Yo alcanzaba a oír un poco de lo que estaba preguntando un desconocido en la puerta y mordí mi labio inferior cuando escuché cómo les preguntaban por unas personas (usando algunas fotos). La persona que había abierto la puerta era Christian y tenía miedo de que fuésemos nosotros. Él era una persona vieja y no tendría problema en decir que estábamos dentro de su casa.
Mientras yo continuaba pensando en diferentes futuros horribles para nosotros dos, sorpresivamente, la puerta se cerró y Carmen subió a hablar con nosotros.
— ¿Son personas de bien?
Su pregunta me caló y asentí efusivamente. No podíamos explicarle perfectamente lo que estaba sucediendo, pero debíamos intentar hacerlo un poco bien.
— ¿Entonces por qué los están buscando?
Tragué saliva y decidí hablar con ella: —Yo- yo soy investigadora y científica. Estoy buscando a mi esposo porque lo desaparecieron y son las personas que vinieron a preguntar por nosotros.
— ¿Qué? —Los ojos de la mujer se abrieron y tapó su boca—. ¿Cómo puedo creerles?
— Por favor. Hágalo.
— ¿Pero cómo?
— Yo perdí a mi esposa y a mi bebé por culpa de ellos —Robert interrumpió—. Por eso Joy y yo estamos aquí. No queremos que lo mismo le pase a ella. No puede perder a su esposo.
— ¿Pero cómo saben que fueron ellos?
— Porque a mí me secuestraron —le expliqué—. Hace poco y fue solamente por venir a este país a saber qué era lo que había sucedido con mi esposo. Por eso no nos quieren aquí.
La mujer se quedó mirándonos durante algunos segundos y soltó una exhalación, mientras asentía.
— Está bien. Quédense aquí lo que necesiten.
— Solamente es esta noche. Mañana en la mañana nos iremos.
— ¿Dónde irán?
— No lo sabemos —Robert respondió.
— Yo les recomendaría que, si todo esto es verdad, igualmente lleguen mañana en la noche a este lugar.
— Muchas gracias, señora.
Ella se despidió de nosotros y bajó las escaleras para encontrarse con su esposo. Se veían algo preocupados por la situación, pero la mujer le dijo algunas palabras a su esposo y suavizó su apariencia.
Agradecía la manera en la que querían ayudarnos, pero definitivamente nosotros debíamos pensar en algo más. Aunque si era probable que llegáramos el siguiente día.
— Bueno, ¿vamos a descansar?
— Claro, claro.
Acepté la invitación, pero tomé nuevamente mi computador, esperando continuar investigando y poder volver a ver aquellas palabras que salían en la pantalla con la descripción de los días que llevaba la persona o la IA encerrada o algo así.
Esperé algunos minutos mientras Robert comenzaba a dormir y volví a abrir mi computador, a lo que vibró.
— Hola —la saludé con una sonrisa—. Quisiera que volvieras a mostrarme lo que me mostraste de los días. Quisiera entender.
El computador puso su pantalla negra y luego comenzaron a aparecer nuevamente algunas cosas.
Día 200
El virus se ha extendido a todos los rincones de la sociedad y nadie puede escapar de su alcance.
No nos quedó más remedio que huir al campo, pero no pude llegar sin tomar precauciones. Con mis pocas habilidades en la construcción, construí una barrera de atrapamiento alrededor de mi casa que atrapa a los infectados.
Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, he necesitado más suministros para sobrevivir a este nuevo mundo y de esta manera, he decidido emprender un viaje para encontrarlos. Mientras viajaba por pueblos abandonados, me encontré con una vieja gasolinera abandonada donde el virus había matado a todos los que estaban adentro. No quería meterme en su interior por el riesgo de infectarme, pero sabía que era mi oportunidad de encontrar los suministros necesarios para el plan de escape definitivo.
¿Quién era la persona que escribía esas cosas?
Por lo visto parecía como si el virus ya se hubiese extendido alrededor del mundo, pero, ellos supieran que no existía ninguna cura, y por el contrario, tenía que escapar a un lugar lejano para evitarlo.
¿Acaso todos ya estábamos infectados?
Día 191
Supe que era el final en el momento en que no podía distinguir la IA de los humanos.
Tuve que huir del virus. El virus era cualquier cosa que no fuera yo y podía ser muy aterrador y se podía propagar tan rápido que tuve que huir y no dejar que me alcanzara. Era una sensación terrible tener miedo de todo, especialmente de lo que temías. No saber si tu sentido de la realidad ya era cierto hizo que el sentimiento fuera aún más terrible.
Esa pregunta era la que me habían hecho los hombres cuando me habían secuestrado. ¿Acaso ellos habían intentado diferenciar la IA de los humanos, pero tampoco habían podido y por eso me habían querido utilizar? ¿Acaso ellos ya habían perdido la batalla con la IA y la única salida era yo?
