Capítulo 8. El destino vuelve a unir a la princesa y a la anaconda

3351 Words
Mientras tanto, en otro lugar de Londres… —Señora Jessica, le trajimos información del príncipe de Mónaco, se que a los dos lideres les interesara lo que descubrimos. Jessica tomando los papeles con su mirada puesta en ellos les dijo a esos hombres: —Mmmm, entonces, esta noche habrá una reunión con mi esposo y mi hijo mayor sobre este caso. Mientras tanto en la mansión de los condes Wallas… Antonio el hermano mellizo de Angelica, tenía el presentimiento de que algo malo le sucedía a su hermana porque ella nunca lloraba. Ni siquiera cuando su padre le hacía grandes regalos sorpresas desde cuando estaba pequeña. Asi que, paró de jugar con su hermano menor, y enseguida se fue hasta donde estaba su hermana abrazando a sus padres. Por otro lado, no solo el ver a la joven llorar sorprendió a Antonio, sino también a sus padres que sabían que ella no era así. —¿Qué te pasa mi amor? —preguntó su padre Henry abrazando a su hija quien a pesar de que era una mujer casada de 26 años, la consideraba como su pequeña —¿Por qué estás llorando? —Si mi linda princesa —comentó su madre Rosa María, abrazándola aun —¿Extrañaste mucho Reino Unido? Angelica tratando de disimular lo que le sucedía sonándose la nariz, en los brazos de sus padres, se dijo en pensamientos: «¡Si supieran lo que me sucede, en estos momentos irían a matar a ese hombre, pero por protegerlos a ustedes, mejor me quedaré callada!» Ella en ese mismo instante, se separó de ellos y con una sonrisa fingida, les contestó: —¡Si mamá, estuve extrañando este clima! De verdad es que el calor de Mónaco es a veces agobiante. No puedo ni siquiera usar mis gabardinas que tanto me encantan. Seguidamente, Antonio su hermano mellizo, sosteniendo su raqueta de tenis, se acercó a ellos y atento a lo que su hermana dijo le comentó: —Mmmm, recuerdo que antes te quejabas de este clima tan gris y frio, ahora lo amas. Anteriormente, Antonio era el que estaba en más desacuerdo en que su querida hermana se casara con Jean Paul, ya que, tenía la certeza de que él no iba a ser un buen marido para su hermana, porque desde que eran novios él presentía que el hombre fingía y que era todo un tirano escondido. Pero ella siempre lo defendía porque lo único que deseaba era tener un título más grande en la nobleza. Antonio siempre se lo advirtió. —Hermana, ya tienes fama y somos los herederos de una gran fortuna. ¿Por qué no estás conforme con eso? ese hombre no me agrada para nada, tengo el presentimiento que te hará miserable…además hazle caso a nuestra madre—dijo Antonio hace dos años cuando ella estaba a punto de casarse. —¡Ay cállate!, tú siempre quieres tener la razón en todo. Tú sabes que desde que estaba más joven he querido tener un título más alto, y con Jean Paul seré lo que más anhelo. —¡Pero es que se hombre me da mala espina. Mi corazón de hermano mellizo lo presiente! Recuerda que tú y yo tenemos otra relación diferente a la de nuestros otros hermanos. Ellos no sienten lo que yo siento hermana. ¿Tú crees que Alexander, o Axel o los gemelos te aconsejarían como yo? —Ah, tú lo que eres es un amargado que todo lo vez mal como lo dice Alexander y pues… en esto si no te haré caso, ya soy una mujer y yo misma tomaré mis decisiones. —¡Siempre has tomado malas decisiones con los hombres Angelica! Y todo el tiempo mis presentimientos han sido verdaderos. Pero está bien, ya no insisto más. Pero lo que ahora más me temo es que esto que siento, no se haga realidad—contestó aquella vez, Antonio