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1533 Words
— ¿Qué le dijeron? —Le pregunté esta vez yo, a la mujer—. ¿Por qué nos buscaban? — Dijeron que ustedes habían robado algo del laboratorio y que ahora eran muy peligrosos. Por eso confiamos en ellos. Tuvimos miedo. — Pero usted habló con nosotros. ¿No le parecimos confiables? El padre de Julián asintió y luego suspiró. — Estaba Félix, su mejor amigo. Por eso les creímos. Mi boca se abrió y tragué saliva. Él personalmente nos estaba buscando. — ¿Qué quería además de lo que supuestamente robamos? Miré de reojo a Julián por si llegaba a hacer algo en contra de nosotros, pero él se quedó quieto en su lugar, esperando escuchar las respuestas de su madre. No existía manera de que él intentara persuadirla puesto que yo me moví hasta estar frente a ella y obstruir su vista de su hijo. La mujer se quedó en silencio y toqué sus hombros suavemente. Necesitaba que ella fuese sincera y me dijera lo que había sucedido. Nadie más que ella conocía personalmente lo que habían dicho Félix y aquellos hombres. — Nos repitieron eso varias veces. Querían que los entregáramos, pero les dijimos que no estaban. Que volvieran en la madrugada que podrían estar en casa descansando. — Ahí fue cuando llegaron. — Y no los queríamos dejar pasar —el padre de Julián habló—. Ellos entraron bruscamente a nuestra casa. — ¿Los lastimaron? —Julián preguntó con las manos hechas puños—. j***r, Félix. Voy a acabar contigo. — ¿No es tu amigo? ¿Por qué no nos entregas a las personas que estamos buscando? —Robert intentó mantenerse sereno, pero en su voz se podía escuchar la rabia que tenía. — ¿Por qué no me dices dónde está Joel? — Qué mujer tan terca. ¡No tengo idea! Yo dejé a Félix a cargo de todo. Levanté la ceja. ¿En serio pensaba que yo le iba a creer toda la basura que estaba diciéndome? Al parecer, no recordaba todo lo que me había dicho y la manera en la que habíamos tenido que trabajar para estar en el laboratorio. No olvidaba que por su culpa, estaba a nada de perder al amor de mi vida. — No seas cínico. Los padres de Julián decidieron intervenir en la discusión y ponerle fin a la misma. — Es hora de terminar con todo esto, por favor. — ¿Acabar? —Pregunté con lágrimas en los ojos—. ¡Acabará cuando me digan dónde está mi esposo! — ¡No lo sé! —Julián se tomó la cabeza—, Tengo cuarenta años, j***r. Ya no estoy para este tipo de situaciones. — ¿Ah? —Robert intervino, ofuscado—. ¡Usted llevó a ese otro señor al laboratorio! Julián frunció el ceño y se mantuvo en silencio unos cuantos segundos. — Yo no llevé a nadie. A mi me obligaron a tenerlo en el proyecto. Ni siquiera tiene los mismos estudios que todos nosotros aquí. — ¿Quién lo obligó? El hombre me observó un tiempo y luego negó con la cabeza. — Lo lamento. No puedo decirlo. — ¿Qué? —Un hilo de voz salió de mis labios. — Son ustedes o yo —cortó la conversación y caminó escaleras arriba. Observé cómo subía sin poder creerlo. ¿De verdad me estaba diciendo todo esto sin importarle el sufrimiento ajeno? ¿Cómo era posible tener tan poco corazón como para caer en así de bajo. Aquel encuentro había sido completamente diferente a lo que yo había pensado en el principio y ahora, solamente preguntas vagaban por mi cabeza. — Lo sentimos mucho —el padre de Julián musitó y yo apreté los ojos, dejando que las lágrimas salieran de mis ojos. Estaba cansada de seguir aguantando. Decidimos salir de aquella casa sin explicación y comenzamos a caminar lejos del lugar, tratando de encontrar otro sitio para descansar, mientras pensábamos en lo que deberíamos hacer en aquel momento. Nuestro principal sospechoso continuaba siendo Julián, pero después de todas las cosas que nos había dicho, sentimos que era necesario darle la importancia que se merecía Félix frente a toda la situación. — ¿Le crees? —Robert preguntó cuando estuvimos lo suficientemente lejos del lugar donde estábamos. — No. Él asintió. — Debes saber más que yo. Lo conoces más. — En realidad no lo conozco —tragué saliva y pasé una mano por mi cabello—. Sólo fue mi jefe durante un tiempo. — Por eso estoy seguro que no tuviste nada que ver con la desaparición de Chloe —comenzó a hablar mi compañero—. Tú estuviste mucho después de que todo eso sucedió. — Por la misma razón, él ha hecho esto seguido. — ¿Tú revisaste los correos electrónicos