Pero ¿por qué yo? Yo solo tenía el computador, pero era un ser humano.
Día 208
Un hombre de unos 60 años vive solo en el campo con su perro. Un día, le diagnosticaron un virus mortal que deterioraría su sistema inmunológico. Se le dieron instrucciones para que se mantuviera alejado de las personas y del mundo exterior para no propagar el virus. Me había llegado aquella información y solamente generaba que mi ansiedad aumentara un 200%. Estaba preocupado por todo lo que estaba sucediendo y la manera en la que él trataría el virus.
Lastimosamente, luego de un tiempo, nuevamente me llegó información sobre aquella persona. El hombre no siguió las órdenes y para apaciguar a los aldeanos de la ciudad, comenzó a ponerles máscaras para que no le tuvieran miedo. Sin embargo, un día cuando pasó junto a una mujer con su hijo, ella se escapó gritando al verlo. Se dio cuenta de que tenía que escapar antes de que fuera demasiado tarde; el virus podría alcanzarlo antes de que pudiera escapar.
El hombre empacó algunos artículos esenciales y un día cuando llovió, entró al pueblo con su máscara. Los tenderos lo saludaron cordialmente y todo parecía normal hasta que uno de ellos se acercó y le vio la cara; lo que le hizo romper a llorar.
¿Y después qué?
— No entiendo —le hablé al computador—. Después de esto, ¿qué pasó con el hombre? ¿Murió?
Día 5
Estoy muy feliz con todo lo que hemos logrado, aunque nuestro mérito lo tome completamente el gobierno.
“El gobierno” está experimentando con un nuevo tipo de virus para tratar el cáncer. El equipo de científicos, que claramente somos nosotros, trabajamos día y noche durante meses para encontrar una cura. Cuando finalmente encontramos un tratamiento, no lo probamos en humanos, sino en ratas y monos. No estuve de acuerdo en aquello, pero no podía comentar mucho sobre la situación ya que no tenía que ver conmigo y debía seguir las directrices de mi jefe, el señor Fox.
Según lo que le escuché decir, el equipo de científicos del otro laboratorio y quienes se habían encargado de realizar las pruebas en animales, se volvió perezoso y se olvidó de revisar las cámaras de seguridad del laboratorio.
Un día, uno de los monos de laboratorio recibió una inyección de uno de los tubos del estante y se fueron corriendo a una ciudad cercana. En ese pueblo había muchas personas que padecían cáncer que, se había decidido, serían los primeros que se curarían con este nuevo fármaco de tratamiento.
Después de darnos cuenta de la estupidez que había ocurrido, decidimos inyectar por aire un chip dentro del mono que había escapado y de esta manera, utilizarlo como un robot para que se encargara de la distribución. El mono luego procedió a distribuir su inyección a todas estas personas que tenían cáncer mientras estaban en las calles.
Luego de algunos días, la gente en esta ciudad comenzó a regresar a casa y se sintió mejor de inmediato, mientras que algunos veían lo que estaba pasando y comenzaron a entrar en pánico porque pensaron que había sido un ataque terrorista o una fuga de gas. Eventualmente, todas estas personas que tenían cáncer mejoraron después de tomar este medicamento antes de darse cuenta de lo que realmente sucedió.
Mis ojos intentaron moverse con rapidez por todo el texto, al ser de los más largos que había mostrado el computador, pero también se me hacía complicado.
La cantidad de información que me estaba llegando, hacía que mi mente diera vueltas y era complicado poder compilar la información dentro de mi cabeza y encontrarle un sentido a todo.
Día 3
Como médico en el laboratorio, tuve que prepararme para el evento de que se escapara el virus AA2. Me asocié con otro médico en el laboratorio, llamado Félix. Estuvimos a cargo de la vigilancia.
Un día, al hacer informes, noté que los puntos rojos en el mapa se movían rápidamente hacia un punto. Enviamos nuestras alertas a todos en el edificio cuando descubrí que provenía de nuestro laboratorio.
Corrimos para detenerlo cuando se soltó y corrimos hacia una ciudad cercana. La gente estaba entrando en pánico y corriendo, lo que nos dificultaba encontrarlo y deshacernos de él.
Decidimos utilizar algunos borradores de memoria para esas personas y luego, lastimosamente, con ayuda de un batallón de soldados enviados por el gobierno, tuvimos que deshacernos de estas personas ya que significaba que podían esparcir el virus y contagiar más personas y nosotros todavía no podíamos dejar que aquello sucediera.
Nuestras familias estaban en peligro y si aquello sucedía, ni ellos, ni nosotros volvíamos a saber del otro.