muy preocupado. Y si, todo el presentimiento que tuvo Antonio hace dos años fue verdad. Ahora su hermana estaba hundida en un matrimonio infeliz del que no muy fácil podría escaparse. Entonces, mientras todos estaban ahí en la cancha de tenis de la mansión de sus padres, Angelica fingía ante él y ante sus padres de que todo estaba muy bien para que no se dieran cuenta del infierno de matrimonio en el que vivía. Entonces, la joven se secó las lágrimas de inmediato y alzando una de sus cejas, fingiendo siendo altiva como de costumbre, miró a su hermano mellizo y le respondió: —Pues sí, la gente cambia Antonio. Siempre me ha gustado este clima antes que cualquiera en el mundo. —miró a su padre —¿No es asi papá? Henry el padre de Angelica abrazándola poniendo una de sus manos sobre su costado, alegre porque su hija estaba con ellos le respondió: —Eso si es verdad, Angelica y Alexander nunca fueron de climas tropicales. Pero bueno hija que bien que estas aquí. ¿Y tu esposo? ¿Vino contigo? ¿Si asistirá a este concierto o estará en sus asuntos como siempre? La hermosa joven, haciendo una sonrisa fingida, de inmediato le contestó: —Eh…creo que si asistirá padre. Pero… de todas maneras me quedaré aquí con ustedes unos días de visita. Seguidamente, Angelica conversó un poco con su familia estando ahí en la cancha de tenis de esa gran mansión y Antonio su hermano, la veía con mucho detenimiento, presintiendo que algo sucedía. Pero Angelica fingía lo más que podía para no aceptar la derrota frente a nadie de su familia diciéndole a todos que su matrimonio estaba mejor que nunca, para proteger a sus padres de la ira del tío Pierre. Y en medio de la conversación, su padre Henry sosteniendo una de sus manos le comentó: —Entonces, ¿cuándo me harás abuelo? Mira que hay un dicho que dice: hijo de mi hija mi nieto será pero hijo de mi hijo en duda estará. Y Antonio ya nos dijo que no quería hijos porque se dedicaría a su carrera y a su…religión. —Si, y de parte de Ricky creo que… por como va no se casará—dijo Rosa. Antonio el mellizo de Angelica, revoloteó sus ojos y enseguida le comentó: —Pues padre, digas lo que digas me dedicaré a mi carrera y a mi religión. No… pienso casarme. Pero ya que lo dijiste para que te voy a dar nietos si no vas a creer entonces. Por eso, me estoy conservando en celibato. En ese instante, Henry mirándolo con desagrado le contestó: —¡Si claro un cristiano ortodoxo en celibato, pero ginecólogo, creo que eso no concuerda. —Mi carrera y mi religión son dos cosas distintas padre. —dijo Antonio. Henry alzando su labio superior en señal de descontento mirándolos a todos les refutó: —¡Ah, la verdad ustedes los varones me sacan canas verdes. Alexander abriendo hipódromos y acostándose con media Europa. Axel ayer perdiendo dinero en la bolsa sin mi consentimiento y los gemelos comprándome diamantes por internet en el mercado negr0! Los gemelos menores quienes casi la mayoría de las veces hablaban al mismo tiempo, bajando la cabeza le contestaron a su padre: —Lo sentimos papá. Queríamos solo ayudar para que no gastaras mucho. —Y papá solo perdí 190 mil libras en las acciones—comentó Axel el cuarto hermano de Angelica —, pero sé que las voy a recuperar si me dejas invertir de nuevo. —¿Invertir de nuevo? ¿Y comprando en el mercado negr0 para que no gastara mucho? ¡Me van a matar de un infarto todos ustedes! ¡Ya se los dije! —tomó la mano de Angelica y se la besó —Gracias a Dios que existe Angelica mi princesa, o si no ustedes me abrían llevado a la tumba siendo tan joven. Angelica de inmediato