Mis amigos de la universidad se fueron para siempre gracias al imbécil que tenía como novio en ese entonces, al graduarnos ya no supe que paso con ellos. Estaba sola y no podía hablarlo con nadie. Para cuando ha anochecido un poco más, la recepción va lo bastante bien como para que yo pueda descansar y sentarme un poco en cualquier lugar, la mesa destinada a que estemos mi esposo y yo ahora mismo está vacía, los dos hemos estado dando vueltas de un lado hacia otro, creo que, con la clara intención de no vernos, pero yo quiero descansar mi trasero.
Mientras todos están ocupados, yo me encargo de tomar un descanso sin que alguien quiera arruinar este momento para mí, he estado persiguiendo a uno de los tantos camareros que traían en grandes bandejas plateadas llevan las bebidas, al menos al final logré tomar una copa de champagne y me dirigí al jardín poco poblado. Mi atención se centra en la luna que estando completa brilla de aquella manera tan atrayente, deseo ser libre y solitaria como ella, pero supongo que no es mi destino cumplir mis deseos ahora mismo.
—Será mejor que descanse, nadie me molestará estando aquí. —Murmuro para mí misma, teniendo la clara intención de tomar de la delgada y larga copa.
—¿Hablando sola en mitad de la fiesta de recepción de tu boda? —Una repentina voz hace que me aleje tan rápido como pueda la copa, veo entonces como esta se rompe en miles de pequeños pedazos en el verde pasto. —Lo siento, no quería asustarte, ¿Estás bien? —Me giro hacia aquella persona, evitando estar molesta.
—Hiciste que mi momento de privacidad ahora ya no sea tan privado. —Al girarme finalmente me topo con un hombre lo bastante alto, ojos verdes que brillan en diversión y de cabello oscuro. Lleva un traje elegante por lo que imagino que debe tratarse de unos de los caballeros de mi esposo, debo cuidar lo que digo ahora mismo. —Debería estar en la recepción disfrutando de todo, ¿Qué hace aquí? —Preguntó con la clara intención de hacer que el extraño se vaya, pero de alguna manera me siento extraña delante suyo, el rostro de aquel hombre es sumamente atractivo, me atrevo a decir que mucho más que el de mi esposo.
—Lo mismo me pregunto yo, tú deberías estar en la recepción haciendo que tus invitados estén cómodos, después de todo eres la novia. —El hombre encima de mí sonríe, y yo no evito hacerlo también, para ocultar lo que me está irritando.
—Creo que mis invitados están más que cómodos ahí fuera. Además, de que no lo conozco para que me tutee señor…—Guardó silencio queriendo que diga su nombre.
—Mi nombre es lo que menos debe importar, pero tú, Daphne, no deberías estar con un hombre como Caleb. —Frunzo el ceño, ¿Cómo sabe mi nombre?, me golpeo mentalmente recordando que las invitaciones tienen mi nombre y también el de mi esposo.
—Bueno, señor, debo decirle que usted es la persona menos indicada para decirme que hacer con mi vida, y en cuanto a mi esposo, es el hombre de mis sueños y estoy feliz al casarme con él. —Quiero vomitar por todo lo que he dicho, pero no sé qué intención tiene el extraño encima de mí.
—No parece muy convencida de esto, Daphne, puedo hacerla cambiar de opinión de inmediato. Tengo ese efecto en las mujeres. —El extraño hace de pronto el movimiento de tomar mi mano para besarla, siento cosquillas llegar de pronto e invadir el dorso de mi mano hasta mis piernas, si no fuera por el gran vestido ahora mismo se vería como mis piernas tiemblan. Puedo notar como la suave caricia de la luna toca el rostro del extraño hombre que ahora me sonríe de manera coqueta. ¿Se habrá golpeado acaso? ¿Cómo le coqueteas a una persona que se casó unas horas antes?
—Y supongo que todas las mujeres con las que está son casadas, no soy de esas, señor. Ahora mismo le pido que, por las buenas no me dirija la palabra pues le repito que, mi esposo es el único hombre que deseo en mi vida. —Me suelto del agarre de aquel hombre y temblando me alejo tanto como puedo.
