Las leyendas. 2

3897 Words
A la que pertenece el bosque, que los secretos de la noche le sean revelados. Elowen se adentró en la historia de la bruja Margaret, una joven hechicera de ojos verdes y cabellos oscuros que vivía en un rincón remoto del bosque, era conocida por su sabiduría en la magia de la naturaleza, pero también por su misterio y su inclinación a mantenerse alejada de los demás, su soledad no era tanto por desagrado de la gente, sino más bien una elección consciente para proteger a los suyos y a sí misma. Esa era la descripción que daba en la segunda página del libro que tenía entre sus manos. ________________________________________________________________________________ La Bruja de Ravenwood. En los profundos y oscuros bosques de Ravenwood, donde los árboles se alzaban como gigantes de madera y las sombras parecían tener vida propia, vivía una bruja muy poderosa llamada Margaret. Nadie en el pueblo recordaba exactamente cuándo había llegado, solo que siempre había estado allí, entre los espesos abetos, habitando una vieja cabaña hecha de piedras cubiertas de musgo y madera retorcida, las leyendas sobre ella en el pueblo eran muchas: algunos decían que tenía más de mil años, otros que podía transformarse en cuervos, lobos o lechuzas y algunos juraban haber visto su silueta desvanecerse en la niebla del amanecer. Margaret rara vez visitaba el pueblo, pero cuando lo hacía, era para advertir sobre algún peligro inminente o para ofrecer sus servicios a cambio de secretos o promesas, su magia era poderosa, pero también impredecible y la mayoría de los aldeanos la temían más de lo que la apreciaban, una vez, un hombre de la aldea trató de engañarla en un trato, prometiendo entregar el alma de su hija a cambio de riqueza. Margaret, con una sonrisa enigmática, aceptó el trato, pero aquella misma noche, el hombre desapareció y en su lugar, una bandada de cuervos negros invadió el pueblo, graznando de forma aterradora. Una tarde, una joven llamada Elara decidió aventurarse en el bosque para buscar a Margaret, su madre estaba gravemente enferma y los médicos del pueblo no podían curarla, Elara era valiente, pero sabía que acercarse a la bruja implicaba un riesgo, caminó durante horas bajo la sombra de los árboles, siguiendo los senderos apenas visibles que serpenteaban entre la maleza. Cuando llegó a la cabaña, encontró a Margaret esperando en la puerta, la bruja, con sus ojos como pozos oscuros y su cabello gris cayendo como una cascada de niebla, la miró fijamente. — Sé por qué has venido... — dijo en una voz tan suave como el viento entre las hojas — Y sé lo que estás dispuesta a ofrecer. — ambas se vieron a los ojos. — Haré cualquier cosa para salvar a mi madre. — Elara tembló, pero asintió con firmeza. Margaret sonrió con una mezcla de compasión y misterio. — Un precio justo. — murmuró y le pidió a Elara que le trajera una pluma de cuervo bañada en el rocío de la mañana, el sonido del río en una botella de cristal y una lágrima derramada por un enemigo. Durante días, Elara recorrió los alrededores de Ravenwood en busca de los elementos, encontró la pluma de cuervo después de una tormenta, atrapó el sonido del río en una botella con la ayuda de una niña con un talento especial y obtuvo la lágrima de un viejo rival que, después de años de enemistad, finalmente entendió su dolor y su desesperación. Cuando regresó a la cabaña, Margaret la estaba esperando con un caldero lleno de un líquido oscuro y burbujeante. — Has cumplido tu parte... — dijo la bruja, mezclando los ingredientes en el caldero — Ahora, tu madre sanará, pero recuerda, Elara... — la vio de reojo — todos los tratos tienen un precio. — dijo con un tono de voz muy serio. Y así, al alba del día siguiente, la madre de Elara despertó sana y fuerte como nunca antes, Elara regresó al pueblo como una heroína y muchos empezaron a verla con nuevos ojos, pero con el tiempo, notó algo extraño; cada vez que pasaba cerca de un espejo, su reflejo se veía un poco más viejo, un poco más pálido, hasta que un día, su imagen era la de una anciana encorvada. Comprendió entonces el verdadero costo del trato, la bruja le había devuelto la vida a su madre, pero lentamente estaba tomando la juventud de Elara, consciente de su destino, Elara decidió que no podía dejar que Margaret siguiera cobrando su precio en secreto, así que, con una resolución de acero, volvió al bosque para enfrentar a la bruja una última vez, Margaret la esperaba, tal como la primera vez, con una sonrisa triste. — ¿Estás