Capítulo 3

1008 Words
Cerca de las 10:00 am. Desperté al sentir caricias en mi brazo, besos en mi espalda. —Buen día —susurró Emanuel, pegado a mi cuerpo. —Bu… Buen día —me puse nerviosa. —Shh, tranquila —susurró mientras acariciaba mi mejilla. Me acurruqué más contra su cuerpo, estaba cómodo y caliente. Comenzó a sonar su celular, en la pantalla decía “Mamá”. —Hola, má —respondió él. Hablaron durante unos segundos, era para avisar que habían salido a buscar algo para el almuerzo y pensaban comer en la playa. Yo no tenía muchas ganas de salir, pero hice un esfuerzo. —Gracias, Ema —susurré aun estando acostados. —No tienes porqué agradecerme —susurró, besó mi mejilla. Decidimos levantarnos y nos vestimos con ropa cómoda y apta para ir a la playa. —¿Estás lista? —preguntó Emanuel. —Sí. —Estás hermosa —besó mi mejilla, salimos de la cabaña. Fuimos caminando hasta la playa, teníamos unas diez cuadras aproximadamente para llegar. Llegamos, por fin. Jeremías se había encontrado con un compañero del colegio, así que estaba en lo suyo. Nos acercamos, saludé y me senté. Oscar y Emanuel fueron al agua, al parecer estaba fría, pero no les importó, y terminaron empapados. Estaba hablando con Sandra. De repente siento un par de brazos rodearme, se sentían muy fríos. Me levantaron de un solo movimiento del suelo. —¡Ven aquí! —dijo Emanuel con una voz juguetona. —¡No! —grité y pataleé. Mis tíos reían. Terminé dentro del agua, él me tiró, me mojé completamente, y cabe aclarar, ¡estaba congelada! —¡Malo! —grité salpicándolo con agua. —Ven —sonrió—, vamos más adentro. —Pero no me sueltes —le tomé del brazo. Él tomó mi mano, me miró de reojo y sonreímos. Llegamos a una parte donde el agua me llegaba al pecho, pero a él le llegaba al vientre, era muy alto. Me acerqué más a él, me daba un poco de miedo. —Ven —dijo él, y me cargo en sus brazos, rodeé con mis piernas sus caderas. Nos miramos fijamente por unos segundos. —¿Por qué haces esto? —Porque te quiero —suspiró—. Y no como prima. —Ema… —bajé la mirada. Jugamos un rato largo allí dentro, al pasar el rato el agua se tornó cálida, nuestro cuerpo se había acostumbrado a su temperatura. —¿Salimos? —preguntó él. —Sí, muero de hambre —no habíamos almorzado aún. Regresamos con mis tíos, nos dieron algo de comer y beber. Había una manta en el suelo lo suficientemente grande como para Emanuel y para mí. A mi tía le encantaba tomar fotografías, y nosotros, justamente, éramos sus modelos. Entre risas y charlas, volvimos dentro del agua un rato más. Emanuel me invitó a caminar por la costa, acepté. —No tarden mucho, un rato más y regresamos a la cabaña —dijo mi tía. —Vayan, nosotros vamos caminando —dijo Emanuel, lo miré, acepté. Caminamos, caminamos mucho por allí, la tarde estaba preciosa y más con él. Ya lejos de dónde estaban mis tíos, Emanuel me tomó de la mano y detuvo el paso. Lo miré sin entender. —No aguanto las ganas de besarte, Rena —murmuró, me apegó a su cuerpo. —Ema… —me besó, al principio me tensé, pero luego lo seguí. Fue un besó cálido, suave, tierno. Me encantó. Se separó un poco de mí, lo miré a los ojos. —Me gustas mucho —susurró sobre mis labios. Ya estaba oscureciendo, por lo que decidimos regresar. Llegamos, era mi turno de ir a tomar la ducha, luego siguió Emanuel, luego Jeremías, y por último mis tíos. —¿Te pasa algo? —preguntó Jeremías. —No, estoy bien —fingí la mejor sonrisa. Me dolía la panza, me había llegado el tan odioso período. No iba a decírselo a mi primo. Fui a la habitación, me vestí. Emanuel entró luego, para hacer lo mismo que yo. —Rena, ¿tienes algo? —preguntó. —Tengo el período, Emanuel —respondí cortante, no me gustaba hablar de eso, y menos con un hombre. ¿Tan mal me veía? Esta era nuestra última noche en Mar del Plata. Terminamos de vestirnos porque íbamos a ir a cenar en algún restaurante, y luego ir al cine. Yo tenía poco apetito, pero de todos modos, me pedí una hamburguesa. Fuimos al cine, en la cartelera había muchas películas, pero la que nos interesó fue Hospital maldito, yo ya me imaginaba a mis tíos, durmiéndose. Pero no, al contrario, les había gustado. Regresamos a la cabaña, directo a dormir, porque en la mañana estábamos de regreso a nuestro pueblo. Me quité la ropa, solo dejé mi remera para dormir, me acosté. Emanuel hizo lo mismo, pero quedando en bóxer. Uff… Ya estábamos en el auto de regreso, a pesar de la situación con Emanuel, habían sido las mejores vacaciones, como todas las anteriores. Me senté en el medio de mis primos, tenía un poco de sueño, hasta que me dormí sobre Emanuel. Luego de unas cinco horas de viaje, llegamos a nuestro destino. Me llevaron a mi casa, bajamos todas las cosas, se quedaron unos pocos minutos hablando con mis padres y luego se fueron. Lo primero que quería hacer era ducharme y dormir la siesta, estaba muy cansada y extrañaba mi cama, mi habitación, mis cosas. A las 5:00 pm, desperté porque mi celular sonó, era Emanuel. “Ya te extraño” “Ema… Todo esto está mal, ¿lo sabes?” “No me importa nada, no me importa que seas mi prima.” “Esto no podemos hablar por aquí, es preferible juntarnos, ¿puede ser?” “Está bien, mañana paso por ti en la mañana.” Estuve de acuerdo, me daba un poco de miedo también, porque como podíamos terminar bien, o como podíamos terminar peleándonos, y no quería llegar a eso.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD