Capítulo 3. Ya no quiero ser princesa

4593 Words
Al día siguiente, después de esa gran humillación, Angelica aprovechó que su esposo junto con su tío se fueron del palacio, y se cambió de habitación porque ya no dormir más con él, por todo lo que le hizo pasar. 9:00 pm… «¡Toc…toc…toc…!» —¡Angelica soy yo, ¿Puedo entrar?! —Pasa, Carmen, ya me vestí. Angelica ya en otra habitación se encontraba cepillando su hermosa cabellera de color castaño oscuro, con leves ondas, sentada en su peinadora, usando una lujosa bata de seda para dormir mirándose en el espejo. En eso, ella observa que su asistente Carmen abre la puerta, la cierra con cuidado y va hacia ella estando muy nerviosa. —¡Angelica, el príncipe ya llegó y está muy enojado porque fue a su habitación y vio mudaste tus cosas! ¡Ya viene para acá! —Pues que venga —Cepillándose el cabello, Angelica alzó una de sus cejas mirándose al espejo con la altivez que siempre la caracterizaba —Si Jean Paul está enojado que se calme porque no le voy a dar el gusto de ir de nuevo a ese lugar. Creo que con esto que hice, le da a entender que ya no quiero dormir más con él. —¡Angelica! ¡¿dónde demonios estas?! —gritaba Jean Paul buscándola por las habitaciones del palacio. —¡Ay viene! —Ay, cálmate, Carmen, ni que no conocieras como es el príncipe de gritón. Esperemos que me encuentre. —¡Angelica ¿dónde estás?! Pasados unos minutos, el príncipe Jean Paul llegó a la habitación en donde se encontraba su esposa y abrió la puerta estrepitosamente. Su piel blanca, se puso roja como el color del tomate por lo molesto que estaba, así que, apretando sus dientes mirando a su esposa que ni lo determinó cuando lo vio entrar, alzó más su voz, cosa típica de Jean Paul Dubois. —¡¿Que significa lo que acabo de ver Angelica?! —Mmmm, no lo sé, tu dime. Y no tienes que gritar, estoy a menos de un metro de ti. En ese mismo instante, Jean Paul muy malhumorado puso su atención en Carmen la asistente de Angelica. —Lárgate de aquí Carmen, necesito…conversar con mi esposa. —¡Si señor! Carmen le tenía mucho miedo al temperamento del príncipe, asi que, con pasos apresurados se fue de la habitación y los dejó a solas cerrando la puerta. Jean Paul al ver que Carmen se fue, se dirigió hasta la puerta y la cerró con una costosa llave que tenía aquella perilla siempre puesta para tener privacidad. El rubio al cerrar la puerta botó la llave y Angelica se dio cuenta de lo que hizo. —¿Qué hiciste? —Mmmm, quiero estar a solas con mi esposa. ¿No se puede? —¡Lárgate de mi habitación. No quiero dormir más contigo! ¡Ya no te soporto! Jean Paul se acercaba a ella lentamente y mirándola con una expresión de sarcasmo la cual provocaba golpearle la cara le respondió mirándola al espejo: —Jajajaja, ¿Mi habitación? Que yo sepa todo este palacio le pertenecieron a mis antepasados y ahora a mí. Asi que… necesito que pongas los pies sobre la tierra y que complazcas esta noche a tu esposo que tiene ganas. —¡Que te complazca tu amante! Ya te lo he estado diciendo desde ayer. ¿Tú crees que soy estúpida? ¡Sé que me engañas! Además, con lo que me hiciste ayer, ya no me provoca hacer nada contigo. Bueno, desde hace tiempo. Dime ¿qué mujer quiere acostarse con un hombre amargado que siempre la grita? Lo siento, pero ya no quiero acostarme contigo jamás, y si no te gusta mi actitud, entonces ¡Dame el divorcio! Jean Paul en ese instante, suelta una gran carcajada burlándose de ella y acercándose tomando el mentón de su mujer le respondió: —Jajajajaja, ay querida Angelica. ¿El divorcio? ¡ya te dije que no! ¡no me da la gana! Y lo que te pasó ayer, te lo buscaste por contestona. Angelica se levantó de la peinadora y se acercó a él desafiándolo con la mirada. —Pues entonces, si vas a vivir conmigo, y si quieres que sea una esposa callada y sumisa, no voy a acostarme contigo. Angelica aún no aprendía su lección, ella creía que las amenazas de su esposo quizá eran un juego para que ella hiciera su voluntad. Pero no era así. En la monarquía las mujeres no valían nada y el