Los ojos de Ivanno eran algo grandes y a la vez muy expresivos sobre todo cuando le gustaba algo, por lo tanto, cuando Angelica se volteó a verlo, pudo ver que el hombre la miraba con una sonrisa cerrada, como si estuviera contento. —¿Qué te pasa? ¿Estás emocionado porque vas a entrar a un sitio decente en tu vida? —¡Pase por aquí madame! —comentó el mesero del lugar con una sonrisa. Luego, Ivanno caminando detrás de Angelica, entrando al lugar enseguida le respondió: —Mmmm, he estado en lugares más lujosos que este en San Petersburgo su majestad. Pero me gusta la decoración de este con esas flores. —San Petersburgo, Rusia, ¿No? —Si su majestad. Luego, aquel mesero quien parecía sacado de una caricatura por ser muy delgado, vestido con ese traje que parecía como de pingüino, y ese