Pueblo nuevo. 2

3898 Words
Elowen le agradeció a Ryan que se hubiese tomado el tiempo de ayudarla a subir sus grandes maletas de ropa al segundo piso de aquella acogedora y cálida cabaña que tenía su abuela, aunque vista desde afuera parecía ser un lugar muy místico. Lo quiso ayudar a subir sus cajas, pero Ryan se negó amablemente alegando que ella había ido conduciendo por todas aquellas largas horas y necesitaba descansar un poco; Abigail les dispuso las habitaciones a forma de que estuvieran conformes con ellas, la cabaña tenía cuatro dormitorios en la segunda planta, en la primera aparte de la cocina, sala y comedor abiertos, tenía una biblioteca que al mismo tiempo cumplía como salón de música y oficina, un baño y dos habitaciones para invitados, pero Abigail ocupaba una de ellas porque le causaba flojera subir las gradas que llevaban a la parte de arriba, además, vivía completamente sola, rodeada de bosque espeso. Helen iba a seguir teniendo la habitación que usó cuando era joven, estaba en el lateral derecho con vista directa al jardín delantero de la casa y para la mujer fue un golpe de recuerdo pasados el entrar a aquella habitación; para Ryan la habitación lateral izquierda qué era la que tenía un enorme estante que iba de piso a techo con muchos espacios para pudiera acomodar sus cosas más valiosas, la vista de la ventana rectangular con diseños triangulares no era tan buena, pero al joven lo último que le importaba era ver era el jardín o el bosque. Y para Elowen destino la habitación del fondo, la que tenía un balcón con vista directa al patio trasero y al bosque espeso que rodeaba la propiedad, Abigail lo hizo pensando en que aquella imagen le daría inspiración para continuar escribiendo su poesía y porque la otra habitación estaba llena de cajas con viejas cosas que le iba a costar mucho llevar al sótano. Elowen se tomó su tiempo para subir las gradas después de haber llevado las bolsas con los regalos a la cocina de su abuela, la madera rechinaba un poco con cada paso que fue dando, pero cuando finalmente llegó arriba aceleró el paso para llegar frente a la puerta del que sería su cuarto y donde Ryan había dejado sus maletas para que fuera ella misma quien las metiera, la privacidad entre ellos dos era algo muy sagrado y si no tenían permiso, no invadían sus espacios. Era una habitación amplia y acogedora, con un estilo rústico y elegante, las paredes estaban construidas con grandes piedras naturales, lo que le da un toque de cabaña de montaña como en el exterior, mientras que el techo era alto, inclinado y cubierto de madera clara, lo que añadía calidez al ambiente. El centro de la habitación estaba dominado por una cama grande con un cabecero tallado en madera oscura, que tenía un diseño intrincado y ornamentado, la cama estaba vestida con sábanas en tonos claros, un edredón gris azulado y varias almohadas a juego, frente a la cama, había un banco acolchado con patas talladas que complementa perfectamente el estilo de la cama. Sobre el suelo, justo en el centro de la habitación, se encontraba una alfombra redonda con un diseño detallado en tonos crema que armoniza con los colores suaves de la habitación, a la derecha de la cama, había una gran cómoda de madera a juego con el cabecero, con un espejo ovalado montado en ella, encima de la cómoda, se ven varias decoraciones, incluyendo lámparas de mesa, jarrones y otros objetos decorativos que su abuela posiblemente había escogido especialmente para ella o quizás eran objetos que olvidó sacar. A la izquierda de la cama, cerca de las ventanas, había una pequeña mesa redonda de madera con una lámpara y una silla con cojines, lo que crea un rincón perfecto para la lectura o la relajación, las ventanas grandes y altas, que ocupan casi toda la pared trasera, permiten la entrada de mucha luz natural y le ofrecieron una vista de los árboles y la naturaleza exterior, las cortinas claras en tonos azules colgaban a los lados, listas para ser corridas si se desea más privacidad. El suelo de la habitación era de madera oscura, que contrasta maravillosamente con los tonos más claros de la alfombra, las cortinas y la ropa de cama, creando un equilibrio entre los elementos oscuros y claros de la habitación. El ventilador de techo, con un diseño clásico, colgaba en el centro del techo