Primera noche. 2

3628 Words
Con el carrito lleno, Elowen y su abuela se dirigieron a las cajas para pagar, mientras avanzaban, Elowen notó cómo el alcalde se acercaba rápidamente, como si no quisiera perder la oportunidad de estar cerca de Abigail, a pesar de su discreta actitud, Elowen podía ver que su abuela mantenía una sonrisa ligeramente divertida en su rostro. El alcalde, ofreció su ayuda para ayudarlas a colocar todos los productos en la cinta, lo que Abigail aceptó con cortesía, aunque Elowen podía notar que en el fondo la situación le resultaba entretenida, era mejor que una novela de televisión, mientras acomodaba las cosas en la cinta, Samuel aprovechó para continuar la conversación, hablando sobre el clima, los eventos del pueblo y otros temas triviales, pero siempre buscando la atención de Abigail. Elowen observaba la escena con una mezcla de diversión y ternura, notando cómo su abuela manejaba la situación con gracia, a pesar de las evasivas de Abigail, el alcalde no parecía darse por vencido, lo que hacía todo aún más curioso, cuando finalmente llegó su turno para pagar, el alcalde insistió en ayudarlas con las bolsas, asegurándose de estar cerca hasta el último momento. Elowen intercambió una mirada cómplice con su abuela mientras salían del supermercado dejando al hombre esperando a que sus productos fueran escaneados y debía pagar, ambas no pudieron evitar reírse ligeramente al estar fuera del alcance del alcalde. — ¿Por qué no te das la oportunidad? — pregunto Elowen comenzando a guardar las bolsas en la parte de atrás de su auto. — ¿Ya viste quién es? — Abigail la ayudaba. — El alcalde del pueblo ¿Qué tiene de malo? — alzó una ceja. — Voy a caer en boca de medio mundo y van a comenzar a cuestionarme, a inventar chismes y a juzgar todo lo que hagamos, hay mujeres que son más venenosas que las serpientes de cascabel. — tomó el carrito para alejarlo y dejar que Elowen cerrará el maletero. — Esta bastante complicado vivir del prójimo. — tras decir aquello fijó su mirada en una figura que caminaba hacia el supermercado. — Señora Winters. — era el chico de antes, el de los ojos azules. — Hola, Rowan... — Abigail movió su mano — Te espero mañana en el restaurante. — comenzó a empujar el carrito hacia donde estaban los demás. — Ahí estaré temprano como siempre. — el hombre la ayudó. — Gracias hijo... — le dio unas palmaditas suaves en la espalda — ¿Por qué tienes esa cara? — pregunto al ver a su nieta. — ¿Trabaja en tu restaurante? — preguntó con una voz ronca. — Si, es un excelente mesero y siempre se presenta temprano, es un buen hombre, aunque no ha sabido escoger bien a sus amigos... — se encogió de hombros — Dime con quién andas y te diré quién eres, muchas personas aplican esa frase con él y por eso prefiere mantenerse lejos de todos. — vio hacia un lado, una camioneta de doble cabina bastante gastada se estaciono a un lado de ellas. — Parece que el destino quiere que nos sigamos encontrando. — dijo Ethan bajando del lado del copiloto. — ¿Crees que sea el destino? — Elowen sonrió de lado con un tono algo arisco al ver a la madre bajar por el otro lado. — Puede ser... — abrió la puerta de atrás — O quizás solo sea mala suerte para ambos. — la pequeña bajo con ayuda de su hermano. — Muy mala suerte... — asintió antes de sacar las llaves — Hay que volver a casa. — susurro a Abigail que se había quedado en silencio observando la interacción. Elowen se dio cuenta de que la madre de Ethan las vio de una forma bastante despectiva y sintió algo de pena por ella, los años encima no la hicieron madurar y posiblemente seguía molesta por lo que le había dicho más temprano, ella misma se lo había ganado y no iba a sentir remordimiento por defender a su madre contra viento y marea. No se despidió de Ethan de ninguna manera a pesar de que lo vio esperando ese acto mientras sostenía las manos de su hermana que estaba jugando de pie sobre los zapatos de su hermano, Elowen subió a la camioneta y la puso en reversa justo después de que su abuela cerrará la puerta, ambos no dejaron de verse a los ojos hasta que finalmente ella acelerara para marcharse. — Parece