Edward Sin perder un segundo la mirada de Allison sobre mí, me quité la camiseta de un tirón. Sus palmas enseguida fueron cautivadas por la piel de mi pecho, deslizándose a lo ancho y bajando hasta mi abdomen. Sus manos sobre mi piel se sentían como un jodido incendio en medio de un bosque, de esos que te consumen en segundos. Sacó la lengua, mojándose el labio superior, y respiré hondo, fue todo lo que pude hacer para no darle la vuelta y follarla duro. Esta mujer... joder, me estaba matando, y apenas habíamos empezado. Le toqué los finos tirantes de su camisón. ― ¿Puedo quitártela? ― tardó en asentir, cierta duda coloreaba sus mejillas. ―Si― la mire, quería que se sintiera cómoda conmigo. ―No tenemos que hacer nada que no quieras, Allison― acaricio mi mejilla de manera tierna.