inclinado, aportando funcionalidad y estilo al espacio, Elowen no pasaría calor si es que en algún momento llegaba a hacer, en conjunto, la habitación transmitía una sensación de lujo rústico, combinando materiales naturales con detalles decorativos cuidadosamente seleccionados, como una amante de la decoración de interiores aquel cuarto sin duda era una belleza a la vista, nada en comparación al cuarto que tenía en el apartamento de sus padres, en tamaño sobre todo. Elowen se sentó en el banco a los pies de la cama después de haber entrado todas sus maletas y suavemente acarició la madera de la cama mientras pensaba en que todo estaría bien, que todo aquello era un buen comienzo para su vida ahora que todo había cambiado tan drásticamente, saco su celular del bolsillo trasero de su pantalón para revisar los mensajes que había estado recibiendo desde que iban a mitad de camino, no los había querido revisar por dos motivos, era una conductora responsable y porque sabía que eran mensajes de su padre. Era irónico que siendo ella quien extorsionó a ambos infieles, era la única con la que su padre seguía contactando y le suplicó mucho porque lo desbloqueara, porque no perdieran el contacto a pesar de que se mudarán tan lejos, Ryan fue el primero en sacarlo de su vida, Helen no podía bloquearlo porque los unía la minoría de edad de su hijo y debía compartir con él toda la crianza, pero el hombre no quería hablar con su ex, se levantó de la cama y salió del cuarto al balcón para poder hablar con su padre. ________________________________________________________________________________ — Hola, Owen. — dijo Elowen cuando escuchó que su llamada fue respondida. — Soy tu padre, Elowen. — dijo con mucha seriedad. — Acabo de ver los mensajes, venía conduciendo y por eso no te respondí. — apoyó los brazos sobre la baranda de madera. — Quería saber si ya habían llegado y si habían llegado con bien a casa de tu abuela, el viaje fue muy largo y me preocupaba la seguridad de Ryan yendo en la carcacha que tiene tu madre. — siempre había visto de menos la furgoneta. — En los últimos veinte años has cambiado de auto tres veces, chocaste uno y dos se estropearon por tu falta de responsabilidad al momento de llevarlos con el mecánico, mamá no ha cambiado de auto desde que estaba en secundaria. — le dio algo de coraje que su padre hablara de esa forma. — Ahora mi propia hija me regaña, los pájaros tirándole a las escopetas. — sus palabras fueron en un reclamo. — Ya te dije lo que querías saber, estamos en casa de la abuela y Ryan está bien. — pensó en no seguir perdiendo el tiempo. — ¿Como fue la llegada? ¿Tu madre se encontró con algún conocido? Muchos de nuestros compañeros de secundaría se quedaron en ese pueblo. — aquellas palabras hicieron que Elowen se riera. — Ve con tu mujer a ocuparte de ella, deja de querer meterte en la vida de tu ex, que es eso, tu ex esposa, si se quiere encontrar con quien sea, que se encuentre. — se levantó y le dio unas palmadas a la madera. — No quiero que exponga a Ryan a un mal ejemplo. — Owen fue un completo cara dura. — ¿Un mal ejemplo? — Elowen perdió la compostura — Encontrar a su propio padre en la cama de su madre con una puta ¿Eso no es mal ejemplo? — preguntó en un gruñido. — ¡Respeta! — el hombre le alzó mucho la voz. — ¡Que te respete tu propia madre, porque de tus hijos lo único que vas a tener es desprecio puro por hipócrita, traicionero mal nacido! — le respondió en el mismo tono y cortó la llamada luchando por no enojarse más de la cuenta. ________________________________________________________________________________ La tensión que quedó en el aire era palpable, cada palabra cargada de resentimiento y dolor, sobre todo lo que despertaba más enojo en ella era la forma en que su padre quería seguir controlando la vida de Helen, le parecía hipócrita que pensara que ella le iba a dar un mal ejemplo a Ryan cuando fue él quien rompió todos los conceptos de moral que les enseño mientras crecían, mientras estaba tratando de calmarse, Elowen comenzó a distraerse, su mente divagando hacia lo que había sucedido. De repente, un escalofrío le recorrió la espalda, la sensación de ser observada se hizo más intensa, como si algo o alguien, oculto entre los árboles oscuros, estuviera fijando su atención en ella; sus ojos