Rápidamente, quedó claro que no iría a ninguna parte puesto que continuó intentando tumbar la puerta.
Podía verlo en sus ojos, la ira y la frustración, desesperada porque lo dejara entrar para poder luchar contra mí.
Mientras tanto, yo gritaba y volví para ver al hombre de la bata de hospital y la mascarilla. Él tenía otro cuchillo y estaba a punto de cortarme.
Yo lo alcancé y agarré su mano, pero él de un solo impulso, incrustó el objeto en mi brazo. Ambos gritamos de dolor mientras yo intentaba sacar el cuchillo con todas mis fuerzas y me lo arrancaba del cuerpo. El hombre me miró con horror antes de huir y dejarme tirada.
Tenía demasiado dolor para levantarme del suelo con un brazo. Me quedé allí en un doloroso silencio, esperando que llegara Robert después de haber sido atacada tan cruelmente. Al ver cómo salía la sangre de mi brazo, un grito de agonía salió de mi boca y aquellos sucedió cada pocos minutos cuando intentaba rodar sobre mi espalda o moverme.
Vi cómo la sangre se filtraba de la herida más profundamente en el suelo debajo de mí hasta que finalmente me desmayé por la pérdida de sangre.
***
Abrí mis ojos y me encontraba en un coche en movimiento. Mi cabeza dolía y se me escapó un gemido de dolor al tratar de levantar mi brazo. El mismo que me habían herido. Tal vez habían logrado su cometido y me habían logrado s********r nuevamente. Aquella idea hizo que mis ojos picaran y unas cuantas lágrimas salieran de ellos.
Sollocé de dolor cuando sentí que alguien me empujaba para despertarme. El dolor atravesó mi brazo y me tomó un momento darme cuenta de que el dolor nuevamente venía de la mano que había causado el daño. Apenas logré levantar la cabeza, pero cuando lo hice, lo que vi me hizo querer cerrar los ojos de nuevo. Había sangre en el asiento del conductor a mi lado, goteando sobre la alfombra del piso debajo del respaldo del asiento.
No tenía idea de lo que había pasado ni de cuánto tiempo había estado durmiendo, pero algo me dijo que no mostrara debilidad frente a quien podría ser mi captor. El conductor no dijo nada, solo me miró cuando deslizó su mirada en mi dirección cuando giró en una curva cerrada en la carretera. No podía reconocer la persona puesto que veía borroso y fue cuestión de segundos para que volviera a caer en un sueño profundo.
Mi hambre me despertó y visualicé cómo el hombre alcanzó una barra de energía en la consola entre nosotros. Me la entregó con una expresión sin emociones en su rostro y sentí el brazo pesado y doloroso cuando intenté moverlo. Ni siquiera supe cómo lo habían vendado, pero estaba seguro de que había sido alguien del día anterior en el hospital.
Traté de respirar tranquilamente, el único tipo de respiración que podía tomar sin ningún dolor. El coche dobló una curva y giró bruscamente. Caí hacia atrás con el impulso, golpeándome la espalda en el asiento detrás de mí.
— Levántate —dijo una voz fría a mi lado—. Casi estamos allí.
Parpadeé varias veces y miré a la persona que me había hablado. Yo conocía aquella voz.
Era Robert.
— ¿Pero cómo?
Mi sorpresa hizo que las lágrimas salieran de mis ojos y el dolor se desvaneció por un segundo.
— Tranquila —su voz sonó igual de fría, pero con un toque de calidez.
Robert me explicó que me había llevado hacia un pueblo extraño cerca de un bosque.
Mientras caminábamos por las calles, nos dimos cuenta de que la ciudad estaba vacía y apenas había humanos en ella. Cuando le preguntamos a un hombre por el pueblo, nos dijo que no había nadie en las casas y que todos se habían ido.
Luego de eso, decidimos entrar en una casa para refugiarnos de la lluvia, pero descubrimos que la casa estaba abandonada. Lo único que quedaba en la entrada era una silla y un televisor viejo. Comenzamos a buscar más cosas, pero solamente encontramos pilas en un cajón, lo que nos hizo pensar que había electricidad, pero, cuando intentamos encender la televisión, no prendió. Así que, teníamos dos hipótesis: no había nada de electricidad o el aparato estaba dañado.
Cuando buscamos enchufes o interruptores, tampoco encontramos alguno y decidimos continuar buscando. Pasamos a la siguiente habitación, que aparentemente era una antigua sala de estar. Solo quedaba un sofá, pero esta vez, blanco, así que ambos nos sentamos en éste a la vez.
Solté un chillido cuando éste se hundió hasta el suelo, pero ambos pensamos que solamente era por viejo.
Subimos las escaleras y vimos que una de las habitaciones tenía una ventana que daba al exterior. Robert decidió volver y quedarse abajo mientras yo continuaba mirando afuera. Vi mi reflejo en la ventana y pensé que debía haber electricidad debido a lo brillante que se veía mi cabello.
— ¡Robert! —Exclamé sin dejar de mirarme. Quería que él mirara lo mismo que yo.
— ¿Qué pasa?
— Mírate.
Los dos comenzamos a sentirnos más ligeros y vimos los dos reflejos, Robert sabía que el reflejo era el suyo, y podía distinguir su cuerpo, como si fuera una proyección detrás de nosotros dos. Pero mi reflejo no era igual. No podía diferenciarlo. Solamente podía reconocer mi cabello, que se veía diferente.