lista para otro trato, Elara? — preguntó. — No, esta vez no. — respondió Elara manteniendo una mirada firme — Esta vez vengo a romper el ciclo. — su voz fue firme. La bruja la observó con curiosidad y un leve toque de respeto en su mirada oscura. — Veremos si puedes. — respondió suavemente, mientras el bosque se llenaba de sombras que se agitaban como fantasmas en la penumbra. Y así, comenzó un duelo de magia y voluntades, mientras las hojas del bosque danzaban en un viento silencioso y el destino de Ravenwood pendía de un hilo entre la luz y la oscuridad porque Margaret se enojó muchísimo por aquel desafío tan corriente. ________________________________________________________________________________ Elowen pasó las páginas del libro, devorando las primeras palabras con una mezcla de expectativa y emoción, la historia inicial describía la historia de una bruja que habitaba los bosques de Ravenwood y que se había enemistado con una mujer joven que buscaba salvar a su madre, a medida que avanzaba, la narrativa se volvía más y más simple, con un lenguaje directo y claro, sin la complejidad que ella esperaba encontrar. Sus cejas se fruncieron ligeramente mientras seguía leyendo, pronto, se dio cuenta de que la historia se parecía mucho a un cuento para niños, cerró el libro con un leve suspiro, sintiendo una pequeña punzada de decepción, había imaginado que encontraría algo más profundo, más oscuro o incluso más misterioso, en cambio, parecía que había caído sobre un libro infantil. Esperaba que las siguientes historias fueran diferentes, estaba intentando no desanimarse del todo, pero por ahora, la magia que había sentido al sostener el libro por primera vez parecía haberse desvanecido un poco, se quedó un momento mirando las páginas, contemplando si seguir leyendo o dejarlo a un lado, aun así, decidió darle otra oportunidad más tarde; quizás las páginas siguientes esconderían alguna sorpresa, después de todo, no todo es lo que parece a simple vista. Elowen dejó el libro a un lado sobre la pequeña mesa del porche, su cubierta oscura apenas destacándose contra la madera envejecida, aún podía sentir la decepción latente por la simpleza de la primera historia, pero optó por no darle más vueltas, en lugar de eso, dejó que sus ojos se deslizaran hacia el horizonte, donde el bosque continuaba envuelto en una niebla espesa y misteriosa. El aire estaba frío y la niebla parecía aferrarse a los árboles como una manta fantasmal, haciendo que el bosque se viera aún más impenetrable y desconocido, las formas difusas de los árboles se alzaban como sombras, sus ramas desnudas y retorcidas se balanceaban suavemente con el viento, había un silencio inquietante, roto solo por el crujido ocasional de una rama distante o el susurro del viento al pasar por las hojas. Elowen no pudo evitar sentir una extraña atracción hacia esa densa niebla, una curiosidad que la invitaba a adentrarse en lo desconocido, algo en el espesor del aire, en la quietud del paisaje, parecía ocultar secretos que estaban más allá de su entendimiento, aunque una parte de ella sentía una ligera inquietud, otra parte, más audaz, sentía una extraña fascinación, como si el bosque le estuviera hablando en un idioma secreto que ella apenas empezaba a comprender. Se quedó allí, absorta, observando el bosque con sus ojos entrecerrados, imaginando qué misterios podrían estar escondidos detrás de esa cortina de niebla, había algo en el aire que la hacía sentir observada, como si los mismos árboles y la bruma la estuvieran espiando, esperando a que diera un paso más allá. Elowen entrecerró los ojos, esforzándose por ver a través de la niebla que se espesaba frente a ella, su corazón comenzó a latir con más fuerza cuando, lentamente, una silueta oscura emergió de entre los árboles, al principio, apenas podía distinguir su forma, pero conforme se acercaba al jardín, su contorno se hacía más claro y definido. Era una figura alta, muy delgada, casi esquelética, como si apenas estuviera sostenida por los huesos, su andar era lento y torpe, con movimientos extrañamente rígidos, lo que más llamó su atención y lo que hizo que su respiración se detuviera por un momento, fueron los cuernos enormes de alce que coronaban su cabeza, retorcidos y asimétricos, como si pertenecieran a una criatura que no debía existir en el mundo real. El cuerpo de la figura parecía estar cubierto de un manto raído y oscuro, que flotaba suavemente con el movimiento del viento, dando la impresión de que se deslizaba más