que ustedes dos se están tomando confianza. — comentó Abigail una vez iban más adelante. — Esta mañana casi arroyo a su hermana, me lo encontré en la librería y me pidió disculpas por la forma en que me hablo. — explico mientras continuaba con los ojos fijos en la carretera. — Esa niña ha sobrevivido muchas cosas, no sé si es porque sus padres son unos descuidados o si esa niña es un verdadero terremoto incontrolable. — rodó los ojos, con esa familia no tenía buena relación. — Me decanto por las dos opciones. — Elowen se encogió de hombros. — Quizás tengas razón, pero me parece muy curioso que te haya hablado por su cuenta, suele ser bastante esquivo con las personas y es como si viviera dentro de un caparazón que jamás se abre, siempre he creído que su madre lo arruino por sobreprotegerlo. — busco el cinturón de seguridad para ponérselo. — No parece ser una madre que sobreprotege mucho a sus hijos. — Elowen la vio rápidamente, no debía descuidarse de la carretera. — Con la primera impresión que te llevaste es posible que no lo veas de esa forma, pero comenzó a sobreproteger a Ethan después de que su hijo muriera. — movió su cabeza de un lado a otro. — ¿Cómo falleció? — le causó mucha curiosidad y una pesadez extraña se instaló en su pecho. — No ha contado mucho de cómo fue que falleció, se quedó todo en muerte de cuna porque era cinco años más joven que Ethan, no dejaron ver al bebé y tampoco hubo vela, lo cremaron y pasaron años para que la niña naciera. — explicó Abigail mientras sonreía de lado. — Me imagino que debió ser algo muy duro para toda la familia, perder a alguien es terrible. — su hermana había sido muy constante en su vida. — Es verdad, perder un hijo duele terriblemente. — volteo a verla con una sonrisa algo amarga en los labios. Elowen y Abigail se quedaron en silencio después de haber comentado sobre la vida de la familia Blackwood y su historia familiar, mientras conducían por las calles del pequeño pueblo, la luz del sol comenzaba a ocultarse detrás de las nuevas nubes oscuras, el clima era tan variante que Elowen sentía que iba a tener problemas para acostumbrarse a todo eso, aquello fue alargando las sombras sobre el camino nuevamente. Desde el momento en que dejaron el supermercado, había sentido una extraña inquietud, como si una mirada invisible la siguiera desde la distancia, a medida que avanzaban por la carretera que bordeaba el bosque, esa sensación se intensificó, podía sentir claramente que algo, o alguien, la observaba con atención, instintivamente, sus ojos se desviaron hacia el borde del camino, donde los árboles altos y oscuros se alzaban como guardianes silenciosos. Trató de no parecer preocupada como cuando iban hacia el pueblo más temprano, pero su corazón latía más rápido, por un momento, creyó ver una sombra moverse entre los árboles, rápida y escurridiza, como si estuviera siguiendo el ritmo de su camioneta nuevamente, la imagen de Ethan y el misterioso olor a bosque regresaron a su mente, y un escalofrío recorrió su espalda. — ¿Estás bien, cariño? — preguntó Abigail, notando la repentina tensión en la expresión de su nieta. — Sí, abuela... — Elowen sonrió — Creo que sí, sólo... — vio de reojo — Me pareció ver algo entre los árboles de nuevo y voy rezando para no volver a cruzarnos con otro ciervo. — apretó el volante con algo de mayor nerviosismo. Abigail miró hacia el bosque del lado del conductor esperando entender que era lo que su nieta estaba viendo y entonces su rostro también se tensó por un breve instante, pero luego regresó a su habitual calma y puso los ojos al frente, en el camino que tenían frente a ella, Elowen noto que su abuela apretó las manos antes de comenzar a tronar sus dedos con algo de inquietud. — Este lugar tiene sus misterios, querida... — dijo procurando sonar tranquila — Pero no hay nada de qué preocuparse... — volteo a verla de nuevo — El bosque siempre guarda sus secretos. — le dedicó otra sonrisa amable. Elowen asintió, pero no pudo evitar sentir que había algo más detrás de esas palabras, continuaron conduciendo en silencio, mientras la sensación de ser observada se mantenía, acechando en