escanearon el bosque intentando ver más allá de las sombras, las ramas se mecían suavemente con el viento, pero había algo más, algo que perturbaba la quietud del lugar, Elowen frunció el ceño, su corazón comenzó a latir más rápido ¿Era su imaginación, o realmente había algo ahí? Pero por más que trató de agudizar su vista, no consiguió distinguir nada y prefirió volver adentro. Cerro las puertas del balcón y se quedó observando por los cristales, la sensación de ser observada todavía no desaparecía así que decidió ponerle el seguro a las puertas esperando sentirse un poco más segura, con mucho cuidado arrastró las maletas hacia un lado de la cama dejándolas lejos del paso y decidió bajar a la sala por un poco de agua. Fue muy silenciosa al momento de bajar las gradas, pensaba que su madre estaría ocupada organizando todas sus cosas, pero en lugar de eso estaba en la cocina hablando con Abigail y ninguna de las dos se dio cuenta de su presencia así que eso le permitió escuchar lo que estaban discutiendo. — Me preocupa muchísimo que Ryan no vaya a acostumbrarse a este cambio. — dijo Helen con preocupación en su voz. — Yo lo vi muy contento mientras movía todo, incluso se veía mucho más animado que tú. — respondió Abigail poniendo la tetera sobre la estufa. — Me duele pensar que solo este fingiendo, dejó a todos sus amigos en Reno y él solo tiene quince años, está en su plena adolescencia. — dejó escapar un suspiro pesado mientras se sentaba en el taburete de la isla. — Solo dale tiempo, ha pasado por mucho y tiene que superar algunas cosas, el pueblo ha ido creciendo poco a poco y ahora hay un par de psicólogos que tienen sus clínicas privadas, puedes llevarlo con alguno de ellos si te preocupa tanto su estabilidad mental. — la mujer se recostó sobre el mueble junto a la estufa. — Elowen también me preocupa, rechazó un excelente trabajo para un colegio de prestigio por acompañarme, no sé si me culpa, no sé si me odia por tener que abandonar sus oportunidades. — se cubrió el rostro con ambas manos procurando no romper en llanto. — ¿Que locuras dices? — Abigail negó con la cabeza — Elowen ya es una mujer adulta y si ha venido con ustedes es porque lo deseaba, tú no puedes obligar a una adulta a hacer algo que no quiere. — sabía que su hija se estaba castigando sin sentido. — Pudo haberse sentido presionada a venir con nosotros, Ryan fue muy duro con ella cuando descubrió que seguía hablando con Owen. — apartó las manos para ver a su madre. — Ahí está la prueba de que ella es quien toma sus propias decisiones, Elowen es una adulta, deja de seguirla viendo como una nenita inocente... — se acercó a ella tomando sus mejillas — Date cuenta que eres tú la única que se está torturando con ideas que no son, tú les diste la opción y ellos la tomaron libremente, deja que tus hijos se acostumbren a este pueblo y veras que serán felices, tan felices como tú lo fuiste en tu infancia. — le dio un beso en la mejilla. Tras escuchar aquella conversación, Elowen pensó que debía ser más dulce con su madre, buscar la forma de asegurarle de que estaba muy feliz de haberse mudado al pueblo con ella y se aseguraría de hablar con Ryan para que hiciera lo mismo, su madre los necesitaba muchísimo, ellos debían protegerla aunque las cosas se supone que debían ser al revés; de forma deliberada hizo presión sobre extra sobre una de las gradas provocando que la madera hiciera ruido, quería anunciar su bajada para no tomar por sorpresa a las mujeres y para que no siguieran hablando si no deseaban compartir con ella lo de más de la conversación. — Hace mucho que no veía una tetera silbona. — dijo Elowen sonriendo al verla sobre la estufa. — A tu madre nunca le gusto, todas las mañanas se quejaba de que el silbido de la tetera la despertaba antes de tiempo. — Abigail se rio antes de bajar una taza. — Te gustaba poner agua para hacer tu café a las cinco de la mañana y el silencio siempre era roto por ese sonido molesto. — Helen se rio también. — ¿Quieres té? — preguntó la abuela viendo a Elowen — Tengo hiervas de todos los sabores que desees. — abrió las puertas de los gabinetes superiores mostrando los botes transparentes con las hierbas. — Gracias abuela, pero quisiera ir al pueblo a comprar algunas cosas que necesito, no me traje mis productos de aseo personal. — tomó