Cuando finalmente hemos llegado al altar, donde se encuentran mis damas, los caballeros del hombre que sería mi esposo, y por supuesto el juez de paz que, después de los novios, es el más importante. Mi padre me suelta y va a sentarse al lado de mi madre y con descaro sobre sus hombros, todos parecen enternecidos ante la imagen de un padre que ha entregado a su hija, claro, lo ha hecho, me ha entregado al matadero.
No he volteado la cabeza en ningún momento para ver al novio, no deseo verlo y esta es la primera vez que estoy a su lado, suspiró bajito sin la intención de llamar la atención o mucho menos, el juez de paz empieza a hablar, una larga charla que logra que al menos media iglesia se quede dormida. Mientras aquel hombre de edad avanzada habla sin parar, miro de reojo al hombre que sería mi esposo, es bastante alto, eso es lo que puedo notar a primera vista, creo que tiene el pelo marrón claro, y sus ojos, no puedo descubrirlo, pues nunca lo he visto y encima de todo, cuando estaba de camino al altar no he levantado la vista, para lo que algunos ha parecido tierno que la “tímida novia” sienta nervios de ver a su esposo, yo estoy sintiendo un nudo en el estómago, me pregunto constantemente qué haré para salir de aquí. ¿Y si me escapo? ¿Y si mientras todo el mundo está tan metido en sus cosas yo voy retrocediendo lentamente hasta la salida de la iglesia?, es cierto que sería difícil salir de aquí con un vestido corte princesa, es lo suficientemente largo y lleno de tela como para impedirme huir, seguro que a la mínima que lo intente caería.
—¿Señorita Park, está escuchando lo que he preguntado? — La voz del juez de paz logra hacerme reaccionar, no he escuchado lo que ha dicho. —
—¿Podría…Podría usted repetir la pregunta por favor? — Pregunto y es entonces cuando escucho risas por parte de los invitados, junto con los murmullos que salen de sus labios, han de pensar que estaba tan sumergida mirando al novio que no he prestado atención. El ya anciano juez de paz ha suspirado y ha colocado al mismo tiempo dos dedos en el puente de su nariz
—¿Acepta usted señorita Daphne Park, al señor Caleb Jones, como su futuro esposo, compañero de vida, en la salud y la enfermedad, en la prosperidad y adversidad hasta que la muerte los separe? — Bien, ha dicho la pregunta, trato de mantenerme con calma y suspiro unas cuantas veces para poder responder, el juez de paz me mira bastante interesado, y por segundos miro a mi padre que me observa con una mirada molesta, mi madre a su lado, que parece estar conteniendo el aliento. —
Entonces no puedo escapar de mi destino.
—Sí…Acepto. — Tan pronto como he respondido los invitados parecen suspirar de alivio y el juez de paz encima de mí se ha puesto más relajado, y es que claro, ¿Cómo reaccionaría todos al saber que la novia no quiere casarse? ¿Qué dirían los medios? ¿Qué hubiera pasado si tan solo todo el mundo se entera de que esta es una unión sin amor o algún sentimiento de por medio?
—Ante los ojos de nuestro señor, la ley, junto con el estado, y los presentes que ha estado observando con alegría. Los declaro marido y mujer, señor Jones, puede usted besar a la novia. — Dicho esto, el hombre a mi lado se gira, con duda hago lo mismo y esta es la primera vez que veré su rostro. Siento nervios, mi cuerpo tiembla ligeramente y siento que no puedo con toda esta presión en mi pecho. El velo denso que traía puesto se levantó y lentamente levantó la mirada para mirar al que desde ahora en adelante será mi esposo.
El inconfundible sentimiento de sorpresa es algo que se instala en mi pecho al ver el rostro del hombre con quien me he casado, es apuesto, bastante apuesto y no puedo negarlo, efectivamente su cabello es castaño claro, rizado, sus ojos son negros como la misma noche y su piel esta ligeramente bronceada, y, aun así, todo esto luce bastante bien. Cuando me he dado cuenta los labios de este nombre se han unido a los míos en un corto beso, no he sentido nada, su rostro y su físico pueden ser hermosos, pero no he sentido absolutamente nada.
No puedo evitarlo ya, no hay tiempo de escapar.