la quietud del bosque a su lado. Cuando Elowen y Abigail llegaron a casa, el cielo ya estaba completamente cerrado por las nubes oscuras que llevaban un buen rato anunciando un aguacero, mientras bajaban de la camioneta con las bolsas de las compras en las manos, una agradable sorpresa las recibió, desde el porche, un delicioso aroma a comida recién hecha flotaba en el aire, envolviéndolas con una sensación de hogar y calidez. Abigail aspiró profundamente y sonrió. — Parece que alguien ha estado ocupada en la cocina... — dijo Abigail aspirando profundamente. Elowen también hizo lo mismo, ese olor, a especias, hierbas frescas y algo que parecía ser un guiso a fuego lento, era exactamente lo que necesitaban después de un día tan agitado y sabía perfectamente quien lo estaba haciendo, era el toque especial de su madre. Entraron a la casa y fueron recibidas por el sonido de música suave que venía de la cocina, sobre la estufa, un gran caldero burbujeaba alegremente y a su lado, una bandeja de pan recién horneado descansaba, aún caliente y emanando un aroma que hizo rugir el estómago de Elowen, en la mesa de la cocina, había una ensalada colorida, con verduras frescas del jardín que Abigail había cultivado con tanto esmero. — Espero que traigan apetito. — dijo Helen con una enorme sonrisa en los labios. — ¡Mucho! — exclamó Elowen dejando las bolsas en la barra de la cocina — ¡Que sorpresa tan deliciosa, hace mucho que no cocinabas de esta forma! — vio a Ryan bajar corriendo. — Llevo un rato sufriendo con todo este delicioso olor ¿Cuándo vamos a comer? — preguntó mientras se alborotaba el cabello. — Pon la mesa, todo está casi listo. — Helen apago la estufa del guiso porque ya estaba listo. — Vamos a acompañar este delicioso almuerzo con una botella de buen vino... — Abigail fue a una puerta que llevaba a un pequeño cuarto que funcionaba como bodega — Tenemos que celebrar su llegada y brindaremos por un nuevo comienzo en este pueblo, una vida nueva llena de misterios, deseos cumplidos y porque te lleguen a contratar. — dijo viendo a su nieta. — Voy a guardar todo lo que hemos comprado, hay que celebrar realmente. — Elowen sonrió mucho más animada. Elowen observaba con una sonrisa mientras la cocina se llenaba de vida, Ryan, se movía con destreza alrededor de la mesa, colocando platos, cubiertos y servilletas, asegurándose de que todo estuviera perfecto para el almuerzo, su madre, estaba junto a la estufa sirviendo con esmero el guiso humeante en cada plato, Abigail, por su parte, con una mirada cómplice, destapaba la botella de vino que había guardado para una ocasión especial. Con manos hábiles, destapó la botella con un pequeño "pop", y luego fue a buscar las copas en el aparador, sus movimientos fluidos y tranquilos, como si este momento fuera un ritual que había esperado disfrutar desde hace mucho tiempo. Elowen se sentía en paz en medio de ese ambiente tan acogedor y familiar, desde que había llegado, desde que sus padres se divorciaron no había experimentado una calidez tan reconfortante como la de ese mediodía, había algo especial en la sencillez de compartir una comida en familia, en las risas que llenaban la habitación y en la camaradería que se sentía en el aire. Cuando todos se sentaron, Ryan bromeó sobre lo mucho que extrañaba las comidas tan elaboradas de su madre, todas se rieron y Helen le prometió que le cocinaría más seguido, Abigail coloco las copas en la mesa, solo a los mayores de edad, Ryan recibió un vaso con jugo de uva. — Salud por la familia y a los nuevos comienzos. — dijo Helen con una sonrisa levantando su copa. Los cristales resonaron en el comedor y el sabor del vino invadió el paladar de Elowen provocando que una sonrisa se dibujara en sus labios, Elowen disfrutaba cada segundo del almuerzo junto a su madre, su hermano y su abuela, había risas, anécdotas compartidas y un ambiente de calidez que le hacía sentir en paz, en medio de las conversaciones y las bromas, se daba cuenta de que no extrañaba en absoluto a su padre, a pesar de las constantes notificaciones de mensajes que llegaban a su teléfono desde hacía unos minutos. Mientras