El día anterior, Angelica en el auto junto con aquel pelinegro de sonrisa pícara, se fue hasta aquel restaurante fino, donde siempre a ella le gustaba ir. No se podía negar que ella se encontraba algo nerviosa al lado de aquel hombre, pero trató de no demostrarlo porque según para ella, él era solo un sirviente que estaba bajo su mandato, y tener sentimientos de mujer hacía él, lo consideraba algo baja categoría. Ambos se quedaron callados por unos minutos porque cada uno estaba sumido en sus propios pensamientos. «No entiendo porque te pones así con este hombre, no es la gran cosa. Además, parece que no fue a la escuela. ¿Como tu corazón puede latir con alguien así?» Pensaba la hermosa mujer mirando hacia otro lado. Mientras que, Ivanno le estaba dando vueltas a la cabeza de cómo se iba