le sonrió de manera fingida. Luego, la madre de la mujer, alzando una de sus cejas viendo a su marido el conde, le comentó: —Henry ya el año que viene vas para sesenta ya estas viejo. —¿Viejo? —La miró con asombro— Casi no tengo arrugas y no tomo viagra y lo sabes. —Bueno, eso si no te ha envejecido. —¡Iuuugh ustedes si son asquerosos! —dijeron todos sus hijos arrugando la cara. En ese instante, el momento fue interrumpido por el timbre ya que, el vestido que Angelica iba a usar esta noche para su concierto había llegado. Sus padres como ella les avisó que venían decidieron comprarle un costoso vestido como regalo de bienvenida a casa. En eso, el ama de llaves de la mansión fue hasta donde la familia para avisarles que había llegado alguien a casa. —Condesa Rosa, la diseñadora Danna Wang ya está aquí con su equipo. —¡Ay, ya llegó el vestido —tomó la mano de su hija Angelica y la levantó de la silla—vamos a verlo chicos! Todos fueron hacia donde estaba la diseñadora, y Angelica no pudo negar que se sentía muy gratificada al vivir su antigua vida de chica consentida en su hogar. La diseñadora junto con su equipo le sacó un vestido de color blanco, el cual parecía haber salido de un cuento de hadas. Tenía pequeños cristales y detalles muy costosos dignos de una princesa. —¡Guao, que hermoso! —dijeron todos—Vamos, ¡pruébatelo, Angelica! —¡Ay este vestido está muy hermoso, y se nota muy costoso! —Bueno, quiero que me hija de que hablar en este concierto. —comentó su padre Henry. La joven quien se había olvidado de sus problemas, en ese mismo instante con una sonrisa y con el equipo de la diseñadora, subió hasta su habitación y se puso aquel vestido. Aquella hermosa prenda, era un vestido blanco, de cuello en V, de manga corta, semi ajustado arriba con tela de encaje. Con un cinturón de tela blanco y suelto en la parte de abajo. Pasaron unos cuantos minutos, y Angelica, muy emocionada se cambió de ropa y luego bajó junto con la diseñadora y su asistente para que todos vieran como le quedaba ese gran hermoso vestido blanco. —¡Que linda te vez hermana! —dijeron los gemelos menores. —Esta usando un vestido de 50 mil libras, se le debe ver bien —comentó Antonio con sarcasmo. Todos revolotearon sus ojos porque Antonio, el religioso, siempre decía comentarios sarcásticos, pero ya estaban acostumbrados a él. Luego, su padre y su madre se levantaron y enseguida la abrazaron sintiéndose muy orgullosos de la belleza de su hija la princesa. —¡Ay, de verdad nuestra hija dará de que hablar esta noche! —dijo Rosa María con una gran sonrisa. Cinco horas despues… En el apartamento de lujo de “la anaconda” como llamaban a Ivan hijo, Dimitri su amigo, lo veía echarse perfume muy emocionado. Todavía él no sabía que aquella pianista era Angelica la mujer con quien se había topado en horas de la mañana. Sin embargo, su padre tenía una reunión de negocios con todo su equipo de mafia, por una problemática que había por lo tanto, quería que su hijo mayor y segundo líder de esa banda, estuviera allí, pero Ivan le desviaba las llamadas. —Oye, Anaconda, ¿y no vas a ir a la reunión del señor Sajarov? Porque mejor no le cobras a ese hombre otro día, mira que tus padres cuando no asistes a sus reuniones se molestan mucho. La otra vez no asististe por andar cogiendo con una puta y ahora ¿no iras de nuevo? —Ah, que se aguanten. —Se ponía una camisa de botones manga larga de estampado de tigresa “porque iría elegante” a ese evento —. Que me digan que hablaron después, o sabes que mejor ve tu y sé mis oídos. —Pero oye, una nueve