Pero, ¿qué tanto podía hacer con ella? ¿Si ellos la habían intentado destruir acaso había sido porque se había vuelto malvada, como en los libros? ¿O estaban formando un equipo para acabar con los humanos?
Varias preguntas pasaron por mi cabeza, hasta que salí de mi mundo al ver a Robert observar con atención una de las páginas del libro.
— Ella era mi esposa —susurró.
Mi boca se abrió unos cuantos centímetros y sentí un vacío en mi estómago.
Habían utilizado a su esposa en el experimento para tratar el virus.
— ¿Có-cómo se llamaba?
— Melanie. Se ve hermosa en esta foto, ¿eh?
Observé la página y a una mujer de mediana edad sonriendo en la foto que había allí pegada. Un gran cerro rojo que decía “hecho” aparecía a lo largo de la página y era claro que significaba que ellos ya la habían usado. Mis ojos se dirigieron por todas las palabras que habían escritas y mi respiración se cortó cuando leí la palabra “embarazada”.
Pude ver a Robert tensarse en su lugar y supe que él también había leído lo mismo que yo. La habían asesinado y estaba presuntamente embarazada.
— No puede ser —nuevamente susurró y su voz se entrecortó—. No puede ser.
Mis ojos comenzaron a picar y decidí pasar un brazo por sus hombros. No podía entender lo mucho que le estaba doliendo la situación, pero si lograba imaginarme que sería un dolor grande al recordar cómo el había dicho que él había seguido con sus estudios mientras no sabía mucho más de su mujer.
Al principio había pensado que aquello era una basura, pero, luego me di cuenta que definitivamente era un mecanismo de defensa que estaba utilizando su cerebro para que no sufriera la pérdida de su mujer y ahora, había bajado la guardia y estaba dejando ver todo el daño que le había hecho la situación.
Sus sollozos hicieron que lo abrazara con más fuerza a mi cuerpo y tragué saliva. Aquella situación me rompía el corazón y no podía creer hasta donde era capaz de llegar la maldad humana. ¿Cómo lo habían hecho? ¿Quién lo había hecho?
Era una situación parecida a una noticia que había escuchado años atrás donde secuestraban personas en situación de calle y las desaparecían para experimentar con sus cuerpos y como nadie se daba cuenta de su desaparición, era mucho más fácil cumplir su cometido. El problema había sido cuando una de estas personas intentó escapar del lugar donde la habían intentado matar y al lograrlo, fue a la policía y comentó todo lo que estaba sucediendo dentro de un edificio abandonado a las afueras de la ciudad donde vivía.
Todo había sido un revuelo mediático y habían llevado a la cárcel a varias personas y algunos científicos y directivos muy importantes.
Y eso esperaba que sucediera con este caso también, porque si salíamos vivos de todo esto, nos encargaríamos de hacerle saber a todo el mundo lo que estaba sucediendo.
— Lo lamento mucho, yo-
— No, no —Robert limpió sus lágrimas y me miró—. No me pidas disculpas por esto. No lo hiciste.
— Pero trabajé con ellos —mi voz se entrecortó y él asintió.
— Buscando una mejor oportunidad laboral. Todos hemos hecho eso.
Miré el piso y asentí. Él sabía que yo no había querido hacer nada en contra de su esposa. Yo nunca hubiera sido capaz de ello.
— Busquemos a tu esposo en este libro.
Decidimos comenzar a ver cada una de las fotos que había allí, pero no veía por ningún lado a Joel. Algo dentro de mí se llenó de esperanza y soñé que él no estuviera involucrado de esa manera con lo que estaba sucediendo, pero, al llegar a la última parte, mi respiración se detuvo y solté a llorar.
Allí estaba una foto de él.
Demacrado. Triste.
Pero no había nada escrito encima de su hoja. Solamente había una pequeña nota en la última parte, que decía “desaparecido”. ¿Ellos lo habían desaparecido? ¿Qué significaba? ¿Perderíamos nuestro viaje hasta la villa porque no estaba ahí? ¿Entonces dónde estaba? ¿Quién nos había enviado el correo?
— No entiendo nada —murmuré, limpiando mis ojos—. ¿Qué significa esto?
— No lo sé.
Nos quedamos en silencio otros minutos y Robert comenzó a tomarle fotos a cada una de las hojas para tener pruebas en el celular que tenía. Era algo viejo, pero las fotos estaban quedando bien, gracias a la luz que había dentro del lugar. Decidí quitar la foto de Joel y guardarle en el bolsillo de mi pantalón. Así podía sentir un poco de su compañía conmigo y no me sentiría tan sola.
— Debemos ir a este lugar —Robert señaló el mapa que llevaba con él y le miré sin entender—. En el libro que encontramos, hablaban de un lugar a las afueras de la ciudad, donde hospedaban a las personas que estarían dentro de sus proyectos.
— ¿Qué pasa?
— Debe ser este lugar —volvió a señalar el mapa—. Estoy seguro.
— ¿Por qué?
— Porque llevo mucho tiempo en las calles de esta ciudad. Conozco el lugar.
— Pero si es así… ¿cómo podemos saber que si es el lugar que estamos buscando?
— Porque es campo abierto y todas las personas aledañas tienen prohibido el paso. No lo recordaba, pero en ese lugar encuentras muchos cuidadores a su alrededor.