p**o por obedecer, era el maltrato. Por ende, Jean Paul quien era de mal corazón al igual que su tío, se molestó porque lo que más odiaba era que lo desafiaran. Por lo tanto, su lado maltratador, comenzó a relucir de inmediato. Asi que, tomó a Angelica de manera violenta con una de sus manos y la apretó hacía él con uno de sus brazos, y luego puso su mano sobre sus mejillas. El rubio de la rabia que tenía empezó a apretarle las mejillas haciendo que Angélica sintiera dolor. Angélica. Siento la mano de Jean Paul como aprieta mis mejillas lastimándome porque sabe que él es más fuerte que yo el muy imbécil. Trato de zafarme de su agarre pero es casi que imposible. Ya de los gritos hacia a mí, parece que ya quiere maltratarme de forma física el día de hoy. —¡Suéltame, me haces daño! —Ordeno para que deje de lastimarme pero no le importa, más bien me mira con esa sonrisa burlona la cual es tan vomitiva y hace que lo odie más. Veo como este idiota se acerca más hacia mi rostro y puedo percibir un poco de alcohol en su aliento y clavando su mirada hacia a mi lo escucho decirme: —¡Odio cuando me dices que quieres que te de, el divorcio, tu sabes que no voy a hacerlo, eres mi primera esposa y no voy a permitir que me dejes en tan solo dos años! Lo trato de empujar para zafarme de su agarre pero no puedo, el idiota es muy fuerte. Lo miro con odio porque eso es lo que ya siento hacia él porque es un infierno todo lo que estoy viviendo. —¿Como no quieres que te pida el divorcio si mira como ahora estás maltratando? —Le pregunto. —Lo hago porque haces que me salga de mis cabales. Me responde soltándome con rudeza y tirándome hacia la cama. Mientras estoy ahí veo como se está quitando la correa del pantalón de manera muy agresiva. —¿Vas a pegarme idiota? Si llegas a hacerlo te juro que te mato ahora mismo. —Lo amenazo para que sepa que jamás permitiré que nadie lo haga. Mi padre siempre me consintió y nunca me castigó porque fui la niña de sus ojos ya que soy la única hembra de cinco hermanos varones y creo que si viera como Jean Paul me está tratando ahora mismo, lo matarían en especial mi hermano mellizo que me defiende como nadie. Asi que, me levanto de la cama rápidamente y giro mi cuerpo hacia el otro extremo para tratar de escapar de él, pero lo que hace es reírse y desabotonarse la camisa. —¿A dónde crees que vas? y obvio que no te pegaré aunque… eso es lo que me provoca si te soy sincero. Pero no puedo hacerle marcas a mi esposa ahora que estamos en verano. La verdad no puedo creer como este hombre con cada año que pasa cada vez se pone peor. Gritos y malos tratos, ahora quiere pegarme. Veo como se quita la camisa y ahora va por su pantalón, se lo desabotona y mientras lo hace camina hacia mí. —¿Es enserio? ¿Ahora eres un maltratador de mujeres? ¿no solo me hacer arrodillar ante tu tío si no que ahora quieres pegarme? —Puede ser… pero solo quiero hacerte entender quién es el que manda aquí. Ahora vas a complacerme porque esta noche tengo muchas ganas querida esposa. —Me dice quitándose su pantalón y dejándolo en el suelo. Se quita su ropa interior y trato de alejarme de él porque a pesar de que está desnudo ya no me excita. Pero con solo tres largas zancadas va hacia a mí y me toma del brazo de manera brusca. —¡No voy a hacer nada, ya no me provoca hacer el amor contigo! —exclamo para que me deje en paz porque no creo que quiera forzarme a que me acueste con él. Para eso me fui de la habitación que compartíamos porque antes de que se fuera de viaje le pedí el divorcio. Sin embargo, él estando desnudo sosteniéndome con fuerza con una de sus manos al parecer como que no le importó lo que dije. —Tenemos ya cinco días que no lo hacemos. —dice tomándome de mis brazos con sus dos manos con mucha fuerza. Estoy tensa porque no puedo salirme de su agarre y veo como lentamente, se dirige hasta mi cuello para olerme y empieza a aspirar. —Que delicioso hueles, me encanta cuando te echas perfume. —¡Suéltame, no voy a hacer nada contigo! —Es muy tarde querida esposa, ya la tengo bien dura y no te vas a escapar. Bajo mi mirada hacia su entrepierna, y si, el imbécil ya tiene una erección, parece que le excita el tratarme asi de mal. Así que, él con rudeza me rompe la bata para desnudarme de una vez. Esto me llena de ira pero no tengo escapatoria porque el idiota cerró la puerta y esta habitación está bien alejada como para gritar. Así que, como sé español gracias a mi madre, de la rabia que siento con lágrimas en mis ojos lo miro con odio y le digo: —¡Eres un Maldito! Al decirle eso lo veo como carcajea desnudándome con rudeza y para mi mala suerte esta noche no me puse ropa interior, así que, quedo desnuda completamente ante él. —Jajajaja, ¿me hablas en español?, mmmm pues yo si me sé una palabra, y esa es “puta” por lo tanto, eso es lo que vas a ser esta noche conmigo. Me las vas a pagar por irte de nuestra habitación sin mi permiso. Serás mi… “Puta”, mejor colabora o si no, te voy a tratar más mal. Ya estoy desnuda y no tengo escapatoria asi que, me lanza con brusquedad hacia la cama para tener sexo conmigo forzado porque no quiero ya tener intimidad con él. Y mientras lo veo abalanzarse hacia a mi, clavo mi mirada hacia él y le digo en francés: —Te dije que eres un hijo de perra estúpido. Él abre mis piernas y mientras lo hace con sus manos comprime mis brazos hacia las almohadas. Y mientras comienza a besarme mis lágrimas comienzan a recorrer mis mejillas, sintiendo que casarme con este hombre fue lo peor que pude hacer, pero seré una estatua, no me moveré. Que haga lo que quiera con mi cuerpo esta noche hasta que se canse y me dé mi anhelado divorcio. Angelica no podía hacer nada, estaba encerrada y era obvio que nadie la defendería del príncipe en ese palacio el cual prácticamente estaba solitario. El tío no se encontraba, ya que, viajó a una isla con una de sus amantes, y solo estaba su cuñado Gerald, quien prácticamente era un fantasma en ese palacio. A su vez, si los sirvientes como Lumiere y los demás la escucharan gritar, no dirían nada por temor al príncipe, por lo que, Jean Paul su nefasto esposo, se saldría con la suya. Entonces, él estando encima de ella apunto de introducir su virilidad en su sexo, forzándola a tener relaciones íntimas, mirándola fijamente le comentó con una sonrisa maliciosa: —Hoy fue mi día de suerte porque mi esposa no usaba ropa íntima, te desnudé al instante. Y te advierto que si llegas a gritar o a hacer algo te va a ir peor, y no voy a tener ningún tipo de contemplación contigo como lo estoy teniendo ahora. Estando sobre ella, escupió una de sus manos para humedecer la zona intima de Angelica y al hacerlo, sonreía creyendo como si el mundo le perteneciera, típico de Jean Paul. Y, mientras él la penetraba, ella lo miraba entrecerrando sus ojos y apretando sus dientes, debido al aborrecimiento que ya sentía por él. Quería ahorcarlo, morderlo, o mejor aún, golpearlo con una gran lampara que estaba al lado de su mesa de noche y dejarlo inconsciente, pero sabía que todo eso iba a ser en vano y que las cosas se iban a poner peor. Por lo que, sintiendo como la penetraba, pensó que lo peor de todo eso, seria mal sexo para su esposo y más para una persona tan activa como lo era Jean Paul cuando estaba con ella. «¡Tendrás mi cuerpo, pero no mis emociones, seré peor que una muñeca inflable imbécil, sé que lo que más te excita es que gima duro, pero no me dará la gana de hacerlo, pero de que me das el divorcio este año, me lo darás!» Asi que, dejándose penetrar por él, lo miró con desinterés alzando una de sus cejas y mientras él se balanceaba sobre ella le comentó: —¡Eres tan patético—dice ella moviéndose a causa de las penetraciones de su esposo —,tienes que encerrarme y amenazarme para tener sexo conmigo. Ya no te quiero, ya no me gustas como hombre y ya ni me excitas! El rubio con su respiración agitada, moviendo sus caderas arremetiendo contra Angelica le respondió clavando su mirada en ella: —Pues no me importa, —responde con una respiración agitada— eres mi esposa, y me vas a tener que cumplir en la cama quieras o no. Jamás te daré el divorcio, porque la única forma que nos separemos es que quedes viuda. Era obvio que sería difícil que Jean Paul le diera el divorcio a Angelica debido a su belleza y el estatus que ella tenía ante la sociedad, el cual le beneficiaba a él en gran manera. Sin embargo, para ella casarse con un príncipe no resultó como lo planeo ya que, a pesar de tener aquel gran título que siempre deseó ahora debía esperar a que él le diera la gana de darle el divorcio, pero con su “plan” esperaría que funcionara y que la dejara. Por lo que, volteó su cara hacía un lado y prácticamente se puso rígida como una estatua, dejando que él hiciera todo el trabajo. Era obvio que al príncipe no le gustó para nada su actitud, así que, mientras la penetraba con fuerza puso una de sus manos sobre su mentón obligándola a que la mirara. Narra Angelica El idiota penetrándome me toma del mentón porque sabe que no estoy haciendo absolutamente nada, no me muevo y ni siquiera estoy gimiendo porque no siento la voluntad de hacerlo y tampoco le daré el gusto eso es obvio. Lo que si sé es que esto que estoy haciendo él lo detesta. Sé que él no me quiere dejar porque necesita una muñeca de alto estatus que lo represente, asi que, eso es lo que haré de ahora en adelante una muñeca que no haga nada por él hasta que me deje. —¿Qué intentas hacer? —Me pregunta con algo de rabia y frustración en su mirada. Mi cuerpo se mueve gracias a la fuerza de sus arremetidas, así que, lo miro estando seria para que sepa que no estoy sintiendo nada. —Pues…lo que vez. Nada. —Si crees que esto me va a detener de acostarme contigo, pues estás equivocada. —Entonces, acostúmbrate a este tipo de sexo conmigo de ahora en adelante amado esposo. Veo como su cara me dice que está a punto de venirse porque es obvio que se puso nervioso, lo desconcentré asi que, escucho ese sonido gutural agudo y un tanto ruidoso que siempre hace cuando acaba. Siempre lo consideré feo pero ahora lo considero repugnante. El idiota se tumba sobre mi cuello y yo aparto más la cara porque la verdad no quiero ni verlo, solo duró tres minutos como siempre. —¡Quítate! —Le digo empujándolo con mis manos porque la verdad me desagrada hasta sentir su aliento resoplando sobre mí. Por lo menos el idiota me hace caso y se separa de mí y se queda tumbado boca arriba recuperando el aliento. No puedo negar que este ha sido el peor sexo de toda mi vida, y claro, como no, si fue a la fuerza. Pero qué más puedo hacer, si estas son las consecuencias por haberme casado en menos de un año sin conocer bien a este imbécil. Me da asco sentir sus fluidos dentro de mí, asi que de una vez me levanto de la cama para ir al baño, pero el idiota tumbado ahí en la cama me toma del brazo con una de sus manos. —¿A dónde crees que vas? —Me pregunta recuperando su aliento del mal trabajo que hizo hace rato. —Voy a darme una ducha de nuevo, o que quieres, ¿Qué me quede en tu pecho diciéndote que me encantó hacer el amor contigo? Observo como marca una sonrisa con algo de burla de medio lado, moviendo su bigote y barba rubia mirándome con sarcasmo en sus ojos. —Pues… yo lo disfruté, y que lástima que tu no querida esposa. Disfrutaré hacer el amor todas las noches en esta habitación o en donde sea. De todas maneras siempre tienes que cumplir mis ordenes quieras o no. Recuerdo que la última vez que él y yo hicimos el amor fue en nuestro primer mes de casados porque según yo estaba enamorada. —¿Hacer el amor? —Le pregunto también sonriéndole con sarcasmo—,creo que eso no lo hemos hecho desde nuestra luna de miel cuando era una estúpida y me gustabas. Además, me sorprende que lo hayas disfrutado, si solo duraste tres minutos. Seguro tu amante o tus amantes te alaban porque eres el príncipe, pero yo no. » Eres malísimo en la cama y por si no lo sabías no sirves como hombre, porque siempre te arropas es detrás de tu título, pero si no fueras príncipe o no tuvieras dinero, solo serias un patético ser humano que no sabe ni siquiera como vestirse. Me desahogué y suelto una pequeña carcajada con algo de sátira porque su rostro fue todo un poema. Se lo dije, ya no me importa lo que piense, yo lo único que quiero es que el malnacido me de mi divorcio. Lo dejo sin palabras porque sabe que es la verdad, porque lo único que sabe es derrochar el dinero de la familia Dubois y jactarse que es el príncipe en todos lados. Asi que, me suelto de su agarre y me voy de la cama yendo al baño para quitarme su olor a cigarrillo de encima. Sin embargo, mientras Angelica iba camino hacia el baño, Jean Paul no le gustó nada de lo que dijo su esposa, ya que, lo que más odiaba era que lo humillaran o lo hicieran pasar por menos. Entonces, apretando su mandíbula de un tirón se levantó de la cama y fue tras ella dando largas zancadas. Y al estar cerca tomándola por sorpresa, la detuvo jalándole el cabello con mucha fuerza. Fue un movimiento muy cobarde y a traición por parte de Jean Paul. Él estando detrás de ella, jalándole el cabello con una de sus manos, con rudeza la acercó hasta su pecho. Luego, bajó su rostro hasta el oído de Angelica y apretando sus dientes le susurró: —A mí nadie me llama patético y tampoco, me falta el respeto. Angelica sintiendo mucho dolor por la rudeza de como Jean Paul por primera vez, ya estaba comenzando a mostrar indicios de violencia doméstica, le respondió: —¿Me vas a pegar imbécil? ¡Si quieres hazlo, pégame, y golpéame para que así puedas sentirte más hombre! Jean Paul al escuchar lo que Angelica le dijo se controló un poco, ya que, no le convenia golpearla de todas maneras, porque Angelica a pesar de todo, venía de una familia poderosa en el Reino Unido, y al ella demostrar que él la golpeó con más razón podrían divorciarse y eso no era para nada bueno para la reputación del príncipe ante todos, ya que, él tenía un secreto y debía ser oculto ante la sociedad y no podía dejar que el mundo pusiera su mirada en él. Asi que, lo que hizo en ese instante, fue soltarla con brusquedad y subiendo su labio superior hasta su nariz se separó de ella. —Estúpida, te dije que si me provocabas no iba a ser condescendiente contigo. Él comenzó a buscar la llave de la habitación en el suelo y Angelica tocándose con una de sus manos la parte detrás de su cabeza porque el jalón fue fuerte, mirando a Jean Paul entrecerrando sus ojos y mostrándole sus dientes exclamó en un tono de voz muy alto: —¡¿Enserio ibas a pegarme?! Jean Paul desnudo agachado buscando la llave paseando su mirada en el suelo le respondió con sequedad: —Si lo hago es por tu culpa porque intentas provocarme, pero si te confieso que necesitas unas buenas cachetadas para que aprendas a respetar a tu esposo. —¿Cómo quieres que te respete si me tratas así imbécil? Jean Paul consiguió la llave, la recogió del suelo y yéndose hacia la puerta la abrió y antes de salir mirando a Angelica con enojo la amenazó diciéndole: —Compórtate de ahora en adelante, o si no, no me hagas perder los estribos. Te perdono porque eres la hija del conde Henry, pero tu bien sabes que puedo arruinar a tu familia a pesar de que es muy rica y poderosa si quiero con mis contactos de la nobleza. Asi que, pórtate bien y se una buena esposa de ahora en adelante. » Tu fuiste la que me perseguías para que me casara contigo, ahora, atente a las consecuencias. Si quieres dormir aquí está bien, duerme, pero mientras estes bajo mi techo, vas a atenderme como se debe y no me importa si no te mueves o no haces ningún ruido. En ese momento, Jean Paul, tomó un jarrón muy costoso que estaba en una mesa cerca de la puerta y lo lanzó cerca de donde estaba ella solo para amedrentarla porque se sentía muy molesto porque “lo humilló”. Angelica estando ahí de pie se asustó mucho, y tragando profundo conteniendo sus lágrimas no dijo ni una sola palabra. Mientras que Jean Paul caminó lentamente hacia ella y desafiándola con la mirada con una sonrisa de medio lado ahora si mostrando su verdadero ser violento, le respondió: —Si vamos a tener un matrimonio