Nos alejamos de la ventana y decidí romperla. Gracias al cielo, el reflejo de Robert desapareció y volvimos a la normalidad. Empecé a sentirme mareada y pensé que podría tratarse de algo que me habían dado en el hospital o Robert para el dolor.
— Me voy a desmayar —avisé y él corrió para sostenerme.
— Tranquila. Todo está bien.
— Me siento mal.
— Son los analgésicos. No te preocupes —sonrió.
Me quedé dormida en sus brazos, sintiéndome segura por una vez. Cuando desperté, me dijo que me protegería sin siquiera conocerme. Fue entonces cuando me di cuenta de que no era mi intención lo que importaba, sino su propia intención de protegerme. Y se lo agradecía. Porque sentía como mi mundo se derrumbaba cada vez más.
Mientras mi familia se preparaba para irse de vacaciones, supe que solo estaban ocultando sus preocupaciones sobre la muerte de mi hermanita. Y luego me dejaron con mi padre, que ahora parecía tan enojado y frío todo el tiempo.
Iba a la ciudad de vez en cuando, pero había tantas personas que querían tocarme o tomarme una foto, y siempre me gritaban "¡por favor, ten un bebé!".
Un día entré en una tienda con dos hombres guapos comprando, sintiendo de inmediato esta intensa sensación de atracción. Se dieron la vuelta y me miraron. Y uno de ellos comenzó a caminar hacia mí con esa mirada intensa en su rostro. Fue entonces cuando vi su tatuaje que decía "fuera de los límites" en su brazo y supe que tenía que irme rápido antes.
Caminé lejos del lugar, pero vi a uno del grupo de aquellos hombres levantarse, lo que significaba que debía ser más rápida. Me hacían sentir incómoda, así que yo traté de correr lejos de ellos. Uno de los hombres con el que había intercambiado mirada tenía esa mirada intensa en sus ojos y luego al ver su tatuaje, no entendía por qué me dejaba una sensación de temor.
Además, sentía que lo conocía de algún lugar. Su rostro me era familiar, pero, no podía recordar de dónde.
Necesitaba alcanzar a mi familia con prontitud o ellos me dejarían botada. Ni siquiera podían pensar en otra cosa que no fuera mi hermanita, y mientras yo detenía mi paso al ver cada vez más cerca mi casa, pude escuchar unos pasos apresurados provenientes de detrás de mí.
Me estaba siguiendo el hombre.
— ¡Nena! —Escuché el grito y cerré los ojos, apretando los puños.
— ¡Aléjese!
— ¡Soy Félix!
Mi corazón se detuvo y abrí los ojos, despertándome de aquella pesadilla.
¿Acaso se estaba metiendo en mi cabeza?
Si me hubiesen hablado de eso años atrás hubiera dicho que era una tontería, pero, después de todo lo que había pasado, no podía dejar de pensar que aquello me pudiese estar pasando.
Al siguiente día todo fue más tranquilo. Habíamos decidido dormir en aquella casa puesto que era lo más tranquilo que íbamos a encontrar en mucho tiempo. Además, teníamos que analizar muy bien cuáles serían los siguientes pasos que daríamos y cómo nos enfrentaríamos a todos.
— ¿Qué podemos comer? —Robert preguntó y salté en mi lugar.
— Traje algunas cosas. Puedes comer lo que quieras.
— ¿En serio?
— Claro.
Me quedé observando cómo comía un poco de pan y suspiré. Me recordaba a Joel. ¿Acaso seguía vivo? ¿Estaría de verdad secuestrado?
Había salido temprano en la mañana para que desayunáramos algo. Además, así había podido conocer también un poco más del pueblo en el que estábamos.
Al principio había pensado que definitivamente estábamos rodeados de un campo inmenso, pero, luego me di cuenta de que necesariamente no era así. El lugar dónde estábamos estaba lleno de vegetación, pero, la siguiente ciudad estaba a menos de veinte minutos y allí, fue donde me decidí a ir para conseguir algo de comida.
No tenía mucho dinero y las casas de cambio del aeropuerto me habían robado bastante cambio. Pero como había salido de afán, conocía la manera en la que trabajaban y a regañadientes había tenido que cambiar mi dinero por la mitad de lo que realmente llegaba a costar.
Aquella ciudad cercana tenía más cosas que el pueblo en el que nos encontrábamos. ¡Ni siquiera me cabía en la cabeza que habíamos podido dormir bien en aquel lugar! Era horrible y tenebroso.
No mucha gente en sus cinco sentidos decidía entrar a una casa desconocida y quedarse a dormir. Todo el mundo pensaba en los asesinos o fantasmas.
Cuando había caminado por la ciudad cercana, me había dado cuenta de la cantidad de colegios que había. Normalmente para lugares tan pequeños, solo necesitas un colegio para los niños, pero, al parecer, tenían diferentes para dividir a las niñas de los niños.
¿La razón? No la conocía y tampoco le pregunté a nadie. Necesitaba tener un perfil bajo para que no lograran descubrir dónde nos encontrábamos y pudiésemos dar con el paradero de Joel.
La tienda de la ciudad era grande. En aquel lugar estaba segura que podía encontrar las cosas que necesitaríamos y así fue. Costó menos de lo esperado y le agradecí al cielo debido que no contaba con mucho dinero y Robert, tampoco.
La vuelta al pueblo fue más lenta de lo esperado ya que sentía que alguien me observaba. Al principio me asusté, pero pude entender que era la misma gente de la ciudad. Al no reconocerme, era aceptable que no me quitaran sus ojos de encima.