Las leyendas. 1

3262 Words
Elowen no iba a ver al resto de su familia hasta el atardecer que era cuando se cerraba el restaurante, se terminó de beber el té y pensó en hacer un poco de limpieza antes de prepararse el almuerzo, estaba muy emocionada por la idea de que podría tener un trabajo en la escuela del pueblo y sentía que podría dejar de ser una carga para su madre, porque era lo que había estado sintiendo desde que todo comenzó. Elowen apoyó sus manos sobre la fría superficie de la isla de la cocina, mirando fijamente su reflejo en el mármol pulido, sus dedos tamborileaban suavemente contra la piedra, mientras su mente se perdía en pensamientos profundos, la entrevista con el director había salido bien, pero todavía había algo en su interior que no la dejaba tranquila. Se preguntó si realmente tenía lo necesario para ser una buena profesora, sabía que amaba a los niños y que tenía un conocimiento sólido de las materias, pero ¿Sería suficiente? ¿Sería capaz de captar su atención, de inspirarlos y guiarlos? Había visto a maestros maravillosos en acción y, aunque siempre se había imaginado a sí misma en un salón de clases completamente a su cargo, ahora que la oportunidad parecía cercana, el miedo al fracaso empezaba a aparecer. Elowen se quedó en silencio, escuchando el suave tic-tac del reloj de la cocina, mientras sus pensamientos la inundaban, la inseguridad se deslizó en su mente como una sombra persistente, recordándole todas las veces que había dudado de sí misma en el pasado, se preguntaba si su personalidad sería demasiado reservada, si tendría la energía suficiente para manejar un grupo de niños llenos de curiosidad y, a veces, caos. Se obligó a respirar profundamente, inhalando el aroma que dejó su té, recordó las palabras de su madre y de su abuela, quienes siempre le habían dicho que tenía un don para conectar con las personas, que tenía un corazón enorme y una paciencia infinita, se recordó a sí misma que tenía algo que ofrecer; su empatía, su amor por la enseñanza y su deseo genuino de hacer una diferencia en la vida de los niños. — Puedo hacerlo... — se dijo en voz baja, casi como un mantra— Tengo lo que se necesita, solo tengo que creer en mí misma. — dio un suave puñetazo en el mármol mientras sonreía para darse ánimos. Dejó que esa idea se asentara en su mente, imaginándose frente a una clase llena de niños, sus pequeños rostros atentos, curiosos, esperando aprender algo nuevo cada día, se permitió sentir un pequeño atisbo de emoción y confianza, dejando que esa sensación fuera más fuerte que el miedo. Elowen enderezó su postura, con las manos aún apoyadas sobre la isla, decidida a no dejar que sus inseguridades la vencieran, porque sabía que quería ese trabajo, que deseaba ser una buena maestra y que estaba dispuesta a luchar por ello, Elowen, sumida en sus pensamientos, casi perdió la noción de dónde estaba, el sonido de su nombre, pronunciado con una familiaridad íntima, la hizo dar un pequeño respingo, era una voz suave, tranquila, llena de un calor que le resultó increíblemente familiar. — ¿Elowen? — dijo la voz otra vez, desde detrás de ella. Elowen se giró rápidamente, su corazón acelerado ante la posibilidad de que alguien la hubiera sorprendido en la cocina, al girar, se encontró de frente con nada, la cocina estaba vacía, tal como estaba al entrar, el sonido de su propio nombre aún resonaba en el aire, como si la voz hubiera sido apenas un susurro. — ¿Mamá? — preguntó en voz alta, casi sin pensarlo, porque la voz le había parecido la de su madre — Mamá ¿Has regresado? — miró alrededor, esperando ver a Helen entrar por la puerta o aparecer desde la sala de estar, pero no había nadie. Elowen sintió un escalofrío recorrerle la espalda, la voz había sonado tan clara, tan real, pero no podía ver a nadie en la habitación, trató de racionalizarlo, diciéndose a sí misma que probablemente era su imaginación, algún eco reprimido en las paredes de una casa bastante vieja, quizás estaba tan inmersa en sus pensamientos que su mente había jugado un truco malicioso, haciéndole creer que escuchaba la voz de su madre, aun así, la sensación persistió y no pudo evitar un sentimiento extraño, como si una presencia invisible estuviera allí con ella, observándola, tal como había sentido afuera en la niebla, Elowen sacudió la cabeza, intentando despejar la sensación extraña que la envolvía. — No seas tonta, Elowen... — se dijo a sí misma en un tono tranquilizador — Estás nerviosa por la entrevista y tu mente está jugando contigo. — la cocina estaba silenciosa y vacía, como siempre, y decidió convencerse de que todo había sido producto de su imaginación, era una mujer que no tenía miedo de hablar en voz alta consigo misma. Tomó aire profundamente