Edward
― ¿Qué…? ¿Qué haces aquí? ―me pregunto con toda la duda corriendo por su rostro, realmente no sabía que decirle porque ni yo mismo entendía porque había venido hasta su casa.
―Ten, son para ti y para Olivia― dije, ofreciéndole el ramo de flores que había comprado para ella―. No sabía que ya le habían dado el alta ¿cómo esta ella?
―Está bien, gracias― me miro por varios segundos, debatiéndose entre dejarme entrar o no―. ¿Quieres verla?
―Sí, claro― respondí―. Si no es molestia, por supuesto.
―Pasa, yo…― murmuro, titubeante―. Iré a buscarla.
Pasar la puerta era adentrarse en la pequeña sala directamente, que solo estaba alumbrada por una cantidad cuestionable de velas ¿acaso no tenía luz? ¿este era el problema que tenía?
Mire a mis costados, no era por criticar ni juzgar el lug
