la lechuza entendiera su miedo, su confusión y se deleitara en ello. Elowen respiró hondo, tratando de sofocar el temor que la invadía, dio un paso hacia adelante, pero la lechuza no se movió, simplemente giró la cabeza con una fluidez inquietante, siguiendo cada uno de sus movimientos, la tensión en el aire parecía intensificarse con cada segundo que pasaba y ella sintió que la niebla la rodeaba aún más, apretando como un abrazo helado, después de lo que le pareció una eternidad, la lechuza batió sus alas en un movimiento rápido y se elevó en el aire, el sonido de sus alas cortando la bruma rompió el hechizo que la mantenía paralizada, la observó desaparecer en la niebla hasta que su silueta se fundió con la oscuridad. Elowen dejó escapar un suspiro tembloroso y sintiéndose un poco más consciente de su propio pulso, se giró de nuevo hacia la puerta, quizás solo era la niebla y el cansancio lo que hacía que su mente jugara trucos con ella, pero no pudo evitar sentir que aquella lechuza no era simplemente un ave del bosque, había algo más en su presencia, algo que no lograba descifrar. Al cerrar la puerta detrás de ella, Elowen se recargó contra la madera y soltó una risa nerviosa, casi incrédula, la calidez de la casa y la familiaridad de los muebles a su alrededor la envolvieron, disipando la tensión que había sentido afuera, de repente, se dio cuenta de lo absurdo que había sido todo; su reacción exagerada ante una simple lechuza, la manera en que la niebla había convertido el porche en un escenario de película de terror en su mente y la paranoia de sentirse observada por los ojos brillantes del ave. — ¿En serio, Elowen? — se dijo a sí misma entre risas, sacudiendo la cabeza — Una lechuza... — se dio una palmadita en la mejilla — ¡Me estoy volviendo loca! — su risa llenó la sala vacía, resonando contra las paredes. Dejó su bolso en el perchero y se encaminó hacia la cocina, todavía sonriendo ante la idea de haberse asustado tanto por algo tan insignificante, imaginó lo que su abuela diría si la viera ahora, probablemente se reiría aún más de ella por haberse dejado llevar por una imaginación tan vívida, Elowen se preparó una taza de té, disfrutando del calor que subía por sus manos mientras la niebla comenzaba a disiparse fuera de las ventanas y la tormenta continuaba cayendo de una forma suave sobre todo el bosque, pensó en lo que había ocurrido afuera y en cómo su mente había creado una escena tan dramática a partir de un simple ulular, la adrenalina de antes se desvaneció, dejándola con una sensación de alivio y diversión. Mientras tomaba un sorbo de su té, la risa de Elowen se convirtió en una sonrisa tranquila, quizás solo necesitaba más de esos momentos para adaptarse a la vida en el pueblo, donde hasta una lechuza podía parecer una criatura de leyenda.
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