y se dirigió hacia la nevera, decidida a concentrarse en algo más práctico, se puso a sacar algunos ingredientes; tomates frescos, lechuga, queso y un poco de pollo que había quedado de la noche anterior, la idea de preparar una ensalada rápida y saludable le pareció una buena forma de calmarse, al menos, algo de rutina podría ayudar a apartar esos pensamientos extraños de su mente. Comenzó a picar los vegetales con movimientos rítmicos y precisos, dejando que el sonido del cuchillo contra la tabla de cortar llenara el espacio, un sonido real, tangible, se dio cuenta de que el simple acto de preparar la comida la ayudaba a enfocar sus pensamientos en algo concreto, apartando la incomodidad que había sentido antes. Mientras cortaba el pollo en tiras, su mente volvió por un momento a la entrevista, ¿Qué tipo de profesora quiero ser?, pensó, intentando alejar la duda que había aparecido antes, recordó cómo había soñado con este momento durante tanto tiempo, con la oportunidad de enseñar, de influir positivamente en la vida de los niños, de ser esa maestra que marca una diferencia, quería creer que tenía lo necesario, que podía hacerlo. Mezclando los ingredientes en el cuenco, el teléfono de Elowen vibró sobre la encimera, haciendo que diera un pequeño brinco, miró la pantalla y vio el nombre de su padre parpadeando, su primera reacción fue una mezcla de sorpresa y un ligero enfado; después de todo, la relación con él seguía siendo tensa, dudó por un segundo si responder, pero finalmente deslizó el dedo sobre la pantalla y contestó dejando la llamada en altavoz. — Hola, papá. — dijo, intentando mantener su tono neutral. — Hola, Elowen, cariño ¿Cómo estás? — respondió su padre con una voz que, aunque cálida, tenía un tono cauteloso, como si no supiera exactamente qué esperar de ella. Elowen tomó un respiro antes de responder, no quería sonar hostil, pero tampoco quería fingir que todo estaba bien, las últimas conversaciones habían sido mucho más hostiles y no entendía muy bien porque su padre continuaba comunicándose con ella, debía hacerlo con Helen si quería saber de Ryan. — Estoy bien, papá... — respondió con cierta reserva — Hoy tuve una entrevista para un trabajo de profesora en la escuela de Ravenwood. — confesó esperando que eso aliviará las tensiones. Hubo un breve silencio al otro lado de la línea, como si su padre estuviera procesando la información, no sabía si iba a tener una buena reacción o si su padre la iba a criticar. — ¡Eso es genial, Elowen! — dijo él, con un entusiasmo evidente — Estoy seguro de que lo hiciste excelente... — por primera vez Elowen lo escucho realmente entusiasmado — Siempre has sido tan buena con los niños y estoy seguro que vas a conseguir ese trabajo. — ella sintió un nudo en el estómago. Por un lado, quería creer en la sinceridad de las palabras de su padre, pero por otro, le costaba no sentir la herida de todo lo que había ocurrido entre él y su madre, las fuertes palabras que le dedicó mientras todo se desarrollaba, no obstante, decidió dejar a un lado esos sentimientos por un momento. — Gracias... — susurro mientras veía el cuenco con la comida — Espero conseguir el trabajo, quiero probarme a mí misma que puedo hacerlo. —dijo, tratando de sonar más segura de lo que se sentía. — Lo harás, Elowen... — Owen se escuchó muy seguro — Siempre has tenido un gran corazón, aunque hayas cometido ciertos errores y eso es lo que más importa en una profesión como la que tienes. — hizo una pausa, como si dudara antes de continuar — Sé que las cosas han sido difíciles últimamente, pero quiero que sepas que siempre estoy aquí para ti, pase lo que pase y te llamaba para ofrecerte mi apoyo, por si no conseguías trabajo en Ravenwood, podrías regresar y yo te ayudaba a conseguir un puesto en una buena escuela. — con aquellas palabras Elowen sintió un vuelco en su estómago. — Gracias. — murmuró entre dientes sintiéndose molesta. — Espero que lo pienses y me avises, te prepararíamos un cuarto y haríamos espacio para ti. — que hablara de esa forma hizo que Elowen sintiera enojo. — Lo pensare, gracias y debo dejarte porque tengo cosas que hacer. — no le dio tiempo a despedirse, colgó la llamada sin más. Colgó y se quedó mirando el celular por un momento, tratando de ordenar sus pensamientos, quizás no estaba lista para perdonarlo del todo, pero apreciaba el esfuerzo que estaba haciendo por reconectar, con un suspiro, volvió a concentrarse en su ensalada, dejando que el aroma fresco de los ingredientes llenara la cocina, Elowen estaba sintiendo cómo la molestia se apoderaba de ella, la llamada con su padre había removido viejas heridas que apenas comenzaban a cicatrizar, no solo se sentía herida por la traición, sino que ahora estaba enfadada