de tu esposo con ellos? Mi cabeza giró rápidamente para encarar a Robert. No había revisado su correo porque odiaba de sobremanera revisar las cosas de otras personas. Era invadir su privacidad y por eso, ni siquiera se me había pasado por la cabeza aquello. — Nunca lo he hecho. — ¿Pero conoces sus contraseñas? — Sí. Buscamos un parque que tuviera buena luz y no se viera tan peligroso. Cuando nos acomodamos, saqué el computador de mi maleta y lo prendí, para poder entrar en el correo. — Muy bien, ayúdame a entrar en el correo de Joel, por favor —le hablé al computador y éste vibró, como solía hacerlo siempre. Abrí la aplicación y puse su correo electrónico. Por supuesto que lo conocía, entonces no tuve ningún problema para encontrarlo. Al momento de poner la contraseña, fue que no entendí lo que sucedía. — Pero esta es la clave que él siempre ha tenido —fruncí el ceño. — ¿Estás segura? — Si. Él solamente pone la mayúscula al principio o algo así, pero nada más. Intenté otra contraseña más, pero nada era lo que yo creía. Era increíble. Recordé nuevamente la IA y esperé que supiera cómo podría encontrar la clave de inicio de sesión, así que decidí preguntarle al computador si podía ayudarme con la clave. Solamente quedaba un intento. Dejé de teclear en el objeto y comencé a ver cómo la pantalla cambiaba de color a n***o y varias letras y números verdes salían en la pantalla. Igual que en las películas. Presté la atención necesaria para tratar de entender algo, pero era casi imposible. Yo no había aprendido sobre esas cosas y como había pensado con anterioridad, era complicadísimo el trabajo de los ingenieros. Estuvimos esperando y observando la pantalla durante varios minutos hasta que el computador vibró y nos avisó que había terminado su búsqueda. Sí había cambiado su clave. Pero no para algo malo. Quería darme alguna clase de pista sobre su paradero. AyudaVillaCentro1003 — Esa clave está algo confusa —musitó Robert. — Algo, no todo. La primera palabra definitivamente era lo que decía. Necesitaba ayuda. La segunda palabra al ser villa, tal vez nos quería dar a entender que allí era el lugar dónde se encontraba y Centro, no era capaz de reconocerlo. ¿La villa se encontraba en el centro de la ciudad? — ¿Y los números? — El día que nos casamos —respondí—. El diez de marzo. Apreté los labios y miré el suelo. — Debemos encontrar dónde está ese lugar. — Mi memoria está fallando —expliqué—. Recuerdo que nosotros duramos bastante para llegar a la villa, pero luego el recuerdo se pone algo vago y siento que realmente estuvimos a las afueras de la ciudad. — Debieron jugar con tu mente allí dentro. — Pudieron hacerlo al final. Ellos me drogaron para sacarme de la villa porque estaba siendo un grano en el culo por todo lo que estaba haciendo. — Definitivamente te debieron de dar algo. Pero bueno, revisemos el correo electrónico ahora. Algo debemos encontrar allí. Continuamos revisando las cosas que estaban allí puestas y mis sentidos se pusieron alerta al encontrar algún correos entre Joel, Félix y Julián. — Lee todo. — Escucha. Para: felix.borish33@h*********m De: joel.10@h*********m Asunto: Variante dos semanas después. Buen día Félix. Anexo los documentos que me pidieron para tratar el virus. Les agradezco su respuesta para enviarla a la persona. Gracias. — Todo parece bien ahí. — Si, miremos qué respondió Félix. De: felix.borish33@h*********m Para: joel.10@h*********m Asunto: Variante dos semanas después. Recibido. Así debe trabajar. No quedarse sin hacer nada. Para: felix.borish33@h*********m De: joel.10@h*********m Asunto: Urgente No pueden hacerme esto. Nosotros habíamos quedado en algo, no sea un cobarde Félix. Déjela en paz. De: felix.borish33@h*********m Para: joel.10@h*********m Asunto: Urgente No sea idiota. Haga su trabajo. Julián se va a enterar de todo. Para: felix.borish33@h*********m De: joel.10@h*********m Asunto: Urgente Que se entere. NO me importa que sepa la clase de calaña que es usted. Haré que el mundo sepa el tipo de personajes que ustedes dos son y también Wilow. Mi esposa no es estúpida y ella conocerá el poder que tiene. De: felix.borish33@h*********m Para: joel.10@h*********m Asunto: Urgente Lástima que no podrá salir. Suerte con ello. Además, su esposa solo está buena. Es estúpida.
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