Lumiere el mayordomo, aquel señor canoso de lentes y bolsas debajo de sus ojos, tenía el presentimiento que lo que le sucedió a su hija fue un tanto extraño, ya que, esa caída por las escaleras fue muy rara al ella prácticamente haber nacido en ese palacio. Nadie sabia mucho de la personalidad de aquel hombre, solo su hija Carmen, por lo tanto, era algo supersticioso. Asi que, como desconfiaba mucho de ese escolta maleducado quien había llegado de la nada, presentía que todo lo que sucedió era culpa de él. Entonces, mientras su hija descansaba en el hospital, aquel señor de cabello gris decidió ir para donde un viejo amigo a quien visitaba desde hace más de cuarenta años. Aquella casa en donde Lumiere iba de visita, quedaba a las afueras de la ciudad en la cima de una montaña, que quedab