Capítulo 6: Buena suerte, la vas a necesitar

1074 Words
Shirley salió tan rápido, una mujer le dio su ropa, ella se cambió por sus jeans y playera, luego se apuró en encontrar a Bryce Murray, se acercó a él, mirándolo con desespero. —¡He cumplido, por favor, libere a mi madre! —exclamó Bryce le miró como si fuera una loca. —¡¿Qué dices, niña?! Yo no tengo a tu madre. —¡Usted la secuestró! Mi hermano me lo dijo. —¡¿Qué?! ¡Claro que no! —exclamó rabioso—. Mira este lugar, sí, hay prostitutas, apuestas, pero es legal; no tengo menores, ni tengo drogas, ¡Menos secuestros! Hank Campbell me debía mucho dinero por hacer trampa, le pedí una prostituta virgen para un cliente millonario, él dijo que traería a su hermana a pagar su deuda. Shirley dio un traspié, le miró boquiabierta, llorosa. —¡¿Qué?! Bryce le miró angustiado. —¿Él te dijo que yo secuestré a tu madre, para que lo hicieras? Ella le miró con miedo. —¡Yo…! —¡Escucha, niña! No digas nada, si le dices al demonio de Lorf, ¡Te mato! Te daré dinero, ¿Sí? Pero, quédate callada, si no le gustaste a ese hombre y no firma el contrato, ahora sí juro que… —¿Qué pasa? Shirley sintió que se desmayaría, que vomitaría, Kendrick estaba ahí, ya vestido y dispuesto a irse. —Nada, señor, ¿Cómo está? Shirley se apresuró a correr, alejándose, dejándolos perplejos. —¿Cuál es el problema? ¡Y no mientas! —gritó como si fuera una fiera Bryce bajó la mirada, asustado. —Bueno, señor Granndach, el pago de esa prostituta está condicionando. —¿Condicionado? —A nuestro negocio, si usted no firma, entonces, esa mujercita, no recibirá su pago. Kendrick le miró con rabia. —¿Qué dices? —Señor, pidió demasiado dinero, negocios son negocios. —¿Cuánto fue? —Lo siento, eso es privado. Kendrick le miró con furia. —Firmaré, pero, tengo otras condiciones. Bryce le miró con esperanza, trajo el contrato. —Firmará bajo las condiciones que usted lo quiera. Kendrick sonrió, y puso tales condiciones que fueron terribles para Bryce; las ganancias del setenta por ciento irían para Granndach, además, si él quería, podría disolver el contrato si descubría cualquier traición o mentira, aunque Bryce sintió que perdió, presumir ser socio del demonio de Lorf, para él, valía toda la pérdida. Shirley corrió tan rápido como pudo, al llegar, observó a algunos vecinos que la miraban con ojos recriminadores, Shirley sintió miedo, como si cada uno de ellos lo supiera todo. Cundo llegó a casa, abrió la puerta, miró en la sala a su padrastro, Sally esbozó una sonrisa siniestra, Hank escondió la cara, cuando vio a su madre, sintió que el corazón le había vuelto, Shirley corrió a abrazarla, sintió algo raro, severidad y frialdad en su gesto, ni siquiera la tocaba. —¡Mamita! ¿Estás bien? —exclamó —¡Eres una mujerzuela! —bramó su padrastro, lanzándola al suelo, ella le miró aterrorizada, ese hombre solía maltratarla, miró a sus hermanastros, y al fondo, pudo verlo, Clyde estaba sentado, mirándola con furia, ¡Él había dicho todo! —¡Madre, escúchame! ¿Esto fue una trampa? —exclamó al ver a sus hermanos —¿Qué dices, Shirley? —preguntó Sally —¡Tú y Hank dijeron que mamá estaba secuestrada, que yo debía…! Madre… —Te fuiste a vender como una mujerzuela en el bar de Bryce Murray, ¿Qué crees que haces, malnacida? —exclamó Edwin, su padrastro. Ella negó. —¡Lo hice porque Hank y Sally me obligaron! Madre, ellos dijeron que debía hacerlo para pagar la deuda de Hank, o te matarían, porque te secuestraron. —¿Qué dices? ¿Secuestrada? ¡Yo no he sido secuestrada! Solo me desmayé en el mercado, pero Hank me trajo a casa, ¡Dios mío, Shirley! ¿Cuándo te convertiste en una mitómana? —exclamó su madre —¡No! ¡Dilo, Sally! —exclamó Shirley desesperada —¡Está loca, ahora quiere dañar mi reputación, papi! Shirley sintió esa bofetada que la lanzó al suelo, y sintió la sangre bañar su nariz, ella lanzó un quejido, incluso Clyde se levantó asustado. —No le pegues, por favor —suplicó Kira —Entonces, ¡Qué se largue! No quiero a esta bastarda mujerzuela aquí. Kira sollozó, Sally trajo su maleta, y la empujó contra el cuerpo de la chica. —Madre… —suplicó —Vete, Shirley, solo vete… —dijo Kira con ojos llorosos, y la mirada hundida. Shirley se levantó, sintió que su corazón estaba roto, miró alrededor, miró a sus hermanastros, y a Clyde. —Me voy, pero un día, cuando la verdad sea dicha, todos lo lamentarán, y los malos de esta historia serán castigados, lo juro, lograron deshacerse de mí, Sally y Hank, pero no de mi recuerdo. Kira la detuvo. —No vayas con la abuela, o ella sufrirá por tu culpa. Shirley salió de la casa, caminó sin encontrar el rumbo. Esperó el autobús para ir a la estación de tren, miró esa figura cansada, caminado hacia ella. Shirley se levantó, sus ojos se llenaron de lágrimas. —¡Abuela! Su abuela la abrazó con fuerzas, Shirley sollozó entre sus brazos, estaba rendida. —Mi dulce niña, mi pequeña. —No me odies, abuela. Ella siseó. —Nunca odiaría a mi corazón, no me digas nada, lo dirás cuando puedas hablar de esto, cuando tu alma esté menos rota, ¿Recuerdas sobre la capa de amor? Shirley asintió. —Bueno, no olvides que llevas la capa de amor en tu cuerpo, protegiéndote por siempre, tu madre y yo la tejimos, es fuerte y resistente. Su abuela Gala sacó un sobre con dinero. —¡No, abuela! Son tus ahorros. —Tómalos, cariño, algún día me lo devolverás, escuché cosas, pero en nada, ni en nadie creeré, solo en ti, sé que tú no eres nada de lo que Glosk dice, yo solo te creo a ti. Shirley sonrió y la abrazó. —Abuela, te amo, volveré, con la frente en alto, nunca tendrás que avergonzarte de mí, ¡Lo juro! La abuela besó su frente, y Shirley tomó el autobús, la vio irse, hondeando su mano por la ventana, diciendo adiós. —Buena suerte, mi dulce niña, la vas a necesitar —dijo la anciana.
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