Capítulo 5: El demonio no ruega a nadie

1244 Words
Kendrick salió deprisa, estaba rabioso, se sentía timado por Bryce Murray, cuando el hombre lo vio, sonrió y se acercó. —Mi señor, necesita algo. Él lo tomó del cuello con una sola mano, casi ahogándolo. —¿Qué trampa es esta? El hombre le miró asustado, Kendrick lo soltó, sus guardias se acercaron y también los de Bryce, pero Bryce gritó a su gente que se alejaran. —Señor mío, déjeme explicarle, jamás jugaría ninguna trampa contra usted. Kendrick le miró receloso, él era un hombre muy rico y poderoso, dueño de un gran conglomerado de empresas, sabía de sus enemigos, nunca se sintió tan vulnerable como en esa habitación con esa chica. —¿Quién es esa chica? ¿Por qué la trajiste? —espetó —Yo… ¡¿Le hizo algo malo, señor?! Puedo conseguir otra mujer mejor. Kendrick lo tomó del cuello de la camisa. —¿Crees acaso que no puedo conseguir una mujer por mí mismo? —¡Oh, no, señor! Solo quería complacerlo, si ella no lo hizo, le aseguró que lo pagará caro… —¡No te atrevas a tocarle un solo cabello o lo pagarás! —exclamó Bryce estaba muy confundido. —Yo… ¡No! Señor, jamás haría daño a algo que es suyo. —Esa chica, ¡Era su primera vez! ¡Ella no es una prostituta! —exclamó severo —¿Qué no? —exclamó con falsedad—. Claro que sí, es su primera vez aquí, Señor Granndach, ella pidió pasar una noche con usted, ella vendió su virginidad, pagué mucho dinero por ella, muchas liras —dijo moviendo sus manos avariciosas Kendrick se quedó perplejo, sus ojos se volvieron enormes. —¿Se vendió? —Sí, señor, pero yo jamás haría trampas contra usted, es mi ídolo, mi gran sueño es ser como usted, ¿Recuerda cuando estaba al borde de la quiebra, y levantó la gran empresa Granndach? Nadie creía en usted, hizo una fortuna del aire. Kendrick no hacía caso a sus palabras, pensaba en ella. —¿Y pagaste por toda la noche? —¿Eh? ¡Ah! ¡Sí, claro, mi señor, ella es suya, toda la noche, o las mil y una noches, si usted lo quisiera! —exclamó, pero Bryce no miró felicidad en sus ojos, como seriedad, ese hombre tenía tal gesto de póker que no supo si le gustó o no. Kendrick volvió a la habitación. Miró a la joven, que estaba ya con su vestido puesto, estaba lista para irse, la miró como si la escudriñara, ella volvió a sentir miedo. —Escucha, te haré solo una pregunta, una maldita pregunta, y solo debes responder, si o no, ¿Entendiste? Ella le miró temerosa. —¡¿Entendiste?! —replicó cuando ella no respondió. —Sí… —dijo con miedo —Bryce me dijo algo, y debes confirmarlo, ¿Es cierto que vendiste tu virginidad? ¿Es cierto que lo hiciste por tu voluntad? Ella miró su rostro, y sintió que le faltaba el aliento, pensó en su madre, en su mente todo se remitía a esa pregunta, si fallaba, podrían matar a su madre, no soportaría perderla. —Sí, lo hice, fue mi voluntad. Kendrick bajó la mirada, creyó sentir alivio, pero sintió decepción. —¿Por qué? —¿Qué? —¿Por qué venderte? Pudiste obtener dinero de otra forma, pero… —¿Y qué? Todas las chicas lo hacen, además… ¡Qué le importa! —exclamó, Kendrick abrió ojos enormes, ella parecía ser tan obediente y tierna, y de pronto, se convirtió en una fiera. —¡Vaya! ¿Con qué mi conejito se volvió salvaje? Ella mordió sus labios tratando de que sus dientes no castañearan de temor, cuando sintió que él se acercó. —Ya debo irme. —¿Irte? ¿Por qué? ¿Atenderás a otro cliente ahora que comenzaste con tu carrera de prostituta? Ella sintió tanto dolor, fue una ofensa, intentó golpear su rostro con una bofetada, casi fue un instinto, pero, Kendrick tomó su mano antes de que le pegara. —¡Suélteme! Me iré ahora mismo, ya cumplí. Él la miró con ojos llenos de deseo. —Pagaron toda la noche, y la noche aún es joven, conejito. Ella le miró con terror, él acunó su rostro, besó sus labios, sintió como ella manoteó, siguió besándola, hasta sentir que se relajaba, y cedía ante él, la llevó a la cama, lanzó la bata de dormir al suelo, estaba desnudo sobre ella, arrancó su vestido, Shirley no pudo evitarlo, cerró los ojos, entregadnos a él, por segunda vez. Shirley no durmió en toda la noche, estaba envuelta en los brazos de ese hombre, que dormía tan tranquilo como un gato, ella miró su reloj de pulsera, contaba los minutos, y cuando el reloj marcó las seis de la mañana se levantó, fue difícil liberarse de él, pero se vistió tan rápido, estaba lista para irse. Él despertó y la miró. —Es muy temprano, conejito madrugador, deberías volver a la cama. —Ya me voy, mire por la ventana, salió el sol, pagaron por la noche, pero ya es el día. Él la miró con ojos severos, alzó las cejas, sorprendido. —¡Qué astuta! Ya tienes tarifas, dime cuál es la tarifa de día, pudo pagar por ella. Shirley le miró con desprecio, él pudo mirar el asco en sus ojos y eso no le gustó. —Todo su dinero y el de sus ancestros, ni eso le alcanzaría para volver a pagarme una noche. —Ah, ¿Sí? ¡Qué conejito tan rencoroso! —exclamó mirándola, se levantó desnudo, ella pensó que era un vil descarado. Kendrick bebió de la botella de whisky. —Toma —dijo dándole unos billetes, era mucho dinero—; Te daré una propina por tu buen desempeño —dijo guiñándole un ojo Shirley tomó el dinero, y luego rompió los billetes en su cara, él se quedó perplejo. —Compre una esposa, si le alcanza el dinero, señor. Él la miró, sonrió malicioso, tomó su cartera y sacó su anillo de boda. —Ya tengo una, pero la regalaría con toda mi fortuna, si pudiera. Shirley le miró impactada, le miró con asco. —¿Qué? —Usted da asco —sentenció Vio la rabia brillar en los ojos del hombre, Shirley intentó salir tan rápido como pudo, pero él la alcanzó dando dos zancadas. —Ayer no parecías tan asqueada, mi conejito, tal vez quieras buscarme —dijo dándole su tarjeta, ella la lanzó al suelo. Eso lo enfadó aún más, la estrechó de la cintura, y la puso contra la pared, besó sus labios, ella luchó por alejarse, fue inútil, sintió que no podía rechazarlo, su boca estaba invadida por él, sintiendo su suave caricia, con sabor a whisky. Cuando tuvo conciencia el beso fue apremiante, sus manos fueron colgadas por él a su cuello, ella cedió, detuvo el beso, Shirley se sintió confusa, se alejó, y sintió su mano, deteniéndola. —Por favor, no te vayas, no peleemos, lleguemos a un acuerdo —dijo él con dulzura —Déjeme ir, por favor, debo irme, es urgente. Aunque Kendrick quiso rogar, vio algo en sus ojos, algo que le dijo que no cedería, luego se sintió como un tonto, esbozó una sonrisa irónica. —¡Largo, conejito, yo no ruego a nadie! —dijo con furia Ella no dijo nada, salió corriendo.
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