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1827 Words
Julián miró rápidamente a Félix y negó levemente. — No sabemos nada. — Díganme. Mi corazón no podría soportar más tristeza si algo llegaba a pasarle. — Él decidió quedarse a ayudar, Joy. — ¿Qué? Inmediatamente sentí cómo todo a mi alrededor daba vueltas. La respiración quiso salir de mi cuerpo, pero hice todo lo posible para mantenerme despierta y cuerda. Si él había decidido estar allí. Yo también. — Entonces yo también me quedo. — Joy, por favor… —Julián murmuró y pasó una mano por su cabello. — Ya tomé la decisión. Debía quedarme y ayudar a otros a evacuar. Sin mediar palabra salí corriendo y me dirigí hacia el aparta estudio. La gente ya estaba saliendo con rapidez y decidí solamente sacar una pequeña bolsa con mis cosas personales y mi computador para comenzar a ayudar con cualquier cosa que necesitará la gente hacer. Estaba impresionada porque no había visto tantas personas reunidas dentro de la villa. La gente se estaba volviendo cada vez más impaciente y quería decirles que todo estaría bien, pero no podía ver ningún signo de esperanza. Ni siquiera quería pensar en quién podría recaer la culpa y todo lo que había leído. Por algún motivo, sentía que estaban formando todo ese caso en pro de los intereses de alguien más. Y Julián lo sabía. Me mentalicé en encontrar a alguien tranquilo, pero duraste horas no pude encontrar a nadie de esta manera, por lo que decidí preparar una reunión no listada con mis colegas para recibir un buen consejo. Tiempo después. Estaban junto a mí Julián y Félix. No había podido contactar a Joel. Comenzaron a contarme cómo los otros científicos se estaban preparando escribiendo sus testamentos y luego llegaron al tema que no quería tocar: cómo debería irme yo también. Inmediatamente me negué de nuevo porque alguien tenía que quedarse atrás para otros que no podían cuidar de sí mismos. Como Joel. — ¿Están seguros de que no lo vieron? Necesitaba encontrar a Joel. Si él había decidido quedarse, tenía que estar cerca. Ni siquiera había pasado por el aparta estudio y tenía miedo de que se pudiese infectar con el virus. A duras penas habíamos podido tener un top cinco de animales a los que le pertenecía el virus y claramente, no teníamos una cura. — Él envió su informe y adjunto un mensaje diciendo que se quedaría. Pero pidió que te fueras tú —Félix miró el techo del laboratorio. — ¿Ah? No. — Joy, por favor… — ¡No! No lo dejaré aquí solo. — Joy —Julián frunció el ceño—. Lo sentimos mucho. Por arte de magia sentí cómo mi cuerpo comenzaba a pesar y mis párpados se cerraban. Ellos me habían hecho algo. — Qué- qué- Luego, vi todo n***o. *** Tenía prisa por evacuar, por lo que tomé una bolsa y comencé a ayudar a las personas llevándolas al aeropuerto o revisando sus vuelos. Después de un tiempo, me di cuenta de que había personas que todavía me necesitaban. Necesitaba quedarme y ayudarlos a salir de la ciudad. Me desperté sobresaltada, había estado teniendo la misma pesadilla todas las noches durante los últimos días. Comenzó a formarse una sensación de hundimiento en mi estómago. Era el sexto día en que evacuaron la ciudad, y había tenido pesadillas en las que era demasiado tarde para llegar a la casa de mi familia y ellos se habían ido flotando en un bote con todas las demás personas de la ciudad. Yo sabía lo que necesitaba hacer; agarrar mi mochila y caminar hasta el aeropuerto. Había intentado llamar a la puerta de nuestros vecinos antes de recordar que no había nadie dentro porque se habían ido todos. Yo también debería haberme ido, pero de vuelta a Polonia a buscar a Joel. El reloj marcaba las 2:17 am, probablemente demasiado tarde para que un taxista me llevara al aeropuerto. La única otra opción era usar mi propio coche, pero primero tenía que encontrarlo. Primero revisé el lugar de estacionamiento, buscando el auto de Joel, pero sorpresivamente estaba vacío a las 2:00 am. Luego revisé el estacionamiento donde debería estar mi auto, pero solo había autos estacionados allí sin ninguna señal mía en ninguna parte. Regresé al interior de la casa y continué mirando a través de armarios y habitaciones hasta que volví a buscar y finalmente encontré mi auto en nuestro garaje. Ya era la 1:00 am, así que rápidamente me subí al auto y comencé a conducir hacia el estacionamiento del aeropuerto. Olvidando encender mis faros, abrí la consola de mi tablero y decidí no mirar atrás. Debía volver a buscar a Joel. Estaba desaparecido y yo iba a averiguar dónde estaba y qué había sucedido. Estaba entrando al aeropuerto y las personas a mi alrededor me observaban con extrañeza. Al parecer, mi ropa que parecía una pijama les llamaba la atención. Ni siquiera había visto la hora, pero claro que era de madrugada. — Buenos días —saludé a la chica que vendía los boletos de la aerolínea—. Quisiera saber si tienes un boleto para viajar a Cracovia lo más pronto posible. — Polonia, ¿cierto? — Si. — Deme un momento, por favor. Comencé a morder mis uñas y observé el televisor frente a donde me encontraba. Estaban mostrando los desmanes en Francia y presté atención para saber si nombraban a Polonia en