milímetros lo que valen son 2 mil libras. ¿Vas a perderte esa reunión solo por 2 mil libras? Ivan se abotonaba la camisa y mirándolo con desinterés le comentó mintiéndole: —Pues a si sea un centavo, nadie se queda debiéndome. Seguidamente, el hombre, sin hacerle caso a la reunión con su padre, tomó su tiquete del evento, se fue de su apartamento y le dijo a su amigo y asistente que fuera por él a esa reunión, porque esta noche se relajaría en su evento de música clásica. Sin embargo, no todo fue color de rosas, porque hubo un pequeño embotellamiento y el hombre ya iba a llegar tarde cosa que era muy delicada para esos conciertos de música clásica donde tenían una hora especifica de entrada. Entonces, él mal hablado y frustrado pelinegro dentro de su auto, tocando la bocina de su Mustang amarillo rezongaba con groserías: —¡Ah mierda, mierda! ¡Ya dentro de media hora va a empezar y yo aquí metido! Asi que, el hombre en ese mismo instante, aprovechando que no estaba tan pegado a algunos autos, se subió por una acera, dio una vuelta que estaba prohibida infringiendo algunas normas de transito y desesperado por asistir a ese concierto porque se iban a tocar unas piezas favoritas, tomó un atajo por una calle solitaria y mirando por el espejo retrovisor rogando que no lo parara la policía, dijo en voz alta: —¡Creo que si voy a llegar, la asquerosa policía no me vio jejeje. Si sé que tendré mis foto multas pero por lo menos me dará chance de llegar! Minutos despues… Un guardia de seguridad tenía su mano en el pecho de Ivan impidiéndole el paso. —¡No puede pasar señor, ya pasó el momento de entrada hace tres minutos atrás! —dijo el guardia de seguridad y lo miró de forma despectiva de pies a cabeza por su manera de vestir, ya que llevaba, el cabello suelto, camisa de tigresa un pantalón de cuero negr0 y botas negras. —…y de paso, en la tarjeta se dijo que vinieran vestidos de forma elegante. —¡Estoy elegante, además! ¿no me vas a dejar pasar por solo tres minutos de retraso? ¡Había tráfico! —¡Debió haber salido más temprano de su casa caballero. Además, ya le dije que con esa ropa no puede pasar! De inmediato, un hombre vestido de traje blanco y negr0 con un antifaz tomado de la mano con su esposa quien venia también muy elegante se paró en la puerta en medio de ese altercado. Aquel caballero con un acento Británico muy estirado mirando con desagrado a aquel hombre vestido de tigresa le dijo al caballero lo siguiente. —Disculpe, somos los condes Henry y Rosa María Wallas, nos atrasamos un poco por el tráfico. Enseguida, el caballero que estaba en la puerta los recibió con una sonrisa y adulándolos les dijo: —¡Ay, señores, no tienen ni porque entrar por aquí. Pasen, pasen! —Y de inmediato les abrió la puerta y ellos pasaron. Ivan en ese mismo instante quedó muy indignado, boquiabierto viendo el asunto y mirando al guardia con mucho enojo, exclamó: —¡Oiga, esos cara de culo también se retrasaron como yo por el tráfico, ¿no los escuchó? En ese mismo instante, el hombre, se horrorizó un poco al escuchar a aquel caballero tan excéntrico y maleducado y por medio de un micrófono pegado en su traje mandó a pedir refuerzos. —¡Por favor, vengan, tenemos un caso 22 aquí en la puerta, repito un caso 22! —¿Un caso 22? —¡Si, vamos a llamar a la policía, usted es un revoltoso! Ivan muy enojado, empujó aquel hombre y ese cayó de nalgas al suelo y sin más se tuvo que ir de la entrada del lugar. —¡Muérete idiota! —dijo Ivan muy frustrado. —¡Ya váyase! Mientras tanto Henry y Rosa María, siendo escoltados hasta las sillas