que caminaba, a medida que avanzaba, la niebla parecía envolverla, oscureciendo su forma por momentos y luego revelándola de nuevo, como un fantasma que emergía del pasado. Elowen sintió un escalofrío recorrerle la espalda, pero no pudo apartar la vista ni levantarse de la mecedora por más deseos que tuvo, había algo hipnótico en la presencia de esa figura, algo que la anclaba en el lugar, no podía decidir si era terror o pura fascinación lo que la mantenía inmóvil, su mente le gritaba que entrara corriendo a la casa, pero sus piernas se negaban a moverse. La criatura continuaba acercándose y cada paso que daba parecía resonar en el aire frío y húmedo, Elowen no sabía si debía gritar, correr o quedarse quieta, esperando que todo aquello fuera sólo un sueño del que pronto despertaría, pero la figura estaba allí, tangible en la niebla, desafiando toda lógica y razón, o eso sentía Elowen. El fuerte sonido del claxon la sacudió, rompiendo el hechizo que la había mantenido en ese estado de pánico inmóvil, Elowen se enderezó de golpe, sintiendo su corazón latir con fuerza contra su pecho y parpadeó varias veces, desorientada; el jardín estaba vacío, el bosque tan solo una masa de sombras entrelazadas y la niebla ya no parecía tan espesa ni amenazante como en su sueño. El sonido familiar de la camioneta de su madre llegando al camino de entrada la trajo de vuelta a la realidad, Helen había llegado y Elowen se dio cuenta de que ya era bastante tarde, se llevó una mano a la frente, tratando de despejarse, aún con la sensación inquietante del sueño rondando en su mente, había sido tan vívido que, por un momento, creyó que lo que había visto era real. Miró alrededor y notó que el sol ya comenzaba a bajar en el horizonte, tiñendo el cielo con tonos anaranjados y rosados, se había quedado dormida en el porche, acunada por el suave vaivén de la mecedora y el tranquilo murmullo del viento, había perdido la noción del tiempo por completo, sus dedos todavía estaban aferrados al apoyabrazos de la mecedora. Helen salió de la camioneta con una expresión de leve preocupación al ver a su hija en la mecedora, aparentemente desorientada. — Elowen ¿Estás bien? — preguntó su madre, acercándose con rapidez. Elowen forzó una sonrisa y asintió, tratando de sacudirse la sensación extraña que le había dejado el sueño. — Sí... — movió la cabeza — Sí, estoy bien, mamá... — pasó la mano por su rostro — Solo creo que me quedé dormida por un rato y no me di cuenta en qué momento. — dijo mientras se levantaba de la silla viendo a su abuela y hermano subir. — Es normal... — Helen sonrió — Es mucho adaptarse a un nuevo lugar... — se vio más aliviada de verla bien — Vamos, entremos, se está haciendo tarde y está bajando la temperatura, no quiero que te vayas a enfermar. — le pasó un brazo por los hombros. — ¿Y este libro? — preguntó Ryan agarrándolo. — Cuentos infantiles y aburridos. — respondió Elowen tomándolo de nuevo. — La portada no parece de cuentos infantiles, está muy bien hecha. — pasó los dedos por la portada. — Acabo de leer el primer capítulo y de verdad que no es para nada interesante ¿Quieres leerlo? — se lo extendió de nuevo. — No, si son cuentos para niños no van a gustarme, quiero algo más interesante. — arrugó la nariz antes de ir adentro de la casa. Elowen lanzó una última mirada al bosque mientras caminaba hacia la entrada de la casa, sintiendo que su corazón finalmente se calmaba, aunque sabía que había sido solo un sueño, no podía quitarse de encima la sensación de que algo en ese bosque aún la estaba observando. — Elowen ¿Quieres pastel de fresa? — preguntó Abigail, estaba en la cocina con un recipiente entre las manos. — Me encantaría. — sonrió con mucho antojo. — Es lo que quedó del postre de la tarde, pero está muy rico, no me gusta que las cosas se echen a perder y por eso me las traigo a casa. — explicó mientras se lo mostraba, estaba algo destrozado por el agite del trayecto. — Comida es comida y mientras este bueno, no tengo porque ser exigente. — busco un pequeño plato para que su abuela le sirviera. — Yo también quiero comer. — Ryan fue por otro plato. Elowen sonrió al ver a su abuela mientras la veía servir los pedazos de pastel en los platos, el olor era delicioso y sería bueno para ayudarla a bajar el miedo que había experimentado minutos antes mientras dormía. — Gracias, abuela. — dijo Elowen, tomando el plato con una sonrisa agradecida. Se sentó a la mesa, sintiéndose más ligera y feliz, mientras esperaba que todos se reunieran, Elowen decidió compartir su noticia porque sabía que sería muy bien recibida por todos ellos. — ¡Tengo una buena noticia! — anunció con emoción, su voz llena de entusiasmo, su madre Helen, que estaba ocupada preparando una taza de té, levantó la mirada con curiosidad. — ¿Qué pasó, cariño? — preguntó Abigail, entregándole también un pedazo de pastel a Helen y luego a Ryan, quien ya estaba en la mesa con impaciencia por saber qué era lo que Elowen tenía que contar. — César me llamó hace un rato... — comenzó Elowen, haciendo una pausa dramática para generar más expectativa — ¡Tengo el trabajo en la escuela, me han contratado como maestra y empiezo el próximo jueves! — la revelación hizo que el rostro de su madre se iluminara con una gran sonrisa. —¡Eso es maravilloso, Elowen, sabía que lo conseguirías! — exclamó en completa felicidad. Ryan, con la boca llena de pastel, levantó el pulgar en señal de aprobación, estaba muy ocupado llenando su barriga y se ocuparía de felicitar a su hermana después de eso, Abigail aplaudió suavemente igualmente feliz por aquella noticia. — Estoy tan orgullosa de ti, querida... — dijo la abuela con una sonrisa cálida — Sabía que encontrarías tu camino aquí... — le dio un fuerte abrazo — ¡Es una excelente noticia! — besó su coronilla antes de tomarla por las mejillas y besar su frente. Elowen sonrió ampliamente mientras tomaba un bocado del delicioso pastel, sintiendo una mezcla de alivio y felicidad, el día había terminado mucho mejor de lo que esperaba y no podía esperar para comenzar su nueva aventura en la escuela, con la sensación de que, aunque había desafíos por delante, estaba lista para enfrentarlos, la familia celebró con risas y anécdotas, disfrutando del dulce sabor del pastel y de la compañía mutua, mientras la casa se llenaba de una energía renovada y optimista. La calidez de la reunión familiar parecía borrar cualquier sombra de temor que hubiera rondado en la mente de Elowen, las risas llenaban el comedor, contagiándose de uno a otro, mientras las tazas de té y los platos de pastel circulaban alegremente entre ellos, Elowen se sentía envuelta en esa atmósfera de amor y complicidad, como si cada risa y cada sonrisa fueran un bálsamo que aliviaba la inquietud que había sentido al despertar del extraño sueño en el porche. Ryan, con su sentido del humor característico, comenzó a contar una historia divertida de su infancia, recordando cómo una vez se había metido en problemas al tratar de atrapar a una ardilla en el jardín trasero, Helen lo interrumpió, corrigiendo algunos detalles con una sonrisa cómplice, lo que provocó que todos estallaran en carcajadas, Abigail se unió a la conversación, compartiendo algunas anécdotas de sus años más jóvenes, hablando con un brillo especial en los ojos que siempre aparecía cuando hablaba de los viejos tiempos. Elowen, por su parte, se sentía más ligera, más segura, el miedo que había sentido mientras dormía en el porche, esa sensación extraña de ser observada, ahora parecía un simple eco lejano, sin importancia, se permitió relajarse completamente, disfrutando de la conexión con su familia y de la alegría compartida en aquel momento tan simple, pero tan significativo. — No sé qué haría sin ustedes... — dijo Elowen de repente, en voz baja, pero con una sonrisa sincera — Estoy tan feliz de estar aquí, en casa, con todos ustedes. — se quedó observando a su madre. — Nosotros también, mi amor... — Helen le acarició suavemente el cabello — Estamos felices de tenerte aquí, de que decidieras venirte con nosotros a pesar de que tenías todas las puertas abiertas en Reno. — las palabras le salieron desde el fondo del corazón. — Esta casa siempre estará llena de amor mientras estemos juntos. — Abigail sonrió con ternura. Elowen sintió que las palabras de su abuela eran ciertas, la casa, que antes le había parecido oscura y llena de sombras, ahora estaba llena de luz y calidez, como un refugio seguro donde podía dejar atrás sus miedos, el sonido de las constantes risas y las conversaciones animadas llenaban cada rincón, desplazando cualquier resto de inquietud que aún pudiera quedar por ahí, la noche se había vuelto luminosa y Elowen se dio cuenta de que, con su familia a su lado, era capaz de enfrentar cualquier cosa que el futuro le deparara. Después de terminar la cena y disfrutar de la compañía familiar, Elowen se despidió de todos con un abrazo cálido, tomó el libro que había dejado en la mesa del comedor y subió las escaleras, escuchando el suave crujir de la madera bajo sus