algún momento. — ¡Señorita! Me espabilé y volteé a mirar a la mujer, que tenía el ceño fruncido. Al parecer, tenía el mismo sueño que yo. Pobre, le había tocado el peor turno. — Disculpe, cuénteme. — Tenemos un vuelo a las ocho de la mañana. — ¿Hoy? — Si. — ¿Qué precio tiene? —Cuestioné. Estaba segura que saldría por un ojo de la cara, pero no importaba. Era más importante la vida de mi esposo. O ex esposo. Ya ni siquiera lo sabía. Pero de igual forma, era el hombre que más amaba en el mundo después de mi padre. — Ochocientos dólares. Miré el techo del aeropuerto y apreté los ojos. j***r, pensaba que sería más costoso, pero eso no quería decir que no lo fuera. Solamente quería llegar lo más pronto posible. Una hora después estaba esperando para volar. Había tenido que pagar un poco más por la maleta que llevaba ya que era dos centímetros más grande de lo permitido por la aerolínea. No esperaba que me dejaran subir la maleta gratis, pero tampoco que cobraran cien dólares. En el momento que pasé el filtro de seguridad pude darme cuenta que habían querido formar alguna clase de problema con mi visado, pero al no poder encontrar nada raro en mí y además, darse cuenta que había entrado al país poco menos de quince días, habían tenido que dejarme libre y feliz para abordar mi avión. Era algo sorprendente que me hubiera tomado tan tranquilamente lo que estaba sucediendo con Joel, pero, es que mi psicóloga me lo había repetido tantas veces, que ya me había mentalizado sus palabras. No podía dejarme llevar por los problemas. Si explotaba de la manera que normalmente lo hacía, estaría en casa llorando. Y no podía actuar así. Yo necesitaba saber qué era lo que estaba sucediendo con mi esposo y debían ofrecerme una disculpa, además de entregármelo. Si, como un niño. Ellos debían responder por lo que estaba sucediendo con Joel. Si no lograba dar con su paradero, lo que tendría que hacer, sería buscar por cielo y tierra a Julián y Félix. Gracias al cielo llevaba conmigo mi computador, donde aún tenía la IA. No había vuelto a usarla, pero apenas llegara a algún hotel, eso sería lo primero que haría. Estaba segura que esa IA me diría quién era la persona que la había programado y dónde se encontraba. Claramente no era una ingeniera o la mejor en la cuestión de IA, pero conocía algunas cosas que me ayudaban a reconocer la procedencia y el código de la IA para reconocer la persona que la había hecho, además, podía escribirle a alguno de mis conocidos que me podría explicar mucho del tema. — Muchas gracias —sonreí a la azafata apenas entré al avión. Ella me había saludado. El viaje era sumamente largo para mí. Casi doce horas sentada, haría que mi trasero doliera apenas llegara. Mientras buscaba mi asiento, sentí unos ojos que no se despegaban de mi nuca. Volteé a mirar varias veces, pero no podía reconocer de quién se trataba, hasta que me senté en mi lugar. Era un hombre alto y de ojos azules. Su mirada era penetrante y apenas cruzamos miradas, volteó a mirar a otro lugar esperando que yo no me diera cuenta. No quería analizar demasiado la situación y prefería dejarlo como un acosador, pero, mientras pasaban las horas, más incómoda me sentía. Él no me estaba acosando. Él me estaba siguiendo. Podía notarlo mientras caminaba lentamente hacia el baño y él miraba mi computador con interés. Por eso, había decidido no soltarlo. Si me estaban siguiendo, era por algo o alguien lo había enviado. Ni siquiera había hecho nada malo en mi vida, no entendía por qué me estaría pasando aquello y la única respuesta era la IA. Félix había dicho que había cometido un gran error conmigo. Al parecer se trataba de la IA. Lo más probable era que se había equivocado y me había dado la USB incorrecta y por eso hacía su comentario. El tema era, que si habían enviado a alguien a buscarla, era porque si era verdad que ellos sabían algo sobre el virus. No era normal que todavía no hubiesen difundido información sobre el mismo y mucho menos, que al buscar en internet, la villa ni siquiera saliera. ¡Es que ni una noticia! En el baño decidí guardar en mi sostén la USB que me había dado Félix y salí con el computador en el pecho. Había pensado que tal vez podría dormir algo en el avión mientras llegábamos, pero era mejor que me quedara despierta mientras lo hacía y en el aeropuerto, ante la afluencia de gente, podría escaparme de aquel hombre. También tenía listo otro saco dentro de mi maleta para cambiarlo apenas bajase del avión y así, ser un poco menos reconocible. También ayudada de gafas de sol y un tapabocas. Podía ser que las personas no supieran todavía del virus, pero yo, tenía que protegerme. No sabía si ya estaba en toda la ciudad, pero era seguro que ya había algunos casos corriendo por ahí, de manera, que lo mejor que se podría hacer, era comenzarse a cuidar nuevamente. Recordaba cómo había sido la pandemia que había terminado pocos meses antes y observé lentamente a las personas en el avión hablar. Ellas no sabían lo que estaba sucediendo y mucho menos que lo más probable es que tuviéramos que confinarnos de la misma manera por un largo tiempo.
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