miraba su móvil de reojo, vio que los mensajes eran de su padre, todos y cada uno de ellos, ninguno era de sus amigas de la universidad, había comenzado con un saludo casual, pero rápidamente se centró en una pregunta; si Helen, ya se había encontrado con alguien conocido en el pueblo, Elowen sintió una mezcla de molestia y desaprobación, sabía que su padre estaba tratando de averiguar si Helen había comenzado a rehacer su vida después de la separación, un interés que le parecía injusto, considerando que él había sido infiel y el causante de la ruptura. Elowen apagó la pantalla de su teléfono y volvió a concentrarse en la mesa, no quería permitir que las preguntas inoportunas de su padre arruinaran el momento que estaba compartiendo con su familia, Helen, sin darse cuenta de la situación, continuaba sirviendo un poco más de vino y reía con Ryan por alguna broma interna, Elowen estaba decidida a disfrutar de la compañía de aquellos que realmente importaban, después de todo, su madre merecía ser feliz, rodeada de personas que la valoraban y la querían de verdad. Al terminar el almuerzo, Elowen se levantó de la mesa con una sensación de tranquilidad, subió las escaleras hacia su cuarto, un espacio que empezaba a hacer suyo lentamente, había cajas apiladas por un lado y las maletas por otro, llevaba la bolsa con sus nuevos libros y decidió comenzar a ordenar la ropa, desdoblando y colgando cada prenda en el armario que había en una de las esquinas de la habitación. Mientras lo hacía, abrió de par en par las puertas del balcón para que entrara el aire fresco y esperaba que la tormenta todavía no cayera, una brisa suave y fresca se coló en la habitación, trayendo consigo el aroma del bosque cercano y el leve susurro de las hojas moviéndose; Elowen se detuvo un momento, disfrutando de la sensación del viento en su rostro y cerró los ojos, sentía que ese aire nuevo era justo lo que necesitaba para llenar el espacio con su esencia, para hacer de ese cuarto un refugio propio, sin embargo, esa sensación de ser observada regresó, sutil, pero persistente, como si los ojos del bosque estuvieran puestos en ella. Se giró ligeramente hacia el balcón, su mirada recorriendo las sombras que se alargaban entre los árboles, no había nadie a la vista, pero esa inquietud latente no la abandonaba, tomó una respiración profunda, tratando de ahuyentar sus pensamientos y volvió a centrarse en su tarea. Poco a poco, el cuarto comenzaba a tomar forma, reflejando un poco de su personalidad, cada cajón que llenaba y cada espacio que ordenaba le daba una sensación de control sobre su entorno, algo que necesitaba más que nunca, pero, cada vez que sentía el viento acariciando su piel, no podía dejar de pensar en lo que había sentido, en esa mirada desde el bosque. Elowen terminó de ordenar su cuarto justo cuando escuchó la voz de Abigail llamándola para cenar, con una sonrisa, dejó de lado el último libro que estaba colocando en el estante y se dirigió hacia la cocina, la casa se llenó de ese cálido sonido de platos y cubiertos mientras su abuela y su madre terminaban de preparar la comida y Ryan, como siempre, estaba en la mesa, haciendo alguna broma que arrancaba risas. Cuando se sentó en su lugar, Elowen sintió una calidez familiar que la envolvía por completo, la conversación fluía fácilmente entre todos y las risas eran constantes, Helen contaba historias del pueblo, algunas sobre los vecinos lejanos y otras sobre las ocurrencias de sus amigas cuando eran niñas. Elowen no podía evitar sentirse agradecida, había algo profundamente reconfortante en esas cenas, en el simple acto de estar juntos, compartiendo momentos cotidianos que parecían tener un nuevo significado ahora que estaban más unidos, disfrutó cada bocado, cada palabra y cada risa. Mientras todos comían, Abigail hizo un comentario gracioso sobre el alcalde, insinuando que tal vez debería invitarlo a cenar solo para ver hasta dónde llegaría con sus intentos de conquistarla y para que Helen conociera a su posible nuevo padrastro, la mesa estalló en carcajadas, a medida que avanzaba la noche, la cena se convirtió en una velada llena de