( . . . )
Parpadeo solo para darme cuenta de cómo ya hemos estado caminando hacia la salida de la iglesia, no puedo creer que aquel hombre que desde ese momento se ha convertido en mi esposo me haya besado, creo que estaba lo suficientemente sorprendida por su apariencia que no me había dado tiempo para detenerlo. Pero ahora ¿Realmente valía la pena hacerlo ahora?, supongo que aún tengo tiempo para dejar las cosas claras con mi “esposo”, no importa que tan guapo sea, no debo dejar que esto me nuble la vista, sobre todo ahora mismo la pronta ansiedad me invade.
Lo primero que veo cuando ya estamos fuera de la iglesia es como los invitados nos lanzan flores, según creía era arroz lo que se debía lanzar, pero supongo que mi padre había cambiado esto. Cosa que en el fondo le agradezco, el arroz solo arruinaría mi cabello y este piso por el que ahora camino era lo bastante resbaladizo como para pisar arroz. Tenía también entendido de que el arroz en las bodas traía consigo muchos significados, suponía que esto simbolizaba la fertilidad, la abundancia y los augurios de prosperidad.
Pero, ahora que lo pensaba con calma, no estaba dispuesta a traer al mundo un hijo.
Miro hacia la derecha y veo la expresión de alegría de mi madre, al mismo tiempo siento como un nudo en mi garganta parece querer matarme, ¿Qué pensaría ella de mi al saber que esto es solo un sucio negocio por parte de mi padre? Al lado de mi madre, se encuentra mi padre y trato con todas mis fuerzas de no mirarlo con desprecio, pero fracasó miserablemente. Sobre todo, porque el hombre a mi lado parece estar tranquilo y no deseo hacer una escena.
—¡Muy bien todos, reúnanse para tomar una foto con los recién casados! —El fotógrafo encargado es quien grita esto, sé que lo mejor ahora es guardar las apariencias. Del lado derecho se encuentran mis padres, mis damas y del izquierdo los padres de mi ahora esposo, quienes supongo son mis suegros y más personas que no conozco. —Todos se quédense quietos y sonrían. —Ordena el fotógrafo, sonrió, pero no es de alegría en lo absoluto, lo que ahora siento es una profunda ira junto con la tristeza, aun así, me esfuerzo por que no sea muy notorio.
La foto que espero ver en mi álbum de bodas es la de una novia que en silencio está sufriendo.
Luego de lo que pareció infinito, todos los invitados querían fotos junto a los novios, incluso la presa que fue invitada, seguramente por mi padre que es más que un admirador de la opinión pública y controlador de la perfección. Después de esto, debía lanzar el dichoso ramo hacia alguna “afortunada” que debería casarse, estando de espaldas lo he lanzado sin importarme quien lo atrapó ya que un grupo de locas se estaba peleando, pero al final, debía de sonreír hacía la ganadora.
—Ahora que la ceremonia en la iglesia ha terminado, es momento de irnos hacia la recepción, mi esposa y yo, los estaremos esperando. —Aquella voz pertenece a mi esposo y puedo darme cuenta de que es grave pero no tanto, masculina y calmada. —¿Me haría el honor de tomar mi mano señora Jones? —Parpadeo ante la petición de mi esposo, evitó hacer una mueca clara y frente a todo el mundo.
—Por supuesto…Señor Jones, será todo un placer. —Respondo mientras sonrío, tan pronto como mi esposo tomó mi mano, hemos salido del ojo de todos los que seguían lanzando pétalos de rosas directamente hacia el vehículo que nos llevaría a la tan esperada recepción.
No puedo creer que apenas, está comenzando todo esto.
Habían pasado unas horas desde que habíamos llegado a la recepción, desde entonces no he podido tomar asiento gracias a la presión que hace mi padre en mí, aparentemente se espera que como novia debo asegurarme de que mis invitados la estén pasando bien y que también, hable un poco con todo el mundo, sin embargo no conozco a nadie y no quiero hacerlo, pero si no lo hago ¿Qué diría la gente?, sí, me estoy preocupando bastante por el qué dirán las personas, generalmente me hubiera importando bastante poco pero debo hacerlo, todo esto con el fin de cuidar de mi madre, aunque ella no esté enterada de esto. No tengo hermanos con los cuales transmitir mis sentimientos o algún pariente cercano al que le pueda confiar mis secretos.