un vaso para servirse agua fresca. — ¿Irás al pueblo? — Abigail sonrió — Deja que le prepare el té a tu madre y busco mi cartera, debo ir a hacer algunas vueltas al pueblo y aprovechando que vas, me llevas. — pensaba que debía comenzar a tener confianza con sus nietos. — Yo puedo llevarte al pueblo ¿Por qué no me dijiste? — Helen se sorprendió. — Lo siento hija. — hizo una mueca con sus labios. — ¿Te sigue dando vergüenza mi auto? — ella hizo lo mismo mientras la veía a los ojos. — No me da vergüenza, es muy llamativa y sabes que a mí siempre me ha gustado andar con un perfil bajo. — ambas voltearon a ver a Elowen que se estaba riendo. — Te gusta pasar desapercibida y tienes una motoneta. — apoyó el mentón sobre la palma de su mano mientras veía a su madre servir el agua caliente antes de poner el té en una esfera de acero que dejó hundir en la taza. — Iré por mi mochila y saldré a darle la vuelta al auto mientras te arreglas. — Elowen se terminó el agua y se fue de la cocina. Las dos mujeres eran divertidas cuando estaban juntas, se la pasaban discutiendo de una forma muy divertida y era uno de los mejores recuerdos que tenía de su infancia cuando Abigail los iba a visitar; entró a su cuarto y tomo su pequeña mochila para rebuscar en ella su billetera, durante su último año de universidad estuvo trabajando como asistente en una guardería ganando un sueldo decente que pudo ahorrar casi en su totalidad pues Owen nunca le cobró nada y tampoco le quiso recibir el dinero que intento aportar para la despensa o los servicios básicos, tenía unos cuantos ahorros que podría usar mientras conseguía trabajo en el pueblo. Su bolsa de maquillaje, su billetera, llaves del auto y demás cosas que una mujer cargaba en su bolso, en el caso de Elowen, una pequeña mochila de cuero marrón. — ¿Vas a salir? — preguntó Ryan que la vio porque tenía la puerta abierta. — Si, voy al pueblo ¿Quieres algo? — apoyó las manos en el marco. — No, por el momento no, gracias... — vio hacia todos lados en su cuarto — ¿Vas a comprar libros? — preguntó esbozando una sonrisa. — Es posible, vendí todos mis libros porque traerlos era engorroso y tengo un librero en mi cuarto. — sonrió divertida, ella y su hermano se compartían los libros que compraban. — Espero que compres algo bueno, hace mucho que no leo romance y fantasía. — le saco la lengua de forma juguetona cuando la vio alejarse de la puerta. Elowen bajo las gradas corriendo y vio a su madre sentada en la sala con la taza de té entre las manos, la vista la tenía fija en las ventanas desde donde se podía ver el bosque profundo que estaba al otro lado del camino de entrada. Se despidió de su madre con un beso en la mejilla y salió de la casa, Elowen se quedó de pie en medio del jardín, rodeada por la quietud del momento, el sol estaba cubierto por algunas nubes grisáceas que solo dejaban colarse a algunos rayos muy débiles, las sombras del bosque se veían mucho más intensas y el aire se enfriaba con cada minuto que pasaba, cerró los ojos por un momento y respiró profundamente, dejando que el aroma del bosque que rodeaba la propiedad la envolviera por completo. El olor a pino, tierra húmeda y hojas en descomposición era embriagador, despertando en ella una sensación de conexión con la naturaleza, había algo en ese aire fresco y puro que la hacía sentir viva, como si el bosque la llamara, ofreciéndole consuelo en su abrazo verde y espeso. El crujido lejano de una rama, quizás provocado por un animal que se movía entre los árboles, la hizo abrir los ojos, miró hacia la línea de árboles que bordeaba el jardín lateral, su mirada recorriendo las sombras que se espesaban, a pesar de la calma aparente, no pudo evitar sentir una presencia, una sensación de que no estaba sola. — Elowen, ya estoy lista. — Abigail salió de casa algo apurada. — ¿Qué tipo de animales puede haber en el bosque? — pregunto aun con la mirada fija en el bosque. — Osos pardos, pumas, serpientes de cascabel, coyotes, lobos, escorpiones de corteza... — respondió viendo hacia donde su nieta — Si entras al bosque a dar un paseo mantén siempre los ojos bien abiertos, hace muchos años no había ataques de osos ni de lobos, pero hace un mes un grupo de excursionistas fueron atacados por una manada grande de lobos. — puso la mano sobre el hombro de su nieta. — Créeme