Angelica, semi abriendo su boca, al escuchar esa pregunta la sintió muy personal, pero fue salvada por la campana porque, ambos fueron interrumpidos por aquel hipócrita mesero, quien trajo la botella de ese vino muy costoso, y una cesta de pan con queso fino cortesía de la casa. Y con su voz de tono hipócrita sirviéndole las cosas, las cuales traía en un carrito les decía: —¡Aquí tienen, espero que les guste. Todo lo demás es cortesía de la casa! —¡Gracias, Didier!—contestó ella en tono aliviado porque aquel escolta confianzudo la sacó fuera de base con esa pregunta tan personal. —¡Para servirle madame, —miró a Ivanno con desagrado—y espero que lo disfrute… sirviente! A Ivanno no le gustó para nada esa mirada de aquel hombre, así que, antes de que el mesero odioso se retirara del luga