VIP, se decían mutuamente. —¿Viste la camisa de ese hombre? —dijo Rosa asombrada—,era de tigresa con una serpiente atrás. —Ah, sí que horrible, como siempre la gente de clase baja vistiéndose con harapos de quien sabe dónde los sacan —comentó Henry con desagrado. Sin embargo, Ivan no se iba a dar por vencido, porque iba a entrar a ese concierto sea como sea. Así que, se fue por la parte de atrás y ahí vio a un mesero fumándose un cigarrillo y llevaba una camisa blanca manga larga y un saco de color negr0 con una corbata pequeña. Asi que, estando desesperado se acercó a aquel hombre y le dijo: —¡Oye, véndeme tu traje, vine tarde y no me dejan pasar. De paso me dijeron que no puedo entrar con esta camisa! —Já y a mí que me interesa ¡Lárgate de aquí! Ivan en ese momento, tomó al hombre de la camisa a la fuerza y lo amenazó con golpearlo. Quería hacerle daño, pero se contuvo para no meterse más en problemas. El hombre siendo tomado por la camisa de manera brusca, asustó y con sus ojos abiertos de par en par le dijo: —¡Oye, oye perdón, perdón! Ivan lo soltó con rudeza, se metió la mano en uno de sus bolsillos, tomó su billetera y sacó 10 billetes de cincuenta libras esterlinas. —Te compro tu traje por quinientas libras. Sé que aquí te pagan a 10 libras la hora, asi que, creo que con esto tienes para vivir por dos días. El hombre de inmediato estando asustado lanzó el cigarrillo al suelo y se empezó a quitar el traje. —¡Trato, trato! Asi que, cambió de ropa con Ivan poniéndose su camisa de tigresa e Ivan se puso la ropa de aquel hombre la cual le quedaba un tanto ajustada porque él era de contextura un poco más gruesa que él por sus músculos. —Debes amarrarte el cabello y ponerte un antifaz, o si no, no te dejarán pasar—comentó el caballero poniéndose la camisa de Ivan. —Ah, no traje nada para amarrármelo. El hombre se revisó uno de sus bolsillos y vio que tenía una pequeña liga y se la dio. —Toma, esto lo saqué de una bolsa. Ve al pasillo que queda en el fondo, y allí encontraras antifaces. Y bueno, espero que no mates a nadie, pero… gracias por el dinero la verdad aquí me iban a pagar era cincuenta libras esta noche. Jejeje muchas gracias. Ivan amarrándose el cabello le respondió con desinterés: —De nada. Aquel hombre de inmediato se fue del lugar muy contento, con sus quinientas libras en la mano no importándole que iba a hacer aquel pelinegro con aspecto un tanto callejero. Ivan entró con pasos sigilosos al lugar, por la cocina y todos creían que era un mesero, asi que, de inmediato el jefe de personal mirando el nombre del traje el cual decía: Sam, con mucho enojo le dijo: —¡Oye Sam, te he estado buscando desde hace rato, tenemos falta de personal ¿Y te pierdes? ¿Dónde estabas? ¿Y dónde está tu antifaz?! Ivan muy desconcertado porque él solo quería entrar le respondió mintiéndole: —Eh…fumando. Y… mi antifaz se me perdió. El jefe del personal de inmediato le entregó un antifaz con mucha rudeza y con voz enojada le dijo: —¡Póntelo! —tomó una charola muy costosa con una botella y unas galletas con queso—¡Y apúrate porque necesito que le lleves esta botella de vino a la pianista ahora mismo! Ivan tomando la charola muy desconcertado preguntó: —¿A la pianista? —¡Si, pero ponte ese antifaz. Ve a su camerino idiota y apúrate que el concierto empieza en media hora, ella siempre come algo antes de empezar! —Lo empujó —Ve, ve al camerino lo más rápido que puedas. Nota de la autora Lily. Uy será que se veran? esto lo sabrás en el siguiente episodio.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD