Las palabras de aquella mujer retumbaban en mi mente mientras continuábamos buscando la mayor cantidad de información. Debíamos tener cuidado y prestar atención a cualquier cosa que pudiera suceder, puesto que estaba claro que no éramos las únicas personas allí.
Lo realmente inquietante era la cuestión de no saber por qué habían dejado ahí tirada a la mujer que habíamos acabado de encontrar. Solamente personas sin corazón podían hacer eso. O tal vez era lo que estaban buscando.
— Ten mucho cuidado… —susurró Robert y asentí. Se había comenzado a escuchar pisadas fuertes fuera de la puerta por la que habíamos entrado.
Cada uno de nosotros decidió meterse en otros casilleros que había y yo cerré los ojos al sentir que el aire me faltaría allí dentro. Siempre había tenido fobia a los lugares cerrados y aquel, no sería diferente.
Pude sentir cómo mis manos comenzaron a humedecerse y mi respiración se hacía cada vez más pesada. Estaba muy apretada. Ni siquiera podía mover un poco mi pie, porque golpeaba la pared de metal que había frente a mí. Solo podía voltear la cabeza lentamente para revisar por las rendijas de la puerta y darme cuenta cuando pasaran o se fueran.
Pude escuchar a Robert hacer lo mismo y murmurar un pequeño “tranquila”. Pero no podía estar tranquila. Sentía cómo poco a poco la respiración me faltaba más y apreté los ojos, sintiendo las lágrimas deslizarse por mis mejillas. Para mí, había pasado varios minutos, pero estaba segura que apenas iba a completar uno y me frustraba aún más.
Decidí intentar calmar mi respiración, pero era imposible. Las pisadas se escuchaban cada vez más fuerte y sentí cómo poco a poco mi cuerpo perdía fuerza. Estaba a punto de desmayarme y los desconocidos no se iban.
— ¿Encontraste algo? —Le preguntó uno al otro.
— Todavía nada. ¿Estás seguro de lo que dijo el jefe?
— Si —uno de los hombres asintió—. Dijo que habían entrado aquí.
— j***r —se rió el otro—, ni siquiera hay nada aquí.
— Lo único es la parte de atrás, pero deben tener una clave. No creo que puedan.
— Está bien. Continuemos.
Aquellas palabras me dieron un poco de aliento y apenas cruzaron la puerta, mi cuerpo se desplomó, haciendo que se abriera la puerta del casillero con un estruendo.
— ¡Joy! —Exclamó Robert saliendo de su escondite y ayudándome a levantar,
— Vamos. Pudieron haber escuchado todo.
El hombre asintió y me ayudó a levantar. No podía sentir mis pies mientras caminábamos hacia otro lugar donde podíamos escondernos y tratamos de ser lo más rápidos. Ellos no habían estado muy lejos de nosotros como para que no alcanzaran a escuchar todo el ruido que había hecho yo.
— Vamos a esa sala —Robert señaló una sala grande y oscura y asentí. Tenía razón, allí podíamos tener un poco más de tiempo para buscar alguna solución.
La puerta de la entrada se estrelló contra la pared y nos movimos más rápido. Definitivamente eran nuevamente ellos y estarían más que felices de buscarnos.
— Toma con fuerza tu arma. —Robert me pidió y revisé el pequeño objeto en mi mano. Aquello no me protegería por mucho tiempo a no ser que lo utilizara para asesinar a alguno de los hombres.
Cosa que no quería hacer.
Los dos hombres que con anterioridad habían entrado, volvieron algo ofuscados y mirando a su alrededor. Nos estaban buscando.
— ¡j***r! —Gritó uno y miró hacia una de las salas—. ¡Nos van a j***r si de verdad están aquí den-
Un estruendo se escuchó desde la primera sala donde habíamos encontrado a la mujer y salieron corriendo hacia ese lugar.
¿Qué había pasado?
Estuvimos en silencio alrededor de cinco minutos sin saber mucho sobre lo que estaba pasando, hasta que llegaron nuevamente los hombres y comenzaron a hablar por el radio que cargaban en su cintura.
— La mujer que estaba en el laboratorio fue abatida.
Mis ojos se dirigieron hasta los de Robert y fruncí el ceño sin entender bien lo que habían hecho. Esa mujer ya estaba muerta cuando ellos habían entrado.
¿Por qué decían que ellos la habían asesinado?
— ¿Estás seguro de esto? —La pregunta parecía ser hecha al aire y el hombre que antes había hablado por la radio, asintió.
— Ellos no amenazan con nuestras familias. Nosotros no tenemos mucho que hacer aquí.
— Pero, ¿si se dan cuenta?
— No va a pasar porque le disparamos —se encogió de hombros—. Ella era la mujer que había entrado a este lugar sin permiso.
Se podía apreciar que el hombre que había dicho mentiras era el mayor y el otro era de alrededor de veinte años. El joven al escuchar las palabras de su superior, asintió y le siguió nuevamente fuera del lugar.
De pronto iban a buscar a alguien para que recogiera el cuerpo o al contrario, lo dejarían allí y nosotros, teníamos que salir rápido con algún tipo de información o terminaríamos como ella.
Cuando sentimos que podía ser seguro, decidimos salir nuevamente de nuestros refugios. Mi estómago rugía y no teníamos mucho en la maleta para comer.
En realidad, nada.
Mis manos se sentían frías y decidimos continuar investigando el lugar.
Pronto oscurecería, pero debíamos tener todo listo para cuando entrara la noche para poder salir con más tranquilidad y sin que nos pudiesen descubrir tan rápido.