pies, la casa estaba tranquila, con solo el murmullo de las conversaciones que aún resonaban en la sala y el sonido ocasional de la vajilla siendo recogida. Al llegar a su cuarto, cerró la puerta detrás de ella, dejando fuera cualquier distracción, se sentó en el borde de la cama, sosteniendo el libro con delicadeza en sus manos, sus dedos trazaron la textura de la portada. Elowen se acomodó contra los almohadones, encendiendo la lámpara de la mesita de noche y abrió el libro en la primera página, pasó las páginas lentamente, dejando que el aroma a papel antiguo y un ligero olor a musgo la envolvieran, había sentido que algunas historias eran para niños, ahora que observaba más de cerca, notaba detalles que no había visto antes, notas en los márgenes, palabras subrayadas que parecían querer revelarle algo. Elowen sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero no de miedo, sino de emoción, decidió leer una historia más antes de ir a dormir, esperando que esta vez el libro le diera alguna pista sobre por qué la intrigaba tanto. Mientras leía, la suave brisa nocturna entraba por las puertas del balcón entreabiertas, moviendo ligeramente las cortinas, como si también estuviera curiosa por conocer el contenido del misterioso libro. ________________________________________________________________________________ El Encuentro en el Río. Una mañana, cuando el sol apenas comenzaba a asomarse sobre el horizonte y la neblina aún danzaba sobre el río, Margaret decidió aventurarse más allá de su territorio habitual en busca de hierbas raras para un nuevo elixir que quería preparar, su camino la llevó hacia el río profundo que cruzaba el corazón del bosque, el aire estaba fresco y el sonido del agua corriente era calmante, casi hipnótico, mientras se inclinaba para recoger unas flores azuladas que crecían en la orilla, sintió una presencia a su lado. Levantó la vista y, a través de la bruma, vio a un joven observándola desde el otro lado del río, su figura era alta y esbelta, con el cabello despeinado por el viento y una expresión curiosa en sus ojos, vestía ropas sencillas, pero había algo en él que no encajaba del todo con la imagen de un campesino o un viajero cualquiera, Margaret sintió una punzada de sorpresa, seguida de una extraña atracción que no podía explicar. El joven, al darse cuenta de que ella lo había visto, sonrió de manera tranquila y amistosa, como si la conociera desde siempre, sin embargo, había un brillo en sus ojos que sugería que él también sentía la misma curiosidad inexplicable por ella. — No es común encontrar a alguien en este lugar tan temprano. — dijo él, cruzando el río con pasos firmes sobre unas piedras grandes, como si conociera el terreno a la perfección. Margaret lo observó con cautela, sin dejar de sujetar las hierbas que había recogido. —Tampoco es común ver a alguien que no pertenece a este bosque caminando tan confiado. — respondió con un tono de voz calmado pero vigilante. — Me llamo Ethan... — el joven se rio suavemente — He escuchado historias de este bosque y decidí explorar por mí mismo... — inclinó un poco la cabeza como si estuviera evaluando su respuesta — No esperaba encontrar a nadie más aquí. — sonrió suavemente. — Yo soy Margaret... — respondió ella, dudando brevemente antes de decir su nombre — ¿Y qué historias has escuchado? — preguntó con curiosidad. — Historias sobre una bruja que cuida del bosque y conoce secretos que pocos se atreverían a descubrir. — dijo Ethan, con una chispa de travesura en su mirada. — ¿Y qué piensas de esas historias? — Margaret sintió una mezcla de orgullo y sospecha. — Pienso que me gustaría conocer más, si es que tú me lo permites. — Ethan dio un paso más cerca, el agua rozando sus botas. Margaret no pudo evitar sonreír ante la audacia del joven, había algo en él que la intrigaba profundamente, una energía que no había sentido en mucho tiempo, sin embargo, no estaba segura de si debía confiar en él. — Tal vez lo haga, si demuestras que eres digno de conocer los secretos de este lugar. — respondió finalmente. — Entonces, estaré encantado de intentarlo. — Ethan asintió, aceptando el desafío con una sonrisa en sus labios. Ambos se quedaron en silencio por un momento, contemplando el flujo del río que los separaba, como si fuera un símbolo de la distancia entre sus mundos, sin embargo, ambos sabían que ese encuentro casual estaba destinado a cambiar sus vidas de una manera que ninguno de los dos podía prever.
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