— ¿Viviste cerca?
— Algo así —se encogió de hombros con una mirada triste—. Nunca pude pasar.
— Entiendo.
Guardamos el libro en mi maleta y apenas el objeto tocó el computador, éste vibró. Parecía como si estuviera extrayendo la información del libro y llenando de más sabiduría la IA.
Todavía estaba algo sorprendida por ello y por la misma razón, decidí ser más gentil. No sabía si la IA tenía sentimientos o cómo la habían programado, así que tenía que comportarme porque si había sucedido todo lo que habíamos visto en aquel laboratorio, ¿qué podía pasar fuera?
Revisamos durante una hora más, pero no encontramos mucho más, así que, con ayuda de mi computador, nuevamente salimos del lugar y nos dirigimos hacia la entrada, para poder salir.
Nuestros pasos se escuchaban al estar todo en silencio y luego me detuve.
— Espera.
Robert me miró por encima del hombro y preguntó qué hacía.
— ¿Y la niña? La niña que vimos al principio.
Parecía que había caído en cuenta y su rostro se tensionó un poco.
— Tienes razón. ¿Dónde podría estar?
— No lo sé. Aquí no hay nadie.
Mi maleta comenzó a vibrar y decidí no prestarle atención. Debíamos buscar a una niña en aquel lugar y no tenía tiempo para revisar las cosas del computador. Luego, me encargaría de continuar observando la información que tenía dentro para poder llegar a Joel.
— Era muy pequeña, no la podemos dejar aquí.
— Realmente no la recordé antes —toqué mi cabeza, preocupada—. ¿Y si le pasó algo?
Nuevamente el computador vibró y rodé los ojos.
— j***r, estamos buscando a la ni-
Me quedé en silencio y el computador vibró por tercera vez.
Estaba segura que tenía una mueca en mi rostro porque Robert sonrió divertido dentro de todo lo que había estado pasando.
— ¿Qué pasa?
— Y si… —tragué saliva y pasé mi antebrazo por mi rostro—… ¿y sí la niña era mi computador?
La sonrisa en el rostro de Robert se convirtió en una mueca y reí suavemente.
— ¿Es posible?
— No lo sé —me encogí de hombros—. Mi ignorancia te respondía que tal vez buscó proyectarse para ayudarnos.
Vibró nuevamente el computador.
— Siento que es eso. Se comunica con nosotros así; vibrando.
Mis cejas se levantaron y volví a pasar mi antebrazo por mi rostro.
— Esto es increíble.
— j***r… siento que estoy drogado.
Reí.
Y el computador vibró.
Estaba cagada del susto, pero esperaba que realmente nos estuviera ayudando y no llevándonos a nuestra perdición porque no podríamos soportar mucho más. Estábamos tan abatidos que lo más probable era que no pudiésemos escapar a un nuevo s*******o o encuentro con alguno de los científicos que habían hecho todas las atrocidades en aquel laboratorio.
Mientras estábamos en nuestra burbuja, nos dimos cuenta de que no éramos los únicos en el laboratorio. Había alguien más que parecía estar empacando sus cosas. Intenté pasar a hurtadillas detrás de él puesto que parecía uno de esos científicos exhaustos de todo, cuando me tropecé y el hombre volteó a mirarme.
— So-solo estaba tratando de obtener mi informe de uno de los laboratorios.
Frente a todo pronóstico, el hombre suspiró y dijo que no tenía tiempo para mis problemas. También advirtió que, si volvía a verme entrando nuevamente, pondrían algunas características nuevas en las cámaras que harían imposible que no se dieran cuenta cuando estuviera en la habitación.
— Eso es imposible —le repliqué y él negó con la cabeza.
— No sé si no lo recuerdas, pero el señor Fox está preparando que cada persona tenga una cámara encendida. Una empresa está implementando un nuevo tipo de cámara que puede leer expresiones faciales y emociones. La empresa recibe quejas de los clientes de que hay un hombre que siempre va y viene al negocio, y si alguna vez ve una de las cámaras, entra y pregunta por qué lo han estado siguiendo.
— ¿Un hombre? —Pregunté como si estuviera recordando—. Mm, sí. ¿No lo han encontrado?
— Todavía no.
— ¿Y entonces cómo harán eso? Es que yo soy una asistente.
— No debería hablar contigo —el hombre negó—. Pero no me importa.
— Muchas gracias.
— La compañía va a comenzar a poner funciones de seguridad en las cámaras para no permitir ver más a través de ellas para evitar que este hombre ingrese al negocio. Luego, van a colocar algún tipo de IA para evitar los proyectores holográficos sobre las cámaras, que se traducen en imágenes de personas que parecen estar mirándote hasta que intentas acercarte.
— ¿El hombre puso eso?
— Algo así.
— Definitivamente debía venir más seguido.
— Igualmente, en la villa están-
El celular del hombre comenzó a sonar y dejó de hablar para contestar. Miré a Robert a lo lejos y él movió su cabeza dándome a entender que volviera a nuestro plan de salir del laboratorio.
Sin esperar más tiempo y apenas el hombre comenzó a buscar en la caja que tenía consigo, comencé a correr hacia la puerta de salida. Mis manos tomaron el computador y éste vibró, dándome a entender que podríamos salir sin problema.
Y así lo hicimos.