Edward
Sinceramente sentía que la oficina había dejado de ser ese lugar de orden y perfección que tanto me gustaba y se había convertido en un caos puro.
Y todo era culpa de Allison por irse, pero por, sobre todo, por dejarme con un asistente que no podía sostener un jodido papel sin temblar. No me seguía el ritmo, preparaba el peor café del mundo y no tenía idea de cómo armar mis horarios importantes tal y como lo hacía Allison y tampoco era mucho lo que le estaba pidiendo.
Estaba agotado, el último mes y medio había sido de una completa vorágine.
Son casi las diez de la noche cuando miro la hora, me paso las manos por el rostro y decido que por hoy ya es suficiente, cierro el portátil y me pongo el saco, lo único que quiero es llegar a casa, ducharme y acostarme a dormir.
Mi teléfon