Necesitábamos encontrar el lugar del que ellos hablaban y nos dirigimos hacia la última parte del lugar donde estábamos. Era sorprendente la manera en la que dentro de aquella casa todo fuese tan grande pero no se viera. Era como si lo escondieran de la vista de las personas.
Y si aquello era cierto, entonces las palabras de la mujer eran ciertas.
Tal vez ellos estaban usando algún tipo de tecnología para esconder la villa de la vista de las personas y por la misma razón nosotros no habíamos podido encontrarlo. También habíamos intercambiado opiniones sobre volver al lugar de donde había escapado ya que recordaba vagamente dónde estaba, pero la verdad, era que me generaba mucho temor volver allí.
Había tenido que pasar por muchas cosas que solo el hecho de pensar que debería estar allí dentro otra vez, me producía escalofríos, además de que había podido escapar una vez, pero no sabía si tendría otra oportunidad para hacerlo.
***
Después de un buen rato buscando y sin encontrar mucho, vimos una pequeña puerta en la que había una clase de maquina a la entrada. No era un robot que se manejara solo, pero si parecía algo avanzado.
— ¿Qué es eso? —Robert cuestionó y me encogí de hombros, tocándolo.
— Parece una clase de máquina.
— Claramente es una máquina. Pero, ¿qué tipo de máquina?
Me mofé de su comentario y volví mi atención a la máquina, la cual, en su pantalla solamente tenía escrito PIN.
Claramente para entrar debíamos de poner el pin, pero, el problema recaía en que no conocía ningún pin. No sabía qué podía ser por el simple hecho de que tampoco sabía quién manejaba aquel laboratorio. Si tan solo tuviera una pista, sería mucho más fácil descubrirlo.
Aunque…
Una idea hizo que abriera aún más los ojos y tomé mi maleta. Tal vez mi computador podía ayudarme.
Sin esperar nada, saqué el computador de la maleta y lo prendí al lado de la máquina. La cual, sorpresivamente, la máquina tomó vida y las partes que la conformaban comenzaron a alumbrarse.
— Buenas tardes, señor Fox —habló y fruncí el ceño—. ¿Desea entrar?
Mi computador vibró y la máquina hizo un pequeño sonido, dando paso hacia la puerta.
— ¿Qué demonios? —Robert cuestionó sorprendido y pedí que se callara por si estábamos viendo una conversación entre IA sin siquiera pedirlo.
El computador volvió a vibrar y revisé la pantalla, pero no se veía nada diferente. Solamente pedía una pequeña actualización y decidí cerrarlo para poder intentar entrar.
La máquina estaba a un lado y apenas habíamos tocado el piso frente a la puerta, la misma se abrió, dejándonos ver lo que había en su interior. Era un lugar aún más grande que lo que habíamos logrado revisar, pero, estaba también destruido.
¿Qué era lo que había pasado?
Era inconcebible que ellos mismos hubieran hecho eso. Ningún científico era capaz de dañar el trabajo en el que claramente, había trabajado durante tantos años. Parecía como si alguien o algo se había encargado de la destrucción del lugar y por la misma razón, estaba desolado, pero con seguridad.
— ¿Qué hacemos? —Preguntó Robert bajando su tapabocas.
— ¡Súbelo! No sabemos qué hay aquí.
Mi compañero hizo una pequeña mueca y volvió a subir su tapabocas. Podía entender que se sintiera intranquilo o incómodo, pero eran las precauciones que debíamos tomar. Sí, por ejemplo, aquella mujer tuviere algún tipo de virus, lo mejor había sido que no la tocáramos.
Pero lo hicimos y solo podíamos pedirle al cielo que nuestros implementos nos pudieran proteger durante un tiempo.
— Siempre ten puesto todo. No puedes bajarlo. No estamos en un lugar seguro.
— Lo lamento.
Era apenas posible caminar por el laboratorio, pero debíamos hacerlo. La mujer había hablado sobre algo dentro de él y no podíamos abandonarlo sin encontrar o siquiera buscar. Debíamos estar tranquilos puesto que, de alguna manera, la IA que tenía nos estaba ayudando o eso pensaba.
— Igualmente, no podemos bajar la guardia —hablé—. Ellos pueden estar mirándonos y no lo sabemos.
— ¿Por qué estarían monitoreando unas ruinas?
— ¿Por qué tendrían personas cuidando?
Robert me miró durante unos segundos y asintió.
— Hoy estás siendo un poco inteligente.
Reí y solté un suave chillido al tropezar con algo en el suelo. Bajé la mirada rápidamente y mi mandíbula se desencajó.
Debajo nuestro estaba un libro que se titulaba “prospectos para virus AAA23”.
Me agaché y decidí tomar el libro. Le faltaban algunas hojas y era notorio que habían intentado quemarlo, pero no había nada más quemado que las esquinas.
— ¿Protegieron estos libros?
Mi pregunta la tiré al aire. No quería creer lo que estaba pensando, pero apenas mi computador vibró; lo entendí.
Las personas que habían estado trabajando en aquel laboratorio habían intentado acabar con todos los rastros de trabajo allí, pero, la IA que habían elaborado y de la que yo poseía una parte, no lo había permitido.
¿Cómo era eso posible?
Los pelitos de mi nuca se erizaron y tragué saliva con fuerza. Todo aquello era impresionante, increíble. No podía siquiera imaginar la cantidad de poder que tenía en mis manos y así fue que entendí por qué me estaban persiguiendo y habían intentado raptarme. Todo había sido por la IA. Por eso habían pensado que yo era una IA. Porque la tenía conmigo.