alegría. Después de la cena, Abigail, con una sonrisa entusiasta, sugirió que todos se reunieran en la sala para ver una película, Ryan, siempre dispuesto a prolongar la noche, estuvo de acuerdo inmediatamente y Helen asintió con una mirada de complicidad, disfrutando de la idea de pasar un rato más en familia. Elowen, sin embargo, sentía el peso del cansancio acumulado en sus hombros, aunque le encantaba la idea de compartir más tiempo con ellos, su cuerpo le pedía descanso. — Creo que me voy a retirar... — dijo suavemente, con una sonrisa cansada — Ha sido un día largo y necesito dormir un poco. — se frotó suavemente los ojos. — Claro, cariño, descansa... — Abigail le dio un beso en la mejilla — Nosotros podemos disfrutar de la película y te contaremos mañana cómo terminó. — bromeo ligeramente. — Descansa mi pequeño tesorito. — Helen también le dio un beso en la otra mejilla. — ¿Quieres un besito mío también? — Ryan puso sus labios como los de un pescado y se quiso acercar a ella. — Aléjate de mí, me vas a pegar la rabia. — Elowen lo empujo con suavidad. — Yo queriendo darte amor y tú me rechazas, que mala hermana eres. — se hizo el ofendido. Elowen se rio con aquel drama y se dio la vuelta para caminar hacia las gradas que la llevarían al segundo piso, el pasillo estaba iluminado por pequeñas lámparas de color amarillo empotradas en las paredes y eso le daba un aspecto un poco espeluznante al lugar, parecía una casa embrujada, si veía algo blanco cruzar entre los cuartos muy seguramente su corazón iba a dejar de latir de inmediato. Al llegar a su cuarto cerró la puerta detrás de ella, dejando su espacio sumido en un reconfortante silencio, se dirigió al balcón para cerrar las puertas, pero dejó entrar un poco más de aire fresco antes de hacerlo, el aire estaba más frío que antes, cargado con el aroma de la tierra húmeda y de las hojas que crujían bajo el viento, sin embargo, mientras contemplaba la oscuridad que envolvía el bosque, sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Había algo inquietante en cómo las sombras parecían moverse entre los árboles, danzando como figuras fantasmales bajo la tenue luz de la luna, Elowen se sintió de repente muy pequeña, como si el bosque la estuviera observando con ojos invisibles, miró fijamente hacia el espesor de los árboles, buscando algún signo de lo que podría haber sentido más temprano en el día, la oscuridad era profunda, casi impenetrable y el silencio era denso, solo roto por el leve susurro del viento, su respiración se aceleró; la sensación de ser observada regresó con fuerza, más intensa que nunca, sentía que algo, o alguien, estaba allí, en medio de las sombras, mirándola desde la distancia. Elowen se abrazó a sí misma, sintiendo cómo su piel se erizaba, no podía distinguir nada más que sombras, pero esa sensación seguía presente, oprimiendo su pecho, se mordió el labio inferior, tratando de convencerse de que solo eran imaginaciones suyas, fruto de un día largo y de la inquietud que aún no lograba sacudirse, pero no podía apartar los ojos del bosque, de esa oscuridad tan profunda que parecía tener vida propia. Finalmente, apartó la mirada, sintiendo que la intimidación era demasiada para seguir soportándola, retrocedió lentamente hacia su cuarto, cerrando las puertas del balcón tras de sí, se quedó de pie por un momento, con la espalda contra las puertas cerradas, tratando de calmar los latidos acelerados de su corazón, se dijo a sí misma que solo era su imaginación, pero no pudo evitar lanzar una última mirada a través del vidrio, preguntándose qué secretos ocultaba ese bosque en la oscuridad. Se cambió a su ropa de dormir, sintiendo que su cuerpo se relajaba con cada movimiento, había cerrado las cortinas del balcón y las puertas con seguro, se metió entre las sábanas dejando que la suave brisa del bosque que aún flotaba en la habitación la envolviera, sus ojos comenzaron a cerrarse lentamente y pronto se sumergió en un sueño profundo, acompañada por el murmullo del viento entre los árboles y la calidez de saber que estaba rodeada de su familia.
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