de apariencias lo tendremos—Con su dedo índice acarició el medio de sus pechos—.Pero tu cuerpo será mío cuando yo quiera… ¿entendido?. Angelica tragando profundo desafiándolo con la mirada le respondió: —Me arrepiento en haberme casado contigo. —Di lo que quieras, total, ya es muy tarde para arrepentimientos. No te daré el divorcio. Mañana asistiré un poco tarde para tu concierto porque tendré varias reuniones con el presidente, pero quiero que sonrías mucho y sabes que no puedes decirle nada a tus padres, o si no, tendré que empezar a hacer algunas llamadas —sonrió con sátira y luego se acercó a ella, tomó con una de sus manos sus mejillas con fuerza, y comenzó a besarla en contra de su voluntad de nuevo. Luego, paró de besarla, y enseguida, el hombre se dio la media vuelta. Él estando así desnudo salió de la habitación cerrando aquella puerta con mucho estruendo. Angelica cerró sus ojos por unos segundos conteniendo sus lágrimas ya que, no quería llorar ante él, dándose cuenta de que si su matrimonio antes era horrible, ahora, iba a ser peor. Asi que, ella con sus ojos llenándose de lágrimas, con pasos pesados y cortos se dirigió hasta el baño para quitarse el mal sabor de su boca que su esposo le dejó. Abrió la llave de la ducha y estando ahí abajo, comenzó a llorar amargamente. Al día siguiente 7:00 am… La joven no pudo dormir pero estaba con sus ojos cerrados para ver si conciliaba el sueño, ya que, estaba un poco deprimida y a la expectativa por si su horrible esposo venía por sexo matutino. Sin embargo, se alegró al escuchar su auto encenderse, así que, abrió sus ojos y de un tirón se levantó de la cama para ir a ver hacia la ventana y al estar ahí vio a Jean Paul que se iba con una maleta, la cual englobaba varios secretos, que ella aun desconocía. Narra Angelica. Con mucho desagrado miro como se va ese idiota, por suerte no vino a mi habitación a molestar temprano. Al menos podré viajar sola a Londres y en paz sin ese imbécil. Sé que es malo desearle la muerte a alguien pero como desearía que se estrellara en ese auto ya que me dijo que solo viuda podré tener el divorcio. Ahora entiendo porque algunas mujeres se convierten en asesinas gracias a sus horribles esposos. «Toc…toc…toc…» Escucho la puerta tocar y sé que es mi asistente Carmen fingiré que todo está bien ante ella porque no me gusta mostrar mis problemas o mis sentimientos ante nadie, si no lo hago con mi familia, menos con mis empleados. —¡Pasa, la puerta esta abierta! —Le ordeno para que entre. Ella abre la puerta y al entrar a mi habitación veo como mira con asombro el jarrón que el idiota de Jean Paul tiró dándoselas de muy macho anoche. —¿Qué… sucedió princesa Angelica? Me preguntó fingiendo que no sabe nada, pero yo sé que si sabe porque de seguro escuchó mis gritos. Asi que, le miento para que recoja los pedazos y limpie el lugar. —Mmmm, se me cayó, busca una escoba y una bolsa para que lo limpies por favor. Y prepara mis cosas para mi viaje. Observo como me queda mirando con detenimiento y me imagino que se enteró que estuve llorando porque mis ojos están algo hinchados. —Claro…¿Estás bien? Pero estoy muy enojada porque mi estúpido esposo al final se salió con la suya. Ahora amenazó con hacerle daño a mi familia y estoy más que atrapada con ese monstro. Asi que, me volteo para que no vea más mi rostro y busco mi celular para responder varios mensajes de texto que tengo de los que organizan mis conciertos en Londres. Por lo menos, tocando el piano me liberaré un poco. —Si, estoy bien. Y prepara mis cosas ya te dije. ¡No te quedes ahí parada, limpia los pedazos del jarrón! Camino hacia el baño porque tengo ganas de orinar. Se que Carmen solo hace su trabajo, pero de verdad ella es la única persona con la que puedo drenar un poco mi enojo y mi frustración. —¡Esta bien princesa! —exclama haciéndome una pequeña reverencia con su rostro. La verdad antes como me encantaba que ella me llamara así, pero ahora me repugna.
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