porque su padre parecía no entender la gravedad de lo que había hecho. ¿Cómo puede pensar que simplemente podría mudarme con ellos? se preguntaba, mientras apretaba los labios con frustración, la idea de compartir un techo con la mujer que se había metido en sus vidas, que había destruido el matrimonio de sus padres, era simplemente impensable ¿Acaso su padre realmente creía que podía ignorar todo lo sucedido y comenzar de nuevo como si nada? Elowen se quedó de pie en medio de la cocina, mirando fijamente la encimera, con la respiración agitada, sentía una mezcla de rabia, dolor y decepción, por un momento, quiso gritar, romper algo, pero se obligó a respirar profundamente, no quería darle más poder a la situación de lo necesario. Sabía que su padre estaba intentando acercarse a ella, que quería enmendar el daño, pero no podía evitar sentir que su manera de hacerlo era completamente insensible. Se frotó las sienes, intentando despejarse, miró la ensalada a medio preparar y decidió terminarla, sus movimientos más rápidos y decididos, el sonido del cuchillo contra la tabla de cortar era casi terapéutico, un ritmo que la ayudaba a calmarse, a centrarse. Aún sentía un nudo de enojo en el estómago, pero se obligó a dejarlo ir, al menos por el momento, sabía que habría tiempo para enfrentarse a todo eso, pero en ese momento necesitaba mantener la calma y centrarse en lo que realmente importaba, su propia vida y su futuro, lejos del caos que su padre había creado. Elowen se sentó en la mesa del comedor, tratando de dejar atrás la conversación con su padre mientras pinchaba un trozo de tomate con el tenedor, apenas había tomado el primer bocado de su ensalada cuando su celular volvió a sonar, miró la pantalla y su corazón dio un pequeño salto, esta vez era César, el director de la escuela de Ravenwood, el hombre cuya llamada esperaba con más ansias que la de cualquier otra persona en su vida. — Hola, Elowen. — dijo César con un tono animado cuando ella contestó — ¿Cómo estás? — Elowen había dejado la llamada en altavoz de nuevo. — Hola, César, estoy bien, gracias ¿Y tú? — Elowen se apresuró a tragar el bocado que tenía en la boca y sonrió, tratando de sonar relajada. — Bien, gracias... — el hombre se rio — Llamo porque tengo buenas noticias... — continuó César, su voz más alegre — Queríamos informarte que te hemos seleccionado para el puesto, felicidades, Elowen, tienes el trabajo. — no anduvo con tanto rodeo. Elowen se quedó sin palabras por un momento, la sorpresa mezclándose con una oleada de alivio y emoción que la recorrió de pies a cabeza, una gran sonrisa se dibujó en su rostro y dejó escapar una pequeña risa de felicidad. — ¡Oh, Dios mío, gracias! — respondió, sin poder ocultar su entusiasmo — Estoy tan emocionada... — se le salió una voz aguda — Gracias de verdad por esta oportunidad y le prometo que no lo voy a decepcionar, haré mis mejores esfuerzos. — estaba tan emocionada que desvariaba un poco. — Nosotros también estamos emocionados de tenerte a bordo... — respondió César — Estoy seguro de que serás una gran incorporación a nuestro equipo, solo quería informarte que te esperamos el próximo jueves para una reunión donde te daremos todas las instrucciones necesarias sobre tu trabajo y te presentaremos al resto del personal. — esa noticia fue mucho más emocionante. — Perfecto, estaré allí... — afirmó Elowen, aún con una sonrisa amplia — Muchas gracias de verdad, César... — sus ojos se quedaron fijos en el centro de mesa — Realmente, estoy ansiosa por empezar. — cuando su madre llegara y le contara, estaría segura que daría saltos de felicidad. — Nos vemos entonces, Elowen... — Cesar se rio — Que tengas un excelente día. — se despidió con amabilidad. — Igualmente, hasta luego. — respondió ella antes de colgar. Elowen dejó el celular sobre la mesa y se apoyó contra el respaldo de la silla, sintiendo una mezcla de alivio y emoción que llenaba cada rincón de su ser, por fin, una buena noticia después de tantas preocupaciones, estaba decidida a dar lo mejor de sí misma en este nuevo comienzo, a probarse que tenía lo necesario para ser una gran profesora y a hacer una diferencia en su nueva comunidad. Con una gran sonrisa dibujada en su rostro, Elowen retomó su almuerzo, cada bocado ahora sabía mejor que nunca, sentía una emoción cálida expandirse en su pecho, iluminando el resto de su día, el alivio de saber que había conseguido el trabajo que tanto esperaba se mezclaba con una sensación de logro y propósito, estaba feliz por la oportunidad de empezar de nuevo, de construir algo propio lejos del tumulto familiar que había dejado atrás, este trabajo no era solo un empleo, era su puerta hacia una nueva vida, una que ella misma había elegido. Se dio cuenta de