que dar paseos por el bosque no será una opción para mí. — negó con la cabeza algo espantada por esa idea. — Hija, los campistas fueron atacados muy lejos del pueblo, fue en un claro casi a diez kilómetros y aquí no llegan osos ni lobos. — se rio por ver su miedo. — Mejor me curo en salud. — salió de la propiedad y fue hacia donde había guardado su auto para cuidarlo de las inclemencias. — Me gusta mucho tu camioneta. — comentó Abigail abriendo la puerta y subiendo. — Gracias. — se rio antes de ponerla en reversa para dar la vuelta y ponerse en marcha hacia el pueblo. Elowen manejaba una camioneta Toyota Rav4 del año dos mil quince, el color era rojo vino, era un regalo de su padre el cual apreciaba mucho porque era su primer vehículo y lo cuidaba mucho, esperaba que en el pueblo hubiera un buen taller porque no le gustaría arruinarla o que le robaran piezas solo para cobrarle demás. Elowen iba conduciendo por la carretera serpenteante que llevaba al pueblo, mientras su abuela se acomodaba en el asiento del copiloto en completo silencio y con la ventanilla abierta, al parecer le gustaba sentir el aire fresco en su rostro, el motor de la camioneta resonaba con un suave ronroneo y las ruedas crujían sobre la grava ocasional que cubría el camino, el espeso bosque que rodeaba ambos lados del camino se volvía cada vez más oscuro a sus ojos y parecía que estaba alucinando porque sentía que la noche estaba cayendo sobre el bosque en plena mañana. — ¿Estás bien, querida? — preguntó su abuela con su voz suave. Abigail había notado la tensión en los hombros de Elowen y la manera en que mantenía sus manos apretadas sobre el volante, Elowen asintió, aunque no podía negar la inquietud que sentía desde que habían salido de casa, una vez más, esa sensación de ser observada la había atrapado, como si algo estuviera vigilándola desde las profundidades del bosque, intentó sacudir la incomodidad de su mente, pero era persistente, como una sombra que se negaba a desaparecer. Mientras conducía, sus ojos se mantenían alerta, alternando entre la carretera y el denso bosque a su lado, las sombras de los árboles se entrelazaban, creando formas abstractas que jugaban con su imaginación, de repente, algo llamó su atención, fue un destello fugaz, un movimiento rápido entre los árboles. — ¿Viste eso? — preguntó mientras giraba la cabeza hacia el lugar donde había visto algo moverse y baja la velocidad. —¿Qué cosa? — preguntó su Abigail, siguiendo la mirada de su nieta hacia el bosque, aunque no vio nada fuera de lo común. — No estoy segura... — Elowen frunció el ceño, intentando concentrarse en lo que había visto — Me pareció ver algo correr entre los árboles. — era difícil estar segura al cien por ciento. — Aquí hay muchas cosas que corren entre los árboles... — Abigail sonrió, era una chica de ciudad viviendo en el bosque — ¡CUIDADO! — exclamó con voz aguda cuando un ciervo se cruzó frente a ellas. — ¡Dios santo! — Elowen se puso la mano en el pecho, iba a vuelta de rueda y el ciervo paso a unos cinco metros por delante, su abuela casi la mata de un susto con semejante grito. — Lo siento, pensé que lo íbamos a golpear. — Abigail puso los dedos sobre sus labios un poco apenada por su reacción excesiva. — Tengo buenos reflejos, pero supongo que tengo que acostumbrarme a que de vez en cuando un animal de esos se cruce de la nada. — se quedó observando al frente y más ciervos cruzaron el camino. Era difícil estar segura de lo que vio entre los árboles, pero juraría que algo había corrido paralelo a la camioneta cuando aún no había bajado la velocidad, manteniéndose en las sombras, casi al ritmo del vehículo, tal vez un ciervo, uno de los que acababa de cruzarse frente a ellas o un lobo que los perseguía y que por miedo se quedó oculto, pero la velocidad y la agilidad con la que se movía no parecían naturales. Elowen trató de reprimir el escalofrío que recorría su espalda, enfocándose de nuevo en la carretera, sabía que su abuela no había visto nada y probablemente pensarían que había sido un simple juego de luces y sombras o los animales recién vistos, sin embargo, la sensación de ser observada se hizo más intensa, como si lo que había visto la estuviera siguiendo, acechando desde la oscuridad del bosque.
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