—¡Mi propuesta estará presente de todos modos, Daphne! —Niego con la cabeza mientras sigo caminando, es increíble que me encuentre temblando ante la sola presencia de aquella pata, pero será mejor que actúe como si aquello no hubiera pasado. ¿Qué diría la prensa ante todo esto?, una mujer casada recibiendo la propuesta de infidelidad de un completo extraño, se vendería como pan caliente sin duda.
Creo que el comienzo de mi nueva vida, sin duda, será la más extraña.
Cuando ya siento que estoy lo suficientemente lejos de aquel extraño, siento la presente necesidad de al menos descansar los pies y al mismo tiempo lamento no haber podido tomar una gota de aquel oro líquido llamando champagne. Maldigo entre mis adentros a ese sujeto, esperaba al menos descansar unos momentos sin tener que fingir ser la esposa perfecta. Sin embargo, no parece que vaya a tener paz alguna, veo como una señora se acerca a paso rápido y no parece tener buena cara, esto siendo que incluso mi esposo parece tener una expresión afligida y detrás de él, hay un señor; un mal presentimiento se instala en mi pecho, entonces debería prepararme para cualquier cosa.
—Entonces, tú eres la muchacha que se llevó a mi Caleb de mis brazos ¿No? —Una señora de pelo entre gris y lo que fue el n***o algún día aparece encima de mí, al lado la señora también llega el mismo hombre que venía detrás, tiene el pelo ya de color gris. Ambos portan ropa elegante, entonces no hay duda, por el parecido es la madre de mi esposo, pero ¿Y aquel hombre?, quizás sea el padrastro. —¿No piensas decir nada acaso? —Vuelve a preguntar la señora. —
—Madre, no seas grosera con mi esposa. —Caleb habla y yo solo puedo sonreír con un poco de ironía, ella cree que le quite a su hijo, pero no hay nada más alejado de la realidad, entonces supongo que es momento de actuar —
—Lo siento mucha señora, pero viendo a un hombre como su hijo es imposible que no le haya puesto el ojo. —Me resigno mentalmente al no poder descansar, suspiro internamente solo para estirar mi mano. —Daphne, es un placer conocerlos. —Les digo, el hombre de pelo gris toma mi mano y luego la suelta con una amable sonrisa. —
—Es un placer conocer a la mujer con la que Caleb compartirá su vida de ahora en adelante, Albert Figgins, soy el padrastro de Caleb. —Siento que el conflicto no vendrá de su parte, está claro entonces que aquella mujer es la del problema pues, la madre de Caleb me mira de arriba hacia abajo con una clara expresión de disgusto. —
—Quisiera decir lo mismo, mi hijo merece a una mujer que esté a su altura y tú, no pareces estarlo tanto como dicen. —Levantó una ceja, bien, entonces creo que no será posible tener una buena relación con la mujer que es mi suegra. No hice nada y ya me odia, veamos cuantas personas más pueden hacerlo. —
—Louis, vamos, no seas así con la chica. Tu hijo es un imán para cualquier muchacha y finalmente ha encontrado una a su altura. —La ahora llamada Louis se encoge de hombros.
—Es cierto madre, Daphne se llevó al mejor hombre de la clase, y yo me lleve a la más hermosa chica de toda la universidad. —Caleb y su padrastro ríen, pero mi suegra me mira con ojos entre cerrados.
—Estuviste 7 años en la universidad Caleb, conocí a todos tus compañeros y de la nada dices que esta mujer estaba en tu clase. Si todo lo que dice la prensa es verdad, no tengo más dudas al darme cuenta de que esta mujer solo está contigo por dinero, dinero que quiere quitarte, hijo. —Louis me señala con el dedo y en el proceso algunos invitados giran buscando la procedencia del ruido.
—Señora, no puede decir cosas como esas…En el día de mi boda. —Sollozo por la acusación de mi suegra, mi llanto fingido es lo bastante real ahora mismo, lo había hecho en el pasado solo para cumplir mis caprichos de infancia, sé que ahora es mejor que antes. —No sabe cuánto me hieren sus palabras, yo, realmente amo a su hijo. — Le digo ahora tocando mi rostro, las lágrimas caen para hacerlo más creíble. —