que, por primera vez en mucho tiempo, estaba realmente emocionada por lo que vendría, sabía que no sería fácil, que tendría que adaptarse a una nueva vida, a los niños y a las responsabilidades que eso conllevaba, pero se sentía lista para enfrentar esos desafíos con valentía, con cada bocado de ensalada, sentía cómo su confianza crecía, ese nuevo comienzo, en un lugar tan diferente, podría ser exactamente lo que necesitaba para dejar atrás las sombras del pasado y encontrar su verdadero camino. Mientras continuaba disfrutando de su almuerzo, otro pensamiento cruzó la mente de Elowen, haciéndola sonreír aún más, tener el trabajo en la escuela significaba que probablemente vería más seguido a Ethan, especialmente si él trabajaba regularmente allí. Recordó cómo él la había saludado con una sonrisa despreocupada esa mañana, mientras revisaba el cableado eléctrico del edificio, había algo en su actitud relajada y en la forma en que se movía, con una confianza tranquila, que la había intrigado, se sorprendió a sí misma al sentirse un poco emocionada por la idea, no había pensado mucho en él al principio, pero ahora que sabía que podrían cruzarse más a menudo, se sintió curiosa por conocerlo mejor. Tal vez podría ser interesante, pensó, permitiendo que su mente divagará un poco más en esa dirección, era extraño cómo, en tan poco tiempo, ese lugar nuevo y desconocido comenzaba a llenarse de personas que le despertaban interés, con cada paso que daba, parecía que el destino le estaba mostrando que había más en Ravenwood de lo que había anticipado y no pudo evitar sentir un pequeño destello de anticipación por lo que vendría. Elowen terminó de almorzar, limpiando cada plato y cubierto que había utilizado, el sonido del agua corriendo y el jabón burbujeante la tranquilizaban, ayudándola a despejar los últimos vestigios de la conversación con su padre, una vez que la cocina quedó ordenada, decidió que era momento de ponerse más cómoda, subió las escaleras, al entrar en su cuarto, se detuvo un instante, sorprendida al ver el libro del lobo sobre su cama, su portada oscura y misteriosa parecía destacarse aún más contra las sábanas claras, no recordaba haberlo dejado allí; estaba segura de que lo había dejado en su escritorio después de echarle un vistazo el primer día que lo compro, frunció el ceño, preguntándose cómo habría llegado hasta allí, pero tras unos segundos, decidió no prestarle demasiada atención, tal vez lo moví sin darse cuenta en su carrera de prepararse para ir a la entrevista, encogiéndose de hombros dejándolo donde estaba, con todo lo que había pasado en los últimos días, su mente había estado en mil lugares a la vez. Se dirigió hacia el armario y buscó una camiseta suave, unos pantalones cómodos y se cambió rápidamente, sintiendo cómo su cuerpo se relajaba con la ropa más ligera, mientras se acomodaba el cabello en una coleta baja, lanzó una mirada al libro nuevamente, había algo en él que parecía llamarla, algo que despertaba su curiosidad, Elowen tomó el libro del lobo de su cama, lo sostuvo por un momento, observándolo con más detenimiento, decidió que sería más agradable explorar sus páginas al aire libre, donde la brisa fresca del bosque pudiera acompañarla. Bajó las escaleras y caminó hacia la sala, pasando por las grandes ventanas que dejaban entrar la luz del sol, cruzó la puerta principal y salió al porche, sintiendo el crujir de las tablas de madera bajo sus pies descalzos, el aire fresco de la tarde la envolvió de inmediato, mezclado con el aroma a pino y tierra húmeda que provenía del bosque cercano. Se acomodó en una de las viejas mecedoras de madera, el asiento crujía ligeramente al balancearse, el sonido del viento entre los árboles le proporcionó una melodía natural, calmante, tomó una respiración profunda, dejando que el aroma del bosque la llenara y luego abrió el libro con curiosidad, las páginas eran ásperas al tacto, casi como si estuvieran hechas de un papel más antiguo, pasó la mano por la primera página, donde estaban escritas las palabras que la señora de la librería había leído, había algo inquietante y atrayente en aquellas letras, Elowen sintió un leve escalofrío, una mezcla de curiosidad y anticipación, sabía que no debía apresurarse, quería saborear cada palabra, descubrir lentamente qué misterio escondía aquel libro. Mientras sus ojos recorrían las primeras líneas, sintió como si el tiempo se ralentizara y el mundo a su alrededor quedara en silencio, casi podía escuchar su propia respiración mientras se adentraba en la historia, cada palabra pareciendo arrastrarla más profundamente hacia un lugar desconocido, uno que resonaba extrañamente con el eco de sus pensamientos.
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